miércoles, 25 de abril de 2012

Guardiola el ortodoxo

La verticalidad negativa. Ese concepto recreado ayer por el Barça que consiste en hacer la enésima diadema a la frontal del área de lado a lado, buscando no sé cuál nuevo bonus en el fútbol. Parece que al señor Guardiola le ofende hacer un gol de rebote, como si sólo pudiesen existir goles con filosofía, goles metafísicos. Sean los defensas Drogba o Etoo, es igual, yo puteo a Messi y le digo que sea un running back de fútbol americano con los pies y lo inmortalizo estéril ante todo el mundo. Puteo a Xavi y mancho su carrera, le hago mangonear este fracaso, frenarlo, hacerlo cruel, extender la impotencia, crear la verticalidad negativa en el mundo del fútbol, que es frenar el sentido común, ignorar cualquier disparo, meternos en el laberinto, y nunca emular los medios segundos de Scholes o Essien.

Tenemos el equipo que mejor juega al fútbol, que reina y después se despeña ante equipos que les da mil vueltas y que te plantan el antifútbol. Y Guardiola, el ortodoxo, el fundamentalista de la horizontalidad, consigue un encefalograma plano. Ante el antifútbol, se vuelve cruzada iluminada, y sigue sacando al fútbol. Y estamos en la puta calle. Saca al monstruo de Xavi a ridiculizarse, pone a Messi bien centradito porque no vaya a ser que lo oblicuo impacte menos, deja a Busquets bakerizarse viciosamente, inventa el Alexis muñeco como daño colateral, permite a Alves jugar a no sé qué, apuesta por Cuenca, y prohibe desbordar a los laterales no vaya a ser. Mascherano en el puesto de Xavi, Puyol en el área, Messi en la banda, y a la mierda las diademas, chutar, chutar, y recoger rebotes. Contemporiza tu comida, tu agenda, tus bailes, pero no especules con la urgencia. Sólo así ganas el premio de tener un 85 % de posesión y acabar 2-2, es de un mérito barroco y absurdo de órdago. Si las reglas del fútbol fuesen hacerle diademas al área el Barça ayer ganaba 30-0.
Y la gente dora la píldora, y yo me bajo del barco antes que se siga hundiendo autofelado, mirando levantar copas a los gitanos, y con una nueva psicosis ante los equipos pequeños. Me bajo y dejo que crezcan otras aficiones más sanas, más cabales, más acertadas, sea la jardinería, la papiroflexia, o alguna nueva constelación de la NBA.

domingo, 22 de abril de 2012

La voz gangosa del mundo

Todo el mundo tiene boca, y se equivoca. Pero la gran mayoría de nosotros tiene una rendija microscópica que emite fonemas inaudibles para el grueso de la sociedad. Nuestro discurso es insignificante por ello, tiene influencia cero coma, y no provoca ningún cambio para bien o para mal en el mundo.

Después están las bocas de tertuliano, aquellos que marean la perdiz en radios y televisiones, se les coloca en un lugar bien alto y visible, y consiguen cotas insuperables de esterilidad y gatillazos épicos en su capacidad de influencia. Si fuesen capaces de escribir buenos libros, no serían tertulianos, pero darle a la lengua es algo de portera caradura.

Y luego están los que escriben libros, un discurso meditado y lanzado al mercado para aquel que quiera escucharlo. Son bocas pensadas - o bocas apuntadas por el marketing otras - que sí influyen en los otros si el libro no es aniquilado a la mitad. Y las bocas se solidifican influyentes, si los lectores propagan los análisis, si el seguidor memoriza sus citas y las dispara un día D de su vida, cicatrizando su huella. Son bancos de opinión, que prestan parte de su intelectualidad a una multitud que le hace falta, y cobran por ello unos intereses claro.

Después están seres gigantescos mediáticos, que aparecen en tus app de noticias día sí día también. Deportistas, políticos, y cantantes pop, que tienen un corpus de diez mil telediarios y una boca rendija tan banal como los de la orilla de dones nadie. Emiten unos mensajes de vida inteligente dudosa que, o bien son bálsamo anestésico despistador de los votantes, trámite y justificación de los hinchas, filón de ventas para las empresas que visten y asisten a fans y seguidores. Uno de cada billón tiene algo parecido a un discurso, y así nos va que nos caen hostias del cielo y no tenemos ni pajolera idea de dónde vienen ni cuando van a parar.

viernes, 20 de abril de 2012

Sentimientos diesel


Es curioso como la cotidianiedad tiene su naturaleza de aluminio, tan sólida como hueca, tan protagonista secundaria como esquelética. Una gran masa continental que se desplaza al ralentí por los meses.

Y es de una geología dramática como las leyes de esa física se volatilizan y se crea un mundo alterado, cuando los sentimientos dan un golpe de estado a la burocracia ordenada de la cotidianiedad común.
Todo ese continente se funde, se revuelve con las columnas licuadas de aluminio, y elimina toda solidez y lentitud.
Nuestro yo cambia de sustancia corpórea a magmática, se ha producido una fundición del esqueleto suficiente, se han disuelto las esquinas, de nuestro par de calles, con los edificios reconocibles plegados como una maqueta de cartón.

Las leyes de ese estado son otras, muy diferentes. El tiempo entra en rebelión, brincándose las pausas, reconectando antes y despueses a discreción, deshaciéndose, electrificándose, mitad sinfónico mitad desbocado.
Se produce un olvido de esa cotidianiedad, tan resignada como querida, y un sentimiento de extrañeza por abandonarla.
Y dramáticamente se redefinen todos los rumbos de nuestro gran continente, sin pensar nunca en la palabra anarquía.

Aunque no se nos ocurra, la dinámica general se ha enrarificado, el gobierno de nuestra sustancia magmática requiere duplicar nuestro equipo de apoyo. Pero nos lanzamos al océano con fe, con los ojos inflamados, sin sospechar todo el desorden que se nos ha formado.
Y hay singladuras épicas sí, que llegan a puerto y perviven la gloria. Y hay naufragios ordinarios anegados en la tormenta y la ebriedad de la estabilidad perdida de uno.

Los sentimientos a pelo son entusiastas compañeros de vida que traen la revolución. La oportunidad de una verdadera revolución física, el paso de un estado estable y ordenado, a otro estado futurible, probabilístico.
La mayoría de veces, al aleteo, a la levitación de la rutina, le sigue el alunizaje. Como la rebelión es fajada o placada, nos mareamos con las referencias licuadas, y después del extravío, retorna a posarse poco a poco la realidad pródiga, que siempre estuvo, aunque disuelta, y las leyes de la física regresan a ser sensatas y estables, en una forma diesel de sentir.

domingo, 15 de abril de 2012

Madrid, 1987


David Trueba ha sacado a la calle nuevo trabajo. En una esquina del centro vende bicicletas y figuras hechas de alambre, y también acompaña el género con patatas y pimientos morrones del pueblo.
“Madrid coma 1987” es su nueva económica película. Vayamos al grano...: Trata de como un viejo de sesenta años persevera en fornicar con una bella joven de veinte, durante 24 intensas horas solos en un piso. Como el anciano fuerza y vuelve a forzar la situación, consiguiendo que follen sí los dos juntos a media película, y que este acoso no pueda ser tachado de pervertido, más bien de elegancia y raciocinio.

Esta pirueta extrema, la realiza D.T. usando un sujeto protagonista escritor, articulista de primera, que firma cada día en periódico nacional, en 1987, que bien podría ser una realidad paralela y de la talla de un Umbral. La chica, una estudiante que admira y bebe de la intelectualidad del personaje interpretado por José Sacristán. Ella quiere de él una charla, una entrevista, y él quiere echarle un meridiano polvo y vampirizarle juventud. Ella acude a él abierta de par en par de mente, deseando que él inocule ese elixir de talento y sabiduría que desprenden sus columnas. Él quiere follársela, pero es como un vehículo en servicios de salido que siempre lleva los visores del sentido común de fábrica. Y tiene un sarcasmo tan invasor de sí mismo, que no le permite contemplar más de un segundo la ida cabal y decente de la vida. Sabe de sobras que en la odisea al polvo, puede llegar a admirarla, escucharla o adoptarla, pero estos sentimientos complejos ya le dan mucha pereza estando de vuelta de todo. Y de nada.

Es un baile imbricado entre el talento, la experiencia y la sabiduría tañida por el anciano, y la eficacia casi perfecta del joven cuerpo atractivo de una mujer potente. Él la desea con la saliva de desear imperiosamente un cuerpo, unas tetas, un simpático coño. Ella desea algo etéreo y casi incorpóreo como sus ideas, esa máquina de vapor que bombea y produce efluvios que tanta satisfacción le producen a ella al leerlos, y son de él. Trueba nos deja un pinta y colorea, ya que las repugnancias recíprocas parecen gravitar explícitas sólo en un hemisferio de la historia. La frontera de todo parece pasar continuamente por ese cuerpo ajado, senil, colgandero, feote y blanquecino, de José Sacristán. Pero el ocurrírsele ella como un coño en flor, y poco más, se debe a un depósito previo de repugnancia, hacia ella y hacia muchas cosas. El talentoso, clarividente, repugna al común de los mortales y sus circunstancias; el aristócrata intelectual, poderoso en su columna escrita que sustenta una gran alcoba del país, para qué puede imaginar que una niñata admiradora más estudiante de periodismo le puede incluso llegar a aportar, algo. Quiere su kleenex cuerpo delicioso de María Valverde, y es tan cínico de verbalizarlo, sostener su defensa, reproponerlo reiteradamente, sin nunca dejar la decencia abandonada más de tres metros en una esquina.

El primer tercio de la película es maravilloso, pero me pareció una lástima hacer que se quedaran encerrados en un baño de un edificio sin vecinos durante casi un día. Porque creo que no hacía falta para seguir plasmando esa tensión entre deseos sexuales y etéreos, el escritor podía haber conseguido el maravilloso fornicio, también sin encierro.
Ahora pónle diálogos a esta dinámica, y tienes la buena película de Trueba, con un presupuesto acorde a los tiempos que corren. La película también obedece a una criatura, el centauro protagonista que resulta de la encarnación de Sacristán de la cabeza de David Trueba. El segundo es capaz de construir un umbralito o ruanito, como ya nos tiene acostumbrados en su taller de personajes genialoides. El actor es capaz de interpretar a un intelectual como la copa de un pino sin serlo, por lo que buen actor lo es un rato; y para mí lo más difícil no es soltar esas frases genialoides pensadas por Trueba David (- Me dices Profesores de periodismo, profesores? Pero, es que a los perros les enseñan a ser perros?), lo realmente difícil son todos esos momentos intermedios y acompañantes de la intelectualidad, las pausas, entonaciones, los deslices, el lenguaje no verbal, que en José Sacristán-Intelectual genialoide salido, da cero coma diez ceros uno tres dos no naturalidad.
En “Bienvenido a casa” un mal casting se cargó la película de Trueba; en “Madrid, 1987” un buen casting hace que un presupuesto precario dé un producto mejor.

En el transcurso de la película, todos nos montamos en el vertiginoso vagón pendiente arriba del escritor raído que intenta vampirizar con fervor la vida, en un baño alicatado de verde pálido de los 70. Nos proyectamos en el momentum de la vejez, cuando un mandamiento divino parece forzar a renunciarnos, a renunciar a todo lo fresco que hemos sido, a subsumirnos en un apartado postrero lleno de papillas, pieles colgantes y ganchillo. El desespero ante la flacidez y oscuridad de la vida.
Ella es el fruto, el alimento que poseyéndolo puede otorgar un revivir a la carne dormida de un yo del pasado. Y le va la vida en ello, en una conducta rayana en la perversión, en una salidez tosca y desagradable a primeras, con la polla en la lengua por si aún queda una última barra.
El circuito común de tolerancia de la joven no tiene esas tragaderas hasta bien retratado el choque, la colisión entre un cerebro artístico privilegiado con piel de cipote, y un soma femenino en plenitud y estrellato con dos glándulas mamarias, una vagina con vello rizado, y una piel magnética y última, asistiendo a una lección inigualable sentada en un váter de un baño alicatado de verde pálido de los 70. Follársela le va la vida, y en el esfuerzo despliega toda su potencia, habilidad y versatilidad intelectual en pleno apogeo. Ésa es la única cuerda que ella no rechaza para seguir participando de la interacción.

En el fondo del fondo, la grandeza y la estupidez de la vida. La obra maestra y su suciedad concomitante, el talento y todo lo que no es talento, la belleza y el asco de una mujer cagando enfrente, la admiración por la inteligencia y la guarra nariz donde reposan sus gafas.

Y sí, él la penetra sentados en la pared exterior de la bañera, con las piernas de ella tensándose al máximo contra la pared, y las piernas de él como en un pupitre aguantando toda esa carne que magrea, sublima y vampiriza. Y copulan. Y se corre ella primero en un jadeo femenino, al que le sigue un orgasmo soplado y eyaculatorio de él.

Y ves una historia que no ves cada día, y te la desloman, te la despiezan, te expatrian de una cotidianeidad soez, crítica, facilona y hueca, y vampirizas. Vampirizas otra vez a Trueba David, pagas los 6 € del cine, o los 12 € del libro, y él te da ese depósito ensanchatorio de la vida, te hace ver que es posible unir a un anciano y un pibón sin transacción monetaria de por medio, se te destapan las narices, se te ensanchan las miras, te repinta las resignaciones, y sales a la calle con cierta seguridad que la magia es posible, que al girar de una esquina los acontecimientos pueden ser muy diferentes a lo que la ley de la inercia y la rutina apisonan.

jueves, 5 de abril de 2012

Los cuadros

A todos nos han dado miedo, o repelús, algunos cuadros de casa de algún tío abuelo. Ventanas pictóricas que nada tenían que ver con lo que se respiraba en esa casa, pero con personajes secos, poco humanos e intrigantes, bien realistas desafiando como nada la atmósfera de los demás.

Cuadros así dominan la casa desde la retaguarda, y son para los niños visitantes una efigie hipnótica. La tradición hizo colgarlos un día sin mucha voluntad propia, y hoy en día serían el único vestigio de la austeridad perdida, la pobreza abandonada, el eco remoto de una posguerra de otros. Estas alegorías de la pobreza, florescentes en caras huesudas, fondos negros, escenas de comida, y personajes labrados de arrugas, eran de mal gusto en nuestro boom económico. Pero más allá de combinar con el papel de pared y la alfombra, si para algo sirve un cuadrado-decorativo, un cuadro, es para ser un ipad prehistórico y monotemático de un solo mensaje. Usted elije, usted decora, usted tapiza. Yo creo que algunas familias echan de menos la alegoría de la pobreza del tío abuelo.


Lo de decorar escapa de todo raciocinio humano. Steve Jobs se pasó los 56 años de su vida, sin poder decorar una casa. Vivía en ellas con la decoración aplazada, en un amago provisional esperando el día de la implantación definitiva. En casa del diseñador del orbe, cuchillo de palo.
En lo doméstico, se acaba el discurso, o el discurso duerme, como todas las cosas de este mundo. Es el ámbito de las distancias ultracortas, algunas estereotipadas, otras soñolientas y en pijama, si es que no están dopadas de emocionalismo. Los grandes interioristas, de casas, como los escritores mueren si su obra se queda sin ser enseñada. No crean para vivir en ellas, sino para las visitas.

domingo, 1 de abril de 2012

Mañana en la playa


Una doctora rusa afincada en España, habla ahora en la radio. Ha publicado Inteligencia digestiva, un tratado fisiológico de ésos que hace resonar el sistema digestivo por todas las demás esferas de nuestra vida.

Hablan de desgastes y desequilibrios al pasar los años, y pienso que la muerte, no es un acontecimiento puntual ni siquiera un episodio, la muerte nos roe durante 30 o 50 años, y llega un día que pesa más que la vida y presiona el interruptor del vacío.

A veces, sí que es un acontecimiento puntual desafortunado. Hay un gran bombo macabro con millones de bolas girando, y basta pasar por el lugar propicio en el instante funesto, para que se accione una guillotina última.
Y porque existen estas citas aniquiladoras, estas emboscadas arbitrarias sin retorno alguno, no puede existir Dios, es decir, un dios cabal. Alguien que deje jugar a los dados en las escenas dantescas y aniquiladoras. Un físico frío, que creó las emociones por rebote y muy a su pesar.
Eso sí, recomiendo a todo el que crea en Dios que no deje de hacerlo, para qué complicarse la vida y degollar una última respuesta que sirve para todo, para qué jugar a las cartas tirando el comodín?? Creo que la felicidad es en último término más importante que la verdad.