jueves, 31 de enero de 2013

Umbralismo


Me hago con 13 libros de Umbral en una semana. Apenas paso de los cincuenta, ni la mitad de los aproximadamente 120 que calzó. Voy habilitando una web, coso donde intentaré reunir a los inspirados por él. Umbralear es ya una acción en mi vida, que si ya tiene una masa obsesivoide, con las dimensiones del elegido la filia tracciona más que bien. En Internet hay un puesto del rastro cibernético que ocupa diez campos de fútbol, y voy yo con mi pulgar por esas avenidas del html, y me recorro paradas y paradas en trance de búsqueda, espoleado por la compulsión. Es como en cualquier oficina, que uno se enreda en una rutina intensa, y ficha, y grapa, teclea, marca, y ficha y grapa. Al oficinista que llevo dentro le ordeno patearse los diez campos de fútbol. Me va trayendo libros y gangas, y me archiva los ejemplares a seguir y en qué esquina están. Siempre he sido rastreador, aunque no ejerzo. Podría trabajar de chucho conseguidor de viajes, como en mi era musical no me cansaba de escanear cd's con el índice en las tiendas de discos. Soy de rutinas tensas, galopantes, compulsivas.

No comulgo con los umbralianos oficiales, los académicos. Son entomólogos que escriben artículos mojama sobre el concepto de lo transgresor en la novela tardía de F.U., o la cosmovisión del autor en sus diálogos memorialísticos. Diseccionan al muerto y se sirven un costillar o un enfisema. Desde su torreón académico teorizan con un lenguaje nada vivo, casi desde el anti-umbralismo, con el aluminio del concepto, levantando andamios de restaurador. Son la autopsia de un escritor. La coda mineral que hace de tierra hundiendo el ataúd. Certifican su mortalidad, y que nadie se levantará de la tumba para tirarles piedras. Constituyen lo no-Umbral estando tan cerca. Son los primos tontos del difunto. La pena es que copen los congresos que se hacen en recintos feriales. Cuando el mejor simposio sobre Umbral se podría hacer de espontáneo en un café, en una orgía, o en un parlamento. Oigan, no me hagan un libro de una canción, no fosilicen tan pronto lo que es fruición estética, pa qué tanto arqueólogo de la estética si apenas han pasado las centésimas de un siglo, guarden sus anteojos y lupas de topos cegatos por favor.

miércoles, 30 de enero de 2013

"Toas van como putas" vs. [Si pesa más que un pollo me lo follo]


Soy uno de esos denunciantes macho que reformula la proclama sobre la provocación callejera cada día por las mujeres. El hombre es una criatura tosca, que si se estiliza deriva en metrosexual, justamente femenino. La mujer se muestra en río revuelto, en hervidero de hormonas, en la consuetudinaria desatadura sexual del hombre. Es una costumbre temeraria de merodear el avispero. Tal vez inconsciente.

Y entonces se produce el funambulismo de sugerir sexualidad desde la decencia consensuada. Unas medias negras con transparencias, es la manera inocente de hacer burlesque transeúnte de las extremidades inferiores. Es ponerle la cortinilla erótica a unas burdas piernas, su disfraz sensual por todo el episodio amatorio que pasean, acotado, parcial, pero elicitador. "Porque no enseño pezoners ni el coñete". Y así, entre episodios eróticos nacionales nos movemos. Un escote, un balcón de mamas que termina en su punto más apetecible; una espalda desnuda como un ventanal lustrado, capítulo que te sorprende al cruzar una calle; unos leggins que definen toda la mitad de un cuerpo sin ropa, salvo la fina lámina de ropa que parece convocar a todas las imaginaciones lascivas. Es eso, hay un empeño colectivo por invitar a un congreso personal itinerante, a un simposio andante ubicuo, sobre un cuerpo. La gloria de convocar las imaginaciones que prosiguen el apunte erótico de un ropaje y una actitud. Lo siento chicas, pero se os follan con la mirada en cada cruce y caminar paralelo. Es tanta la sutilidad de la provocación erótica en la vestimenta, está tan instituido el burlesque planetario. Es un arte, de lo más homo sapiens que hay. Gira tanto el mundo la órbita de la cama como icono, la moda femenina es esencialmente fetichista de lo erótico, por uso, ya que por función lo es de rebote.
El hombre, es tosco. Un palurdo de rayas y cuadros que sólo apunta a posición social. Los que se erijen en originales, consiguen eso, uniforme personal de diferente, mancha distintiva. "Y nuestro falo parece la trompa rizada de un topo-elefante". El hombre ha de bregar por aparentar ser civilizado, noble, sensato, no ser un salvaje más que se abalanza sobre la prueba a cuestas que son ellas, la criba del cerdícola follaconejos.
El cortejo animal siempre ha tenido este lenguaje violento. Esta interpelación que en lo humano es más psicológica. La mujer se pasea como un ser follable y recatado a la vez, que parece contradictorio pero que contiene una resolución. El hombre, primario, sale a la calle a follárselo todo, se folla encima, y se topa con su maleficio existencial de perrete: transparencias, balcones mamarios, cintas de sujetador por doquier, culos palpables con los ojos, tangas que se le asoman educados a decirle buenos días y buenas tardes. Se encuentra con todo aquello, estímulos, que le golpea su sentido sexual manifiesto. En la zebra y el león, acude presto a la cópula inmediata, y recibe hostigamiento y agresión por parte de la hembra. En lo humano la hostilidad y la agresión es paradójica, parece una clara entrega a las voluntades genitales de lo masculino, pero no es más que rebelión, afirmación, y rechazo primero. El hombre se sube por las paredes, por los bancos, se reúne en grupejos y se lamenta de su desgracia con bravuconerías. La mujer mira para otro lado, como quien ve llover. Estos seres sexuales postizos, no son tan hijas de puta. Hablan, charlan, olisquean a pretendientes futuribles. Sólo hacen de superhéroes comportamentales en los albores con los hombres. Una manera de echar insecticida a tanta salidez indiscriminada es verlos venir, coalicionarse en una moda colectiva, y hacer visible la radioactividad genital. Es una forma bélica de afrontar la relación hombre-mujer. Creo que es un inconsciente colectivo, más funcional en la mujer.
Después en el uno contra uno, delatados ya zoofílicos y asaltacaminos, se da más la relación de igual a igual, sin disfraces. La pena es que ya nos la hemos follado veinte veces antes de la primera copa, con los riesgos de las secuelas y de que la realidad se infravalore por contraste.
En este valle de lágrimas, la relación entre lo masculino y lo femenino es bélica y tortuosa, una hija calcada a la desconfianza. No sé hasta cuando.

Acuse I: Soy megalómano


Hacer filosofía es jugar al subrayado de la vida. Ir a la tienda de lo importante. Lo magno, lo mayúsculo, como quien se arremolina primero a visitar los monumentos de la realidad. Es lo más palpable para la razón y la inteligencia. Y es un estruendo contra la sutilidad.

Ahí esta su megalomanía.

Período acomplejado


El bar de la facultad de Letras es a las nueve calma fosforescente. Este snack bar está en las entrañas de la catedral civil universitaria, en lugar de pladur y mamparas tiene arcos góticos color pastel y columnas mastodónticas de santa sede.
Es un snack bar gótico, una catedral hecha cafetería. Por eso acumula toda la pulsión monumental en él, ausente en los claustros de clausura y los paraninfos de sonetos, vida contenida. Aquí la vida rebosa expectante, se arremolina aún vacía de gente, es el bar del convento. Como si toda la suspiración y la exhalación atmosférica de los habitantes, se canalizara y fuera a parar a estas entrañas del edificio. La vida suspendida de fuera, acaba posándose aquí, a esperar. El bar contiene una calma fosforecente, cuya banda sonora es el moscardeo de la nevera.

Se escribe a punzadas, a borbotón expresivo. La lectura de "Ramón y las vanguardias" me había inhibido la escritura. Es el riesgo de coleccionar libros de Umbral, viene uno y te pone en duda como escritor, creador, virtuoso. Te hace callar más que nada. Orbita tu flanco acomplejado. Inagura un período listonero entre la superación y la derrota. Uno disfruta de la obra maestra y a la vez ve el reflejo de sus limitaciones en su proyecto literario.
Por eso la punzada, el calambre creativo, desactiva por momentos la inhibición ante el coloso.
Poca gente sabe lo que es coger bayas del lenguaje en una mata inabarcable y esférica que te rodea cientos de veces. El lenguaje es monstruoso para un escritor por sus dimensiones. Es moverse en un magma optativo infinito, un coro de sugestiones atronador, que al final sólo puede ser unívoco y equivalente en resultado a un signo = matemático. Una vocecita llamada lucidez encuentra el grano acertado en el arenal de la playa del lenguaje, o un grano convincente próximo al ideal que seguirá invisible y coleando en algún lugar de la cabeza. Al final, el texto es un ejercicio gimnástico en que se ven estos clavados y piruetas magistrales, es una cuestión de precisión poética. Con Umbral te pasa como los rusos, ves su texto-ejercicio, empiezas a ver clavados uno tras otro, te imaginas la puntuación de los jueces, y sabes que después te toca a ti. Y uno no está para hacer clavados línea tras línea. Más si se es un animal de ideas y no de palabras. Si me he alimentado de conceptos, ideáticamente, que eso tiene una dirección y plantilla en el cerebro, mientras que la palabra se forja en otro barrio neuronal y obedece a conductas dispares.
Las ideas son el vigor de un texto, como sus músculos invisibles. La palabra es su carne y visibilidad, el tacto del espíritu de la idea.
Y en eso estoy, en visibilizar y arreglar para su exposición plástica, esas ideas cavernarias desprovistas de adjetivos y corporeidad.

domingo, 27 de enero de 2013

Viaje capicúa a Bilbao


Menos de dos horas para la salida del vuelo a Bilbao, me alejo en dirección contraria al aeropuerto 20 kilómetros a dejar al perro en su guardería-abuela. Una hora para el cierre del embarque, y rehago esos 20 km para recoger a Mónica. Quince minutos para el cierre de la puerta y aparcamos en un polígono cercano. Caminamos diez por los accesos hasta entrar en la terminal. Los cinco minutos nos sobran para pasar el control, repeinarnos, y llegar a la puerta 32 del embarque. Nadie nos ha seguido. Creo que hasta un espíritu madrugador que me persiguió al dejar la casa, se quedó driblado en el periplo y se perdió.
Llegaremos a las 12 h a Bilbao, y a las 21 h tomaremos el vuelo capicúa de vuelta. Visitaremos librerías de viejo, un casco viejo, un perro florido, practicaremos aplicados el txikiteo, y enfilaremos la Gran Vía de López de Haro en una tertulia de casi tres horas vagando ausentes de frío entre escaparates.

El Bizkaibús sale por los túneles de Artxanda y entra en la ciudad sin avisar, para estamparte visualmente con el Guggenheim, en una atracción de feria fortuita. Nos deja casi a pies de la Librería Boulandier, donde tengo apalabrados unos cuantos libros de ya sabéis quién. Boulandier es un personaje de conversación anárquica, que regenta una librería más de libro antiguo que de viejo.
Fotografíamos al perrete, el simpático y acertado perro florido ya símbolo de la ciudad. Me pregunto por su nombre, y más tarde me entero que se llama pupi, Puppy, pupis. Virgen de Begoña, cómo un perro tan singular puede tener un nombre tan subnormal. Me suicido dos minutos de este mundo y vuelvo. Jackie, Toby, Cuky, Laika... dice más de las circunvoluciones cebrales prepuberales de sus dueños que un scanner. A las miles de Laikas, sacaba un decreto que las llamaba de golpe "Era rusa", junto a una ley que obligaba a poner la conjunción "o" en todo nombre de mascota. "Ada o el ardor", "Mortimer o la ascua", "Rinconete o malabar". Coño.
Para calmarme perpetramos el primer bar de pintxos a tomar unas traineras con txacoli. La gente txiquitea, en el casco viejo lóbrego y mohíno de Bilbao, a veces punk a veces aldeano, tramos desiertos se alternan con nubes y moscardeo de gentes, que hacen de tumulto parroquiano frente a los bares, echando el sábado. Gentío discontínuo, abigarrado a sus bares, secando al sol la semana. Contrasta con el gentío homogéneo que desfila la gran vía, en orden y distribución comercial. El pintxo es otro barroquismo español sobre la onza de pan carpetovetónica. Otro equilibrio entre Ferran Adrià y el potaje. Pero la repostería aquí sin más, es contundente, contestando al frío.
Bilbao es de las pocas ciudades en que los hongos pueden estar a dos minutos del centro. Una anticiudad donde irrumpen las montañas. Una urbe montañesa, tan equivocada como todas. Giras la mirada y ves que la construcción más alta son las propias montañas que piden permiso para entrar en la ciudad.
La gente es recia, no son mis ojos. Las miradas tienen fuerza, escrutan, desafían, no es tierra de ojos blandos. Algunas mujeres lucen un típico exceso de maquillaje vascuence.

Erramos por el ensanche toda la sobremesa vespertina, la parte nueva copada de tiendas, con ciertos lugares anclados fidedignamente en un pasado, es el madrid bilbaíno, lo ancorado en un año y no renovado jamás. Descubro ojiplático en un quiosco de diarios y revistas, la publicación "Todo Lubina", una revista monográfica y actual en torno al Dicentrarchus labrax. Aviso a todas mis amistades del hallazgo y consulto si quieren un ejemplar. El txakoli se metaboliza por mi hígado, añado.
Pasamos el resto del día en conversación conyugal de viaje. Cuando aparece una cita con tu pareja, después de años de coladas y cuentas conjuntas, y descubres trozos del galeón de tu mujer avanzando en una conversación que parecía querer salir de algún mar de la infancia y la juventud. Tres horas de paseo errante y charla suave, dando vueltas a los padres, que al final eso es la vida en un dibujo esquemático, dejando que los copos de conclusiones se fueran posando en un Bilbao que anochecía y se renovaba, como viene haciendo desde que dejó de ser una urbe fea e industrial.

Atravesamos los túneles de Artxanda de nuevo, desapareciendo de la ciudad. El café, el pintxo, el libro, hasta el billete de autobús, han superado de precio al absurdo y fantástico coste del avión, 1,40 € el trayecto. Nos subimos a él, y no nos estrellamos en un descampado de Teruel, pese a la imaginación justiciosa de mucho interlocutor. Ryanair no me paga por este post, y debería hacerlo, pagarme los pintxos coño. Poner un banner de dignidad vasalla aquí debajo, para persuadir a la plebe y arrancarle monedas. Que no es otra cosa el día a día que un robo continuo, de unos a otros y de otros a unos. Somos cacos de energía, hijos mangantes, atravesados por un pincho de culpa, que luego aprendemos el acto de regalar y ser donantes y heridos de energía. Un bebé es un ególatra que pacta unas concesiones por necesidad. Un abuelo un herido de guerra existencial, un optimista reducido y derrotado, que dona su corazón entre el pavor de la hostilidad de la vida. Y yo, no me hagáis mucho caso, me he levantado un pesimista caramelizado de feria, chuchería de palabras que juega al malditismo y espera en su kiosco a ser mordido.


viernes, 25 de enero de 2013

Por sus locuras los conoceréis



Ya comenté que la cotización de Apple se hundiría, hace medio año cuando era analista tecnológico fortuito. Una de esas vocaciones repartidas y dispersas, que se mantienen paralelas a uno y que la crítica suele castigar en este país, pues ser polifacético está mal visto y es sospechoso.

Creo, ya con cierta distancia del Sepelio, que lo único que le ha sucedido a Apple es que Steve Jobs ha muerto. De momento, eso significa que la empresa desgaja un tercio de su valor. El Iphone channel n 5 fue una chusta. Es el mejor Iphone que se ha hecho nunca - reza el slogan -, es decir, es un Iphone más, un subgénero prudentemente evolucionado de la especie. Cuando el Iphone original y su estilización señorial en el 4, fue un hito, un especimen, una barrabasada de Steve Jobs, que se puso a imaginar primero y a forzar el diseño después, avanzándose a los tiempos, explotando a su personal, forzando a que lo imposible viera la luz. Eso sólo lo hace un loco, un visionario, una personalidad extraordinaria, para lo bueno y para lo malo. Apple ya no gasta esa talla directiva. Tiene a gente más normal y cabal. El sueño de una noche del 2000 se ha acabado.
Se rumorea en el Pentágono jocosamente, que hay que invadir Corea. El más beneficiado de la extinción del fenómeno Jobs es Samsung, el nuevo trasatlántico del panorama. Aparte de haber sacado la correcta, frágil y obvia versión quinta del Iphone, Apple ha caído en la narcolepsia también a la hora de lanzar su primer televisor. Todavía bostezan las salas donde presentan circensemente sus productos. Nada. El mundo plagado de SmartTv y Apple en la parra. "Esto es una mierda" era el feedback cotidiano en tiempos de Steve Jobs hacia unos de los mejores ingenieros del planeta. Apple palidece a la vez que se humaniza, se vuelve menos extraordinaria y monstruosa. Puede que ya no sea una empresa fenomenal, se vulgariza en resultados y decrecen los fenómenos. Apple es una empresa más normal, Tim Cook también lo es, y los nuevos productos más de lo mismo. Se cierra una etapa de la historia tecnológica que burbujeó en unos laboratorios de la Xerox.

Puede ser que todavía sea un crío o un adolescente, el nuevo lama cibernético que origine la siguiente etapa de la tecnología. Por sus locuras los conoceréis.

Universitat Central


Accedo por uno de los portalones antiguos a la Universidad Central, entro por una garganta del saber, hendidura labrada en madera de cinco metros de altura. Al menos la metáfora se sostiene, frente a este recinto monumental reservado al saber, entre artesonados y paraninfos. Es un edificio de factura eclesial, que tiene hasta estatuas de santos del conocimiento. A toda ciudad se le ha de visitar un mercado, un parque, y su universidad. Cuánta gente de la ciudad nunca ha entrado a esta catedral donde se afila el cerebro, por qué Barcelona vive a espaldas de este lapso monástico y civil, y hasta sus jardines en pleno centro están vacíos de todo, tiendistas, jubilados o parejas guarras.

De hecho sé que la universidad está muerta. Su atmósfera de nevera sirve para conservar el cadáver, un bulo para que no se note. Es un fiambre mastodóntico de piedra. Ya ha empezado a fermentar, y los techos de los claustros se desconchan. Un nisperero-naranjo enorme se ha apoderado de un claustro que ahora es suyo. Los peces del estanque mínimo de Letras están quietos, ya no se desplazan, acompasados a la diletancia del lugar, son peces reos de lenguas muertas.
Las carteleras, picadas como por granos, son la estampa deprimente de los alumnos funcionarios, llenas de mensajes de la no-revolución.

No es que el lugar sea fantasmagórico, es que lo han reducido a la mínima expresión, y durante mucho tiempo. Para empezar, la joya central universitaria de Barcelona, está habitada por el fantasma burocrático, que nace de la madre masificación y del ente público, fantasma que habita toda la UB y la hace vulgar y sin alma. Suerte tienen las carreras de ciencias, que no necesitan de espíritu. La universidad tiene de élite lo que yo de pepero.

Luego a la Central, la hacen sede de filologías renanas, carpetovetónicas y matemáticas. Tienes un corazón, y te lo juegas a los dados a lo primero que salga. Y tiene de todo menos vidilla.
Ese espacio medieval y monástico, bucólico, de sabiduría pastoreada, está para ser violado. Es la virgen perfecta para revolucionarla. Ahora los civilizados que la habitan la respetan como un museo malo. El principal protagonista del edificio es la piedra, la única que habla entre lingüistas. Qué se yo, mezcla a los de Historia con los de Ade, que convulsionen, que se peguen, que tengan hijos toreros. Junta a Bellas Artes con Derecho, que haya tensión, que no se dirijan la mirada, que se deseen tomando el bocadillo. Al siguiente año, alterna Filosofía con Psicología, y cierra la cancela del manicomio. Que alguna vez el edificio de Elias Rogent aparezca en los diarios, que es como un gran bostezo plantado ahí en medio de la plaza.
Basta pasear por ella, para notar que toda la energía que desprende esta catedral del saber - sin cristo dictador que la eclipse - se pierde. Es un fósil habitacional. Un monumento que no está a la altura de la banalidad que lo usa, un desaprovechamiento democrático de una hectárea de arte.


jueves, 24 de enero de 2013

Okupación laboral


No hay cierta prosperidad sin un monotema profesional que se mantenga a lo largo de las décadas. No funciona inagurar cuatro vocaciones y no ascensionar ninguna. La gente va amasando su pelotita ocupacional, año a año, y esa masa va cogiendo volumen: partículas de cursos, contactos, presentaciones, la levadura de la propia experiencia...
Todos parten de su burilla nada notable, y su bregar profesional le va dando vueltas y gana volumen, hasta ser una pelota de considerable masa, cercana al tallaje de lo experto. Este proceso se da a veces azuzado por la vocación, otras por la obligación, de fondo por la inercia, y también por un burilleo compulsivo y estereotipado de los humanos, por hacer algo. Pero la cocción de una carrera laboral se paraliza si uno vira de ocupación, volviendo al estado burilla de los superpluma profesionales.

Es el lado bueno de lo monotemático y la ventaja frente a la dispersión, haces carrera, ganas tallaje, corpulencia laboral.
Creo que la palabra mediana para este fenómeno común, es okupación. La vocación es silvestre y perentoria, un miniyo esencial amenazado en una jauría de necesidades. Es nuestra minoría auténtica, doliente e idealista, que tiene difícil triunfar en unas elecciones generales. Casi siempre gana, nuestro partido obrero, socialista y español.
"Ocupación" tiene una connotación demasiado líbera, eferente, de llenar horas, tocante a la afición. Lo que vivimos más de cuatro décadas en el ámbito laboral es una okupación. Un híbrido entre lo impuesto y lo fruido, una mezcla consentida entre la obligación y el pilotaje, albergamos en fin a un hijo adoptivo de la vocación, porque el biológico se fue a por tabaco.
Nuestra lenta okupación de proyectos adoptivos, parientes de oficina, viajes a ninguna parte, cursos capacitantes con una bolsa de recompensa, horizontes de promoción ilusionantes. La vida de oficina, aula o despacho, que okupa tu espacio vital y que cada día amasa un corpus profesional hasta hacerlo importante. El trabajo nos okupa, no hace ruido ni cicatrices, y nos da unas hechuras dignificantes. A la vocación la guardamos en un altillo encriptado, una buhardilla revolucionaria donde planifica su golpe de estado, al que nos uniremos sin más cuando el llano de la batalla sea propicio y compatible con la vida/dignidad. No es una jaula para la vocación, criatura rebelde, belicosa y justiciera, es que todos sabemos que a los 30 coge sus bártulos y se muda educadamente a la buhardilla rockera, cuando empiezan a picar a las ocho de la mañana unos okupas con corbata.

Los antropoides dependemos de las noches, y su generosidad somnífera. Hay amaneceres en que te despiertas trastabillado de sueño, y necesitas un cortado de mundanidad para funcionar, perder el tiempo una hora en quehaceres cualquiera, como un arranque lento del ordenador aletargado.

El viaje-infusión a Valladolid fue una vacuna literaria ya inoculada. Una forma de doparse lícita del escritor es hacer turismo literario. Es más, hay quien se desposee de todo y opta por la vida, literaria. Sacrifica digamos su trayectoria mundana y natural, por hacer de transfusor de sus libros. Vive para escribir, no como pasión ocupacional, sino como conseguidor de su próximo libro, reo de la literatura, más personaje que individuo, llevando las situaciones a una atmósfera barroca y literaria. Después, pueden rechazar una esposa o un desayuno porque no son suficientemente literarios, que es como haber vendido el alma a una novela, una locura muy disuelta y en vaso largo, que bien puede acabar arrastrando un carrito de supermercado y durmiendo entre harapos no sé si literarios en un cajero.
Como si la literatura no fuera un prisma y emanase de cualquier pedazo de realidad. He visto a algún escritor de segunda lamer las esquirlas de una ruptura sentimental en pleno directo, olvidarse del fracaso que se estaba precipitando para sacar una bolsa de plástico imaginaria, donde metía ideas literarias entre llantos de otros y el zozobrar de la propia vida. No sé si se trata de psicopatía artística o de un pordioserismo cultural.

Quedarme en mi "dacha" mediterránea a que me vengan a píar las palabras tiene de sedentarismo anquilosante. "Batín" y "aposentos" son dos palabras consecutivas en el Diccionario Lúcido de la realidad, y por esa página vamos. Escribo más si voy a encontrar las palabras a la oficina de las calles. Saliendo de casa pronto, sorprendiendo a la ciudad, porque la naturaleza es un cuadro, a las montañas y la playa sólo les recorre una sola historia, entre las ciencias naturales y la lírica íntima. Son una pintura expresiva envasada al vacío de trajín y protagonismo humano. Su antónimo por eso es la ciudad, barullo de historias.

Ya en la medianía del invierno parece que nunca acaba. Estamos cerca de que el año empiece a rodar y se precipite el buen tiempo. Seguimos igual que siempre, independientes en el retiro de los pinos y el mar, arando más tierra de lenguaje, salvando los días de apicultor del dinero, ganando centímetros al suelo en nuestro flotar, nuestra forma de vivir levitando, en burbuja ajena a lo standard, idiosincrática y margenada, manteniendo el equilibrio de un trader literato que no es lo uno ni lo otro, que paga facturas a fin de mes, y vuela a Valladolid para homenajear los libros de un larguirucho genialoide y frívolo, sin par.

miércoles, 23 de enero de 2013

Sobre La Mierda


Hoy podríamos escribir sobre la mierda. Nuestro estiércol, las heces, el objeto del cagar.
Hieden sí, sobretodo si sorprenden, pero todos convivimos con nuestra plasta diaria, a veces hasta con orgullo somático. La de los otros, excede el altruismo. Cagar es un placer, y no voy a venir yo a descubrirlo. Es la única forma de eliminarnos, restarnos, de forma sana, y eso es mucho. Quitarse parte de nuestros inflamados yoes, de la mierda que somos, es una bendición de la filogénesis.

Hoy he sufrido un apretón incapacitante, una experiencia extrema y pasajera de loza. En la biblioteca de Hispánicas, me explotaba el perineo, era presa de un terrorismo intestinal. Cómo he cerrado los ojos y he esprintado el esfínter como en una meta cagante. He giñado, no he cagado. Ha sido algo excepcional, de pleura a recto afectados por el puñal de hez y dolor, un acto urgentísimo, premura rectal. Luego el alivio es hospitalario, santo desalojo, parto redentor emitido al alcantarillado. El invento que ahora Bill Gates propaga en el tercer mundo, el vital pacto de loza entre cloacas de dos mundos.

Gracias María Rosa, por limpiar los urinarios y dejar tu firma en la puerta junto a la fecha y la hora.
Somos arte y mierda, todo en uno. Somos un todo en uno, por diferentes viales.
Y cuando parece que la tragedia va a manchar el día y apestar la percha y el arte que es uno, es sabido que nunca hay límite y el cuerpo llega al más allá del tesón, aguantando una rampa más en la emergencia.
Si no coexiste la diarrea, claro, que es otro estado dispar al sólido, con otras leyes de la física.
Somos una historia de amor y recto.

Índices poéticos


Los índices económicos son resúmenes de un país, instantáneos, esotéricos, como gemas cristalinas que no paran de brillar una cifra. El país luego es ese concepto cadáver que lleva colgado un viejo collar de gemas índice acumulado.
Son chispas, informativas, que prenden el protagonismo de la prensa desde un número. Son salmos económicos esperados.
Las cifras económicas resumen un país, le sorben medio millón de kilómetros cuadrados, rarifican un millón de gentes y un millar de horas, lo dividen entre seis ollas de puchero y medio kilo de cristal líquido, y te dan la fórmula de un territorio secular. Como si de un paisómetro se tratara, te dan digitalmente el pulso de un Estado. Y tú te lo crees, ingieres sin más el titular del periódico, que alardea de matemática y de eso no anda sobrada la gente. Recuerden, la ciencia económica no es tal. Se vende como las verdades de la física, pero ay, vaya insulto al espíritu epistemológico. Lo que no cubre la ciencia, lo rellena el esoterismo. Señores, los calculadores son los mismos que no se cuescaron del tsunami ensordecedor que venía. Dejen de tocar el tambor los periodistas, siendo la fanfarria de tanta cifra oficial mágica, que parece un concurso de ruido.

Los numeritos salen de máquinas sudorosas, tan breves y elegidos, son miel de titular. Son microorganismos casi viruses, que brincan de los informativos a una silla del consejo de ministros pringándolo todo, y apilotonados como gallifantes nerviosos, copan la vicepresidencia del país. Es la rebelión de los numeritos ensalzados, la dictadura del tanto por ciento. Pronto habrá una gala de alfombra roja, donde pasearán el cero con el siete, las comas, y la cifra del inem.

Cuando el resumen más fidedigno de un país nunca viene de un termómetro creído y apañado, metido por el culo de los inventarios. Prefiero el resumen lírico y empírico, de sobrevolar un país en avión. Es la única manera de "ver" la humanidad a una escala resumida, lo demás es interpretarla. Es el verdadero resumen anatómico de una civilización. Y la toma de conciencia de su magnitud y dimensiones. Estoy seguro que ahí está un remedio moral para una crisis, y que vuelos subvencionados para "ver" el país en silencio, harían más que todos los folletos chillando propaganda.

Al fin y al cabo, vivimos un encierro sin querer de casa al trabajo, pasando por el fin de semana y el súper. Somos seres de horizonte estrecho, con vicepresidentes numéricos y prensa marcador. Nada ensancha más los orificios de nuestra conciencia, que un viaje-mirador por el cielo.

martes, 22 de enero de 2013

El peor bar de Valladolid


Necesito un bocado antes de dirigirme a Villanubla, para allí tomar el avión a Barcelona. Ruleteo por el casco viejo de Pucela, escogiendo un lugar con empaque. Al final me decido por lo vetusto, por el Bar Mónaco, que no ha cambiado ni una coma desde su apertura, hará treinta años como mínimo. La condición para perder el nombre de bar y ganarse el apelativo de tasca, es no haber cambiado nada, permanecer inmutable a los tiempos y a cualquier ánimo inversor, entre el conservadurismo y la dejadez.
Las baldosas marronosas de lavabo, siguen en sus paredes, con un descolorido a juego con el frío. El suelo es el mismo de los setenta, y sólo se deja cubrir por cáscaras de gambas, muñones de pinchos, cadáveres de tapas. La madera color castaño laminada forra la lisa decadencia de la mirada. La decoración se basa en dos pósters ochentísimos, que rezan I love New York e Ibiza, carne de obsequio de la caja de ahorros despeinada. Son como un proto-Labanda, con el colorido arcoiris ingenuo y ufano de los ochenta.
Me siento en los taburetes de la barra, escaneando el bocado, y las tapas de repente me asustan. Unas morcillas sudadas y refritas, bañándose en un caldo naranja radioactivo. Un taco de atún, escabechado, macizo y mineral, con un color del ayer ancestral.
La parroquia no habla, no consume, creo que me los han metido de atrezzo cien metros antes para picar el anzuelo. El bar está regentado por dos hombres iguales, primero aparece uno y después de otro lado sale el gemelo al despiste. Supongo que la madre cocina dentro y la soltería está por todas partes, al menos el asunto huele a eso.

Me pido un montal de lomo y una caña. El espectáculo de la decadencia tiene una entrada de 7 euros. Como el cine de hoy, pero sin inversión de mil millones de euros de por medio, sólo quince pesetas por los clavos que sujetan los pósteres de la caja de ahorros. Me estocan el bocadillo lomo-queso a cinco cincuenta en plena espaldilla. Menuda broma. Claro, tienen que recuperar la inversión, ya. Me meto el cambio en el bolsillo, convencido de que he estado en el peor bar de Valladolid, un demérito ganado y trabajado del cual me lleno de certeza. Cumplen una serie de condiciones logradas para imponerse como peor local de restauración de la ciudad, a pecho, y a la vez sobreviven a los tiempos y a los balances. Nadie, lo echará de menos. Pero pervive como museo visitable de lo malo y de la insuficiencia.

Turismo de cementerios


Vengo a parar a una ciudad nunca pisada. La sensación de ser como azúcar glas cognitivo que cae sobre el nuevo lugar, extraviado y desorientado. Los 4 puntos cardinales dan vueltas, alterados y plausibles. Encarnamos el tropiezo cognitivo y la virginidad en la orientación. Estamos perdidos en una vasta habitación parcelada de la geografia, sin ningún mapa insertado en los adentros. Exploramos, intentamos hacer el dibujo cabal, esquemático de la ciudad.
Después volverá a ser geografía domesticada, coordenadas en un establo ya conocido. El paseo va uniendo piezas giradas del puzzle y se cose el mapa 3d propio del lugar.

Me reafirmo en que se ha borrado el Valladolid antiguo. Hasta la fidelidad de la foto. Valladolid ya no es provinciana, no puede estar desfasada a una hora a caballo de la capital. La provincianidad es una facultad secular con un umbral cambiante, que se desplaza con la modernidad. El eco capitalino alcanza distancias inferiores a las 2 horas de travesía sin problemas. Valladolid es ya una pedanía permeable del noroeste de la capital.

Las tensiones y apreturas de la represión, han legado a Barcelona un centro antiguo enorme. Se ha conservado el siglo XIX y la primera mitad del XX tras su ortopedia geográfica, diseminados en fachadas y ambientes, en el espacio abarcable por seis distritos de capacidad. Barcelona tiene un patrimonio post-represión sin parangón, único y peleado, gótico, ahí es nada.
A Valladolid le han destripado el centro porque no había nada que pelear, los arquitectos campaban libres entre la paz, las maquetas, y el tiempo y espacios libres, o liberados. Valladolid es una ciudad mansa, más modernizada, más cualquiera.

La lengua gélida del río es un radiador de frío, un pariente inoportuno e insustituible, que estaba antes que todos. Estas familiaridades presentan a la ciudad nada vulnerable al frío, ya mutada y adaptada a ese primo que incordia con visitas prefijadas.
Creo que me va bien estar en remojo vallisoletano. Nos va bien pulular por espacios personales encontrados que nos maceran. Una salmuera para mi cuerpo imberbe y literario. Feng shui umbraliano. Inalámbrico, inarticulable, esóterico, como todo lo oriental, que marcha hiper-intuitivo.
No hago más que turismo afectivo y de cementerio. Visito la ciudad de un primo querido, un pariente, o la tumba episódica de un maestro.

A punto de marchar, penetro el blanco mineral de las iglesias. Y me encuentro la antípoda pegada, separada por la lámina de madera. Ahí se esconde toda la oscuridad, antigüedad y el universo lóbrego del lugar. La gran bodega de los siglos dormida y palpitando, la reserva del tiempo preso en el recinto eclesial.
Es tarde, sé que volveré, y ya tomaré esta atmósfera para embriagarme de su densidad. En la parada del bus de la plaza de poniente, han venido a despedirme los bloques de pisos norteños, con su sombrero de pizarra a la otra orilla del río. Les digo adiós como primos espigados, y hojeo el marronoso Las ánimas del purgatorio, que he sacado de una librería de viejo de la ciudad. Pucela se aleja y Umbral me sigue a todas partes

lunes, 21 de enero de 2013

Impresiones desde Valladolid


24 horas en Pucela, rastreando las hechuras de Umbral. Pero aquel Valladolid casi no existe, el centro está sustituido por numerosos elementos posteriores, todo aparece nuevo y sin historia. La plaza de San Miguel, circunferencia de su infancia, está desterrada de pasado, es una anécdota coincidente en lugar de lo que fue. Sólo los monumentos te trasladan a ese pasado, con sus bloques de piedra blanco nuclear, platerescos, roca inmaculada, andaluza. Es una roca de color felino que se limpia a sí misma, un blanco perpetuo e incorruptible, nunca un color tan viejo y ajado fue tan blanco. Todos los blancos derivados del orbe nacen de éste su yacimiento mineral.

Ciudad caucásica, ordenizada hasta en la amplitud de sus arrabales antiguos. Paseo un domingo por la tarde, paseo la Nada. Valladolid es una ciudad prohibida un domingo a esta hora. Una mano oculta prohíbe la vida en la calle a esas horas. Existe un paralelo en los mapamundi, que no es estrictamente recto, pero que marca la separación de la zona nórdica, donde la vida callejera de domingo es desolada. Es un Trópico Melancólico. Valladolid, Liverpool, Estocolmo, Vilnius, son de esas ciudades prohibidas el domingo. Daría para una monografía esclarecer qué sucede durante ese régimen dictatorial del clima.

También en el norte de España aparece progresivamente, la invasión de los bloques de pisos como alfiles correctos e insulsos. Edificios modernos post-dictadura, todos alrededor de las diez plantas, que no son desagradables ni despiertan el entusiasmo. Arquitectura que ahí está. Cumpliendo su función y ya. Anónimos. Bloques aguerridos en el norte, fenómeno que se repite de Valladolid a Santander, pasando por el País Vasco. Los bloques correctos que nos miran en el norte. Superan el bloque desarrollista de las dos capitales de España, lo adecentan, marcan la clase media guiñando a la alta. Lo peor es que son un estilo, se repiten por todo el Norte, y no son más que un estilo estándard, representan sin querer la corriente del Correctismo, el Normalismo desafortunado. Al final da igual vivir en Segovia que en Pontevedra, es la misma ciudad con panaderías en los bajos distintas. No sé si hay un constructor poco imaginativo detrás que se forró, pero indigna esta rumanización de brocha gorda, este diseño que evoca a Ceaucescu más que otra cosa.

sábado, 19 de enero de 2013

El lance de Lance


Lance Armstrong. Cabe recurrir a la ética del mal para tocar el tema del tejano. Cuando detrás se vive para la estafa y es tu dedicación, estamos ante la forja de un ladrón, un profesional de la trampa.

Es un ser muy contaminado, ya perdido para la causa de la humanidad. Puedes hacer trampas y ganar una vez, pero es de manazas bulímico hacerte leyenda, ejemplo magno, y no haberte dejado de dopar en todas tus victorias. Es el Ponzi del deporte, Armstrong es ya un insulto en nuestro imaginario, la biografía de un desgraciado y un criminal. Porque la frontera del crimen está en las conductas que agreden lejos de lo común como ésta. Estafar a miles de millones de personas, callarse como un puta, acosar a los que decían la verdad, y confesar bajo cheque, no es nada comparado a lo que este tipo puede hacer ya bajado de una inocente bici, con el cuerpo libre para estafar y robar donde le plazca. Es una criatura podrida, es capaz de todo, mejor retenerlo, rejas en Tejas, no digo que lo pongan como un hámster a dar pedales a una bici unida a una dinamo gigante, y que no pare de dar luz. No seremos cainitas, pero este peligro para la humanidad, así, el gentío que no osamos delinquir y gastamos escrúpulos, este individuo que nos lo tengan controlado e inoperante. Parecía autista el tío, y cómo afanaba, madre del diablo.

Ni siquiera se viene abajo cuando confiesa a la archimillonaria su oficio de robaperas mediático. Este tío es muy bueno en lo suyo, es un estafador nato, un fraude vocacional con una biografía inédita detrás, otro malnacido. Por antropoides así, existe la ética del mal, personas que crecen con la vocación para el mal, causar daño a los demás en beneficio propio como modus operandi. Son gente exitosa, es un chollo ir por autopista y sin exceso de velocidad, cuando el resto acata avanzar por carretera y seguir unas restricciones colectivas.
Ahora toca aprobar o castigar la conducta de un "listo" que se salta las normas (de normal) en nuestra jeta, se lucra, y se ríe de todos nosotros. Yo creo que es un caso perdido, indignante, escurridizo y peligroso. Este tío debe penar, enderezarse algo a la sombra, protegernos de él, y si se rehabilita para la vida con reglas, que tardará lo suyo, volverlo a sacar.

viernes, 18 de enero de 2013

Las impresoras 3D


Algunos lo llaman la nueva Revolución Industrial, me refiero al venidero hito tecnológico de las impresoras 3D. Imprimen objetos de distintos materiales que antes han sido diseñados. Tú mismo puedes crear los objetos decorativos de tu casa, sustituir piezas defectuosas, tener en figura la ecografía de tu feto, un muñeco fidedigno y clavado de tu persona, los juguetes de tus hijos, o el cruce de calles mítico de tu infancia en miniatura, lo que tu imaginación alcance a reproducir.

El libro "Fabricantes" (Makers) de Chris Anderson, teoriza sobre esta nueva revolución. Por otro lado, a la abuela Facunda no le hace ninguna gracia que se llene el mundo de cosejas y trastos, que queda todo desperdigado y nadie recoge. Las impresoras ya están por debajo de los mil euros, y cierto es que se acumulará de repente una cosificación pionera y ensayista de la novedad, que bien hará si es reciclable.

El mundo será más reproducible, y algo menos fabril, porque la fábrica llegará a la casa. Despertará la potencial facultad para el diseño, a gran escala ciudadana. Será un proceso a medio plazo, paulatino a la mejora de la tecnología. Una fábrica en casa en el fondo es una no fábrica, porque no se replica nada, se puede personalizar tanto que el objeto acaba siendo único. Al final tendremos micromundos a cuestas en cada calle, singularizaciones que nos quitarán el follaje de las marcas y la espesura de las convenciones. Se van a romper estándares. Seremos más únicos, detectables, en la excelencia y en la chapuza, más neuróticos como es ley de progreso, y más artificiales, artísticos y/o kitschs.

Como un gran virus industrial, la piratería mordisquea década tras década el status quo de nuevos sectores. Los diseños de las marcas de ropa, muebles, juguetes, serán copiados y se dislocarán sus industrias. Ellas, que ahora pastan en la abundancia y se han olvidado que la ciencia es la electricidad y ellas son velas de cera derretidas sin ella. La revolución industrial produce una amnistía de cratos, de poderes fácticos, y origina un período democrático en que aparecen Hewletts, Gates, Jobs, Zuckerbergs, y cierran el ciclo en plutocracia de nuevo, hasta el siguiente paradigma renovador.

Ahora que no necesitamos nada de eso, pero a la vez caeremos en la sugestiva novedad, la nueva potencia a nuestra disposición, nos podríamos plantear si nos apuntamos al nuevo hito o nos quedamos "en antiguo". ¿Qué sucedió a los que no se apuntaron al fenómeno teléfono móvil? ¿Perecieron? ¿Son malas personas? Bananeramente te dirían que no sucedió nada, que lo único es que se sienten más solos, en su mismidad. El problema de las nuevas tecnologías es que todo el mundo corre hacia ellas, migra, el mundo se transfigura geográficamente, deja una forma de hacer las cosas, y ese ecosistema previo se vuelve antiguo y polvoriento. También todos acabamos aceptando pagar un nuevo extra mensual a cuestas, por disfrutar de la fulgurante novedad, añadimos un impuesto a nuestra economía. Al final, cada cual puede escoger seguir la excitante marea del progreso o esperarse en antiguo comfortablemente como toda la vida.

jueves, 17 de enero de 2013

17 de enero


Podía ocurrir. Tras cien días de escritura corrida, de escribir con las piernas, me encuentro seco de escritura. Las Navidades, ese folclore tribal con alma de mantecado, no sirven más que para llamar sagrado al Despiste. A continuación me extravié más estudiando, dándole capas de pintura a la psicofarmacología, empollando sus huevos, para ser juzgado y absuelto en el examen.

Y claro, tampoco estoy entubado a Umbral, a su bombona lírica, que al fin y al cabo ha sido el artífice de esta resurrección artística de mis adentros. Hoy, que cumplí años, me regalé un viaje relámpago a Valladolid para pasear las calles y hacer las prácticas de umbralismo, asignatura vital que curso y cursaré el próximo decenio.
Soy un ignorante del mecano lírico o un amnésico de la gracia de la escritura. Necesito la fricción con el sentir lírico o volver a escuchar su voz queda en mí, para activar este enamoramiento de la inteligencia inflamada, de la lucidez poética, y notar su aleteo feliz. Que es un trabajo de todas formas, esfuerzo ilustrativo, porque son confesiones compartidas con ánimo ilustrativo, uno intenta toparse con palabras que sean como chiquillos encantadores recién creados, del gusto del lector.
Y leí hace poco que esto de ser escritor era una gran vacilada. Y es cierto que a medida que cada gran hombre actual alcanza cotas más elevadas con la sofisticación acumulada de la ciencia y la técnica precedentes, el escritor es ese osado que se saca un bolígrafo de la manga y pretende convulsionar millones de personas desde su pelada inventiva, su primitiva arte y su pobre valencia individual.

Esperemos que vuelva a arrancar la maquinaria, que se calienten las poleas, y la humareda poco a poco vuelva a salir. Bueno es comer carne, alimentarse de buen libro, hincarle el diente a algo sustancioso. Los cumpleaños también despistan, todas estas celebraciones arbitrarias son estampas que confunden el meollo de la vida. Este lubricante social, la agenda del terreno virgen, son el plástico de nuestra existencia. La carcasa prescindible e intercambiable del destino silvestre.
El mundo por otro lado, creo que a todos hoy nos parece más malo que antes, crisis por medio, engaños por detrás, el mundo ya no es tan noble y respetable a nuestros ojos, aunque no lo hayamos interiorizado todavía, y le demos un plazo que no será suficiente.

miércoles, 16 de enero de 2013

4rto C, Aula 36


MHYV, Mujeres Hombres y Viceversa, ese zoo al que acudo cada mediodía a hacer de zoólogo, ha pervertido su formato. Destierra la golfería de los jóvenes, algo desesperados, por las multas medioambientales que podían condenar al programa por tanta acumulación de plástico, poliuretano y residuo adolescente.
De repente, traen una osamenta de viejos, sí tú, ponemos viejos a ver qué pasa, que los golfos y golfas no paran de dárnosla con queso. Estamos hartos de la juventud, su chaqueterismo, su irresistible presencia que nada tiene que ver con la dupla, sino que es un continuo malabarismo esquivando la monogamia.

Y la pasarela de modelos buscando bolos se vuelve una clase de filosofía, revenida o no. Los seniles candidatos de vuelta, teorizan y descargan toda la adunación de la edad, buscando lo mismo, no quedarse impares, solos. Son egos ya descalzos, solitarios, que deben lidiar con compartir sus esplanadas, sus solares de libertad, el no-ruido de atardeceres consagrados al mimo propio.

Todos sentados, como mucho levantarse para bailar un agarrao. Una sexagenaria hace suya como himno una canción de la Movida, como si la Historia fuera espasmódica y regurgitase.
Y los efebos al paro, que no sirven ni para eso, ser estatuas, tronistas, dueños de un buffet de pretendientas ateridas a una silla. Era una ruleta de muñequitas, la cinta de una cadena de fábrica en serie donde circulaban rubias, morenas y viceversa. Me gustaban esas galas de absurdismo, el apogeo era cuando aquello descendía dos peldaños más y se convertía en turullo adolescente, melé en plató de clase de cuarto de Eso, todos con sus barbas y sus entradas a los treinta, soltando interjecciones oseznas desde la última fila de la clase, jugando a ser Rafa Mora, nuestro tonto oficial. Era una plácida siesta de mediodía, un reseteamiento oportuno, una desconexión paralela a mi punzante trabajo de apicultor del dinero.

martes, 15 de enero de 2013

La arquitectura de la desinhibición


Hemos pisado más de un centenar de discotecas diferentes en nuestra juventud. La mayor parte de ellas tenían una apariencia discutible, eran locales apañados sin mucha espectacularidad, con espíritu de almacenes. Que es lo mismo que captar su nervatura de negocio, la inversión justa detrás de una contabilidad sudada. Una discoteca con luz diurna es un ser demacrado que derriba mucha mitología estética.

El empresario discotequero sabía que sus beneficios moraban en las tinieblas, que su negocio era una criatura de la oscuridad, y como tal tenía las ventajas de la vida nocturna. De algún modo, los locales eran tan aceptables como la erótica tardía - la consumada con oscuridad y copas de más - borrosamente preciosos. Formaban parte de ese ecosistema espejista y momentáneo.

En la noche se produce una arquitectura de la desinhibición. No es otro poder el que se busca. La pócima ya sabemos que es el dios etano, con su liturgia economizante y botellonera. Herreros de la música forjan entre la semana los metales que piden los cuerpos espitosos, y los reposteros proveen de canciones mantecosas a los bailongos. Recordemos que en miércoles estos doscientos seres hace cuatro horas que estaban sobando. El alcohol desinhibe, el baile burla al cuerpo y la papa, la oscuridad difumina la realidad. Es la nebulosa oportunista del sábado noche. Todo esto junto, no es más que una escalinata a una habitación del castillo existencial, en que esté un chico y una chica en tensión erótica franca.

En resumen, la chanza con los amiguetes bebiendo es un clásico ineludible de la semana, la fuente de humor secular que va desde el vino en ánforas al cubata en vaso de tubo. La discoteca luego completa el pack, ofrece el momento guindero, presenta la atmósfera sexual franca y civilizada. Es la oficina de la soltería, donde se juega el sino entre la soltura y la soledad, ebrio y trasnochado. "La vida del atacador, es muy dura", obrero de tundra y resaca.
Todas las muchachas asexuadas de las calles de diario son seres sexuales vecinos en la misma habitación, pero aún debemos pasar sus comandos de La Gestapo en el cuerpo a cuerpo. Espermatozoides antropomorfes que tras dispararse alcohólicamente, han podido llegar a la cavidad discotequera, y se mantienen a nado bailando espasmódicos una musicalidad hiper-optimista. No hay marcha atrás, unos ya vienen preparados de gimnasio, los favoritos con su labia intentan no confiarse, el guapo de turno se aburre y amaga en irse. Todo es posible. Parece que una gran cuchara agita ese ponche lisérgico de personas, y nadie acertaría una quiniela de los romances embriagados y los desencuentros que resultan.

No deja de ser un absurdo irse tan alto en la semana, de embriagado y trasnochado, a ese rincón remoto, para conseguir lo que dos personas desean. Es un derroche que la juventud se puede permitir, pero como todo derroche con su estupidez de por medio. Esta sociedad complica el encamarse furtivo hasta tal punto extremo. Es el gran mercadillo de dignidades clandestino.

No son una minoría los aventureros de la noche, los relegados al malabarismo de este cortejo barroco. Como un disloque expansivo, ocupa todo el fin de semana entre su auge y la recuperación, es un buen sustituto de planes si no existen. Se busca romper la semana, como quien rompe el tiempo, regenerándolo, en destructivo, en nada futurible, quemar los hierbajos que no nos gustan de nuestras vidas jóvenes pasables. Es una bicoca excitante y cercana. Todos lo hemos hecho y todos lo seguirán haciendo. Forma parte de la grata imperfección de la vida, de su mediocridad gustosa, y de los efectos adversos a crédito. Es la mortalidad escamosa de la vida, casi imperceptible.

Ya pasados de frenada, cabalmente se amanece desayunando. Los dopados hasta las cejas prosiguen en un after, una ultratumba en el más acá. Se acaba la fiesta, se termina la celebración de estar vivo, que no es poco.
Ni tampoco mucho.
El desfase es un latido semanal de esperanza de otra vida que medra por dentro mientras pueda. Es el envés de la vida laborable con vaho carcelario. Su intermitente revolución libertaria, suspendida y extrema.

lunes, 14 de enero de 2013

Cumpleaños treintayseis


La estepa treintaañera tiene un momento en que mudas a perro viejo, a portera de la existencia. Dejas de ser un señorito de alquiler de los áticos de la vida, y acabas comprando la silla chocha de la portera y su bajos adosado. Coges el alma del viejo zascandil del barrio, el que trapichea y se inventa un negocio cada mes, evangelista canoso del bar. Es un abandono progresivo de las alturas, una pérdida paulatina de nuestra condición de pájaro. Evolucionamos a especies más rastreras, y terrestres. Esto de la vida tiene su qué de rastrero que ningún dibujo animado pregona. Poco a poco se nos va cayendo el himen del inconformismo.

Comprendemos la mendicidad del que sueña, y preferimos la gravedad y cierta pobreza que hay en el piso de la portera. En el buzón se puede leer: señores de Amarrategui. Sin nada que ver con el balbuceo vasco, su onomatopeya temperamental.
Pasamos el boulevard de sugestión de la vida, con todos sus magníficos letreros iluminados y su sonrisa comercial, con las manos en los bolsillos esquivando el pedregal escondido, en el que tantas veces nos hemos tropezado. Formamos parte del ejército consumista que guerrea contra sí mismo, y por eso nos escaqueamos como perros viejos, o desertamos al piso de la portera. La cotización del precio de las alturas no dejó de caer, y ahora ya no son un destino sino un lugar al que a veces se vuelve. La espesura del realismo ya es la sustancia que atravesamos cada día, tras los ingrávidos años 10 y los fulgurantes años 20.

Y no se está mal. Tenemos una gran estepa, y un ganado al que sacamos a pasear. Es un lugar confortable y diurno. Nuestro protagonismo vital ya no es heroico, y progresamos como excelentes actores de reparto. Vamos ganando en sobriedad todo lo que perdemos de precipitación. Hemos abandonado el territorio de las crisis juveniles, abisales y convulsas. Desde nuestra sólida silla de portera, vemos tomar el ascensor a los frágiles candidatos de las alturas. Pronto nos compraremos una casa baja como las de antes, como las de los pueblos. Nuestra educación pervertidora de las ciudades se está acabando. Nacimos en el ojo del huracán, nos atrapó todo el siglo XX ahí, y no pararemos de quitarnos capas de civilización el resto de nuestra vida. Hablo como un lobo estepario, de voz ronca y ojos nihilistas, que escribe sobre un Ipad y cocina platos vanguardistas. Soy esa contradicción que rueda. Al fin he encontrado que uno se ha de limitar a rodar, como un gran tronco, complejo y consciente de sí. Con el peso de cuatro décadas y la velocidad de una hormiga. Mamotreco estirado y reptante en el destino. Engranado al terreno eternamente ondulado de la felicidad, más paciente que pasivo. Revolcándose tan lentamente que no existe la caída.

domingo, 13 de enero de 2013

Si eres lerdo, no lo leas (las feromonas cabronas)


2013.
a) polvos del año pasado anotados con rayitas en la pared del despacho
b) euros que me quedan en una tiesa cuenta corriente
c) año que empieza en el que prácticamente no he arado lenguaje
d) porros que tú lector, dejaras de fumar en el próximo decenio

Como ven, ustedes pueden utilizar un formato con enunciados tipo test, ya sea para el inicio de un texto con intención literaria, o como relleno ocurrente para ligar - no lo utilicen mucho y cambien la entonación y las caritas. A una mala, hagánse con un manual de seducción en cualquier librería junto a un cuaderno de caligrafía.

No se olviden de introducir en las opciones un poco de sexo, drogas, crimen si quieren, toquen esos botoncitos sensacionalistas que son como los acordes contra la monotonía. Sí, sus presas desean en el fondo un flautista que las agite por dentro, necesitan un meneo y un poco de montaña eslava que les rice las semanas. También alúdalas en sus respuestas rimbombantes, hágalas partícipes de la palabra partícipe, rompáles sus caderas con los bailes de su pensamiento y que noten que usted rompe corsés, que es un salvaje con botines de piqué. Despiste a lectores y amantes con su embriaguez cerebral, que ya no noten sus agarraderos y posaderas de lunes, que leviten por sus efluvios culturales.

¿Qué quieres tomar? Yo un refresco azucarado de lima-limón (carita).
La respuesta acertada del test era la ce. ¿O eran todas? O era la E? ¿O no es este soniquete argumental el utilizado por series como Lost? Te plantean 4 posibles respuestas, y la real era la sexta.
Eso sí, no esperes después ninguna conexión ni explicación cabal del entramado. Es el recurso-nebulosa, intrincados y bizarros hechos paranormales que encima se difuminan y que ni los guionistas pulgarcito saben como salir de donde se han metido, por mucha numeración-sortilegio concreta que emplasten ahí en medio como contraste, 4-8-15-16-23-42. Mucha gente quiere lo que se tomaban los de Lost en esa Isla. Yo la empecé a ver en el año 2004, siguiendo su primera temporada y media de estreno en EEUU, y cuando vi que lo que iba en medio del pan era chopped, dejé de verla. Luego en el año 2010 acabó siendo un fenómeno eclesial-televisivo. ¿No ves Lost? - No, soy así de cerdo lo siento.

Y bien, ahora que ya has visto que soy ocurrente, que nos hemos metido en una trepidancia, sé que ya he soltado mis feromonas, y que por el bien de los culturetas la naturaleza ha hecho que hagan diana ahí abajo, dando licencia para que podamos acabar brutos. Como si toda esta charleta inspirada, toda esta exhibición de no salvajismo previa, culturización disuasoria, sirviera para demostrarte que hay una atmósfera alrededor del salvaje, que soy un ser habitable más allá del pelo, el cipote, y la guturalidad.
Ahora debe venir cuando todo lo etéreo del cortejo ha de pasar a temas carnales, o cuando la admiración de la mirada lectora debe soltar unos billetes de curso legal para la alimentación y disfrute del escritor. Alles ist Transaktion. Todo es transacción.
El escritor, alias seductor, que hace de crisol de sus depuradas experiencias para intentar exudar arte, al final se pone en la calle a venderlo con la parafernalia editorial entre medio. Creo que aquí hay una vergüenza sumida. El escritor nunca vende sus efluvios poéticos, ni siquiera se pone a hablar de ellos si la audiencia no es muy permeable. Menos iría a ofrecer su género entre charcuterías y mítines políticos. Tal vez, en una cueva de la vecina colina, o en una gruta del alcantarillado, unas lucecitas podrían valer para ambientar un lugar adecuado a la venta de palabras sentidas. De igual forma en el furtivo sexo, cada cual conserva unas expectativas de última bancada, que también esperan recorrer grutas y recovecos de una biografía muy matizada. Que cuando se detenga la implosión atmosférica que extingue el placer, y retorne a la ordinariez de lo normal, de lo post-conseguido, la puta complejidad de la criatura estirada frente a ti, se haya enroscado y haya tapado todos esos ventanales que dan a la normalidad, a la cotidianedad, al curso ordinario y pasable de la vida.

viernes, 11 de enero de 2013

Periodismo morralla


Cuajan nombres desafortunados en la historia, uno de ellos es el que denomina una profesión: periodismo. Evoca un reloj de cuco compulsivo que saca la cabeza para largar a cada intervalo acordado, y vuelve a meter la cabeza, y ya. Como un engranaje simétrico que debe dar noticias obligadas a cada pito ad eternum. Y sin darse cuenta trastornan a su vez el mundo volviéndolo simétrico a su ritmo, que siempre se escapa de ellos. El periodismo se casa con las noticias hasta el incesto, sobándose y aguantándose de forma insana. Este ejercicio escolta y sabueso del mundo, espúreo, fracasa constantemente y los huecos se cubren con voceros, marasmo emocional, alarmismo, temas muletilla.

Al final, alguien que no ha estudiado, ni ciencias ni letras, que hace cursillos online de lo que habla, acaba dictaminando sobre los temas que los expertos dudan. Y el periodismo holligan se dedica a sustentar a partidos políticos que son la estampa vergonzosa de nuestra especie, el culmen de nuestra degradación, la estatua pública y firmada de esta decadencia, nuestro mayor absurdo comunitario. Los holligans periodistas no se dan cuenta, pero son los verdaderos garantes de la crisis económica actual y futura, calaña fina.

Pero volviendo a la profesión del hipo noticiero crónico, nos jartan de previsiones porcentuales de crecimiento, como ajo bancario que se repite, son el mero pie de foto de una crisis que no necesita pies de fotos y títulos sonoros. Sino las fotos que no se ven de lo que se coció y se cuece en los despachos desfalcadores del mundo.

Por último, la moda del periodismo estos días es pasar de hipos técnicos a una compulsión populista y proletaria. Ahora son reporteros de la miseria, denunciantes de la obvia adolescencia política, portan un sentimentalismo con el pueblo, que lo único que conseguirá es otro pie de foto que llega tarde a los sitios, un retrato de las víctimas de la crisis, ya indigno.
Pero es eso, periodismo, movimiento periódico y tardío a poner la alcachofa, ojos de la realidad poco conectados a un cerebro y la anticipación. Qué reveladores son los reportajes que van donde no está la noticia, cómo cambia un informe semanal del diario trinchado, qué sensacionalismo de la obviedad vomitan cada día los medios.

jueves, 10 de enero de 2013

Esquejes biográficos


A los sobrinos llega un momento que no los alcanzas. Son enredaderas que van pasando días-etapas a la velocidad vertiginosa de las células. De pequeños eran esas coles, durmientes, lentas, dadaístas, siempre novedad y siempre noticia aletargada.
Los sobrinos tienen su sede donde la fundan sus padres, en función pro clan más o menos facilitada. Puedes enpijamarte y enzapatillarte con ellos a diario, satélites de tu yo, cachorros circundantes de manada, jardín biográfico de una saga. O bien como hago, tener que desplazarse a su guarida lejana, vivir la discontinuidad, perderte capítulos de tu desenlace familiar. Y un día los ves hormonados, colegiales, otro con pelusa filosófica, el pavo desencadenado, o una estatura que anula a su tío. Son criaturas imparables más ocupadas que uno, inagurando todas las parafernalias pre-adolescentes, quemando procesos y pasando páginas y trámites vitales sin cese. Ya son personitas con biografía, yoes nacientes formando redes y liados en sus asuntillos. Tendré que adaptar mis visitas de tío Matt a todo su nuevo argumento vital y su proceso de individuación. Es hora de empezar a "quedar" con ellos.
En una semana triplicaré la edad de una y cuatriplicaré la del otro. Pasados 12 años, sólo la doblaré. Pero la distancia es la misma, el hiato generacional se mantiene. Cuando yo abandono una etapa, ellos destapan las fundas de los muebles antiguos tras de mí. Yo me dirijo a inagurar otras, ellos siguen la cadena.

miércoles, 9 de enero de 2013

Lo funesto


Y va una bomba y se lo lleva todo por los aires, e inflama de sangre y vísceras desperdigadas, el núcleo con más diseño y más conseguido de la ciudad. Es curioso como los terrorismos roen el corazón de las civilizaciones y se infiltran en sus núcleos para estallarlos.

Toda la perfección lisa de sus diseños, el metálico progreso inteligente que no pesa, la sofisticación zen de sus calles céntricas, el paisajismo versallesco en miniatura recién podado... tiene en el aire un virus invisible de pecado, una pátina de culpa, que cobra existencia cuando unos ojos heridos ya idos la miran. Esa orgía de progreso les infarta por dentro, y poco a poco desean implantar una orgía de estallido y sangre en la escena.
El rencor difuminado y gigante como leitmotiv, filosofía de vida. La injusticia y desequilibrio del mundo como pretexto justiciero y desatado para aplicar un animalismo rápido y bélico, parcial, caprichoso, sin miramientos a lo justo, pero igual de egoico. Con la idea de Dios atada a la pata de la silla con cordel islámico, ingrediente trapero del absoluto.

[...] Y creces, hermoso, llegas a la estepa de los 30 tras la colina de los 20, y empieza la maleza y las sombras de tanto cáncer de oídas, la jauría de las metástasis vecinas, y tu cuerpo es un candidato más ante tanta amenaza y realidad sombría...

martes, 8 de enero de 2013

Porqué los Bancos son privados


Digámoslo ya, hay forma de solventar la dependencia bancaria? La conclusión como sociedad de esta crisis es que somos dependientes de los bancos. El sistema pasa irremisiblemente por ellos y si se averían hay que repararlos como una bomba hidráulica comunitaria de oro y diamantes.

¿No será que a los tres poderes clásicos, se les suma de facto un nuevo poder? ¿No es ya el poder económico, el cuarto poder constatado? Parece fácticamente una emergencia avalada.
El gran problema de esta instancia hipertrofiada, es que está en manos privadas. Y la gran sugerencia a evitar es que se creen bancos públicos, porque sabemos que naufragan por la intromisión caciquil de la política (cajas de ahorro) y que acaban siendo un manso funcionariado en medio de la jauría bancaria.

En el fondo es juntar el capital y la res pública, delegar todo nuestro dinero a un ente comunitario en lugar de hacerlo a unas manos privadas. La cuestión es que ese ente es informe, sería una institución pública sin rostro, que debería funcionar correctamente, y si moviese casi todo el dinero del país, ya no dependeríamos de los bancos, sino del Banco Público, para dinamizar la economía - lo que viene a hacer un banco es multiplicar la economía -, por lo que vemos la gran importancia de los Timoneles. Imaginándonos la situación expuesta, nos damos cuenta de la gran importancia del poder económico, de las decisiones del dinero, y como eclipsa en tamaño al poder político de al lado.

Todos delegamos poder al "entregar" nuestro dinero a unos señores temporalmente (pero de forma crónica). Los bancos acaban teniendo el magno poder que tienen, no hace falta ser economista para verlo. Es bonita la idea de un gran Banco Público, en que el poder se delega a la comunidad, los beneficios del dinero son para la comunidad, y en caso de reparación, reparas tu banco y no el de los multimillonarios. Es tan bonita la idea como el comunismo o la democracia. El problema es que esas grandes ideas necesitan unos humanos que las dirijan, y te digo yo que aquí viene la utopía, cuando salen Zapateros, Zaplanas, Aznares y Chacones. La idea se va a la mierda, ergo tenemos lo que nos merecemos. La mejor de las soluciones peores.

En un país mejor y futurible, uno de los valores a inculcar para las nuevas generaciones, será formarse como experto de la economía para dirigir los designios del Banco de todos, en una vocación comunitaria noble. Un sacerdocio necesario y concienciado, que permita el utópico comunismo bancario. Porque para dirijir un banco, hay que saber de economía, y tener sentido común.

¿Qué posibilidad intermedia existiría para nuestros tiempos intermedios e inmaduros? Pues sólo existe una institución pública con nombre y apellidos que pueda mediar en el poder económico y total privado, el Banco de España. Que ya sabemos que no funciona, que está averiado, que no cumple sus funciones. Y sigue sin reparar, ergo seguimos sin frenos, ole.
¿No tendríamos derecho a elegir los reguladores públicos de todo nuestro dinero diseminado? ¿No nos lo hemos ganado después de pagar rescates? ¿Continúa el secuestro?
Ya por una cuestión de higiene del sistema democrático, ¿no es mejor que los torpes que nos gobiernan no elijan ellos a su supervisor preferido del Banco de España? ¿No es otorgarles un poder excesivo e irreversible?
Debería haber unas elecciones del poder económico. Personas independientes de militancia política, expertos económicos ilustres que se dirijan al pueblo y sean votados. Me viene a la cabeza el señor Abadía por ejemplo, expertos contrastados en lo suyo, con su equipo de expertos, evaluados de su sentido común por la comunidad. Elecciones del poder económico.

Luego, el Banco de España, supervisaría la actividad de los bancos privados, no de forma testimonial y superflua como ha ido haciendo, sino regulando malas prácticas empresariales y éticas, con presencia mínima pero suficiente en sus consejos de administración. La cuestión sería que todos estuviésemos presentes en los bancos privados de los que somos dependientes, para no sentirnos estafados en un abuso de poder, porque el sistema no nos ofrece ningún medio para intervenir el capricho bancario. Nuestra responsabilidad es enorme o ínfima según toque pagar o beneficiarse.

lunes, 7 de enero de 2013

Ricachón


He dicho alguna vez que una manera de sobrevivir sin mucho dinero es borrar a los ricos de la faz de la imaginación. Ignorarlos de forma supina, y que sólo existan para difamarlos. Entonces se convierten en otra raza, una especie de criaturas extraterrestres, muñecos de la imaginación que se dejan en un margen de la realidad, y sólo aparecen para atizarlos y desahogar la injusticia lotera traumática de la existencia.

Es una perogrullada decir que los ricos son la misma criatura que los pobres, pero no lo es tanto sugerir que su comportamiento sería el mismo en la piel del otro. A todos nos corrompe el dinero, si por corrupción se entiende acostumbrarse al status quo económico que toque. El dinero verde agrada cuando se toma, no es bueno ni malo, es una mera representación simbólica de un valor. No lo hacen ni una obra de arte, ni un andrajo, sólo un cuadro arreglado y suficiente con colores de dinero, sin pretensión artística. La factura de los billetes es cosa de economistas y banqueros, con un alma de Le Corbusier siempre detrás. Pero esa eficacia del dinero es una tentación y tiene gravedad de astro, a menos que te castres la ambición y con ella la inconformidad y tu esencia de superación.

La única motivación más que razonable de su primera acumulación no es otra que la secular confirmación de seguridad. A todos desazona la falta de seguridad económica, saber si no nos faltará la comida, si alguna vez dormiremos en raso, si podremos mantener a los nuestros. Cualquier persona cabal funciona con este "rinconcinismo por si los acasos". Muchas veces ese baremo que amarra nunca es fijo, y a mayor neuroticismo, el rincón puede acabar siendo un bastión esquinero a prueba de cracks y crisis multiseculares. Que no me diga Rockefeller que hacía rincón para los suyos, porque hizo para varios siglos de suyos.

Pero hay un principio sustentador que modula esa motivación última de acumular bienes. No es otro que el hábito. Todo a lo que nos hemos acostumbrado, intentaremos mantenerlo. Si partimos de una infancia holgada, y nos tocaron unas comodidades, lucharemos por mantenerlas. Si en la lucha por su obtención post-adolescente, encima nos viene un plus de mejora económica, tardaremos poco en acostumbrarnos e intentaremos no perderlo. Esto, curiosamente, no tiene nada que ver con nuestra consecución de felicidad. Siempre vamos a tender a poseer más riqueza que nuestros antepasados, progreso mediante, pero eso de la felicidad es otra historia. Ricos lo vamos a ser cada vez más, incluso con crisis de por medio. Desgraciados no lo sé, depende de más grupos de cifras.

Si a cualquiera le dan a elegir entre ser rico o pobre, como mínimo diría "deja los millones ahí", yo sigo de pobre, pero déjalos por si las moscas si me das a elegir. La quema de dinero es un fenómeno raro raro. Y a cualquier persona - a menos que esté colmada de satisfacción, cosa que no suele durar mucho - el tener más dinero no le molesta. Para que lo tenga otro, y haga burradas como aquel, dáme y ya lo administro yo.
Después el dinero es una cera entre las manos muy voluble, engañosa de tantos ojos números fijados. Es escurridizo y dudón a la vez. Transfigura como un fogonazo para los ojos de los que miran. El dinero es una sustancia, otro estado físico, un resumen malo de la película ésta.
El dinero escaso no es dinero, es pan y sueño, la mejor inversión. El dinero restante de arriba sí es dinero, ya comienza a ser ocioso, especulable, ya se puede empezar a infectar, tornarse obeso, importante de sí mismo, hasta creer en el lujo, el homenaje fastuoso de un yo. Todo dinero fácil, el que nunca ha sudado, sabe él mismo que tiene truco. Que en la vida hay un baremo cabal entre dinero y entrega, un sistema monetario de la felicidad, y que cualquier chollo de la vida lleva su rabo de tristeza postrera adherido.
La gratuidad no la inventa nadie, permanece sólo si nombras el "gracias" y no rompes el hechizo.

Mourinho es mala persona


La maldad. Se puede nacer tarado, o crecer maltratado, y de mayor ser una bestia parda que agrede las convenciones humanas de forma flagrante por hábito.
Pero también se puede haber crecido con un maltrato disimulado, haber sido un niño invisible, sufrir descargas de frustraciones sin que nadie se de cuenta. Entonces al chiquillo no le ha quedado otra que disimular también, seguir el redil de la educación, ponerse a escuchar y aplicarse, hacer ver que es un niño normal porque la situación no ha dramatizado ni anunciado nada. No se va a delinquir, ni flirtear con drogas en las pellas, no se siente un proscrito, y su vida cree que todavía cotiza a un valor suficiente como para probar la academia de grandes vuelos. Aparentemente, al final será un niño acabado como el resto de civilizados, pero la tragedia viene por dentro.
¿Qué pasa cuando tus padres no te quieren, pero optan por mentirte, jugar al despiste con el tema? ¿Qué sucede con tu vida cuando tu infancia ha acabado en concluir que tus padres te desprecian, pero los muy hijos de puta han sabido poner todo el ruido, disfraz, e impostura, para tapar todo ese rechazo? Ese mínimo cariño, por no quedar mal, por agradar a los demás y tú ser destinatario comunitario de rebote de afecto, pese a morar la misma cabaña, origina Joses Mourinho, Fideles Castro, Pol Pots, los grandes sociópatas y manipuladores de la humanidad.

Son escoria traumatizada que no tiene un paradero marginal, sino que afluyen a la normalidad social y con su astucia consiguen trepar a la élite. Llevan toda esa herida interior, un escarnio infantil sin denunciar que no transpira y acaba siendo una conjura personal. Ese desierto de amor propio, de tristeza negra y biliar, se topa lujuriosamente con la pequeña luz de su inteligencia adolescente. Y entonces empieza la bacanal del orgullo. Han encontrado su fuerza. Todo ese bullying que les ha dado la vida, se va a detener porque ya saben como agredir ellos. Lo que pasa es que es una inteligencia media, no da para ser ingenieros aeroespaciales o físicos cuánticos, con su astucia tendrán que vapulear a los ultras de la estupidez, y tendrán que trabajar en la sombra para llegar a manipular al resto. Como si existiese una inteligencia oral y directa, y otra escrita, preparada en casa, entrenada. Como el que prepara una argucia, una obra de teatro de la realidad, y luego nos la emplasta como si fuera espontánea para pillarnos a contrapie.
Todo viene de una ansia de dominación bárbara, de una frustración vital honda y de alma infantil destrozada. Son niños soldado de la maldad, siervos de ella, porque necesitan como agua de mayo recuperar un ego lastimado que siempre va de bueno, pero no pueden ser más que un monstruo bulímico de reconocimiento. Pasarán por encima de cualquier principio moral, y siempre ofrecerán una teoría disuasoria para su mal. Siempre se quieren justificar y optar a la gloria total.

Defienden y sostienen chapuzas de la realidad durante años, se llamen comunismo, Abrahamovic team, Etoo lateral, o el Madrid antideportivo. Y al mismo tiempo nos venden que ése es el ejemplo a seguir, son capaces de ser los Mesías del mal con tal de que su mente siga ufana de conocerse, todo por la satisfacción de grandeza propia, una ebriedad enferma y febril, borrachera incontrolable del yo, como unos yonkies del poder absoluto.

sábado, 5 de enero de 2013

El legado de Johan


Johan Cruyff no sabemos de qué tribu venía. Es una criatura que irrumpe, tal como se saltó la valla de Wembley tras el gol iniciático de la gloria del Barça. Salta una zanja, en su modo de hacer silvestre, salvaje. Salta un despacho, una institución, y suelta su aforismo de granjero holandés. Es más, saltó un palco en los ochenta, y bajó al césped en pleno partido, desautorizando al bueno de Beenhakker, soltándole consejos tácticos en el mismo banquillo.

Es el Abraham ateo del barcelonismo, el que trajo las tablas de la ley del toque, el descaro. Su locura, la irreverencia de jugar con tres defensas, una batuta enclenque de Sant Pedor, un mago danés lento y flojeras, un guipuzcoano narigudo e invisible que no veía ningún defensa, un pucelano discreto de pantalón subido, aún más intangible, profeta del dios Sergio Busquets. Un enano musculoso de Tolkien que pasaba la pelota siempre para atrás, y se elevaba a los cielos de Kaiserslautern y media Europa, siendo el núcleo de acero en la medular, y capitaneando con su garra el plantel de talento natural, que siempre es una cosa tímida y blanda.
Johan fue un viajante naranja que vino para quedarse y trasplantó el tulipán de locura que no tenemos en Barcelona. Patentó el portero pasador, buscó centrales hábiles, y encontró a uno de pelo pincho, artillero trascendental ahí detrás.
Su hocico olisqueaba peloteros y repudiaba el resultadismo. Convencido de que el fútbol era una cosa natural de la granja y las plazoletas, confiaba en la cantera como quien siembra su cosecha de tomates. Este es uno. No tenía miedo a perder porque no le importaba eso. Se encontraba con las victorias en la madrugada de la vida, tras bailar toda la tarde en Atocha o el Manzanares. De la vida le importaba la vida, su espectáculo, los marcadores luego eran esos únicos 3-6, 4-3, 2-5...
Reclutó a dos carrileros de la cantera, enanos y recaderos centellas. Confío en un profesional Amor, que fichaba cada tarde y se llevaba luego copas y toneladas de apego a casa. Eclosionó el equipo el primer año de gloria con un Goiko extremo que no sé porque no fue finalista a Balón de oro ese año - venía de Osasuna tal vez. Se sacó de la manga a un zíngaro búlgaro, maleducado, todo cojones, temperamento del silencio mágico de Laudrup, Eusebio, Amor, Beguiristain, violencia compensatoria del alma blanca del equipo. En el arte no hay colores odiados. Se aseguró la maquinaria con una hábil suplencia de Salinas, el esquizodelantero genialpatán y entrañable.
Instauró el fútbol total que comemos cada día en Barcelona, y hasta creo recordar que en un momento dado O baixinho vino a hacer unas cosas por aquí que no he visto en la vida, funambulista sobrio del gol.

Luego el Tiempo inventó ese aparato metrónomo y posición única que es Xavi, con las mismas pautas de físicos débiles y limpieza de agresividad, la justa, post-rexachiana, sin un estrés que no los eternice año tras año, exhibición tras exhibición.
El Barça es una feria perenne de fútbol. Con la monstruosidad de Alves, el defensa-delantero, de raya a raya; el dríbling sosegado y/o perfecto de Andrés Iniesta, otra cumbre del fútbol; la intangibilidad de Sergio Busquets, el rasgo de excelencia indestructible del equipo; la humanidad y elegancia de Pep Guardiola, orgullo nacional, que pone las dos mejillas porque la vida se lo ha dado todo y es de bien nacido ser agradecido; y Lionel, Messi.
El ser superior.

Pero el precursor de todonfue el loco de Johan, el que se saltó el amarrateguismo secular con su temerario fútbol espectáculo. Pasamos de celebrar una mendrugosa y rancia recopa en Basilea, a jugar con once canteranos campeones del mundo y tener a tres de ellos en la final del Balón de Oro... qué grande eres puto holandés!

Las sectas adolescentes


Una de las manifestaciones que desencadena el género femenino de nuestra especie da canguelo. El fenómeno fans constituye el momento en que la personalidad adolescente pasa de tener la consistencia de un flan, a fundirse y ser papilla psíquica.

Encumbrar al pintamonas de turno como la luz de su día, por el fundamento supino de que "es que es tan guapoo". Es que, es que, verbo ser + pronombre que sustituye al todo y la nada a la vez, sintomatología de un síndrome compartido con los padres. Podrían robar sí, o asaltar a punta de pistola. En este caso chillan de histerismo cuando su pintamonas abre la boca, o emprenden una cruzada si el resto del mundo opina que su ídolo es vaho.

Es un lunar en la vida de alguien, un regalito de los padres, que nunca se marcha. Yo fui fan de Loco Mía, de hecho dejé Argentina para venirme a España por ellos, oí helado una vez. Lo siento chica, yo no puedo darte lo que tú necesitas, no tengo acceso a un arsenal de pastillas psiquiátricas vitalicio.

Eso sí, nunca un eufemismo borró toda la mancha. Tengo una personalidad fanática y papillista, se me va la pinza y fantaseo en colores, pero sólo soy fan, mi tío se carga gente, pero sólo es ase. Clubs de ases de fin de semana. Los padres, contentísimos de que se forre la habitación y la vida con el careto de un semidios americano de 15 años mascachapas. La productora, tirando del anzuelo como locos y aprovechándose de las miserias psicológicas. El libre mercado, hasta las últimas consecuencias. Y las adolescentes, chupando compulsivamente ese ídolo como si se acabase el mundo, esnifando pegamento del bueno, y pasando de un futuro adulto, por la puerta de atrás.

viernes, 4 de enero de 2013

Día 1977 de trading


Fui a parar a los mercados de bolsa de rebote. El rebote son todas esas trayectorias vitales que salen de los 23 a los 28 años disparadas de su destinación. He vivido ocho años - el tiempo de dos legislaturas - en un rebote profesional que a veces parecía muy definitivo. Me he mantenido en esta casualidad biográfica porque me permitía ser libre, a menudo demasiado. He permanecido porque al final de todos los sudores y montañas rusas, siempre había la experiencia de un viaje.

El trabajo en sí es ser puta de los bancos. A ver, entendedme, este mundo ya es un prostíbulo planetario de los bancos, y cada cual es una putilla a su merced. Si a una comunidad le da por ir a dejar todos sus dineros a un "ente" del pueblo, una entidad, encima avariciosa, qué poder vas a tener si has delegado tu cuota sin darte cuenta. Ya eres una putilla más de los bancos. Mucha humanidad se debe tener para representar a un pueblo en la política, pero más aún deben poseer quienes acumulan el dinero de los trabajadores. Las guerras tienen sus botones ahí.
Al final la mayor violencia que un ciudadano de a pie puede efectuar contra el sistema, no es manifestarse, ni ejercer su derecho a voto, ni acampar en medio de la calle, no es otra que guardar sus dineros en casa. El gran monstruo moriría de esta forma tan tonta. El hueco de debajo de la baldosa es el agujero negro del capitalismo. Ése es el verdadero Antisistema.
A ver, leamos el periódico del día, y dejemos de ir de ingenuos...
El partido republicano de EEUU se niega a subir los impuestillos a los que ganan un cuarto de millón de dólares y pelea hasta ceder en que sólo afecte a los que casi ingresan el medio millón. Mi Jaguar contra tu dolor de tripas por comer mierda. Después llamarán enfermedad a los homosexuales, y creerán en su Dios de mierda, pero con la otra mano joden el mundo y lo mangonean a escala planetaria. ¿Quién es el tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?

Entre medio estamos todos nosotros como masa, bregando porque a pesar de todo confiamos que todo esto acabará bien, que es como apostar a que el ser humano al final es bueno y decente, y lo de las preferentes junto a lo de las cámaras de gas a los judíos son deslices.
Pues bien, después de esta perorata vanguardista de pueblo, prosigo con mi herida interior. En el contemporáneo imperio romano bancario yo he tenido que pasar más de mil días en el ojo del huracán capitalista. Y puedo concluir que es un nido putrefacto de corrupción. He tenido que convivir, cibernética y realmente, con todos esos bancos de inversión de sedes en rascacielos fálicos y obvios. Convivir aquí es competir. Me han pisoteado por activa y por pasiva, se han reído de mí en la jeta y en el jato, han practicado la crueldad más cuidada, porque su tarea común es el abuso. Un pececillo vecino de tiburones blancos tarde o temprano es comida, por mucha alma de plancton 007 que acumule. Entonces suena una música lánguida, la realidad se vuelve en cámara superlenta, y se ve la carne del pez despedezándose en la dentellada del tiburón, hilos de sangre que parecen acompasarse al ritmo de la música, y el ojo del pez quebrado en su última mirada de 007 del plancton.

Ese soy yo, hola. Soy un ser abusado por los mercados, como todos, pero de forma no mediata, hostiado. Los Ceos de Wall Street hoy desayunan mi inestabilidad. Me han derrotado, han ganado, como siempre. No sé si ayer fue la última batalla, pero el momento y la historia quedarían muy dignos así.

Y ahora dos montañas se ven en el horizonte, o el hambre o la literatura.

jueves, 3 de enero de 2013

La costra de la genialidad


Publico los escritos como posts, con cierta urgencia, porque es la manera que los textos se mantengan frescos y turgentes como un vegetal. Dejarlos en un cajón rompería esta mínima cadena de frío y podrían arder en el apolillamiento. El aire del público lo evita, cierta brisa del desafío. Así, es una forma de escribir de cara a alguien, y no un ejercicio de cueva anacoreta, cavernícola y divinamente espúreo.

Una de las mejores consecuencias de la experiencia con las 150 obras de Umbral es la vivencia de los límites. Como recurrir a buscar cuántas palabras tiene el castellano, aproximadamente cien mil, y ver la escritura en tales perspectivas bestias.

La costra de la genialidad. Un autor joven debe nutrirse de esa capa todavía no seca del todo, que han dejado sus predecesores artísticos previos, casi inmediatos. Las más antiguas pueden ser geniales, pero mucho más difíciles de transmitir en este paso constante del testigo lírico en la Historia. Hay lapsos, hiatos, deformaciones del mensaje, mediatez secular, frente al mensaje actualizado y vívido de los últimos.

[...] Cuánto tiene de mecanismo engranado nuestro cuerpo, de compuerta, esclusa, reloj de pared. Le cambias las variables, una dieta por ejemplo, y a las horas notas la cascada de adaptaciones que se obran a la que llegan los cambios por el engranaje inevitable. Es la parte aburrida de nuestro cuerpo, su cola pesada. O será la edad, y la pérdida de virtuosismo del cuerpo, menos disimulado.
Entiendo la voluntad de relojero de los escritores (no cambios, no meteorologia, no estaciones en la semana).

miércoles, 2 de enero de 2013

Yo últimamente soy muy Suri


Ya hemos pasado por todos los arcos oficiales que sellan el fin de un año y disparan el otro, la última gran curva del calendario. Ya han transcurrido los siete días de fanfarria de clan. La semana en que los caladeros de gambas diezman y ven la extinción de cerca. Un indígena de tierras remotas podría concluir que nuestra Navidad es una reunión de clan en época gélida para comer todo tipo de gambas y crustáceos, mientras la abuela se descojona en su silla con una copilla de más. El compañero de faenas de Forrest Gump, Bubba, sueña desde el cielo poder reencarnarse en familia española y darse a las gambas.

Del comportamiento mimético no se habla mucho. Cuando la conducta de otras personas se nos cuela involuntariamente en nuestros registros, e imitamos a alguien espontáneamente. Algo así como ingerir gestos y entonaciones de los otros, por mero gusto.
Yo últimamente soy muy Suri. Para los que desconozcan la palabra, los Suri son una tribu primitiva del sudoeste de Etiopía que están haciendo un intercambio con una familia bética de otra tribu de Sevilla, con el canal Cuatro por medio.
Actualmente han dejado las chozas y pasean por Triana y van al Benito Villamarín, saludando a la gente con 'musho betis mi arma'. En una meseta etíope, tras un rif y algunos antílopes, se esconde en la casa de Tambaru, la peña bética Suri. Y bien, recorres cuatro mil kilómetros, te alimentas de sangre de ganado, te escarificas el pecho, y fundas una peña bética Suri. ¿Qué vas a hacer si no?
Dejando a un lado si los estrafalarios son los españoles o los africanos, es un deleite poder ver en el salón de tu casa esta colisión pacífica entre siglos y formas de lo humano. Llama la atención ver lo seguros que están de su civilización, cómo defienden su status quo colectivo y lo críticos que son con el bautismo en nuestras tecnologías. Un mundo transfigurado es siempre un mundo hostil, porque emocionalmente no tenemos en él ningún anclaje, es un planeta arrasado de sentimientos. Bello, inhóspito, frío, un grado de calor humano forma una radícula, y el vegetal que somos puede llegar a asentarse.

Me gustan sus juicios metafísicos lacónicos. Los Suri son gente que apostilla. Han flirteado con un artilugio último modelo que contiene derivaciones de la física cuántica más sesuda, y al acabar se lo cargan con una frase segadora y definitiva.
Más allá de los mecanismos de protección que puedan surgir al aterrizar en la modernez superlativa, me asombra su serenidad y seguridad. No se les ve recular, ni una renegación a lo suyo. Se mantiene su orgullo colectivo, más firme creo yo que nuestras identidades, siempre dudosas, hesitantes.

De alguna manera me he ingerido esa seguridad, se me ha pegado caricaturescamente ese estilo lacónico y definitivo al expresarse. La autoridad superior de la figura de Arbula frente a Rajoy, o la simpatía y gracejo de Tambaru, el pastor flamenco.
Antes ya fui Mentawai, y empleo "maeru" como sinónimo tropical de "bueno". Me sale como registro cómico, con la pronunciación onomatopéyica que los Suri hacen para resaltar lo extraño. Pero lo cómico es el amante más fiel que siempre va a estar ahí.
Son como un testimonio que existen formas de lo humano, en mundos dispares pero escalables, que sobreviven sin ese gas que es la duda y que acaba siendo atmósfera. Tribus mucho más resolutivas que la nuestra que se niegan a pagar el precio de la diletancia. Determinación o indeterminación, saber encontrar el punto de reposo a lo energético sin pasarse. Y con ello, clan, colectivismo, estupidez de la individualidad, fricción social vigorizante.