domingo, 29 de julio de 2012

El mayor poder es invotable


Uno de los recovecos realmente vulnerables de la humanidad, mucho más allá de las muescas de los vicios, son las manos que controlan el armamento nuclear, el diseño de enfermedades y la investigación futura.
El mayor superpoder de la Tierra, con un alcance para poder destruirla, sucede en edificios como en el que estamos, y lo gestionan personas con su padre y su madre, una infancia en una escuela, y una adolescencia más o menos convulsa como la de todos. Científicos y políticos - los que las idean y los que las administran -cuando el asunto está entre sus manos, tienen ese mismo lapso en la cabeza que tú y que yo, ese río de pensamiento, plagado de libertad, para que aparezca cualquier tipo de ocurrencia. No dejan de ser seres libres, falibles, y normales. O no.

¿Qué pasaría si algún científico clave enloquece? Los científicos parecen los seres nobles del planeta, a los que nunca se les oye protestar, no protagonizan escándalos, son malpagados, y encima el futuro de todo depende de ellos. Parecen llevar bien que el CEO de un banco les multiplique por 100 lo que ganan, o que un cotilleo vendido suponga lo que ganan en un año. Ellos de mientras se pelean con el futuro del planeta.

Digamos que los informes y dispositivos que entregan a políticos, son jeroglíficos acatados como si les hablaran chino. Tan fácil como cambiar unas fórmulas aquí, unos números allá, y nadie se cuesca de nada. Cierto es que hoy en día las cosas suceden en comunidad científica, comisiones reguladoras, etc., eludiendo el libre albedrío individual. Pero el protagonismo es el mismo, cierto gremio ineludible ostenta la responsabilidad de usar ese poder de una forma cabal, como el poder atómico. Y sí, dichosamente el gremio bancario es el mejor pagado pero su poder de destrucción no llega a cotas cósmicas. Y tampoco, la sociedad es consciente del valor de esos frikies nobles para la supervivencia de todos. Es el mayor poder, cratos, y es un poder invotable.

Algunos pensarán, y es que qué otra cosa pueden hacer? Pues en teoría tendrían el mismo derecho a corromperse como otras esferas de poder, o a actuar negligentemente, o hasta a importarles un comino la gente.
No se escapan de los lodos humanos, el autor de la matanza de Aurora (Colorado), era una de las más firmes promesas de EEUU en la investigación neurocientífica, y de repente enloqueció y ahora está pallá. Como si le hubiese dado por propagar un virus de diseño letal al manazas. Estamos hablando de mentes que multiplican por 100 la inteligencia del señor Botín de la calle, y un poder gigante e invotable, que a todos se nos escapa y forma parte de tiempos futuros. No de éste.

sábado, 28 de julio de 2012

El advenimiento del yogur helado


En este mundo está todo inventado, para el 99 % de la gente que no son inventores. Un investigador científico puede estar descubriendo constantemente, urgando centímetros a lo ignoto día a día, pero un invento siempre va ligado a un uso masivo y una rentabilidad comercial.

Luego está esto del yogur helado, el invento del verano 2012. Hasta esa institución que representa la Jijonenca de cada pueblo, parece haber implementado la corriente yoguresca. Los mandatarios del postre, Danone, también revolucionan el globo con una última tecnología estupefaciente, el Yo-lado, que a última hora no pudo contar con Georgie Dann para el lanzamiento. Y por último, en nuestras calles no faltan 3, 4, 7? nuevas franquicias ultrablancas, calcadas con logos distintos, que se dedican al nuevo arte del yogur helado. ¿Por qué este advenimiento del yogur helado? ¿Qué hace que el Sistema de repente nos superdote de tarrinas caras de yogur con toppings que se cargan de cuajo lo saludable de la historia? ¿Si creo una franquicia negra, seré la única que no cierre? ¿Es más, si creo el yogur negro, me llevarán a casa como un mono exótico que enseñar a los amigos?

Pues sí, todo debe estar ya inventado, cuando emprendedores en cascada se abrazan a vender yogur helado en exclusiva como si fuese coca-cola, desafiando nada más ni nada menos que a la historia, la historia doméstica que desdeñó la receta del yogur helado a un papel ni secundario, pues el yogur sabroso no es, y como saludable tampoco llega a fármaco.

Siempre oiréis a los sociólogos compulsivos de barrio, los constatadores que la nueva fachada del mundo es la definitiva, que os echarán bronca por no consumir el nuevo orden mundial, e intentarán haceros sentir que sois un poco menos por no abrazar estos advenimientos de la historia que cambian tu vida, como en su día fueron las Panama Jack, las riñoneras, los pantalones ciclistas, la ropa florescente.

Por suerte, las jijonencas superarán todas las crisis, pestes, terremotos y venidas del maligno. Y aquellas personalidades excesivas que recorremos las ochenta variedades de helado antes de pedir los dos sabores de las bolas, podremos escoger razonablemente las dos o tres variedades con yogur de la gama, si nuestro gusano interior nos lo reclama, o nuestro ángel enfermero nos da la chapa y sugiere una merienda saludable para esta tarde de verano. Ni más ni menos.

jueves, 19 de julio de 2012

3/5: El sistema, capitalista o comunista, primero es tonto

Digamos que el sistema capitalista llegaría a su colmo si aniquilara el ahorro, si el colapso de un banco se cargase no metafóricamente el ahorro de los ciudadanos.

La historia de este país ahora parece disparatada, pero es vivita y coleante de lo reciente que es. Una década de locura especulativa en la vivienda, un proceso enfermo, del propio sistema. Todo fue gradual y cada trimestre era un poco más que el anterior, y con más gente participando. Era una carrera tras los precios del ladrillo. Tengo un amigo entre 50, que se salió de la hipoteca entonces.
Particulares y empresas sabían, por esa estúpida manía de entablar amistad con los peones de los bancos, que por el mismo precio del alquiler podían ser propietarios. Cuando con la banca siempre pierdes. Eres propietario pagando de 150 % a 200 % del precio de la casa, y si no puedes pagarla el banco se la queda al 50 % de su precio. Y lo primero que pagas son los intereses. Lo mismo que un alquiler sí.

¿Cabe decir que empresarialmente los bancos fueron penosos? Sus balances dan fe de ello. Porque hasta el último minuto de la música, estuvieron haciendo negocio con los nuevos aspirantes a empresarios del ladrillo. "Cuando toda la economía está errada", podría ser el título de nuestro prólogo. Cuando todo el mundo permite inventarse la riqueza.
Que una sociedad tiene una élite política de bajo perfil, es algo con lo que ya contamos, si además cuenta con unas malas empresas en el sector financiero, se forma un cóctel lamentable. Bambi les loaba. En esa frase del anterior presidente, se escenifica la estulticia.

Dicen que al final hay una crisis de valores. Y de talentos también. El sistema, capitalista o socialista, en el fondo es tonto. Había mucha tontuna, en la década de la fiebre del ladrillo. Tontuna de todos, entusiasmo barato.
Resulta curioso que la gran purga, el pánzer que placa y noquea a todo el mundo, sea esa realidad llamada deuda. Todo el mundo debe dinero. Y necesita más dinero para pagar lo que debe. La deuda tiene pies, y uñas, la deuda no es un monolito que espera. Llegado a un punto de inflexión, muerde, y devora. El posible punto de no retorno. La trampa de las condiciones de una deuda. Tic tac.

La otra cara del capital-ismo. Lo que ha sucedido era bastante inevitable por cómo se ha producido, sin pajolera idea de lo que estaba ocurriendo. Es como si a las tribus en su día les pides una estación meteorológica para salvar sus cosechas. Como he dicho, el sistema, capitalista o comunista, primero es tonto. Claro que la lección a aprender es la supervisión del sistema bancario, auténtico ridículo empresarial para cualquier libro de economía. Ahora reconoceremos a nuestra espléndida clase política porque llevan un post-it amarillo enganchado en la frente por la calle, en el congreso, en el water: supervisar el sistema bancario.

Al fin y al cabo, crecer, crecer, crecer, sabemos qué quiere decir. Es tener el nuevo modelo de, es deshechar y olvidar el anterior, es pasearte entre anzuelos constantemente, es placar la austeridad, mientras se cacarean resultados empresariales como música de fondo. Es vivir al límite de lo que da la teta, flirteando con escasos fondos. Y ya sea por resbalón, por agotamiento, esa prudencia tan tan justita llega al game over. Tan sencillo como que todos aquellos que rascaban el límite, ahora se quedan en el terreno cenagoso de la deuda.

miércoles, 18 de julio de 2012

La nueva dimensión de la crisis 2/5: El sistema capitalista ahoga el ahorro

Palabras mayores. Capitalismo. Chip planetario. La gran Depresión de nuestros años diez.

Nunca he llegado a rascar del todo qué es el capitalismo. Y es extraño que el término que define toda nuestra dinámica, todo lo que se mueve, venga de una palabra tan poco usada, capital. Deduzco que se quedó el nombre asociado al destino personal, por crítica desde la otra orilla: quien disponía de un capital podía jugar al capitalismo y ser rico, quien no, debía jugar la partida a ser pobre.

Sea lo que fuere el capitalismo en sus orígenes, hoy no entendemos realidad sin crecimiento, de riqueza. Por lo que el capitalismo de facto, ha sido el sistema que ha buscado el aumento de Pib en la mayoría de países del globo. Y en los últimos años, el máximo aumento posible, a juzgar por las lamentaciones y la obsesión por el dato Pib de esta época.

Quede claro que cada individuo acude al trabajo por la mañana sin ningún plan de debatir su 0,00132 porción del pib diario. La cascada de acontecimientos que lo provocan queda ya muy lejos. La misma que ha chocado con una depresión después de 80 años. Y rápidamente el revolver del lenguaje hizo llamar crisis a ésto, porque el objetivo del Sistema se tambaleaba, pese al dramatismo de la palabra. Y todos los medios de comunicación borbotean lo mismo, porque parece que la alteración planetaria afecta a la raíz, no a las hojas ni al tallo.

Y parece ingenuo haber creído que el Pib era aquello que sube indefinidamente con sistema capitalista de libre mercado mediante. El descenso de Pib parecía una quimera.
Pues bien, mucho parágrafo, y poca palabra Bancos. El sistema capitalista se ha convertido en un sistema tal vez desatado, que busca el máximo crecimiento, y lo hace intentando ahogar el ahorro. Expliquémosnos. El ahorro es capital sí, pero capital parado, capital que podría crecer. Si todo el excedente circula, todo el capital rinde, la gasolina es máxima y el automóvil va a tope. Leáse, el Pib echa humo.
¿Y quién hace circular el ahorro? Los bancos claro. Los bancos son esos señores afortunados que reciben nuestros ahorros, y hacen negocio con ellos. El sistema capitalista en boga no ha sido nada sin su subsistema financiero. Ser banquero es una vocación dinerista, un trabajo que hace dinero del dinero. A veces del ingenio, a veces con una calculadora, y aquí está el problema.
No es que se haya marginado el ahorro, ya que ahorra quien quiere. Pero el Sistema hace que se borre del mapa. Consumismo aparte. Uno ahorra, deposita su dinero en una entidad bancaria, y allí, por arte de magia capitalista entra en las entrañas de un sistema que transforma el ahorro de unos, en inversión o deuda de otros. Mi dinero, mis billetes con dibujos, pasan a ser de otros por un tiempo y en una dimensión paralela, y yo pseudoacato ese chanchullete porque ya de pequeño me llevaban a la caja rural y porque no ha pasado hasta la fecha ningún accidente gordo en el país, y Javier, el director de la oficina no tiene cara de mafioso hijoputa. Y por eso nos dan cuberterías claro.

Luego viene el consumismo. Si queremos que siempre crezca el Pib, si queremos Iphone 7, y 9, y grafeno, aparte de poner toda la gasolina en circulación, se ha de gastar toda y volver a poner. ¿Seguro? Yo tenía vacas en mi pueblo que con tetas enllagadas no daban leche.
Pues que inventen, los frikies esos mal pagados de la última fila, los listos y mansos, los científicos, que inventen.
Y el capitalismo, osease, el mundo, entonces es una carrera hacia delante. Que dado que somos una especie animal, es de lo mejor que podemos hacer como grupo.

Pero volvamos a los Bancos. El lugar donde se planta dinero. Todos olemos que aquí está el problema...

martes, 17 de julio de 2012

Facebook es Second Life


Digamos que Facebook es aquel momento de la humanidad donde la hipocresía por fin encontró su sede, su habitat. Dar una página web a cada persona del planeta para que invente y coloree allí su perfil. ¿Qué será lo siguiente? Publicarles un libro sobre su obra y pensamientos??

Hasta la fecha, uno podía caminar por las calles y toda la contaminación mental y emocional de los individuos quedaba encerrada en unos contenedores que se llamaban cabezas, el pensamiento, por suerte, era invisible. Lastimosamente ahora, está desatado y rebosa los helechos arborescentes cíclopes que son las redes sociales. Así que uno ya puede cerrar la tapa, cuenta cancelada y llave deglutida, si no quiere tontolizarse cada día con el pensamiento ruidoso, visible y bramante de las calles.

Dotar de las últimas herramientas tecnológicas, con todo su esplendor y nitidez, es hacer creer al ingenuo usuario de turno que sus publicaciones estarán a la altura del medio estelar que utiliza. El trabajo de los mejores ingenieros del orbe, cae en manos del zarpas que toque, que lo culmina con un "me quedan tres tardes para la jornada intensivaaa!!! y una sarta de emoticonos que recuerdan una tómbola de chochonas.
De rescate de amigos perdidos u olvidados, ahora ya vueltos a eliminar, el Facebook ha derivado a ser la página web de uno, con aspecto de portada de revista y fotos apaisadas. Señora, que no tenemos quince años como sus hijos y no estamos ni para enseñar los pechotes ni sus aficiones de hacer sidra casera en casa con los pies.
Los exhibicionistas han colgado sus gabardinas porque en Facebook pueden radiar hasta cómo masajean los sabañones a sus novias.
Pero sobretodo Facebook es Second Life, permite simular otras vidas que quedan allí escritas, en un formato superreal, con fotos adosadas, y comentarios al pie. Cuando me voy a dormir, me extraigo de la cara la mascarilla facebook pegada, y mi vida sigue igual de pelada y triste. Pero en Facebook, ahora que todo el mundo me oye, hasta mi enemiga adorada de la infancia, retrato esa delgada mascarilla con fotos de vacaciones con dinero prestado, fotos que atestigüen lo buena madre que soy, y comentarios jocosos sobre el tipito que aún conservo. Facebook me permite diseñar mi vida de puertas afuera, recortando, cribando y retocando, es mi perfil público. Y me permite sentirme escuchad@, puedo vociferar a esta ventana todo lo que quiera, sin tener que pagar el pastón que en el mundo analógico supondría crear tal representación o efecto engañoso (se necesitaría mucho personal de teatro).

lunes, 16 de julio de 2012

La nueva dimensión de la crisis 1/5

Cuando se habla de ricos, a veces parece que se mente a otro género, otra especie. Un colectivo que se quiere imaginar minoritario y que vive en un lugar ahí arriba. Se dejan ahí arriba para proseguir la vida, y no se repasan las diferencias ni lo que significan. Se olvidan los detalles, de que ellos dispongan de cinco mil fichas más que tú para disponer en el mes a mes, año tras año, si no es que algunos tiran como una propina el equivalente a todos tus ingresos mensuales. En un supuesto zoológico alienígena, colocarían taxonomías diferentes para el humanoide con mansión y jardín versallesco, frente al habitante de un edificio desarrollista de una ciudad dormitorio.

Es por ello que impepinablemente desde un lado ven el otro polo como verdaderamente Otros, en un 100 % de otredad. Otra pasta, otra raza, otra condición esencial, otro individuo biológico. No son como los míos, son otros, y viven allí arriba. O allí abajo.
Para los ricos, saberse que existen tantos individuos calcados a ellos, con una cantidad de fichas mísera, y un día a día a veces sucio y enfermo, supone dolor en el espejo, y la reacción depende de cada cual.

Entre medio el gran mar de la gradualidad, que a mayor extensión garantiza un triunfo histórico, llamado paz.

En situaciones como la actual gran crisis sistémica, una crisis decapante y maratoniana, el gran mar del medio se estrecha y deseca. Y cada vez más centenares de personas viven niveles de pobreza indecentes. Al final, como a los ricos, lo único que te queda de valor en la desesperación, es la propia vida, que entonces vale muy poco. Se pueden llegar a niveles de violencia y agresividad cada vez más preocupantes, atizados por esa desesperación cuando a la vida ya le dejan poco valor.

No creo que un vecino que rastrea en el container recibiera un portazo de su vecino que tira la comida a la basura, y si sucede, o se malentiende por desidia, será ésta la unidad explicativa de una nueva gran guerra.

jueves, 12 de julio de 2012

España ha perdido la partida

Y fue a peor.
Las subprime fueron una crisis-símbolo, una realidad flagrante de cuán excesivo podía llegar a ser el crédito. Tan flagrante como insospechado, síntoma de hasta qué punto estaba engañado el sistema.
El empacho bulímico subprime necesitó un primer parón recesivo en 2009, y pese a que se la bautizaba como crisis histórica, nadie le ponía las orejas. Hoy en día ya las tiene.

Bastó un parón de un año para descarrilar el vagón a todo trapo, y dejar al descubierto lo endeudados hasta las cejas que estaban Grecia, España (super plan E mediante) y compañía.

Y de allí no nos hemos movido. Y fue a peor. Estamos condenados. Estamos en las manos de nuestros acreedores. Hemos perdido la partida, lo entienden? La UE que presta, con el monedero de Alemania, prefiere asegurar la devolución de lo que se debe, a arriesgarse a aumentar la sangría, lo que suele hacer todo el mundo cuando le deben pelas. Primero paga, luego me cuentas. Hasta que les suceda parecido, y se involucren.

Y ayer España firmó su sentencia. Vamos a ahogar la economía. Vamos a doblar la recesión prevista. Vamos a cronificar esta crisis hasta 2016... 2020... 2023? Lo de ayer fue una escenificación, de un drama bastante inevitable, cocinado durante décadas.

Sigo creyendo que continúa un paradigma reparacionista para afrontar la megacrisis, un poner parches a fugas de una máquina antigua que no va. Esto no produce más que un culebrón cansino de recidivas. Parece que el ácido tenga que llegar a USA o Alemania para que se deje de confíar en la manera de hacer las cosas hasta el momento. Todo se andará.

España no va a crecer en años, lustros, y tal vez acabe tan arrastrada como Grecia. Otros estados irán cayendo, y el consumo mundial se frenará. Tarde o temprano afectará a USA, Japón y Alemania, y a sus deudas y primas de riesgo respectivas. Entonces puede que la autocrítica sea inevitable. Y se empiece a luchar en conjunto por salir del atolladero, una especie de UE mundial, sincronizada, organizada, y buscando la eficiencia global. Con libre mercado sí, pero con cerebro. Una globalización orquestada y no arribista. Porque Europa de momento, es la unión de 27 empresas con bandera.

De aquí en adelante, helenamente, se irán oyendo voces en España llamando a la rebelión contra la UE, las más atrevidas llamando a la salida del euro. Esa diatriba es el capítulo final de la temporada del culebrón español, su aspecto más sentimental. En el fondo Mariano, irónica pregunta: pagamos en euros o en pesetas? Esta es la historia de un entrampado y un rico, y qué importantes son las picarescas. Y básicamente, es una cuestión de quién pilota la nave. Me lío la manta, vuelven las pesetas y yo salgo de esta crisis. O me tutelan hasta que devuelva lo debido. Aparte de que ningún político actual ni partido sería capaz de lo primero, se debe tanto dinero que suena a buena excusa lo segundo. ¿Y el crecimiento, el paro? Objetivos del ayer. Faltan medidas más radicales. Rediseñar todo el tejido laboral, ganar en clusters, ganar en eficiencia. El Estado debería ser la empresa que sincronizara y optimizara todas las empresas existentes del país, aparte de una comunicación no de entierro, sino de héroes. Vivir de la calidad y no del crédito. En los años 20, en los años 30, qué miedo se le tendrá al crédito y qué bien irá.

Si te recortan y te dicen la verdad, puede ser que lo entiendas, pero si te venden motos continuamente te acabas cabreando de verdad. Las hostias sociales serán directamente proporcionales a los malos diagnósticos y la pésima comunicación que haya. Y eso ya no depende de los españolitos, depende de su élite con micrófono, y si sigue así, van a llover hostias.

El enamoramiento es una conducta compulsiva

¿Qué hay de compulsivo en el enamoramiento? La compulsión es la infantería de un estado general insano, la obsesión. Más allá de la perseverancia, la compulsión es la repetición desencadenada de una conducta, por el mero hecho de necesitar repetirla para aplacar una ansiedad. Esta ansiedad puede ser más fuerte y provocar otra repetición, que si no es exitosa, ocasiona otra repetición, que...

Es la ansiedad, ese nerviosismo vago y generalizado, el que acelera el aparato locomotor y motivacional, y lo desenfrena pudiendo llegar a conductas desencadenadas sin ton ni son, conductas disparadas por un malestar no controlable.
Todos experimentamos la compulsión casi cada día, nos sacudimos la ansiedad ligera, picando entre horas vorazmente, picando los dedos, pronunciando muletillas, vaciándonos en el deporte como si se acabase el mundo, etc. conductas aliviadoras, que resuelven el nerviosismo de cada día. En casos de ansiedad acuciante, se llega a las afueras del Toc, trastorno obsesivo compulsivo, pudiendo repetir conductas cientos de veces al día, crisis de respiración, ansiolíticos...

Pues bien, creo que el enamoramiento se nutre de esta compulsión cotidiana de todo humano. Ese estado hiperbólico, que nos vuelve atontados, y al cual regresamos pese a los partes previos, se alimenta en parte del "vacío de las horas". El hacer se encalla, se ralla, se inercia, se enquista, y se focaliza en un tótem. Tiene mucho de reacción concomitante. Aparte de la admiración por la otra persona y la voracidad sensual que despierte, teórica base del magnetismo, a esa atracción se le suele unir la compulsión. Es fácil ante el aburrimiento, el tedio, la soledad, el estrés, ante esta panda de amigos se facilita refugiarse en la ilusión-oportunidad de otro mundo, concretada en esa persona nueva. Entonces se desencadenan conductas de acercamiento, con mayor o menor compulsión, lo que acaba dando lo que todos ya sabemos y poco queremos ver, un proceso inflacionario que infla en mayor o menor medida el valor de la nueva realidad-persona. Si se es militante de las filas del amor, entonces ya no es posible entablar esta conversación, soy un puto-hereje-pelotudo.

Pero sostengo que el aburrimiento, la incomodidad, los problemas aplazados, la inseguridad, el malestar, son las brasas de fondo del enamoramiento.

miércoles, 11 de julio de 2012

Política monetaria en el coleccionismo



¿Unos sellos antiguos, con una tara inédita, pueden llegar a valer una millonada?
Entramos en los terrenos de la vida-ficción, porque nunca suele haber un filatélico en la sala, ni siquiera en la familia. Pero por los callejones del globo sabemos que hay coleccionistas de todo, y los sellos son un clásico. Aficiones vividas a destajo, como quién hace el Guggenheim con palillo plano, pasatiempos agarrados de por vida que significan una rutina salvadora del tedio y el vacío. Hobbies algunos, que se acaban convirtiendo en medio de vida y salario.

Todos hemos vivido como crece una afición por dentro, en especial si es una búsqueda. El roce con cualquier actividad hace el cariño, el apego. Nos importaba un pimiento ir a buscar setas, pero cuando por accidente se cae en ello, se inagura una tradición, un ritual, que se nos hace nuestro. El mundo está lleno de estas semillas-hobbies que si caen en la biografía con cierta gracia arraigan. Después, descubrimos en la gente asombrosos datos en sus vidas pasadas: el primo fue campeón regional de country, la vecina llegó a tener 157 bonsais, y el presidente del Gobierno flirteó con el ballet durante tres años.

En el caso de los coleccionistas, el fundamento de sus conductas aún es más etéreo, todavía es más bizarro demostrar que por algún motivo habían nacido para acumular ocho mil doscientos diez sobrecillos de azúcar blanco, por ejemplo. Y cualquier antropólogo sudaría, para razonar que hay cien individuos en el mundo que se dedican al arsenal del sobre de azúcar.
Pero quítales o rájales un sobre, ayyyy. El primer sobrecillo era una fantochada al aire, va, colecciono sobres o caballos? Venga, sobrecillos, me hace gracia. Pero a medida que avanzaba la colección, que crecía el esmero en adquirir cajas y clasificar, se iba somatizando la curiosa filia, como un pequeño órgano propio, una mascota mimada. Y cada vez picaba más, el proceso se empinaba más, y al entrar a un bar lo primero que se hacía era otear a lo lejos los platillos con tazas de mesas y barra. O hasta hacer esperar a la familia, porque en esa cafetería tenía pinta de haber algo bueno.
Y todo está sustentado por un leve y suficiente "me hace gracia", nada más, una vocación fortuita y laxa.

En el caso de los sellos, se trata de una filia más de ricos y profesionaria. El valor estratosférico de unos sellos raros sólo se explica por esa pasión y ese picor de cromo último y definitivo, del que lleva millares a sus espaldas. Pura fruición, conducta sabuesa desencadenada, deseo.
Al 95 % restante de la población le parecerá un proceso inflacionario brutal, un burbujote vamos, menos para el que vive y duerme en la burbuja, que es plenamente feliz al desembolsar una millonada y poseer esos cromos soñados. Como en el mercado de las obras de arte...
Existe entonces, la minería personal. La realidad más preciada, por la que uno debe bajar a la mina y dedicarle esfuerzo, dinero y arañazos, cada cual la busca en terrenos que para otros pueden tener valor cero-coma. Parejas por las que otros no darían ni un céntimo, trabajos aburridísimos para muchos, sellos, mascotas, o cuadros pretendidamente abstractos.

Pero lo único que explica una etiqueta de cien mil euros en seis sellos con tara, es el picor. El picor sin límites de un coleccionista.

martes, 10 de julio de 2012

Qué es el zen?


La misma palabra zen suena como una onomatopeya sobria. Una vez dije, que se tendría que proponer una traducción bianual de la palabra zen. Es de esos significados no resueltos del todo por el lenguaje, una lámina de la realidad con bruma. Un minicontenedor de misterio, reducto de esa criatura en permenente extinción que es la mística.

Y sí, en la mística y mil kilómetros a la redonda, farfulla el lenguaje. La semántica patina y hay otra ley de la gravedad para el significado. Acelerado él como una bala y sus facultades, reduce el archivo de treinta pisos en una habitación de lucidez máxima. Y entonces el lenguaje se dice crípticamente, con dobles o triples puertas, revelando a la vez que se esconde, rarificándose mientras en una palabra condensa cien.

La sobriedad es la cualidad de poderse sobrar manifiestamente, y no resultar ostentoso sino más bien ejemplar. Como una poesía mínima pero apabullante y definitiva, como un Usain Bolt que no se despeina. Breve y definitivo. Lo sobrio es una manifestación suficiente de la superioridad. Que no permite contestación, sólo mirada admirada.

El zen, sin poderse dejar bien decir lo qué es, circula por ese continente críptico, condensado, lúcido, breve, metafórico, sobrio, podado, meditado, iluminatorio.
Para que exista zen debe existir también el chopped y la telebasura. Una vida 100 % zen es una vida sin zen. La sobriedad se diluye. Y todo es pureza descontaminada tanto, que es pureza contaminada de sí misma. Ortodoxia, dogma y fundamentalismo.
El zen sombrea un camino entre la maleza, no es el destino, es el viaje. Prevee un continuo caerse, azuza el levantarse. Necesita toneladas de lo superfluo para ser su atmósfera. De esa masa vasta, aparece la sinfonía de la sobriedad.

lunes, 9 de julio de 2012

Budapest



Día 3

Viajar solo, solano, es un ejercicio por terreno árido que a veces cuenta con la presión atmosférica de siete mil millones de personas que no, viajan contigo. Una práctica equilibrista por la soledad que te reprime teletransportarte inmediatamente de vuelta a casa.
Pero su vertiente agraciada es dejarte a solas, con tus intestinos y pelajes psicológicos despeinados, a solas con el Destino. Entonces germina en unos días una especie de empalme biológico entre el destino y un servidor, una complicidad de haberse pisado mutuamente la casa del otro sin más protagonistas de por medio. Y ante el resuello del patear en subida, siempre estaba la ciudad mirándote. Ante el cansancio, el despertar, y el éxtasis viajero, cualquier imagen de la ciudad empapelaba el exterior, sin argumento de casa de por medio.

Fueron tres días entre Budapest y yo. Y nuestra mayor unión se simboliza en haber podido agrietar mi piel del pie por el lateral del talón, estallando la callosidad a prueba de ene veranos, en una pequeña hendidura de sangre. Esa sensación de haberse interiorizado un lugar y formar parte de ti. Un vecindario más, una segunda casa, incipiente, pero sentida.
Esperarla durmiendo en las primeras rampas de sus colinas, y empezar el día bajando al Danubio única calle, frontera, onmipresente, y así en pateo continuo bajo un sol extremo, balancear las horas entre colinas y calles, puente vabor-puente estribor entre sus 4 magnas pasarelas de agua. Quemarte las plantas de los pies, en unas chancletas de héroe confundido. Comer algun plato exótico, hacerse con botellines para continuar la maratón andante. Mientras Budapest daba cariño siendo pisada. Hacer un reportaje fotográfico de la ciudad, pues la soledad a la vez lo permite y lo obliga. Descansar en el tallo del día, o trabajar como cada día desde el ordenador. Y acabar el día cuando el Danubio desaparece y las perlas de la ciudad se quedan solas iluminadas, momento diario en que Budapest se viste de gala y parece haber crecido por siglos para la noche.





Día 1, mitad

10 h am, Citadel de Budapest, la capital húngara parece dormir a mis pies, recubierta por un velo que la adormece así en general, sumida en una pausa cotidiana. La ciudad lenta, la ciudad pausada, esa sensación de botón de pausa todavía atascado que ofrece Europa del Este. Acompañada por el color verde centroeuropa, esos árboles frondosos a la vez que sosos que pueblan los alrededores. Ciudad irregular, donde las arterias principales de gente mueren demasiado pronto, y las calles céntricas se vuelven desérticas a bote pronto. Urbe pisada aún por el comunismo, esos edificios mamotréticos, tan corpulentos como burocráticos y desafortunados. Exotismo rahido de europa del este.


Pero ciudad con hechuras de capital, en un escenario propio de centro de un imperio o vasta extensión, lugar de postal. El Danubio, más mítico que tú y que yo, como centro de la visión, ríada inmensa que pierde a foco corto y gana en plano secundario, avenida que separa la antigua montaña monumental de Buda, con sus castillos e iglesias abundantes a la izquierda, de la actual planicie cotidiana de Pest, con el Parlamento como joya de la corona.

Día 2
Centro de Budapest, allá por las entrañas, cocidas, cueva de calor. Sauna improvisada, envés nórdico, musculatura corpórea claudicada por la cocción. Inercia de corzo cojo, deambule anímico... y goulash al canto.
Paprika local, remedio? Tanque de cerveza indígena, solución? 13 h meridianas, el avión esperando a las 3 am.

El cariño a una ciudad es directamente proporcional a las ampollas que salgan en tus pies. A mayor número de pasos más se afilia a tu estirpe. Ciudad apta para una fuga de tres días, y un par o tres de regresos. Ciudad inconstante pero convincente sin más.