martes, 27 de noviembre de 2012

Sobre el mal gusto


Me hago con un ejemplar robado de la literatura publicada por JJ Vázquez, el magnate de la telerrealidad española, y voy a hincarle el post leídas veinte páginas.

Resulta que nuestro Sálvame, el sancta santorum de la televisión peninsular, al que cada día de los años asisten un par de millones de españolitos, es un fruto nacido de los suburbios, esas hiedras desarrollistas que crecen en torno a una capital.
Toda la vulgaridad y cutrez estalla cada sobremesa en España, venida de Badalonas y Leganeses, de los árboles genealógicos de chonis y canis, de unas vidas desafortunadas que esnifan el Lecturas como en casa de Jorge Javier - un rasgacielos de ocho plantas junto la autopista - la llegada del Lecturas era el acontecimiento familiar sagrado de la semana.

Es la historia del Dalai Lama niño de la religión rosa del cotilleo, desde los parques de abuelos con chandal y zapatos de Badalona - repletos ahora de inmigrantes antiguos que eligen a un alcalde pepero para que eche inmigrantes nuevos que les tocan sus cojones ya burgueses.
La novela utiliza un recurso paraliterario a la altura del desalmado que la calza, el típico exabrupto que sueltas borracho o atiborrado de benzodiacepinas cuando quieres captar la atención de tú único amigo borracho en la barra de un tugurio: - Oye, tengo el Sida ! Lo que en lugar de soltar la pota a continuación, lo que nos suelta es su novela de mismo hedor.

Porque Jorge Javier Vázquez, esa inteligente y creativa criatura, a la vez emperador de lo frívolo y director de su fábrica, ante todo debe ser reconocido por lo que es, el Sardà de turno, el perversor a gran escala, el flautista forrado que atonta en la caja a los ya lerdetes, haciéndoles un nudo bastante irreversible, dejándonos ya inoperable una franja de la población.
Pero él proviene de esa estupidez que sus seguidores celebran cada tarde. Ellos desgranan el día hasta que aparece el de - "Oye, que tengo cáncer de páncreas, ah no, pero ya tengo trabajo", como él apuraba los días hasta que llegaba a su casa el Lecturas. Más listo que ellos, lo auparon para que dirigiera el cotarro, y eligieron como Virgen, icono, gran hueso a chupar y roer, a la Princesa del Pueblo, la del pisucho de San Blas, que luego se forra y elije un chalé en Paracuellos como gesta del Chonismo. La de la muerte lenta retransmitida y consumida, el sacrificio al Dios ano.
Es toda esa corona metropolitana hecha programa, zarzuela, género televisivo, vodevil que sacie los cerebros de maruja y de choni, abuela y nieta unidas en su pleistoceno.

Trajes, vestidos, aparente elegancia; deluxes, prime time... pero no nos engañemos, son los triunfadores fáciles de los suburbios, es el opio de la barriada, una cultura desarrollista que se proyecta del rasgacielos a mediaset, programa y audiencia son los mismos, pero con distinta suerte, una melopea de frustrados y ganadores de la lotería de la tele, intercambiables, cuya esencia común es el imprescindible picor acerca de la vida del de enfrente, no la propia, no-vaya-a-ser-que.

Jorge Javier Vázquez, ser inteligente y brillante, licenciado en Filología Hispánica, pero suficiente malnacido como para acabar reciclando chatarra desarrollista.

3 comentarios:

carmen dijo...

Se me había pasado esta lectura...

Tenía ganas de escribir algo , desde hace tiempo, sin leer el libro, que no lo leeré. Pero he visto por mi tema de trabajo algún que otro programa de Sálvame. Me daba temor plasmar lo que me producia: lo más parecido al mal puro.
A los que están con él, humillados y humilladores, y que viven de ese mal, mi más sentido pésame. Y a telecinco otro pésame, es infame!!!!

Qué repugnante el dinero ganado con el destrozo de bienes preciados como son el respeto y la verdad.

Jordi Santamaria dijo...

Respeto y verdad son palabras nobles pero muy poco precisas.
Imagínate una tribu remota que de repente ve Sálvame. Eso ha pasado (Perdidos en la ciudad, Cuatro), y la reacción fue de temor y desasosiego porque creían que sucedía algo grave.
La realidad era que hablaban de las bragas de la mujer de Paquirri, o de la afición por los travestis del marido de la Esteban.
Alteración de la realidad por televisión estupefaciente, a las 16 horas de la tarde cuando la gente se toca el higo.
Y todos zapeamos y todos contenemos una cuota bufonesca, pero sin necesidad de dosis estupefacientes, digo yo.

carmen dijo...

Es que por lo que he visto se matan entre ellos , se insultan, sacan lo peor. Y cuentan "verdades" que son en muchos casos rumores.
En fín, que vulgar y para mí, malvado