miércoles, 15 de diciembre de 2010

La crisis contemporánea de lo simbólico

En épocas pasadas más litúrgicas, cuando la silueta del mundo estaba más difuminada, su esbozo hecho a trazo más grueso, lo simbólico era aquella bisagra que permitía ocupar y encajar en esos espacios inciertos. El símbolo tenía más demanda y una función más definida. Por ejemplo, la sexualidad entendida como símbolo copaba cuasi en monopolio la significación de entrega en una pareja.

Hoy en día puede ser que no sepamos a dónde vamos, pero el mundo se nos presenta más definido, el dibujo de todo más sofisticado, y el trazo fino y al detalle. La arborización del mundo se ha ramificado en definición con el pasar de los años, desde nuevos materiales de construcción a gigas, megas y teras; lecturas del código genético; y hasta una gama de krispies, frosties y all-brans que supera la imaginación. Por suerte, todos somos más científicos queramos o no, pues hay una ciencia que se come, que te la encuentras, que la consumes. Esa ingesta, inevitable, es una incorporación de ese mundo al detalle de trazo fino contemporáneo.

El símbolo se ha ido excretando por vía natural, un destierro de lo que tenía algo de superticioso y a la vez mágico, pues se vertía en él una energía psíquica importante. Que se agoten los símbolos no es bueno ni malo, es otra forma de funcionar psíquica diferente.
Los símbolos colonizaban los instintos. Territorialidad, sexualidad, supervivencia (vía ultratumba). Aquellos interrogantes perpetuos encarnados, que son como un cable de alta tensión pelado, sin resolución chispeando, en el aire.
El patriotismo también es un símbolo por cierto, un asidero mental donde descargar esas tensiones. Otro tipo de atajo más fuera del sendero de la racionalidad, para llegar antes a un sitio y quedarse, ajeno a evoluciones.
Pronto, los símbolos serán de pobres.

sábado, 30 de octubre de 2010

Montaditos metafísicos

El drama como concepto filosófico.

La eferencia dramática (expresividad), y la aferencia dramática (existencia dramática per se).

Próximamente en sus kioscos cibernáutikos.

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Las brochetas filosóficas.

Polares de a dos, trinitarias o trifásicas, cardinales de 4. Añádele tú la cebolla o el pimiento verde.

La factorización nunca es definitiva y tiene de arbitrario.

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[a desarrollar]

jueves, 28 de octubre de 2010

Y si por un avatar (post clasista)

Y si por un avatar, menos azul e igual de complejo que la película, mis huesos hubieran acabado en la profesion de albañil?
De ahí nacerá mi próxima novela que muy probablemente nunca terminaré.

¿Qué podría más, el espíritu minero y grácil de Antonio Molina; o la asfixia de una condena, demasiado parecida a llevar un peso encadenado a la pierna, a la espalda, a los brazos... buena parte del día ¿Cuánto redime el garbiño?

Las rendijas post-tajo ¿airearían suficiente? ¿Sería tan necesaria la introducción de más y más personajes en mi vida: churumbeles, parienta, amigos de dominó ruidoso al dejar ficha, patriotismo zaherido, y un abono al chinchón o a otro boxeador con igual pegada?

Mis predecesores o antepasados, tenían como el doble o cuádruple de posibilidades de serlo. Las mismas de un magrebí que aterriza en Espana v. 2.011.
Pero digo que debe ser pobre estancarte de albañil toda la vida. No salpimentonar los ojos con espíritu/ actitud, científica. Un poco de romanticismo al fin, pues la ciencia nace en el riachuelo del romanticismo, versus leitmotiv: http://www.noprogresar.com/ y nunca promocionar, etc, etc.

Aunque supongo, que todo depende mucho del pentium que te ha regalado el avatar. La vida son ventajismos, presupuestos arbitrarios a 30 días -o meses- de la fecha de las facturas que se cobra.
La partida del físico, la inteligencia, la valentía, las rentas en definitiva, que compensan la putada de una nariz sepultavidas o de un anonimato flagrante y absurdo, también sepultavidas.

¿Qué creeis que os sepulta la vida, con la mano en el corazón, y que os la airea y revifica?

viernes, 15 de octubre de 2010

Las tres faces de lo humano

La bestia, la frívola, y la filo-sófica...

[próximamente en sus pantallas tft]

sábado, 2 de octubre de 2010

Manufacturas

Callejuela adoquinada, colmado entrañable de madera y letrero modernista, frente a plaza de época con fuente esculpida. Transeúntes en trajes clásicos, chalecos, relojes de bolsillo, bombines y bigote. Imagen con polvo en calle, colmado y transeúntes, polvo del pasado, de la memoria, el polvo que cubre lo irreal.

Cuando paseamos por nuestra ciudad, y ella todavía contiene guiños a ese pasado, pequeñas zonas (adoquines, colmados, esquinas, callejuelas...) que al verlas, nos permiten reconstruir el pasado desde ellas, instantáneamente se forma con la imagen una punzada de nostalgia. Épocas contenidas en fósiles de la ciudad, de tiempos que ni siquiera vivimos. Esa nostalgia nace de nuestra filia humana e imperecedera a lo artesano. El pasado era mucho más artesano. Las cosas de piedra, las ropas, las luces, la urbe incluso, tenían unas manos detrás. Anónimas, pero ver esos adoquines, colmados, estatuas, es ver también unas manos detrás. El pasado nos resulta cuco, el pasado nos resulta más cercano, cercanía humana.
Los tiempos modernos, nos muestran detrás una máquina. Maldito funcionalismo. Los edificios de hoy en día son menos humanos, y más de lo otro. Es una estampa de la autoría de hormigoneras, fresas, tornos y apisonadoras. Las manos fueron cortadas.

Los que vengan detrás puede ser que tengan la punzada con nuestros edificios y calles, por ver en ellos más torpeza, y eso también es olor a manos. Pero a nosotros nos saben insípidos, si buceamos un rato por esas calles góticas, si compramos en un colmado del pasado, o si nos imaginamos esas vestimentas ingenuas y pulcras del que tiene una cita por primera vez con una ciudad. Queremos artesanía y manufactura diluidas en nuestras vidas.

Escritos en servilleta (DT)

.... ahora arrejunto. Cuando el cerebro está parturiento. Luego regreso a ese apunte, huella magmática, y brota el lenguaje apropiado. No es posible regresar a ese país de la inspiración. Pero le robamos un trozo en forma de apunte. Su postal. ...

Miniaturista y veterinario (El palpador de posts)

Podría existir una figura más allá de la del crítico de arte, la del palpador de obras.
Alguien cuya precisión fuera la del que toca, examina, huele, lame. El que se inmiscuye dentro de la obra y se confunde con ella, como un veterinario avezado.

Podría oír respirar a los escritos, porque hay un momento que se hinchan, y otros que están turgentes, redondos en sus justas palabras, en capacidad plena de ilustración. Cuando se hinchan hay algo de relleno, meandro, menos inspiración.
Y acariciría su aspereza cacofónica, o su liseza eufónica. Porque hay textos que carraspean, y textos limpios como el mármol. Hasta lisos y afortunados, como la piel de un niño.
Y notaría los textos tísicos en su auscultar, aquellos con ritmo inconstante y hasta aleatorio, en contraste al palpitar agradable e insonoro de un texto constante y fibrado.

Una figura que aspirara e inhalase los precipitados de los artistas. Que pudiese extraer un pentagrama de un texto, que destilase la musicalidad en alambique. Un animal que encima imitase luego al autor, después de haberlo sorbido, y hablase como él. Que lograse quitar todos los parapetos que representan una obra, y desnudase al autor que se esconde detrás de ella. Un noqueador de autores en diván. Un científico, animal y empequeñecedor de arte. Miniaturista y veterinario.

Un ser mitad persona mitad obra de arte. Un erudito de la nada. Un centinela de la lucidez.

viernes, 1 de octubre de 2010

Post cuatro estaciones

unoEl escritor podría ser definido como una garganta inflamada de material candente.

dosEl Último de la Fila aparte de construir canciones, construyeron cuevas en nuestro imaginario cultural, recovecos repletos de su música, grutas muy personales rasgadas, donde todo es una evocación a ellos como un estilo tremendamente personal. Fueron músicos singulares, nada incluídos en la pluralidad.

tresSi en un lugar de la Mancha lo que escribo fuera publicable, cómo serían mis lectores, y por ende, mi obra objetiva gracias a ellos, contrastada, humaneada? Pues Demoscopia se basa en el “caso Carmen”. Mi única lectora, más allá de mi novia y mi can, la que ha superado la prueba de adherencia a un blog, es suficientemente masoquista para meterse en mis grutas, tal que ella las menta de abstrusas, para mojarse los pantalones en pantanos pringosos de verdadica, postcristiana aunque no lo sepa como todo yo, con mi pluma (en su concepto umbraliano expuesto en Mortal y rosa) para Dios, tema recurrente sin quererlo, con mi defecto de predicador, de prescriptiva, y mi calado filosófico, como algo que ya forma parte de mi barco una vez ya saliente de los astilleros de la vida. Rara avis, sí, eso lo sé, rarico soy un rato largo. Mis lectores serían una minoría de extraviados y/o excursionistas, como ustedes lo prefieran. Trascendentes como el mendas, que parece usar reloj cuántico, sin segunderas ni minuteras, mi tiempo lo hago espeso.

cuatroVenenos y elixires. Me sigo cuestionando por qué están prohibidas unas determinadas sustancias llamadas psiquedélicos, y por qué mutar una pequeña parte del cerebro está terminantemente prohibido para el común de los mortales. Los fármacos mutan partes del cerebro y de otros muchos sistemas, pero ese mecanismo somático al que podríamos poner un círculo y señalarlo, no está ilegalizado. En cambio, el círculo somático en cuestión, la cascada de relaciones neuroquímicas de los psiqudélicos, sí que es territorio indio y sí que las neuronas se vuelven malvadas y dignas de régimen carcelario en Carabanchel.
CuatroBeEl tabaco. ¿Realmente es cierto que los cigarrillos contienen sustancias adictivas como dicen? Por qué... ¿Esas sustancias no caen por azar en la fábrica de cigarrillos cada segundo que una máquina produce una cajetilla no? ¿Puede ser que unos misántropos las añadan por intereses materiales no? ¿Pero eso lo supervisa el Estado en cuestión no?
Ahhh, que todo vale si en la cajetilla emplastan un cancerazo de pulmón con necrosis y como te sugieren que fumar acaba matando, no? Ahh.
Caramba. Qué curioso.

martes, 28 de septiembre de 2010

Rousseau el adivino

Las principales naciones de Europa, y por ende del mundo, se han dedicado a:

a) joderse dentro de ellas con el feudalismo opresivo porque no podían salir a ostiar fuera con impunidad, todo ello patrocinado por un cristianismo de abades obesos.

b) una vez que cogen un barco y topan con tierras vírgenes llenas de indígenas vulnerables, coserles a ostias, explotar los territorios, y hacer del colonialismo escuela. Con un cristianismo capitalista de spónsor, para purgarlo todo.

c) una vez que el curso de los siglos, los expulsa, y hace que los colonos se crean otra nación que su madre patria, se parten peras, y Europa vuelve a ser lo que fue, una Europa original pero ahora reducida.

d) fase cuatro, puteados como están todos por haber perdido cada cual su imperio a las puertas del siglo XX, y hostigados por el cansino de turno, Alemania, el estado peor encajado geográficamente en la carrera europea, que para salir a colonizar ha de dar codazos a lado y lado, y siempre llega tarde... se empiezan a dar mamporrazos bestiales el uno al otro. Con un segundo round, que continúa la tradición colonialista de ideología podrida, con un todo vale sanguinario, en este caso, alemán, goyesco, y, nazi.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Spot

Calle de la Inspiración, número tres: solar deshabitado.
Malas hierbas como barba dejada crecer, pueblan el suelo.
Malas vidas, como barba dejada crecer, abortan por las calles.
Un cielo con capota de nubes, me cuenta que cierra todo el día.
Al dios de los madrugadores no le sonó el despertador.
Hoy parece hacerse una película recia,
un hipo del invierno en el otoño.
El solar se convierte en tundra, la tundra en Siberia,
y tras ella hay un supermercado del Lidl adosado.
Obama canta flamenco, o Messi toca el violín,
reza la publicidad del mundo...

Qué lindante es la publicidad de la literatura y del arte, y cuántos miles de kilómetros les separan en su desembocadura. El ingenio en pote y con etiqueta, la astucia alistada en el ejército de una marca, el arte bastardo que trenza genialidades para gritar Compra!.

Artista y publicista van al mercado, a vender sus ideas y sus palabras. El segundo va arropado y esponsorizado por una multinacional, el primero es más el pintor que trabaja en su buhardilla. A un publicista no le toca otra que transmitir la verdad de un arroz, un todoterreno, o la bondad de un banco. A veces tienen la suerte de dejar la hipérbole. Otras veces alquilan su potencia mental. La marca les alquila para hacer ingeniosa a la marca, transferirle unas propiedades intelectuales que no tiene. El producto se vuelve simpático, gracioso, potente... porque un publicista ha sabido adherirle unas cualidades ajenas de ingenio. Y a nadie se le puede negar en este mundo, el intentar ser simpático.

En las redes de la publicidad caen todos los personajes públicos. Parece que por más kilos de billetes morados que se gane, nadie dice no a otro fajo más. Sueldos obscenos de deportistas y actores no importan a la hora de hablar bien de un banco, una marca de relojes, o unas natillas. No vaya a ser que suban los precios del Lidl, que no llegarán a fin de mes.

Publicidad y arte son dos bandos que a veces intercambian soldados. De una carpa y campaña publicitaria, se pasa a una tienda de campaña a la intemperie. Porque los que escribimos, profesión individualista y solitaria donde las haya, nos gusta dramatizar con nuestra vida a la intemperie. La intemperie cósmica, aquella a la que nos sometemos, pudiendo tomar una caña en el bar si nos gustase.
Un publicista es un optimista de la vida centrado en un producto, con unos cuantos billetes en el bolsillo, para pagar la luz y el agua los próximos años.
Un artista es un desgraciado, que responde a una llamada de la vida, y se compromete a ser transistor de una verdad nueva, aprovechando el engordamiento de su autoestima, y un posible abultamiento de su figura y su cuenta bancaria.

lunes, 20 de septiembre de 2010

No veo tan mal prohibir la filosofía

Para que la mente desconecte, para que apague el motor y se ponga a dormir en un área de servicio, no hay cosa mejor que los saltos de ski en año nuevo, las carreras con sonido de mosquitos de F1 los domingos, y una clase de filosofía de bachillerato dada por un profesor que se está escuchando el ego. Es como tener la tele o la realidad encendida al lado, pero no prestarle atención más que de rebote, como un eco del tedio, cosa que contrasta respectivamente, con la resaca que condensa la víspera del festejar el final de un año, las ganas de vivir un domingo de asueto después de la F1, o el embotellamiento que sufre el adolescente a su vida desbocada torturado por un predicador de la tontolidad de la razón.

Este post va en contra de la filosofía. Acabo de volver a ser adolescente, recién despertado, escuchando una entrevista a un catedrático de Estética, Rafael Argullol, sobre lo que dice en su nuevo libro de 1200 páginas.
Y es estéril. Eunuco. Con toda la pólvora explosiva de la creatividad muy mojada. No se puede ser catedrático de estética si no eres poeta cuando hablas. Si repites, y pisas, y te mueves, por conceptos manidos de los otros. No tienes casi nada que aportar.
Pero este virus del eunuco filósofo consagrado, está muy extendido. Cualquier mequetrefe intelectual que ha llegado a profesor universitario en la facultad de filosofía, que sigue haciéndose pajas mentales, en una secta de caníbales de mentes, te acaba haciendo unos productos culturales tan largos y con tan poca realidad en ellos. Lo que pasa es que están disfrazados de alturas, jalonados de abstracción que rebosa. Pero eso es mierda pura. Y es así de malo, por la precisa razón, que al leerlos, al oírlos, son megalómanos. Ellos piensan que están hablando de las últimas verdades, las más importantes, las primeras de paso. Y se les escapa ese narcisismo connatural de filósofo, asqueroso, que se cree salvador de los demás por el medio de su razón.
Precisamente por ello me dan pena. Un literato más bien escupe una serie de verdades, sacudiéndose, dejándolas ahí, con muchos más kilos de realidad, sin la cobardía alpinista de la abstracción. Los filosófos parece que se suben ahí arriba de arriba de las tramoyas, y te hablan desde ahí, ehhhhhhhh chillan, que estoy aquí mozo, con Hegel, Kant, y Heidegger. Porque también está esa veneración santera a la ristra de filósofos oficiales de la historia.

Un filósofo es un ser desgraciado, que un día se perdió por los vericuetos de la razón, un quijote absorbido por la abstracción, que abstrae mal. La filosofía es un mal hábito que debe dejarse, si se quiere no acabar siendo un jubilado que hace maquetas de monumentos con palillos creyéndose que resuelve los problemas de la humanidad.
Un puto loco vamos.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Abdominales de amor

Todos nos quejamos de lo complicado que es el amor y lo clamamos repetidas veces a lo largo de la vida... y pongo sobre la mesa: ¿no será que estamos mal entrenados, mal instruidos, que nos han enseñado mal?
Porque, cuando se aprueba justeras, que yo sepa, siempre un mejor profesor de repaso ayuda.

Puede ser que antes, los que nos enseñaron, sólo se examinaban una vez en 50 años, y encima el 3´8 valía como nota. Que en ningún lugar se oyó, que la evaluación pasaría a ser continua, y quisquillosa.
Esos amores cerrados a cal y canto de antaño, de acero muy oxidable, ocultaban más que enseñaban a los cachorros que traían consigo. Antes no hacía falta amar para estar juntos, hacía falta casarse.

Pero los diques fueron estallando irremisiblemente. Hoy en día todos somos presidentes del amor, antes se era funcionario subalterno de él.
¿Pero en qué nos podían haber entrenado? ¿O qué deberíamos entrenar ahora a nuestro prole sobre el carajo de quererse?
Ay amigos, tal vez a no montar en globos, a ensayar alguna ostia con tirabuzón, a pensarse las cosas dos dosis antes de soltarlas, a contar por las noches de resaca que la red del trapecio son los amigos no-olvidados, y a querer en la justa, rebajada e inflamada, sintonía.

O tal vez fuimos unos enfermos románticos, que brotamos en las heridas de tanto amor negado y recio de nuestros padres...

sábado, 18 de septiembre de 2010

Los mares del sur

Tras ver esta farmacia, uno tropieza la vista con una de tantas agencias de viajes, y se enreda su imaginación con los tentáculos de lo paradisíaco. Salen desprendidos de la imagen de una isla en escaparate, cuajada de azul tentación.

En el cerebro, hay un cajón, reservado y sin llave, donde hemos metido un paraíso. Todos llevamos nuestros mares del sur cuando paseamos por las calles de nuestra ciudad, archivados, en una torreta de nuestro castillo, con una banderita siempre ondeando. Son otro pequeño corazón lejano que tenemos latiendo sin oírlo. La ilusión de dejarlo todo, irnos para siempre a una isla, un trópico, y abandonarnos a ese espectáculo natural intentando empezar de +1.

Cambiar de vida, abandonar la que tenemos, evitando que ella nos deje en los pellejos. O simplemente hacer realidad un sueño, y llevarse la propia vida a una playa cien veces mejor. Porque el primer europeo que pisó esas tierras abrió bien la boca y lo llamó paraíso.
Y todos guardamos ese ticket imaginario, esa posibilidad que pocas veces se ejecuta, pero que es azafrán de ilusiones.
En los paquetes de tabaco obligan a estampar las desventajas de fumarlo, en el futuro pueden obligar a las agencias, a estampar todo lo que se le escapa a la vista, frente a un póster de isla tropical. "Para formarse estas islas se requiere una estación de lluvias que ocupa la mitad del año". "Usted no los ve, pero llévese un galón de antimosquitos con vocación frustrada de banderilleros". "Cuando no llueve, el calor del aire y probablemente del agua, superan los 35º en 23 de las 24 horas del día".

Hasta los mares del sur tienen pegas amigos. Hasta yo, ser inteligente, atractivo, divertido y maduro, a veces tengo pegas. El que no se frustra es porque no quiere.
Todavía nos queda ........... !

jueves, 16 de septiembre de 2010

Hay cuatro géneros

Acudo a rescatar libros de Umbral del pirata de la desmemoria, varados en librerías de viejo. En Barcelona estos cementerios se arremolinan zafonianamente en el cruce de las calles de Diputación y Aribau, justo en la espalda de la antigua Universidad, más bien cosidos a ella.
Los dos están bien anclados al pasado, son un reducto y una ventana a medio cerrar de él. Ahora esa región librista, ya fue invadida y conquistada por un ejército, pacífico y colorista, como es la comunidad gay de Barcelona. Estamos pues en pleno Gaixample, osease, el Chueca barcelonés.

En el mismo chaflán de las dos calles, también yace una Farmacia. Y es una farmacia gay.
Choca ver esa apariencia de farmacia en principio aséptica, y medicamentada en potes como todas, con predominio de tonos blancos de salud. Pero a la que tras dos segundos a uno le empieza a aparecer la lente focal, deparamos en unos monitores Apple de 25 pulgadas en cada caja, la matemática de las líneas de los dispensarios, en colores limpios y futuristas; giramos la vista, y nos damos cuenta que toda la farmacia está hecha un pimpín: maqueada, arreglada, y adornada sobriamente, dando cierta lección de diseño futurista. Es un auténtico toque gay. Me juego la vesícula a que el propietario de la farmacia es gay.

¿Es lo gay otro país? ¿es otra cultura? Una tradicional farmacia sublimada puede dar fe de ello. Ellos no son lo masculino, claro, ni tampoco lo femenino, por más que haya cierta migración de uno a otro. Son un tercer género (las lesbianas podrían ser el cuarto). Sus productos culturales, son otra cosa, no clasificable en lo masculino o lo femenino, y sí guardan unas constantes culturales como comunidad. Es por ello, que existe arte gay, literatura gay, lenguaje gay. Hasta la propia palabra gay es un acuñamiento gay.
Y es una expresión muy comprometida con la estética. Aparte de un detallismo femenino, existe cierta fuerza masculina detrás, cierta potencia y vigor. Una estética diferente.
Y hasta aquí puedo leer. Se volverá al tema en futuros paseos, seguro

lunes, 13 de septiembre de 2010

El fetichismo del vino

Aroma a frutos rojos, regusto de cedro y nogal, poso de avena y melocotón... ¿Qué es?
El fetichismo del vino. Los fetichismes del vino.
Una pintura sufre una inflación, una inflamación dineraria, con dimensiones de tumor arbitrario. El capricho es el virus que provoca la hipertrofia. En el mundo del vino realmente no sé qué es lo que hace que 750 ml. de mosto fermentado se propulsen en cohete hasta los mil o tres mil euros. Allí hay una adoración. Un pesebre, un altar, y hasta un credo de fe, señores. Un amago de fanatismo. En su día fueron los tulipanes, ahora el vino está en primera clase de la moda.

Se justificaría si fuésemos una especie animal vinícola, pero paráte che, el gen del vino es vaho. El vino, ademáses, no existe en la infancia, proustianamente es aún más vaho, apuntando a una hipérbole adulta.
¿Y si los amantes de vino van hasta arriba de vino? Y si la adicción superdiluida levanta la carpa de la adoración, el mileurismo por botella, y todo lo demás?
El vino es una droga doméstica, un entajamiento elegante, y tiene su qué de síndrome de estocolmo, ningún adolescente aprueba ese brebaje agrio y tan penosamente afrutado, que ha sido visto como un primo tabú embotellado todos los días en casa, ese mismo vinagre joven al que luego le saldrán aromas a tutifruti en las catas.

El vino es una suerte de pasaporte, un salvoconducto al mundo de los adultos, como en su día fueron las caladas a un piti. El vino, es de esa parte tonta de nosotros los humanos. Una acción del Ibex de la trastienda, que cotiza sobrevalorada, engalanada, y con un destino condenado a la bajada de precios y cierre de bodegas, paralelo a la fiebre de la construcción.
El vino no es más que vino.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Los católicos de bocadillo: pánzer y cáncer

Los niños nacidos en la explanada de los años setenta, aún teníamos que lidiar con una instrucción en la fe religiosa, que se convertía en una especie de gimnasia mental entre libros y oraciones. El creyente activo, es aquel cuya fe no suele estar quieta, sino que se desvela ante los apagones de Dios en el mundo, y la fe se tiene que recolocar madurándola más, ante la nueva prueba. En ese atletismo de cabeza, en esa práctica en fin de la filosofía metafísica... llámese teología, el porcentaje de ateísmo en sangre es placado sesudamente de una forma escolástica. Es en estos vericuetos, cuando uno llega a una suerte de página cofrada, breve, solemne, y con muchos visos de definitiva, como es el Argumento Ontológico de San Anselmo sobre la existencia de Dios. Parece un Argumento con solera, con nombre redondo, una demostración con arrojo, una semifinal épica de la fe. Su título contiene algo de lírica, y tal rareza en la metafísica, le da una rotundidad sonora. El Argumento clava las uñas a la realidad, se aferra a lo literal, y se olvida de que existe algo llamado ficción. Pero la publicidad previa ha sido muy buena, seductora.

Un hombre cargado de fe es en parte un militante. Y tiene la fuerza especial y movilización de los militantes. Son personas temibles por su determinación y capacidad de acción. Ya sea en las marchas políticas, en los debates sociales, en las gestas de tener 6 o 10 hijos, son los ciclistas que saltan a la etapa poseídos y rayanos en vaciarse hasta la extenuación si llega a hacer falta. Unas gotas de fanatismo hacen ejército tras un cantante de pop guapo y chico líricamente. Unos litros te hacen estampar un avión por Alá en un rascacielos de cien plantas. Y unas gotas de nuevo, crean un cojinete último en tu mente, un cajón de sastre donde cualquier atisbo de desgracia acaba mullida y rebotada en nombre del Más Grande, cualquier crisis es absorbida, remendada, y explicada, por un orden de cosas que no alcanzamos pero que ya son solucionadas de antemano. El mundo tiene un mapa, cuatro o seis confines, maldito el que se complica la vida destruyendo ese mapa.

Ser creyente es muy práctico. Explicar el mundo vía Dios o vía la teoría de las supercuerdas (o vía Madonna), es encauzar tu vida o irte de escalada al Everest sin oxígeno, llevar corbata-maletín y tener 3 retoños (palabra de la casa), o andar más perdido que Orzowei en los dos miles.

Un psicólogo de la seguridad social le diría: ellos tienen un sistema motor de ideas, compacto y acabado, y las dudas que los reconcomen, son abolidas a la décima de segundo con una bofetada militante de hechos. El católico puro y duro hoy en día es un pánzer, a ver quien puede con él.
En cambio, aquellos que optaron por dejar a Dios, le echan de menos. No íntimamente, sino mecánicamente, como pieza. La pieza de Dios era un chollo. Absorbía todos los golpes, explicaba todas las cosas, dejaba atado todo el sistema de propulsión de las creencias preparado y con aceite.
El creyente se faja a la vida, mientras ustedes están en su laboratorio. Ustedes existencialistas dudan, y ellos pasan páginas de hechos como quien come fruta. Al final claro, ellos no tendrán la bola extra eterna, el bocadillo milkilómetrico de las manifestaciones, pues no habrá vida eterna. Con este detalle ustedes ya cuentan. Ellos acabarán su vida ilusionadísimos despidiéndose cual participante entre humo de Lluvia de Estrellas - es una vida de Antena 3 - para ir al hoyo mudo y tétrico donde los gusanos te comen las vísceras.

Pero les envidio su mentira, siempre están tan enteros y arreglados en cualquier justa. Son animales sólidos, siguen con las cruzadas, incluso en tiempos de fe desbravada, aunque en los jóvenes que hoy compran en Bershka haya muy poco teólogo, ejem.
Son un rival zafio y duro. Abonados a la derecha, porque va con el carnet de Dios, siempre se acaba volviendo a la derecha. Son otra especie humana, menos evolucionada, pero más brava y sintonizada que versiones posteriores. Están más acabados, y más acabados también, a la fuerza su fanatismo diluido es peligroso. Quieren decidir por nosotros. Ya nos vapulearon en el 36. Porque la II República era ese sistema humanista inacabado y dubitativo, y los que se levantaron en julio son los que pasan página de hechos como el que come fruta. Y allí toda la mayoría de un país les siguió de alguna manera, con franqueza. Porque fueron 40 años de franquismo y nacionalCatolicismo, oléeee! Porque Dios el pringoso aparece siempre en episodios truculentos que lo hacen un mito chapucero y malo.
Porque parece, que los existencialistas, los ateos, y cuatro chicas del montón, aparte de ser unos meadudas diletantes, perdidos realmente en la vida y en sus vidas, también se movilizan y pretenden acabar de una vez con la última aristocracia que aún pulula por la tierra. Odiamos a los creyentes ricos. No por ricos, porque lo somos igual o más que ellos. Por peperos. Esa es la palabra, que la RAE algún día acogerá. Los reyes de las artes marciales para abofetear la verdad cuando les place, los antiguos señores de castillo, sus mismas formas, que demuestran superioridad por el argumento del yugo. Yo soy superior a ti negro, sudaca en este caso, véte de mi país, sobras. Este país es mío, sudaca, perdón, catalán. Tú no abortas porque yo no quiero. Y fue Eta ehh, fue Eta!! Jejejejejejejeje.

Yo soy nieto de mis abuelos. Alguien, en nombre de Dios, entre otras cosas, asesinó a sus amigos, y destrozó la evolución de mi país-Estado-casa todo un siglo.
Y todavía cacarean.
Nunca mais.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Cualquier tiempo pasado fue peor

Es asombroso como vence la nostalgia al pasado y noquea al presente. Ese K.O. que ocurre cuando nuestra mente empieza a recordar escenas de ése nuestro pasado, de sus escenas cotidianas, las de stand-by, las que pobablan otra época y que ahora ya no tocan, no se reproducen. En seguida se escapa un gas nostalgia al rememorar esos hábitos antiguos, y el recuerdo se vuelve cándido, blando... y el pasado nos parece mejor que el seco presente.

Puede que sea un modo falaz de funcionar el ser humano. Que rememorar sea siempre alterar y engrandecer un pasado que nunca lo fue. Echar la vista atrás es un acto partidista y parcial, los ojos se van a cuatro actos folclóricos, esbozan un cuadro cándido con personajes bonachones, casi ribeteado en un blanco y negro de principios de siglo, y se olvidan de todos los intersticios de tedio, dolor, y tajo que había por medio.
Si no somos capaces de evocar el dolor agudo físico, cómo vamos a rememorar lo farragoso y vacuo de nuestras vidas pasadas.
Nos giramos y recordamos lo bueno, lo folclórico y majete de aquellos helados, juegos, pandillas, primeras novias, y hasta lo gracioso de los amores y ex-amigos odiados.

Somos expertos en preservar nuestros traumas en una cámara estanca. La memoria sabe que están allí, pero nuestro sistema emocional blinda esa cámara para que sólo se abra lo justo y oportuno. O menos.
Todos sentimos que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque la película corrida de nuestra vida es selectiva, parcial y partidista. Y la firma un director amigo de nosotros.
Eso no afecta al sabor de la vida. Las penas y las alegrías sí que suman, y cada cual tiene un sabor de su vida en la escala de la felicidad.
Pero el sabor es algo holístico, intuitivamente confirmado, no es un proceso como el recordar, no nos pilla en movimiento, es una mirada rápida.
Recordar es pasar la mano por nuestro lomo, y allí, uno ya se puede dejar engañar con el tacto y el palparse esa espalda de pasado. Todos cuando nos tocamos el pasado nos acariciamos de alguna manera.
Cuando el pasado es el que chilla y se nos cuela sacudido en el presente, entonces sí que es un callejón sin salida, con muro en el ahora.

Pero es algo muy humano ese sentimiento de que... cualquier tiempo pasado fue mejor.
Allí brota las fuentes de la nostalgia. Esa melancolía flaca y llevable, lucero de un tiempo bueno que da fe.
Una morriña por todos los buenos tiempos que no volverán a existir.
Y una disfunción mental momentánea - ebria de emociones - que provoca amnesia de lo pudientemente malo del pasado, y una falta radical de motivación y fe para los momentos mágicos otros, que están llegando en el futuro.

El pasado amigos, está sobrevalorado

martes, 31 de agosto de 2010

Soy gordo

Creo que he tenido pecados, defectos, fracasos, muy veniales.
Mis defectos y mis fracasos nunca han sido denunciados, ni casi dichos. Nadie ha hablado mal de mí a la cara, casi absolutamente nadie.
Eso es muy malo. Porque si no me han hablado las personas, me ha juzgado y sentenciado el mundo.

Por ejemplo, es venial haber fracasado tanto tiempo en dejar de ser gordo.
Pese a ser un deseo vigente en el transcurrir de los meses, falla su materialización año tras año. Es un fracaso venial, nadie osa llamarme bien alto gordito de mierda, o milímetrosexual asqueroso; pero es el mundo el que da con el látigo y sentencia. Me deja claro que no estoy en el club de los bellos (porque la belleza física sepa yo, existe), que mi estampa y mi cuerpo pertenecen a una tercera división de barrio. Eso es fácil de notar palpado y sentenciado porque es así, yo no juego en primera, yo soy rechazado cada día de ahí. No hacen falta carteles, los signos sutiles a diario bastan.
Y cualquier gorderas miente si dice que eso afecta cero, a no ser que esté uno muy muy gordo. Al tonto le jode notarlo, al feo verse, al gordo perderse, al malo en algo no por años luz, sino por márgenes salvables, a todos ellos les jode recordáselo. No me merenguéis piadosamente, es así.

Y éste puede que sea el comunicado oficial de mi gordura.
Porque siempre tenemos una ventana a medio cerrar, por si se cuela un régimen, o una vara mágica que nos cambie en 10 segundos, así de ilusos, ilusionados, viven los fracasados, hasta negando toda la verdad, hasta no saliendo en ninguna foto como si eso arreglase algo. Lo mismo hace el poco inteligente, haciéndose invisible ante demandas cognitivas del mundo, o el feo muta su cuerpo en un gimnasio con vigor hasta disimular su faz.

Yo fracaso, tú fracasas, él fracasa. Es sano conjugarlo.
Todos necesitamos el éxito. Llámelo recompensa . Sea éxito de etapa o de regularidad. O de supervivencia robusta.
Todos queremos una conclusión. Un punto final de algo con buen sabor de boca. Un sentido, cosido. Fracasar es haber hecho algo, y concluir que no se ha hecho, aquello que creíamos que estábamos haciendo. Muchas veces era algo no resuelto, una ilusión de. Pero todos hemos besado la amargura de la lengua del fracaso.
Yo, no he fracasado, sólo estoy fuedtecito Jeje!

domingo, 29 de agosto de 2010

Dos vectores como saetas gravitan y parten mi vida.
Uno, continuar asociado al club de la Introversión, que tanta prospección petrolífera en uno está claro que acaba resultando como salario y pecunio; o dos, continuar asociado al club de... la Introversión, y arañar a mi cueva de ermitaño centímetros de sociabilidad y seguir escalando la montaña de la publicidad literaria.

Uno, contener toda mi literatura en la vida propia, no gastarla en papeles. Dos, hacer de mi carrera de escritura sayo y ondearla cual fabricante de letreros artesanos.
Viajar el mundo por los mil costados, o vender palabras, vamos.

Es que una tienda cuca de palabras, con su toldo, sus flyers, sus ofertas, pues es algo cuco sí. Yo no, yo en mi tienda el toldo negro sobrio y con amago de amenazante, las letras sobrias, blancas, pequeñas, y todo como muy elegantamente serio, vagamente misterioso.
Y dentro sí, potes de colores de esos que saltan al abrirlos y ocupan la tienda sin manchar, en unas corrientes tipo fuente, que luego retornan a la caja y reposan, y yo dependiente de la tienda, les miro y saludo sin hablar.

Pero viajar el mundo, como nunca se ha viajado, habiendo vivido de veras en más de 200 regiones del planeta. Eso vamos, que si ser escritor es montar una tienda de palabras, lo otro es ser de oficio y profesión: viajero. Viajar como trabajo. ¿En qué punto el viajar se fastidia y el trabajo se dulcifica? Pares o nones. Churras o merinas?

Y ahora me he quedao callao, callado de mente digo. Se ha cerrado la tubería del idear.
Esperamos o ya pongo la pegatina de fin de post?
Qué hacemos

Pues añadir que los blogs con sus posts en potes, son las hortalizas más frescas de la literatura. Por qué los posts no pueden ser un género literario? Unas hortalizas de literatura más?
Sí, lo sabemos, son muy frescas, muy espontáneas, poco ahumadas por un tiempo diletado de creación, poco asadas por los días y sus calles, poco aderezadas con salsas ligadas de estructuras y divina coherencia. Pero y qué? Donde hay pelo no hay calvicie. Los posts pueden ser literarios. Acepto una primera apariencia de menores, de niños, pero cuánta página de novela, ensayo y poesía podría ser quemada por insustancial y banal. Lo que importa es la tinta, como sangre, como líquido lúcido, como producto que inhale lo hondo de una mente

sábado, 28 de agosto de 2010

Ser rockero es dadaísta

Ya no sé muy bien qué es el rock. Parecía que era un deje con fundamentalismo de actitud, una filosofía?!, una pegatina adhesiva de identidad para sus seguidores, una proclamación como de principios ¿pero el rock fue alguna vez más allá de la música? ¿No llegó a similar estado religioso que el surfer? ¿No es el rock un pop algo más rizado, estilado y rebelde? No ha sido el órdago más usado por gurús de poca monta, filósofos de barra y predicadores de puerta de WC?

Porque al fin y al cabo, alguno hizo otra cosa que repetir 500 veces sus 20 canciones en un escenario? O era la droga aquello que les ponía en un altar de sabiduría de un segundo, y les hacía repetir su vision profética y catátonica del rock como forma de vida sempiterna más alla de la radio. Porque que yo sepa, el rock tenía su fábrica en la radio, y su iglesia en las tiendas de ropa.

No me cae mal el rock y los rockeros. Pero veo en ellos el canto más de cuero de lo naïf, de lo dadaísta. Ser rockero es dadaísta. Esa ingenuidad de perogrullo de creer que hay detrás una forma de vida única sustentada por cuatro acordes salvajes. Jugarse algo de vida entre olas de 12 metros todavía es algo como polinésico y ancestral que admito como épica cual correa de transmision de una forma metáforica de vivir.
¿Pero el rock? tan dependiente de la moda, de lo estadístico y caprichoso, que no. Que se ha quedado como un deje, una muletilla de afirmacion psicológica, un fardar, un farol. Muertos los monstruos, muertos los grandes líricos del rock, si hubo alguno, el rock está muerto como doctrina y casi como género musical amigos.


viernes, 27 de agosto de 2010

Una casa es nuestros signos de puntuación [Disciplina de: Filosofía del hogar o lo doméstico]

Vivo en un piso que no tiene personalidad alguna. A lo sumo, algún objeto escogido puede aportar algo de nosotros al hogar. Es un piso de trasbordo, aunque los trasbordos a veces se alarguen, hay gente que acabó viviendo toda la vida en un pasillo hacia otros mundos.

Seguro que un indígena para vivir también optaría por la primera línea atractiva, llámese la cascada más bella del lugar o el prado más florescentemente verde del páramo. Y qué polar resulta en esa línea, pasarse y hacer de la casa museo, una cueva intocable y marmolada, donde siempre hay que ir con cuidado. Porque la casa se gasta se pisa se rasca, la casa se observa demasiado. Hace falta tal vez una segunda piel nuestra en la casa, un lugar cómodo y estimulante a pesar de la eternidad de minutos. Mejor, un lugar terriblemente cómodo. Y sobre la estética, puede que una casa sea lo más parecido a los puntos, las comas y los puntos-coma. Tiene un papel de signos de puntuación en nosotros. Sin significado, pero un protagonista de hiatos, de transiciones, de distribuidor. La decoración de una casa puede ser nuestro estilo de no ver. De tanto que se ve. Un lugar manoseado, una entraña que se usa, pero que tiene su personalidad sutil propia, separada de uno. No soy yo pero es la parte cóncava de mi personalidad. Mi lámina adherida, mi atmósfera como planeta de persona.

Los objetos demasiado bonitos, en una casa estorban, captan demasiado la atención entrehoras, la mala, la que acaba zapeando las cosas. En una casa, al menos en la mía oye, me gustaría que triunfara lo sugerente. Esos objetos inacabados, esas formas estilizadas pero indefinidas. No en los muebles, los muebles vinieron al mundo para aguantar el clasicismo a toda costa, que se sepa.
Y también haría falta un buen palabrón, ahí explícito, ante tanta nada suspendida de los inacabado sugerente. Una palabra mejor que bocata de calamares, una palabra castiza y con empaque, una palabra viva vamos.
Y si la casa habla, yo le contesto. Una pizarra para escribirle cosas a la casa, que al fin y al cabo debe tener orejas, resonar, y ser transistor como todas las cosas. Nadie se comunica con su casa.
Pero una pizarra no de grima, o sea de tiza; no una pizarra de pringue, de rotulador; una pizarra inédita que deje escribir con los dedos y sea inteligente como un ordenador; o sea el i-post, el próximo gadget que Apple aún no ha ideado.
Y olores, amigos. Un kit de frascos de olores. Porque ése, sí que es el teléfono a veces con el resto del mundo.
Y una terraza con una Zona de suelos diversos. Estimular las plantas de los pies, borrarles su amnesia calluda, excitar al ser dormido que llevamos allí.
En fin, éste ha sido un ejercicio para poder glosar líricamente lo más pegado y usado, un ejercicio sobre el manido hogar que creo que ha sido muy extenso en el concepto extenso de extenso.
:)

Amor de robot

¿Cuál es el opuesto del amor señores? Hablo del amor merengue, el amor postre, el guinda, el de foto íntima, de rizo, de accesorio de lujo.
Pues yo creo que debe ser una salsa como salada, y algo también accesorio por fallido. El contrario del amor ha de contener hiperreflexividad, un racionalismo de secarral, ha de ser algo calvo, y tremendamente inconcluso. Hasta olvidadizo. El opuesto del amor es una carta cerebral y sesuda, que está mal escrita, y que ni siquiera se firma ni envía. Si el amor es hiperpegadizo, su contrario es yermo y áspero. Es una salsa seca que no quiere ser salsa, y que hiela todo lo que se posa en ella. Esta sustancia tan nada ingenua, es un producto engendrado por un psicópata, por un triste autista.

Y es que el amor dulcificado, que es azúcar puro pero disfrazado en caliente, como el caramelo sólo se camufla... es bien necesario en monodosis o en cubos, según el gusto de cada cual. Esa sequedad de atontamiento, de sometimiento canino a la persona admirada, es algo psicópata, allá en los precipicios últimos de lo humano.
El que odia es un poeta engolado, un cornudo ruidoso, un soldado traidor que cambia de bando. El desamor, es un título bastardo para la patada, para el desmarque, para el error supino contado en diferido. Oye, eso de que te amaba fue un error/sorry/me equivoqué. Porque en el amor también juegan los tontos, los torpes a rabiar, los amantes malos que nunca asumirán una señora tara.

Pero el indiferente, ése es la bestia, el que un día es lapa y el otro un insecto palo sin sentimientos. El que te hace cosa, picaporte o baldosa, mientras se acaba un café en las antípodas y no recuerda quién eras tú. El que te pisa cada día como todos pisamos nuestro pasado al andar. Y no te reconoce. El que en sus ojos hay una neblina azul de frío y una vida ya disecada, que topa con todo lo blando del mundo por no ser los otros, también un robot.

jueves, 26 de agosto de 2010

Todo el mundo ondea

Quizás ha llegado mi hora de escribir.
Hora de era. Momento de luchar contra todo ese ser no-escritor que hay dentro de mí. Salir de este anonimato donde me señalan cientos de dedos campeones y mediocres cada día, y dedicarme a lo mejor que puedo hacer. Me he quedado solo con una pluma. Con el trailer de la ciencia, la escalada de la empresa, nos hemos esquivado hasta ya no entendernos. La colina de los 33 es medio Himalaya si miras a los 20. Nadie ha remontado una década, nadie descamina 3650 días en menos de 3649. El último hombre que quiso remontar una década perdió 20 años.

Soy de esos que no se metió en ningún carril. Esos carriles facilitados sociales que te llevan a algún sitio: a ser ingeniero, médico, hombre de empresa, cualquier ocupación que se dilate 35 años. Esos trabajos comunes troquelados, que alguien ha montado, con muebles, y tertulias en el café, con reuniones, y moquetas colectivas. Ese saber que nadie va a desmontarlo, que se mantendrá imperturbable después de las vacaciones. Esa estabilidad de escenario, básica para el teatro del vivir.

Así, uno siente que ha caído más en esta colina, siguiendo senderos desiertos y solares vírgenes. Uno está solo sin esa multitud de actores secundarios con frase, que no cuentan, pero que son las falanges del esqueleto de un día, y el sabor de todo se vuelve setentero, como con colores menos vivos y con un gusto desaliñado.

¿Me faltan un conserje, una señora de la limpieza, y un compañero pesado? Con ellos tres cada día sería suficiente? Me falta, tal vez, ser Jordi Santamaria.
Al fin y al cabo, se concluye que hemos venido a este mundo para afirmarnos. Para pasear por la calle y se consiga ver bien claro el concepto Soy. El sentido de la vida parece acabar en ser bandera. Ondear. ¿Qué es el ser humano? Una personalidad que ondea. Que ondea y se muere.
Todo el mundo ondea. Creo que me entendéis. Cualquier bandera es una tímida que hace un día el ademán de exhibirse. El viento hace todo lo demás. La gente se mantiene exhibida, con sus gafas de pasta, con su silueta de Gran premio, con su prole distinguida, con su guarida de diseño, con la virtud más pura, con lo que sea. Todos tenemos que ondear al sol, afirmarnos. Si no los demás te niegan. Los golpes de síes son rotundos cada día, hay quien ondea con virulencia.
Es necesaria la violencia de afirmarse, de delimitar bien quién es uno.
Y los demás quieren ser tú.
Y Yo soy: Escritor

miércoles, 4 de agosto de 2010

Cabina cross check

Pues hoy podría haber empezado un libro. Ha empezado un borbotón lírico que si bien no tiene tema alguno, va silbando con aires de largo plazo, de escritura de fondo.
Yoeces en parte, pero a la vez muy poco mías y raptadas por mi lente generalista, que me refracta y aleja.

Estoy en un avión, un autobús de Ryanair, esa empresa que vende pasajes de avión a Europa por 5 € y cotiza en el Nasdaq. Empresa que come terreno a las compañías viejas, esas empresas de corte aristocrático y modales anquilosados, que han sido sacudidas por una compañía adolescente y gritona.
La luna en el mar riela, sí, y mete una mano a Robben en final! [El magma del almacén léxico lanza eruptos y los grita en forma de muletillas, pequeñas estereotipias].

Kerouac, creo que con su "En el camino" baja de cotización a medida que se aleja en el horizonte su tiempo. Fue la primera pateada de Estados Unidos moderna, y ése es el país del road trip, ese pinball aventurero entre ciudades de Norteamérica, la manera artesana y natural de recorrerla, con un utilitario salido de sus tripas, absorbiendo la tradición que aún queda "on the road", antes que se acabe.
Lo de Kerouac es un diario irregular, discutiblemente transgresor, e interesante a ratos cortos. Neil Cassidy es lo delicioso de esos diarios, bendita personalidad hueca y extrema.

El escritor de viajes siempre tiene el momento felpudo. El momento en que enlentece el ritmo del escrito, inspira, y enumera las perlas teóricas del destino.
Procedo. Arena más blanca que lo que pueda la imaginación; trópico, ese punto justo de temperatura, humedad y exhuberancia natural; aguas de lcd que filman mundos dentro de ellas; animales raros y a la vez con ese punto humano tan familiar; exotismo, una película encarnada en que los colores son distintos y los matices dejan de ser pequeños, para ser gruesos y fáciles de ver...

Mònica, en plena razón, maquina grapar las bocas de las "arpías" de atrás. Unas treint, unas cuarentonas con volumen de voz "soy alguien importante" leyendo el periódico mientras vociferan. Nos estamos enterando del color de sus bragas y de la talla de sus cuernos, aún cambiándonos de sitio. Es una algarabía de a dos donde se ha perdido todo rastro de intimidad... ahora nos enteramos de los antidepresivos que toman y demás. Aunque a veces... la solución es mejor si acaba en dos ostias.

Y escribo desde el borbotón en las hojas en blanco que deja un libro de Murakami sobre el/la maratón. Que no creo que acabe de leer nunca.
¿Y qué me dicen de El Secreto? Ese libro triunfador esóterico, que cada año vende cien miles, y que intenta lavar el cerebro a a gente diciendo que para conseguir algo en la vida no hay que parar de desearlo. Otra galleta en plena cara le daría un budista a Ronda Byrne. Hijos, la vida es una montaña rusa, Ronda se sube al éxtasis, a la euforia, para catapultarte un poco arriba en tu pico sinusoidal de buena racha, y luego dejarte en la posterior bajada inevitable. Porque eso es muy de superventas.
Nuestra cenefa sinusoidal de la felicidad, mandala fáctico, pasa por picos y simas, en saint Tropez, y en Alpedrete. Es ventajista hacer de letrero luminoso en plena ascensión, ser la zanahoria que te lleve a la cima. Pero luego no hay deseo ni polichinela que valga, luego viene el descenso, y cuanto más se ha subido, más dura será la caída.

El budismo es dosificación del deseo. El budismo no puede extirparlo, pero lo clasifica como fuente de insatisfacciones inevitables, y sabiamente lo mitiga. Fóllate a ésa pero aténte a las consecuencias. Lucha por ese sueño tan bonito y realizante, pero prevee cierta pensión de fracaso, por realismo vamos.
Los libros de autoayuda tiene su parte de indignos. De folletos que suplen a médicos, a la ciencia, con palabras golosineras. Hay algo de parche, personas parcheras, que por vagancia o por desidia no afrontan por los cuernos las carencias, y sí lo hacen cuando el toro duerme o muere. Los libros de autoayuda son un catálogo de las miserabilidades de los que los leen.
Cabina, cross check.
Llegamos a Barajas.

martes, 3 de agosto de 2010

Atletismo de avión

Verano y esencias de Amsterdam, dan blogorrea. Es un síndrome estacional. Mi amigo Emilio hace emails, un alter ego.
Estamos crípticos? Es el verso la prosa en críptico? Creo que sí. Criptas del lenguaje, concéntricas y mínimas.

Pues vaya post. Pues vaya embarque en Iberworld a Cancún. A ecosistemas parias, pots parias. Zapato rojo, kiwi rojo.
Me parece gustoso, destraducir "posts" por la palabra "postes". Postes de escritura ocasionales que se yerguen, tótems resúmenes de lo vivido.

Un vuelo transocéanico tiene algo de maratón en que la gente se va rindiendo. Después del almuerzo, a las tres horas de vuelo, empiezan a caer los primeros espíritus. Gente que se descuelga, que pone el cartel de off, y se desengancha de la vida, en un lapso de franca inutilidad, desasosiego en prisión de Boeing. Después están los rebeldes, los que no se resignan a ser rehenes de un avión. Van aguantando, han preparado el maratón de previo, llevan una mochila con hobbies, maquetas construibles, obras completas de Corín Tellado, álbumes de fotos a ordenar del último viaje a las Urdes... Pero ésos también pinchan, les puede las expectativas, se creen herméticos ante el tedio, favoritos del ocio. Y pinchan.

Los más suertudos, son los que viajan en pandilla. Rescatan del pasado esos veranos para adolescentes sentados en una escaleras, ora butacas, sin barcos de fantasía infantiles pero dejando crecer las enredaderas de las hormonas. Y se pasan las diez horas entre chanza y chiste, sacando punta a cualquier turbulencia o pelo del menú.
O los dormidos, benditos campeones. Ellos sí que saben triunfar en una maratón de vuelo. Se despiertan con la megafonía cuando el capitán anuncia el aterrizaje. Miran por la ventana desperezándose, se colocan la huevada, se acaban de despertar como si aquí no hubiera pasado nada, mientras el vecino mira aterrado la hora en el reloj, bajan del avión, y plantan su bandera en destino, frescos para su conquista.

Cózumel rabo

Lo estoy pasando muy mal aquí en el Caribe. Tengo siempre un aura de sudor infalible, y el mar Caribe es un mar pis. El agua fría no existe en cancúnlandia, y la experiencia del frío parece reprimida.

Y estoy en constante amenaza de engrosar. Engordar 5 kilos como 5 fardos, pues hay un comedero perpetuo y rebosante en tres de los cuatro puntos cardinales. En esta especie de paraíso a lo Botero que un Dios empresario ha designado construir aquí.
Encima me da por operar, traerme a la obra maléfica del demiurgo empresario, al edén tropical con LP´s de sirenas, una manada de lobos crueles de Wall Street, para que me zarandeen las mañanas.

Qué se hace en un Todo-incluído, en un no-cabe-más-en-mí?
Contar los cacharros que se pide el grupo de greñudos de Lasarte? Hacer un concurso mental de la camarera mejicana más mostachuda, miss mostacho de agosto?? Apuntarse a las clases de tiro a la pachuca de las seis? Beber??
Qué se hace en este paraíso post-colonialista? Porque aquí venimos sin armadura ni carabela, pero ejercemos nuestro rol de conquistadores, con cien mayas por barba limpiando y aguantando nuestro paso.

Estoy por quedarme aquí y escribir un libro de memorias de un todo incluído. Porque estoy más vigoroso que nunca en esto de abocarle al papel. Creo en ese libro de memorias entre lo vacuo, pues siento que hasta de una estancia en un acrópolis vacía, mal conservada, y sin presencia humana 10 años, se podrían hacer 11 libros.

Desde este muelle sarcástico y socarrón, parte la actitud con la que nos tomamos estas vacaciones M. y yo. Bastante sabedores de lo vacuo que se baraja tan a menudo con la realidad. Haciendo sorna de todo, y pidiéndole a Martín el camarero marrón grumo, otra papaya colada menos, otra historia colada más.
Empiezan unas vacaciones con sorna y coco, ironía y estrellas de mar. Esperemos que cada día no sea un lunes, y un martes, y un jueves. Y que acabe siendo un gusano troquelado mejicano que luego se pueda poner tangible, como un souvenir querido de vivencias, allí en la estantería de lo cruzado

domingo, 1 de agosto de 2010

Otro trozo de novela

La boda sin novia urdida por Nacho de forma impulsiva, se estampó contra la pared . Todos vieron como Marta entraba en la iglesia engalanada, repleta de invitados disfrazados de día glorioso, y caminaba hacia el altar sola, vestida con un traje chaqueta marrón y unas sandalias de verano. Vieron como se aproximaba a un Nacho con los ojos cerrados, caminando sin solemnidad como quien va a comprar el pan, en calma chicha y sin nervios.
La inmensidad de la iglesia cobijó un rumor sonoro y colectivo de golpe, un bramido de estupor y peligro. Al subir el último peldaño cualquier ruido se extinguió y noventa y cinco personas enfocaban un desenlace.
Marta no miró a Nacho. Con tranquilidad, continuó hasta el microfóno y sonrió.
Creo que ha habido un error, amigos. Nacho se ha querido casar con sí mismo – continuaba sonriendo – y vengo a desearle que sea muy feliz juntos. - engulló saliba -. Gracias.
Consiguió mantener el silencio sepulcral previo a sus palabras. Había articulado algo inteligente y sentido. Y todo el mundo había entendido en un segundo, las interioridades que suceden en la cueva que es una relación de pareja durante años.
Marta recorrió la alfombra de vuelta, de la misma manera pausada y tranquila que hacía sólo cuarenta segundos. A veces los puñales se clavan en una cámara lenta inolvidable. Fue en la salida, cruzando el semáforo de la carretera, cuando rompió a llorar. Se había quedado demasiado sola en ese asesinato silencioso de una relación, nadie la siguió, porque nadie parecía más entera que ella, y las personas apoyan a los desvalidos. Pero al fin y al cabo, había segado de una vez su compañía eterna de los días. Y sí, debía hacerlo en soledad. Pero las lágrimas a borbotón eran más bien cascadas, de sentimientos, cascadas de agua que eran el fin de un caudal enorme de recuerdos y compromisos, que caía por fin en un precipicio ancho y definitivo.

Nacho permanecía estupefacto. Era la llave visual de cien personas en ese teatro de la realidad, todos pendientes de él, no había ya otro protagonista. Contagió esa estupefacción al resto de la manada. Debía seguir con el micrófono, y continuar o poner fin a la ceremonia, pero no respondían sus músculos. La gente al verle tetrapléjico, empezó a lanzarle miradas compasivas, le echaban limosna. Leandro, su tío cura el que más.
La situación no se sabe por qué se alargó más de la cuenta. Había una paralización incomodísima y sudorosa de cien personas trajeadas en un templo religioso. Los ángeles miraban todos hacia arriba, el coro, que no les iba y les venía, soltaba alguna sonrisilla de descojone ante Nacho y su autoenlace. Los niños empezaban a oírse diciendo la verdad: - se va a casar con él mismo?. Matías, el primo cachondo susurró: este no se casa con nadie eh.
Nacho al final, que sabía en el fondo que todo había sido un show suyo, que el había desplegado toda esa carpa, y la fiesta se había ido desafortunadamente al garete, se acercó al micro y dijo:
Sí, quiero.
La cara del padre de Marta se volvió la de un pit bull.
Perdón por haberme inventado una boda. Perdón por haceros hipotecar un día de vuestra vida y engañaros que había una novia, en esta boda. - calló y miro abajo -. No tengo más que decir, a veces empiezas un intento desesperado, y todo se viene abajo arrasándolo todo. Lo siento. Espero compensároslo de alguna manera.
Esto, esto. Esto es una mierda.

Todos los invitados se fueron con regusto a mierda, y estuvieron la media hora del coche y una semana más, especulando y debatiendo sobre el espectáculo espontáneo que Nacho y Marta les ofrecieron el día de su boda. Al menos pasaba algo en una boda, al menos la trascendencia interna era al fin mayor que toda la parafernalia externa. Nadie les guardó rencor, hasta se les agradecía en silencio su episodio. Menos Félix Vallejo claro, ese estúpido estudiante de geografía había vuelto a dar otro cante público.

Nadie todavía sabe de esas noventa y cinco confesoras personas, que Nacho y Marta pasaron juntos esa noche de bodas...

sábado, 31 de julio de 2010

Quinta parte de "Mañana deconstruida entre soneto de Espronceda fileteado"

Y qué pasa en aquí, en este blog?? Que se va a volver un monotema de Umbral, o qué? No me exageren, la gente ve tres perros dálmatas seguidos, y ya empieza a eculubrar sobre ello, aunque sea una imbécil ilusión de si va a venir el cuarto en las próximas horas.
Nuestra mente cose los puntos suspensivos de los acontecimientos, como pasadas de frenada de las cosas en nuestra cabeza, y muchas veces lo hace con un fin inadaptado. Por relleno neurológico.

[…] Tras atender unos clientes que se llevaron aceites y vinagres.

Pues acabo de bautizar con “el pipas” a un aceite. En una tienda tiene que haber empaque.
Oli de pipes de carbassa d´Estíria, el pipas.

La luna en el mar riela, creo que cuando muerto y enterrado, si alguien pusiera una sonda tectónica a la electricidad de mi cerebro, alguna descarguita habría, y soltaría estas pústulas comodines que se nos quedan como tics del lenguaje.

En la lona gime el viento, y ahora podría continuar y estamparle a este escrito, a este vomitado afortunado, un título en la cabecera bien postpoético y tal: Deconstrucción de una mañana con soneto de Espronceda fileteado.
Pero no. Los postpoéticos y gente progre de disfraz, sí que no tienen alma, aunque hagan que todo en ellos huela a alma. Un aerosol aromático químico los rocía.
Su acta de nacimiento, es lo Mac y lo Apple, pero pese a conservar ese sonajero de por vida, ahora todos somos un poco apple, sin tener que haber sido pioneros de ello. Oh, pioneros de apple, aún os creeréis que vosotros lo inventastéis, o que Steve Jobs es el profeta.

Falta un líder del mundo, o sea, mediático, se ha de pasar por ese filtro sí o sí a estas alturas de los siglos, que veramente sea excelso, ejemplar, magnético, carismático de cojones. Creo que con la mitad de ello, el estómago de las masas ya haría vacío, y ante tan bajo nivel precedente, bastaría la mitad de ello para catapultar a un nuevo líder.

Somos una manada de ovejas seculares sin perro,
Que hasta hemos olvidado que hubo perro.

Y cuando aparezca un collar sólo de uno,
tiritaremos de contemplación sobre la nada de la
infinita escalera de caracol
subida con suelas de amnesia.

Ay que se empieza a cinestesiar de lado.

[…] período de cosas

E iba a poner otra idea pero la he ido a despedir a la calle. Ha ido tan rápido, que no he logrado retenerla y le he dado un adiós sonriendo en la calle.

No, la rentengo, le vi el dorsal, todo lo dorsal.
Que iba a eruptar todo yo, y empezar un texto porno, empujado por una canción que iba a poner en la gramola de hoy, el youtube. Pero no ha puesto nada la canción. No ha rasgado ninguna cuerda, ningún nervio de lo sexual. Porque lo sexual también tiene nervios. No es el único órgano que funciona sin inervar, señores católicos dosmilañeros de la esquina.
Porque al final la gente propone eso. Falacias.
Desmontables si se les vapulea donde le duele a su esqueleto de idea.

¿Alguien había notado que Muchachada Nui nace en una casa donde se cultiva maria?
Tendría que ser obvio para muchos de ustedes fans, ignorantes de la María, la verdadera virgen.

Los niños de Fátima fumaban? La epilepsia de San Pablo no generó lo del caballo? Mejor dicho, su base neurológica epileptoide?
Porque que yo sepa sólo iba a caballo.

El cristianismo. No sé si el arte o la filosofía morirán, pero el cristianismo te digo que sí. Existirá sobre la faz de la tierra un día e que muera, el último cristiano. El último creyente de este movimiento cultural requetegigantesco. Pero acaecerá como aquellos militantes del zoroastrismo, que hoy en día es una especie de euskera de la verdad, extinguible y bizarro.
Jesús de Nazaret era travelo.
Me permito la frase anteriro como mera chirigota, filosofía de chirigota. Ofensiva aún. Para ir cantando por las calles “Jesús de Nazaret eraa traveloo”, de forma cachonda, paragaditana diría yo, en plena fanfarria. Pero hoy en día es ofensivo y pido disculpas. Porque el respeto es no violentar, no pisar sustentos del otro por el mero hecho que uno no los valore, pero se les reconoce en el otro un papel de primer orden que lastimaría y jodería al otro.

Es más, me cae bien muchos cristianos. Carmen, por ejemplo, que me lees y que bien me caes. Soy tu Nietzsche de llavero, ese que uno tiene en el bolsillo olvidado, pero que al sacarlo le seduce y le violenta, pero se acepta y uno/a se lo vuelve a meter de llavero se su bolsillo.

Y Mònica se cela mientras me ve escribir, y también quiere un llavero. Papá yo también quero bolsa de patatas como mi hermana, ayyy. El llavero de Mònica? Pues ella es muy fan de mi escritura, un llavero sobrado de presidenta del clú de fans, con miles de pegatinas horarias con ella, que es la que me aguanta, aunque en conducta tampoco llevo muchos cates.

Y quién quiere más llaveros? Pero llaveros con implante, buenas y macizas arándelas de llaves que no abren trasteros sino buhardillas, compremélos oiga, con implante, implante llaveril en vena que se hace uno con el cuerpo, prótesis orgánicas con roscas para complejos y velcros ponefines de rasguños de los adentros, santamariedades varias, extractos de carne abstrusa, cabello de huellas pisadas pero sin haber sido nunca vistas, chochonas filosóficas de gran calidad, juegue señora juegue, un llaverito, no quiere usted un llaverito?
Leánme, que a cambio de un llavero personalizado en su mente, me dan unas monedillas para comer e invertir en viajes, que es un gasto deducible, pues en pura inversión en muebles de la cabeza, unas monedillas ustedes y yo puedo ir esta tarde a Cancún, que con la arena de allí y la tropicalidad uno vive en balneario las horas de por vida, desde muy joven, muy mimado por la vida, pero yo sólo lo piso una semana y me voy, no se crean que abuso. Lo sé, propondré al gentil Zapatero de turno que en lugar de 400 euros del IRPF, lo use en un viaje a Cancún para cada españolazo, que se deje de abstractos, que queremos tangibles, que no me haga pensar en qué se gastan, que me ponga en la Riviera Maya de una patada, y me devuelva tras-balnearizado.
Lucharé por proponerlo si alguna vez me entrevisto los terceros jueves de mes con algún presidente del Gobierno.
Hasta entonces, que pasen un feliz día.

Puto Oslo

Leo en la Wiki que “la particularidad de su escritura le hace especialmente intraducible”. No jodamos. Eso es un mérito. Cualquier traductor, con su bagaje medio de lírica y narrativa, se ve impotente para traducir esas simbiosis de palabras sin que se quede retratado, sin que aparezca un guiñapo, un pegote, sin que se firme una impotencia.
Y es que ha de venir un inglés muy inglés, y un poeta muy de lo suyo, para intentar salvar el listón lírico de Pérez Martínez, Francisco. Y aparte debe entender ese español primero.
Creo que es un mérito enorme ser tan difícilmente traducible. Engancharse a los tentáculos traseros de un idioma, y forcejearlo, y que a tan remoto destino bello del lenguaje, no se pueda acceder con ninguna tarjeta magnética standard que descodifican lo que está al uso. Allí, allí se crea, allí se ha de acceder con mapa de vivencias, le ha de entrar a uno en la zambullida el agua del lenguaje en la nariz.
Y que cada palabra done todo su bagaje secular, porque las palabras son cántaros de cosas, son contenedores de arraigos, de matices prístinos, si uno las sabe teclear en el órgano inteligente del lenguaje. Y entonces dejan de existir los sinónimos, el polvo acumulado en las aristas de las palabras es soplado y se vuelven nítidos los bordes de cada palabra, y su significado se vuelve punza, y se clava en lo real.
Y afortunadamente, el lenguaje de cada región es como un compendio de recetas culinarias que nada tiene que ver unas con otras entre países. Una paella y unos pierogis polacos tiene algo de antípodas entre ellos, de totalmente distintos. El español y el alemán también, pueden ser imitables, pero si desplegamos su especifidad, su pureza, son dos planetas alejados miles de kilómetros y cientos de años. Se puede bailar el alemán, pero no se puede poseerlo, emanarlo, como sale de un teutón. Los españoles dan español, las vacas leche, y los alemanes alemán. Oiga.

Y en Umbral emana un lenguaje más rico en matices, más arañado de su pureza, más mágico al ser tallado y extraído a la manchada realidad de las cosas, porque el lenguaje es un gran estante donde los hombres depositan ingenio a lo largo de los siglos, es una construcción colectiva que se amontona y se deja allí desordenada, pero cuajando en algunas partes pura iluminación y lucidez. Entonces va allí Umbral y ficha de entre esa masa todas aquellas unidades heredadas, y elabora una receta a fuego lento, con una mano que le sale de la cabeza, y es a la vez mano de otras manos, de una forma magistral y creando un precedente.
El guiso de Umbral es muy afortunado. Es un cocinero, un gulas de las palabras, bulímico de ellas, que nació con el don de escoger siempre una buena materia primera, y luego prepararlas, muy de tapa, muy súbitamente, con unas combinaciones, con unas cocciones sutiles, que al probarlas simplemente se salían. Y me quedo corto. Los hallazgos en Umbral, son de una lucidez de bestia, que atraviesa varias capas en variadas direcciones a la vez, que conecta todos esos entes cosidos por una palabra estirada y multiforme, en una especie de joyas a la medida estéticas, y a la vez filosóficas.

Intraducible. Pues claro coño. Como tiene que ser.
O va a venir un tío de otra cultura y se va a meter a manosear en la máquina depurada por siglos de un idioma, y va a suponer una serie de funcionamientos íntimos con etiquetas foráneas. Vamos, lo que se hace cada día.
Puto Oslo.

domingo, 25 de julio de 2010

Sabor agrio novela

Yo no puedo escribir sin un agarre a lo real, a lo mío, a lo biográfico. Partir de la ficción, que tampoco es imposible, es como partir de una fogata mal hecha, comparado con el motor de plasma a reacción para la lírica, que me supone partir de algo real, sentido, vivido.

Tampoco puedo continuar sin que prevalezca el pensamiento, la definición de lo quiero expresar, pues siempre se puede ser infiel a eso, y escribir por buen sonido, por eufonía de frases, impactando sin importar si se transmite aquello que existía.
De lo vivido por uno, borbotea toda una estampa esférica, multidimensional, que permite esos fogonazos de sentimientos, ese afinamiento de las palabras, para hacer fotos de lo que nadie vio. A nadie le interesa lo visto, sólo venden palabras aquellos que meten criaturas nuevas en la realidad. La gente paga entrada por zoológicos de palabras exóticas, por embarcarse, por viajar a nuevos lugares desconocidos.

Y en la ficción siempre hay algo de descafeína, de poco borbotón, de relieve sin montañas rusas, porque descubrir a la propia madre, con una careta y un trauma ancestral, y un tatuaje pintado oculto a ella... no se hace igual de una madre ajena. En la ficción hay una distancia, se puede rozar su piel, pero no es una verdad de sangre, de moco, de enfermedad infantil, no es una historia que sale de las vísceras, del fondo de un cólico, de un colapso, puede haber partido de allí, pero antes paró en una fonda a descansar, y luego volvió si queréis a la épica.
Las memorias tienen olor a regla, manchadas de semen seco, de vergüenzas colectivas, puñales que nos duelen en la espalda; la ficción está algo más flaca, potente pero no definitiva como una crisma rompiéndose.

Y puede que la ficción sea un almacén comercial de parapetos. De velos de los autores que derivan el foco de atención de sí mismos, sabrán ellos por qué. En los actores hay un síndrome de suplantación muy heavy, el actor perfecto es aquel que se enajena, tal cual, pierde su personalidad momentánea, y delira mutándose en otro a lo bestia. Despellejarse la identidad, grafitear la memoria, y cerrar la conciencia de la cordura, entendámonos, nadie lo hace. Se impostan las personalidades, como se imposta una voz, se imita en definitiva. Se carga uno de gestos, maneras extro-vertidas de mostrarse, de proyectarse; el camino inverso, intro-vertir el personaje, cerraría esa puerta con lo que fuimos nosotros, no se puede hacer sin perder la cordura. Y siempre nos cogemos a esa cuerda en el puente con nosotros mismos, faltaría más.
En la ficción el escritor también imposta. No puede acabar de crear ese otro mundo, desde el laboratorio del papel, hace un gazpacho con tropezones biográficos aquí y allá, no se desliga de sí mismo en su parapeto, se le cuelan yoeces pues no se puede ser líquido y colador al mismo tiempo.

Claro que debe existir la ficción, no fotem. Pero no podría ser, que la novela se ha hecho moda, comodín, referencia de formato literario, de una forma un poco caprichosa?
En fin, esa biografía con pseudónimos, con nicks, que es una novela, no me acaba de convencer, tiene algo de chat, de quinceañero, de cobardete.
Soy un sobrado?

sábado, 24 de julio de 2010

Lírica-ficción

Qué pasaría, qué pasaría si en una canción de esas tan bestias, tan únicas, tan insultantemente poéticas, del Último de la fila, por poner un ejemplo, un artista soltase en plenos años 80 o 70, la palabra email en sus letras.
Qué pasaría, si fuese una canción escondida en su repertorio, sólo oída por pocos, con una palabra incomprendida ahí en medio, pero transida.

Sería una brutalidad, que un creador se anticipase a su tiempo, fuese un adivino monstruoso de palabras futuras, tan exacta y literalmente. Eso sería inmensamente precioso también. Que la lírica en el fondo fuese nuestra única máquina del tiempo. Una brecha cósmica allén de los años que comunicase generaciones atemporales, que se colase al futuro, que lo aspirara por pasión y le arrancase entes, por pura inspiración henchida a más no poder.

Como garfios de plata, se clavan tus dedos en mi cuerpo, y tu risa se gasta, entre emails encendi-dos-de-pasión. En la canción "Los ángeles no tiene hélices".
Hay leyendas urbanas acabadas de formar que dicen que sí, que escribieron "emails" en esa letra en plenos años ochenta, cuando no existía nada de eso aún.
Si fuese verdad, nos quedaríamos helados, como leerle a Cervantes: dvd, o Torrebruno, algo similar en asombro máximo. Hasta daría algo de yuyu, de miedo, de repelús. :)

La lírica-ficción, qué bonito género. Cuánta magia provocaría. Como ir doblando esquinas de un libro el lector, y toparse con estas monstruosidades románticas tan conmovedoras

jueves, 22 de julio de 2010

La que se avecina

Pocas veces una serie adquiere la resonancia suficiente como para aparecer en esta tribuna pública taan elevada, que es mi blog. Sí señor.
A esta serie yo le tenía ganas. Poco a poco fue calando las últimas semanas hasta ser un plato nocturno esperado los miércoles, con franja señalada. Dos culpables: Recio y Amador. Dos personajes hilarantes, de esos que uno luego hace imitación cachonda involuntaria. El primero, un tarado enclenque, feo y dictador, que somete a todo hijo de vecino. Se jacta, básicamente pasa por la vida jactándose. El segundo, Amador, un salido fracasado a los 40, un separado que busca salami constantemente, con deseos de niño de 4 años, tal que hubiera tenido la vida tapiada hasta pasada la treintena.

El ritmo de escenas era frenético, marca de la casa de los guionistas, y la incorrección manifiesta. Pero ha llegado a un punto la serie, que parece un cómic. Y tiene su mérito. Parece que estés viendo un cómic, ese formato habitualmente dibujado. Los personajes son caricaturescos y estirados de la realidad, sus intervenciones meteóricas por visceralidad o brevedad. La trama es fantástica, como muchas otras series, pero aquí hay un ritmo que no te impide hacer crítica consciente, y pasas de una escena a otra con la plasticidad que se suceden las viñetas en el papel.

Lamentablemente, el segundo punto marca de la casa, se ha pasado tres pueblos. En Southpark, matan niños, comen mojones, se mofan de todo, pero los dibujos animados crean una capa suficiente, como para permitir ese salvajismo cómico, la apariencia del dibujo ya es bien fantástica, y toleramos esas exageraciones aberrantes de la realidad.
En La que se avecina, eso no existe. Los personajes vienen de moldes previos más cabales, ahora se han desatado de golpe, y sus barbaridades, su perversión, se hace con personajes de carne y hueso no disfrazados para nada por los guionistas. Los hacen pasar por gente de barrio, y aún no los han "dibujado" más estrambóticamente para que no chirríen. Ayer, ver a Recio atropellar a su inmigrante sin papeles contratado, después de abandonarle con la cadera rota tras un accidente fortuito con su camión de Mariscos Recio en medio de la carretera; enésima lindez racista y xenófoba a lo largo del episodio; u otro día, ver a los niños de Amador como aceptan sobornos en metálico de su padre para poder darle merengue merengue a sus ligues, mientras los abandona en la calle para que no le sigan cuando le toca la custodia; o ayer también, ver a las amigas de la pelirroja, como ocupan y divierten su vida aconsejándola bipolarmente a ratos, acerca de lo que hacer en una relación sentimental, pues el péndulo constante que consiguen les entretiene sobre manera...

Eso es muy amoral señores. Un amoralismo barroco y maquinado que no hace falta explicitarlo y explicarlo públicamente. Al fin y al cabo, hay cosas que no queremos ver y mejor que no veamos. Los humanos tenemos actitudes equivalentes al troquelaje de los patos. Acabamos reproduciendo, a veces por inercia, conductas observadas. No hace falta mostrar modelos amorales por mostrarlos, como sé que la gente tortura perros hasta la extenuación, y no por eso hay que verlo.
Es una pequeña ética del mal, una ilustración de maldades en catálogo, como ya digo, no suficientemente delimitadas de lo real. De una escalera de vecinos locuelos, se ha pasado a una escuela de hijos de puta con forma de edificio, sin más. Sin cambiarle el título a la serie, y me imagino que abiertos de patas con el potorro peludo de la dignidad al aire para ser fornicado en pos de la audiencia.
Es una obra pervertida, porque en pleno siglo XXI también existe la perversión, faltaría más, curas pederastas y criminales aparte, y lo dice un bloguero que ha defendido bastante amoralidad hasta la fecha. Pero hay límites. Se puede ser ex-fan de algo, sin necesidad de ser un converso.

martes, 20 de julio de 2010

La Galaxia Maquilec, tres años después de su muerte

Reír es un gran invento. Un invento mítico. Espero que la vida me haga reír a carcajadas más.
De las épocas de mi vida que más he reído fue con la galaxia Maquilec. Os cuento.
Era un grupo de amigos. Empezamos 3 o 4 seres sobre los 25 años - tras las tarascadas de la vida - especímenes solteros, como salidos de esa ola del primer lustro de los 20, que algunos los empareja y encamina al altar futuro, a otros les deja apuntados de por vida a un gimnasio, a otros les ataca sexualmente un catedrático de Metafísica de Deusto, en fin, seres rebotados que se encuentran, y quedan los viernes y/o sábados, se tajan con su ron o su whisky, y salen de ligoteo a buscar suma, pincho o franquicia.

Las risas buenas siempre surgen cerca de los motes. Estábamos repletos de motes, nuestros y foráneos, porque éramos una especie de tribu, cuyo objetivo de guerra era el cachondeo. Fuimos reclutando más almas rebotadillas, y acabamos siendo 15 animales, un grupo extralargo y maravilloso, que acabó también haciendo viajes de 8 o 10 aniamles a Dublin un finde, a Málaga, etc. Cosas bastante difíciles de enhiestar en un grupúsculo tan grande y diverso de gentes. Fueron las cimas de la galaxia Maquilec (no era un grupo de amigos, era una galaxia. Y tenía historia cultural propia, además de casi lengua: maquilec porque en sus orígenes, los fundadores bebían en mi casa, donde antes de salir, Perrito guau, un loco único, nos sellaba por todos lados con el sello de la empresa de mi padre, maquilec...).
El Perro, el Gallo, el Equino, Jasón y los argonautas, Pater (yo), Arbirras, Casajena, Chambu... cada uno teníamos tres o cuatro motes, y el resto del mundo también estaba moteado. Fue una mili de anécdotas, a cual más bestia, de esas que a alguien ajeno al grupo, te sale vergüenza contarlas. Un grupo que bien merecería una novela, de memorias, umbralesca. Pues era un canto de celebración a la vida. Torrencial, eufórico. Con sus 20 emails diarios de puro cachondeo entre nosotros.
Gozaba de una vida plena y exultante. Y va y de repente le dio un colapso y se nos murió. La galaxia Maquilec la diñó de forma repentina y abrupta. Fue un duro golpe. Jeje, yo era de los padres fundadores, por no decir el pater de la criatura. A mí me afectó lo suyo. Vitalmente. A la hoguera fantástica del cachondeo, había depositado además, mucho cariño, mucha planificación, mucha generosidad de grupo. Creo que no todo el mundo pagó las mismas entradas y hasta a alguien le salió barato ese infarto sin ambulancia de la galaxia.

Mi teoría es que: algo tuvo que ver tomarse diez cubatas esas noches.
Parece ser que el etanol, no consolida del todo bien las relaciones personales sabe usted.

lunes, 19 de julio de 2010

Kobe Santamaria

No sé si sabéis la historia del hombre que se doblaba en una esquina, para ver llegar al destino por un lado, mientras una mani de azar le hacía cosquillas en la espalda por el otro lado de la calle. No sé si habéis oído la canción cantada por un perro en que le confiesa su devoción a su amo de la forma más fiel que existe en el mundo, porque yo a veces creo que los perros se disecan al pie de una puerta, al pie de una cama, y sólo continuan sus vidas suspendidas, cuando el amo vuelve a respirar, ya sea al amanecer de un nuevo día o al abrir la puerta. Los perros se desdisecan, cobran de nuevo vida y vuelven a morir por salir a la calle.

Los amos. Quien ama a los animales, que es en el fondo amar la vida, nada más, no gusta de la palabra amo. Un perro es un hijo sí. Bueno, es un hijo perro, nunca será un humano, ahí llegamos, pero cuando llamas a una cosa peluda de 50 formas distintas, creándote nombres desde el cariño, es que ese perro es tu hijo. Tu perro hijo. El mío es adoptado. Pero se les quiere igual. Se tarda un poquito más, pero se les acaba comprando una camisetita de perro como a todos.

Schopenhauer. Me imagino a la filosofía dura con cejas, con ese nombre. Ese se pasaba de amor a los perros, y tan poco a los hombres. Los humanos son asquerosos sí, tan listos, tan poderosos, y a la vez tan banales y sobrantes. Pero bien merecen su camisetita y su segunda oportunidad. Stop. No es que una maldición divina haya caído sobre mí, y mi escritura se vuelva la de un camarero tomando nota y llamando a todo por su diminutivo: cañita, patatitas, cervecita. No. Sólo ha sido una coincidencia, de que me pillen hoy un poco... un pocoo...
A veces falla la inspiración, saben?

Y Kobe es muy noble. Él también parece que empieza a quererme. Un perro es un deseo de salir a la calle con cuatro patas peludas y un hocico, no más. Un carpanta con la lengua fuera, siempre que aparece lo comestible en su cosmos, su existencia. Pero coño, tienen ese deje de cariño, de preocupación por uno, que a uno le maravilla viéndoles tan básicos y egoístas.
A Kobe le debo una casa con jardín, como aquella cartilla que uno guarda pa los estudios de los niños, le debo ir a correr por el mundo porque de mayor quiere ser sprinter, le debo más horas de juego, de mordeduras y pelotas de tenis. Porque le adopté. Porque pactamos ser amigos para siempre hace ya algún tiempo, en una perrera de Mataró una tarde de verano.

viernes, 16 de julio de 2010

Poeta

Efluvios y sublimación

El sueño en una noche de verano. Dormir en un hornillo mientras la almohada parece rustirse, es irrealizable. Si a la intentona le sumas unos vasitos de coca cola, bochorno más cafeína me dan insomnio más insomnio. Y cómo jode saber que 5 más ocho son 13 h, y que el mañana no tendrá mañana, y que ya están comidos los quehaceres de esas horas matinales.

Así que a escribir, a cansar el cuerpo para que acabe cayendo.
Leía hoy, ya sabéis a quien, cómo los intelectuales crean todo un mundo arborescente y genialoide como obra, que a la par suple un mundo más real mutilado. Que hay gente que se dedica a vivir, a ejecutar, a palpar constantemente el mundo con su ocio y neg-ocio; y otros, que siempre se mueven en un mundo más étereo e invisible, que hace de sustituto, esa sublimación que aparca el mundo que nos devuelve el espejo, para crear otro paralelo e igual de real.
Habla de Kierkegaard, y como las limitaciones de timidez frente al mundo, las castraciones psíquicas de la infancia, las pequeñas malformaciones físicas lejos de un canon de belleza... hacen mella en esa doma del mundo concreto, y se empiezan a formar helechos arborescentes de ideas, ejemplarmente trenzados, abriendo grutas del metro científicas, de gran belleza, que suplen ese abrazo y magreo a las cosas del mundo.

Los artistas, intelectuales, científicos, no suelen sobar el mundo. Son seres de silla, de introversión, de contemplación y posterior barruntar. La historia del saber en Europa, esconde mucho cojo, tímido, acomplejado, bizco e inhibido.
Sin inhibición no hay intelectualidad posible. Ha de haber un himen cortical que frene el magreo al mundo, el cosificarse, el tratar a diario con la gente, que le de su especia de asocialidad, de parón mundano, de falta también al saber mezclarse con el mundo y valorar pequeñísimos detalles.
La locura para un intelectual es quizás perderse en el mundo, o que alguien de al interruptor de la extroversión, y que vire violentamente su modo de encarar al mundo. Apreciar tanto los detalles, que creo que no ha nacido humano que lo haga, es para él abandonar de cuajo cualquier tipo de abstracción, una quimera.
Y los detallistas, aquellos bon vivants que tienen microscopios táctiles, gustativos y visuales, se pierden casi siempre en otros detalles pasto de la nimiedad. Al menos, puede ser que los vivan, que los degullan, que se vayan comiendo el mundo a pedazos, degustándolo. Pero como Edipo, viven con los ojos arrancados, pues disfrutan del banquete del mundo, pero no lo ven luego, ya que están en otro plato. Hay una sucesión ciega, falta de todo tipo de memoria apreciativa, y de expresión mantenida de sus vivencias.

miércoles, 14 de julio de 2010

Gracias Paco coño

Tengo un insomnio de caballo. Palmario.
Escribiremos. Que exprimiendo la cabeza siempre sale líquido de provecho.

Es sabido que para aprender idioma uno debe hacer inmersión. Irse al país de origen en cuestión y rular por sus calles, bares y salas de estar. Los que lo hemos hecho sabemos qué es el aprendizaje implícito, el incidental.
Mejoras sin conciencia precisa de ello. En la inmersión, ingieres, tragas palabras, entonaciones, acentos, y todo eso se asimila solo, o sea, que no hay tutela de la conciencia sedimentando eso. Se da.
Acaba la estancia en el extranjero, expulsas por la boca las palabras de antes, y han mutado. Se han contagiado de lo idiomático de ese lenguaje, son más auténticas, y tú no sabes muy bien por qué coño sucede. Pero es así.

Postulo que estoy aprendiendo el verbo de Umbral. Que estoy yendo a clases, y hacía lustros de tal hábito, y el profesor es Paco.
Ha sido sin querer. Primero picoteas el Mortal y Rosa, hará 18 meses, a recomendación de ese mal escritor y gran crítico literario autoignorado que es Lapuart. Luego, que si ojeas más libros, que si te compras cuatro de golpe, y aquí estamos: matriculados voluntariamente en el curso titulado "Cela, un cadáver exquisito", de cuatro días de duración, pues lo acabo mañana.

Pues eso, que haciendo inmersión en el legado de Umbral, en su mundo del decir, uno se nota sin comprenderlo bien, que ha aprendido a hilar más fino esa elección de las palabras, que el vaivén de lectura tan selecta en la cabeza, muta y reordena las estanterías léxicas de mi azotea, las reforma por momentos, y en la expresión general hay un aplomo más umbraliano: las palabras ahora pesan más y son más veloces que antes, a la hora de significar.
Y cuando uno se da cuenta que está aprendiendo un código que se le escapaba, superior, necesario de ir a clases para aprenderlo, entiende por qué cuesta tanto separarse de ese libro, y te sigue a todas partes, y por qué se subraya y anota tanto.

Haber encontrado un profesor, un maestro, es cojonudo. Algo que te pasa de década en década. Un maestro con la pata tiesa sí, pero con su cerebro bien vivo en esa su obra extensa y bregada.
Lo reconozco. A partir de ahora plagiaré sin quererlo de Umbral. Sus textos me poseen luego, y los encarno en palabras mías. Obviamente no copio, pero bien orgulloso estoy que mis textos estén injertados de él. Todo es natural. Me lo encuentro, planeo sobre él, y es inevitable no aprender y convertirse en mejor poeta.

Umbral es seco, nuclearmente lírico, pero de niño se cayó en la marmita de la lucidez, de la palabra exacta, ilustradora e iluminadora. Umbral explica un mundo con sólo un adjetivo, supera a Hegel hablando de los chopos, y suelta ciencia por la boca a través de esas imágenes cuadradas con el trasfondo de la realidad. Umbral es un gimnasta que clava 29 de cada 30 piruetas léxicas, un fuera de serie. Y leerlo significa pasarte sin darte cuenta un plumero por toda la corteza lingüística, con su pirotecnia orquestada que excita y ejemplifica que se puede enhebrar el lenguaje de una forma aún más fina, artesana, cuadrada, exacta y asombrosa, con todos los perfiles y detalles de lo real.

Gracias Paco coño

lunes, 12 de julio de 2010

La noche que España ganó el Mundial de fútbol

Luis Enrique subía a casa unas cervezas minutos antes del partido, venían amigos a ver la finalisíma africana. Al abrir la puerta le dolió la nariz como en cada fase final de un mundial, un eco de la contusión sobrevenía cada vez que la nariz olía de nuevo la Jules Rimet cerca.

Se giró, miró al horizonte, y se imaginó ahí detrás los 10 mil kilómetros de distancia que sobrevolaban África. Una estepa infinita de pobreza, que contenía los pocos metros cuadrados en la Tierra, que no disfrutarían de esa batalla final balompédica, mil millones de terrícolas en el teatro de las emociones, dispuestos a comprometerse con el regate más bello del mundo, con todo lo espúreo de sesenta chutes elevado a acontecimiento supremo cada cuatro años, ayer el fútbol era lo más importante de nuestras vidas, todas nuestras penas y nubes se quedaron sentadas en la acera del cine calladas y absorbidas, por una vez nuestros recuerdos de la infancia, que son una de las razones más importantes para vivir, nuestros recuerdos comunes en millones de almas se iban a alinear, y lo más importante, iban a cambiar de color, iban a cambiar de sabor. La historia iba a cambiar. En colores, plásticamente, se iba a pintar un cuadro efímero, pero en el cual se marcaba que éramos los reyes del mundo, en este deseo tan caprichoso y tan humano que es coronarse y exhibir que se es el mejor del mundo mundial. La roja, la de la sequía, la desterrada de los emperadores europeos Italia-Alemania-Francia-Inglaterra, la vagabunda, la potencia siempre en segunda línea, el españolito cutre, landista, pero más noble que todos ellos juntos. No hay problema más perro que la necesidad, la urgencia histórica, el estar en la historia entre el fracaso y el colapso. La noche que España quiso seguir siendo Brasil, que se hermanó con la estirpe de Garrincha, de Pelé, de Cruyff, de Zizou. La noche que España borró el catenaccio del diccionario del fútbol, que evangelizó el guardiolismo más allá de Tarifa.

El partido cayó por su propio jodido peso. Un peso envenenado, embarrado por una Holanda necia que se limitó a pegar y esperar los penalties, unos deportistas indignos que no entregaron el partido y quisieron ganarlo fuera de él. Un peso límite que devoraba la prórroga, la oportunidad de juego, y nos remitía a la tanda de chochonas, eso sí, con el Santo.
Pero España tiene dos santones. Ayer se canonizó al muñeco articulado y diabólico de Stamford Bridge, a ese jugador tan barrooco y tan poco delantero que vive tan cerca del área. Que hizo eso tan raro! tan extraño! de controlar escorado haciendo botar la pelota?? y empalmarla. Empalmarla.
¿Qué jugador en este mundo no controla hacia delante cuando le pasan escorado a gol? ¿Y así, qué jugador es capaz tras el control, de meter un gol con el portero ya bien colocado, perpendicular, y con tiro escorado?
Casi nadieeee.
Pero Andrés se inventa el fútbol, es el ladrón que atraca con chancletas, el soldado que gana batallas descalzo. Nunca será explosivo, más allá de un enpalme, una acción de un par de segundos. Andrés no galopa, no gambetea, no se eleva más allá de los cielos como hizo Puyol, no mete la pierna, no posee al gol. Iniesta juega con guantes blancos, amaga en el área pequeña, pega un caño en campo propio, se pega un lento cha-cha-cha en el minuto 116 de la final de un mundial, es un Messi a la velocidad de un caracol en trance, Iniesta es Pelé en cámara lenta.
Y Cechs se la pasó con buena rosca, Iniesta no pensó que la portería estaba franca a 3 metros escasos, como lo haríamos el común de los mortales. La controló con paradiña como si estuviera en el centro del campo, como un loco, como quien ignora al gol, lo desprecia, se olvida de él.
Pero en su adn está escrito un romance con el gol. Y en un chasquido de tiempo, nos la empalma. Nos la empalma.
Y perfora la resistencia holandesa de 116 minutos por la mano buena del notable Stekelenburg (gran monstruo de la última pantalla), y con un disparo oblicuo. Como si la historia hubiese dicho que sólo había un agujero minúsculo, casi inalcanzable, para salir con vida antes de los penalties. Una rendija a la gloria, que estaba alta, remota y en un lugar muy raro. Sólo al alcance de Andrés.
Sólo echamos de menos en esos momentos a la Virgen, ahí, tan luminiscente entre las redes como la cara de Andrés.
Todos vibrábamos, muchos llorábamos, porque el fútbol te hace sentir la gloria entre tus dedos por unos instantes. Esa ilusión tan bien lograda y tan humana. El cuerpo se encarnó en Sudáfrica, la piel se mimetizó en los gestos de Iker, los ojos memorizaron para siempre la mirada de Xavi, y de alguna manera, nos tragamos toda esa selección, toda esa copa, todo ese campeonato mundial por una parte de nosotros, y fue la noche en que tú y yo fuimos Campeones del mundo de Fútbol.

domingo, 11 de julio de 2010

Som una nació. Nosaltres decidim. Pels nostres collons.

Ayer, una maragallada acabó por hacer salir más de un millón de catalanes a las calles por un mismo lema. Jordi Pujol se pasó 18 años en el poder pactando aquí ahora un poquito, ahora vamos allí y sacamos otro poquito, siempre con un pohquitoo que sonaba catalán y folclórico. En el fondo era como un excursionista con espardenyes en el mundo de la política que compraba centílitros de derechos a granel en las bodegas españolas, el seny del comprador de vi.

Maragall, nieto de poeta, no estuvo ni sus 4 años como President de la Generalitat, pero creo que en medio año ya puso todo patas arriba. Una década antes ya había colocado a Barcelona en el mapa próspero del mundo. Éste no iba a las bodegas españolas a charlar con los bodegueros y que le pusieran un poco de derechos nacionales en botella. Éste pertenecía al PSOE, un partido español en el que eso del Estatut no era una prioridad de partido ni de lejos. Fue un poco como esperar un pase de la pelota 18 años, tras 45 años en el banquillo, y por fin volver a chutar de verdad e intentar empatar el partido.

En todo ese tiempo nadie en ninguna bodega española había plantado cara poniendo sobre la mesa alto y claro que Catalunya es una nación, nadie había puesto en evidencia al españolismo, ese nacionalismo que se da por sentado y por tanto no es un nacionalismo. Benditas las maragalladas porque dieron visibilidad a algo que se decía con la boca pequeña en Madrid, porque sacaron del escondite las palabras Nació, Nou Estatut, Españolismo. Y este político no académico, con su dosis sana de no cordura, la lió y hace que un Montilla andaluz defienda a Catalunya como nación.

Pero esta épica a la cual nos apuntamos los catalanes, catalanes como yo que ya hemos nacido en democracia, y bastante poco antifranquismo hemos mamado, no deja de ser una reivindicación con su parte de lastimosa pero que tiene un claro origen. No tenemos ningún problema con España, esta tarde vamos a vibrar con la selección de fútbol, y nos alegraremos muchísimo con cualquier gol de Puyol, como él mismo, catalán de pura cepa, se desgañitará de orgullo. Hemos nacido en España, hemos convivido y nos gusta, pero no por ello obligatoriamente hemos de morir en España. De aquí 40 años Cataluña podría por qué no tener su Estado, o no.
No se puede cabalmente ser antiespañolista, España es demasiado ancha y variada como para ir en contra de tantas cosas. En España hay miles de almas amigas, de pueblos primos-hermanos, de gente con un corazón que no le cabe en el pecho.

Pero en España, como en otros sitios, también hay mucho hijo de puta. Cataluña no va en contra de España. Que quede claro, Catalunya va en contra de la derecha española. A Catalunya no la rajó España en la dictadura, fue el fascismo español (aún no condenado por ellos), Catalunya luchó con muchísimas otras regiones de España, incluída la valiente Madrid, en contra de la gente que todavía no es capaz hoy en día de condenar alto y claro la barbarie franquista. Esos mal nacidos, siguen atizando la violencia en época democrática, porque con las palabras y la libertad de expresión de la que hacen gala (y ellos malnacieron) gozan de la mentira y la terjiversación sin ninguna consecuencia penal para ellos. Son los chicos del barrio que viven de las trampas, ayer con pistolas, hoy con alaridos y crispación, tienen mucho de sus amigos musulmanes, son igual de violentos y retrógrados.
Esa derecha legal, permitida hoy por la tibieza secular de las izquierdas, la que no les degolló en la segunda república, para luego ser degollados; la que hoy en día pierde combates dialécticos por dignidad ante energúmenos que patalean y abuchean en un congreso de los diputados, esa derechona de mala madre que es el cáncer de España, es una especie en extinción pese a que ellos no lo vean.

La derecha española del s. XXI está en la línea evolutiva: Imperio-feudalismo-monarquía-aristocracia-derechonas.
Emperadores, monarcas, señores feudales, nobles... todos han ido cayendo a lo largo de la historia, ahora sólo hay duquesas que salen en Sálvame, reyes de cartón-piedra que se follaron a Bárbara Rey en su día, y el príncipe de Becquelar en las galletas. La derecha española va por el mismo reguero. Una gente retrógrada, que se vanagloria siempre de logros que hace nada repudiaron (santa Constitución, divorcio, autonomías...), una contradicción andante, que se obsesiona con el status quo, gente sin talento pero con familia y herencia a conservar, gente que mira al obrero con una sonrisa pícara, gente que le sigue comiendo el culo y los tarzanitos a Franco, y les gustan. Gente que sale derrotada en Catalunya cuando mienten sobre un atentado magnicida, porque tras el 11-M Catalunya les abofeteó, por mezquinos, y de una mayoría clara ganó Bambi, y eso les jode. Porque no conocen el examen de conciencia.

Gente que en su puta vida no conseguirán que les vote en Catalunya más que los residuos cenizos de épocas anteriores. Porque el mundo avanza, la gente progresa, pero ellos no.
Están en extinción, y este mundo es maravilloso, porque los hijos de puta se acaban.

sábado, 10 de julio de 2010

Quién eres tú?

LAS CHIRIVITAS

Me quito el ayuno del día y quizás de semanas, desayuno del alma aquí en el negocio con Umbral, con Su "cela un cadáver exquisito", que el muy bribón denota con un exquisito aplicable de todas a su propio libro.

Ah el tema de hacerse con el oficio de escritor. Como relucen esas memorias de cuando los aspirantes acudían al café Gijón y similares, y como esa pureza que tienen los artistas nacidos para ello, con todo el mercantilismo olvidado, era conseguida y no sólo soñada por algunos de ellos. Cuanto se pagaría oiga, por estar una tarde en el Gijón con Ortega y Gasset en la barra, Cela al fondo, Umbral entrando por la puerta... Eso sí bien merece ese hábito estúpido de tomar café, esa megaexcusa de brebaje que no viene a cuento por cierto.

Hoy en día todo está más transido de chirivitas. Para ser escritor uno debe de ir con cuidado con las chirivitas. Tanto marketing, tantos colores, tanta comercio que aúna consumo.

Madrid debería tener una estación de Metro que se llamase Chirivitas.
Callao, Antón Martín, Recoletos, y Chirivitas.
Le pega.

(puede que continúe...)