martes, 28 de febrero de 2012

Crisómetros

Pinos y números negativos en mi terraza. En el largometraje de la crisis estamos ahora en un capítulo de fase durmiente. La aguja del crisómetro patrio lleva relajada un par largo de meses. Nuestra prima ya, de riesgo, descansa sobre los 300 en un arcén del camino. Un sprint a los 500 haría tabú la frase-arma aquella de España se rompe, y sería irónico que se les rompiese en las manos a los salvadores de la patria.

El primer crisómetro, el destino de Grecia, ya fue reemplazado. Pasó de moda, tal cual, porque la moda siempre es estadística, y las estadísticas se vuelven obsoletas cuando aparecen otras que nos implican más. La economía tiene mucho de irracional, a veces hasta de histérica, y eso es lo mismo que quitarle razones para su status de ciencia.
Grecia fue el bulto, con su tirón exótico, el síntoma borroso de lo que se nos venía, el avanzado del escuadrón malgastador de la parte baja de Europa. De repente, una mini-economía copaba portadas y movía los mercados, y Europa se rasgaba las vestiduras porque no podía perder un vástago, súbitamente quería tener una identidad.
Y empezó un puedo y no quiero que retrató el culebrón del rescate griego. Serial que aún colea, encharcado de política, y que puede tener como final la flasheante salida del euro de Grecia. Período que pasaría a la historia como los dos años mutilantes de la Historia griega.

Con Grecia abandonada a su suerte, la prima de riesgo de siesta, sólo nos queda la retahíla de informes de FMI, CEE, BE y BM, los expertos y autoridades en la crisis. Y en esta fase durmiente, alejada del pánico, todos, absolutamente todos los informes, pronostican recesión y paro.
Qué curioso que cinco años antes o cinco días antes de 2008 las cosas estuvieran igual.

Es triste ver correr como putas a estos expertos detrás de la crisis. Ver como a los políticos les llueven las hostias con nuevos datos y no saben de dónde les vienen. Como miraban las musarañas de Grecia sin oír la marabunta que se nos venía encima. Como en Estados Unidos se jactan de brotes verdes, mientras tapian el análisis de su deuda monstruosa. Como todavía globalmente ignoran el modelo japonés de crisis sostenida veinte años.

Por eso, esta fase durmiente y ociosa de la crisis, inicios de 2012, mercados en flor, tiene más de calma antes de la tempestad. Aunque prensa y televisión no cacareen nada, porque no tienen nada que cacarear. Sólo repiten, dramatizan y cacarean, lo que dicen los otros. Son meros altavoces, máquinas amplificadoras del ruido y embrollo del mundo.
De mercados algo sé, y he visto muchas veces la fuerza que suele llevarlos para arriba. Y esa fuerza se llama fe. Algo religioso y estadounidense. Sobrenatural y finito. Colmo de la contradicción.

Y la crisis tiene una naturaleza decapante. Se va cargando capas, de las más externas desfavorecidas avanza hacia más internas algo más favorecidas, y seguirá avanzando mientras se extienda en el tiempo. Y el nivel de agitación social será cada vez mayor.
Nada que ver, con estos días, sin alarmas, manifestaciones, ni información que avisa y no es traidora. 

lunes, 27 de febrero de 2012

Reino de Pinos

Habito un reino de Pinos. Mis ojos se topan con ellos por doquier. Son pinos playeros y ochenteros, pinos de autovía que parecen haber salido al hacerse ella, son pinos domingueros, testigos de cientos de miles de acampadas emigrantes en sus faldas. Luego todos se van, y siempre se quedan ellos en el escenario, impertérritos, pinos viejos y medianos, estancados en su crecimiento de tantos hermanos que son. Es un país de pinos, las aceras se tapizan con pinaza, las monedas son los piñones que subsaharianos recolectan, y las piñas hacen de granadas en los juegos marciales de los niños pino.

Tienen un espíritu común, colectivo y perenne. Los años mutan pero ellos no. Son igual de bellos que sus hojas, ni mucho ni poco, mediterráneos, o verdaderos promotores de la mediterraneidad. Y están los pinos de galería de arte, los que moran en primera línea de mar, pinos abatidos, retorcidos, moldes del viento. Pinos obra de arte firmados por el viento de los siglos, peinados por una gracia accidental y realísima.

La sombra de las pinedas envuelve un pequeño viaje al pasado porque todas nuestras infancias transitaron e hicieron crujir esa pinaza con olor resinoso cuando todo era más grande e inexplicablemente más mágico.
Y esta pineda es ochentera, tiene hasta fósiles, objetos descomponiéndose aún de esa época. Sólo son el decorado de lo que a cada uno nos pasa en sus casas, pero nos hacen de parque, de bosque, de confesionario transeúnte, y de silla mental con un paisaje que predispone.
A veces no nos damos cuenta que ellos estaban antes que todos nosotros y todas las casas, como si fueran una verdad latente cuarterada y retocada por caminos y construcciones. Como si fuesen las pistas de un edén plácido al que revisitar.  

De impuntuales

En los impuntuales hay una especie de pivote de las calles plantado en medio de ellos. Una pequeña mole, como un quiste egoísta simpático, que ya forma parte de ellos. Es un quiste benigno, un obstáculo que ellos no pueden quitarse, sólo rodear, haciéndote partícipe de una ventana de tiempo a su antojo hasta que lo rodean.

Quien habla de los impuntuales, menta también a los egoístas simpáticos en general. Aquellos que primero quitan, sin pasarse, y luego dan. Todos tenemos algún amigo desesperadamente impuntual, suficientemente preocupado de sí, o que es interpretado por otros amigos como bellacamente egoísta, pese a nuestra opinión dispar.
Y sí, están los que tienen que rodear siempre su pivote, su quiste egoísta, y no tienen retorno. Pero están los que cobran ese peaje yo-mi-me previo, pero gozan de él, saben sacar partido a ese modus vivendi ventajista, suelen tener trayectorias felices, y distribuyen luego su IRPF generoso que compensa.

Ello no les salva de la duda, porque otros modos de ser llevan colgado el cartel de "aquí no se fía". En esta dinámica, la confianza y el crédito funcionan, y el "amigo acreedor" también se acaba cobrando unos intereses, ya sea en forma de cachondeo o cabreo tolerado, artimañas y extorsiones leves a impuntuales del tipo, convocarlo sistemáticamente tres cuartos de hora antes a los sitios, aparte de la generosidad posterior del amigo con quiste yoico.

Todos tenemos disfunciones ególatras. Quién no tiene un ego hambriento una tarde u otra. A mí me tocan las pelotas los manipuladores de guante blanco o un intelectual impostor, a otros las inflamaciones les vienen por otros flancos.
Y en los polos, hay egos anoréxicos que se autodestruyen trágicamente, y egos obesos, no tienen por qué estarlo sus yoes, que son máquinas insaciables de autosatisfacción, por mera necesidad. Tienen un balance agujereado desde la infancia y una motivación compensatoria más que tenaz, o simplemente no entienden de contabilidad emocional, y aplican desde las entrañas que pisando a los otros se acomete el camino más corto a la felicidad propia. La violencia, es la disciplina de los violados.   
Negatividad hoy, repetimos.
Nunca he sido optimista, ni tampoco pesimista. En este momento se podría constatar un facto: que la mayor parte de quien me lee está en una situación más positiva y holgada que yo.
Literaturizar las malas babas pasajeras no tiene de malo. Esto es un diario, irónicamente de una crisis externa, y yo no suelo recrearme en el ombligo de lo positivo.

Pocas veces o casi ninguna, verbalizo los desastres si me ocurren, mi cuerpo tampoco. Nunca le he visto utilidad, más bien recrearse en la miseria siempre lo he visto una llave macabra que puede hacer colapsarlo todo, hasta los efectivos de alarma personales activados. Si te vas a estampar con el coche, de nada sirve quejarte ni reclamar, ya que en un lapso fugaz las leyes de la física dictarán tu destino, tienes una décima de segundo para tal vez recolocarte en el impacto y salvarte.

Se puede estar mucho peor. Frase ahora que me sirve cero, cerapio. No importa lo que marque el agobiómetro, importa el incremento o decremento. Messi estará hecho polvo la primera temporada que marque 20 goles, o cuando le apean en octavos en los Mundiales. La felicidad es una derivada de la expectativa.
Luego, con su frustración, viene el "recalculando". A mí con cada patinazo gordo, me sale automático revisar el status quo a medio plazo, es la red que frena la caída. Y aunque la felicidad sea cuestión de decrementos e incrementos, está claro que también existe el cero patatero, el caer en el foso de fuego hirviendo de las películas, y sin recursos caer en una adicción, depresión, enfermedad o fatalidad similar.

Igualmente, operan los resortes últimos, aquellos muelles profundos que amortiguan caídas y dependen de la combatividad, fortaleza, idealismo, de cada criatura. Los que inician un regeneramiento interior a medida que el tiempo te aleja del accidente, un sistema inmunitario psicológico.
Escribir forma parte de este proceso regenerativo, en que afortunadamente nosotros no pilotamos el entuerto, sino que se produce solo en nuestros adentros, haciendo otras cosas que despistan el foco del problema.
Total, ya os diré como recalcula y prosigue esta crisis. Pero al loro, que no estamos tan mal.

domingo, 26 de febrero de 2012

Las Españas

Menos mal que en estos días lánguidos y azules la inspiración funciona mejor y aparecen los temas escondidos, y como duendes sacan sus cabezas blandas por compasión, y por qué coño, porque no hacen nada medrando ociosos en la nada. Ahora entiendo a tanto escritor bueno desgraciado claro.

Pensaba hace nada en el agua de la pica, limpiando los sovacos a unos mejillones, de por qué iba a ser yo catalanista o muchos de mis iguales. La típica intelectualidad de pica. Por qué habiendo tenido una familia con muy pocas generaciones de aquí, sin hablar ni mamar en casa la cultura catalana, si habiendo ido a un colegio religioso más que castellanizado, y creciendo en una incipiente atmósfera catalanista post-dictadura, a qué iba a salir yo catalanista, o tantos coétaneos que conozco, todos con biberón ajeno e infancia mesetaria. Éramos una casuística bastante de libro: de una homogeneización españolista y un eslabón más a la extinción catalanista.

Sin embargo, nos han crecido las ganas de no formar parte de España, mira por donde. Y es que en esta península, hasta los checos se harían catalanistas.
Si resulta, que existe un españolismo dogmático-punto de partida sinequanon, escrito en unas tablas de la ley antes de la Historia, y que lo han apuntalado y siguen llevando en procesión, precisamente las almas más miserables de la vida pública española, todas ellas abrazadas y exculpadoras de un recuerdo fausto de asesinatos y voces atipladas, que nos hicieron un país retrasado, cutre y mongolo, y encima tienen siempre el tic de la tírria hacia los territorios con dialezto... pues blanco y en botella leche. Si aunque fuera húngaro, por decirlo llana y humanamente, no querría compartir estancia con hijos malnacidos de fascistas no reinsertados.

Por otro lado, hace mucha gracia la idea-pingo del federalismo. Nunca un concepto de ese tamaño permaneció con tanto polvo en el limbo. No se sabe si es una bola de polvo, una idea, una aplicación de smartphone, o la solución provisional de este país. Ni que fuera una idea bastarda a la que ni siquiera se le puede hacer una maqueta. Después de todo, un país tercermundista y banal como Alemania lo es.
Las Dos Españas, ése es el debate intelectual folclórico que sí que tiene polvo. La realidad es otra. Para empezar, existe una máquina de fabricar nacionalistas en serie, que es el PP. Su extremismo y maneras, su cita habitual con faltar a la verdad, hace aflorar la mierda guardada debajo de las moquetas durante décadas. Y como huele llegando a apestar, por mucho Garzón que exterminen asociaciones falangistas, se pueden olvidar ad eternum en Catalunya y en el País Vasco de rascar ellos el poder, a menos que sea con la neurótica y obsesiva práctica de vedette cabaretera de ASCcho.

Mientras tanto se recupera cultura ensangrentada, vernácula, desenterrada, que aporta gramos a la levadura de una no-dependencia de figuras macabras con la decencia. Al final uno es de donde se siente, y excluye a los que no quiere en su comunidad, abc de la psicología social. En esta sociedad, las líneas de las fronteras se pintan solas, no las repinta ninguna formación independentista ni la fanfarria de los partidos. Y se da la mala suerte que dos pueblos vecinos se han llevado y se llevan mal, que el catalanismo común y el españolismo uno grande y libre se llevan peor que austríacos y portugueses, pero bastante peor.
Al final, tendría más sentido una confederación de vascos, catalanes y todo el que se quiera sumar por el norte, y otra confederación de madrileños, castellanos, valencianos y gallegos (creo que dejan claro sus filias), con una Extremadura independiente, y una Andalucía que pilotase el despertar norafricano. Spain is differen. (to be continued)

jueves, 23 de febrero de 2012

Hosstiaputasagrada. Joderr. Joo derr. Co jo ness. Mieerrda.  Ya. Lo necesitaba. Necesitaba esputar, soltar el moco espeso supurado y poso de tanto ataque. Digamos que uno lleva aguantando sobre los hombros un trimestre de zarpazos, presión constante, tregua neblinosa con olor a pólvora, amagos de salida, y nuevos trompazos de morros como punto seguido.  Hoy aprobé el carné de conducir. Y se cierra un capítulo lamentoso y humillante. Una incursión en las actividades de la mafia ibérica, que medra en banca, construcción, telefonía y permisos de conducción. Una buena hostia, sonora, con líquido rojo y cascahuesos. Un ajuste de cuentas, como los traficantes, una medida proporcional y ecuánime a una camorra. Todo eso, me quedé con ganas, muchas, intensas, recurrentes, reiteradas, varios días. Haber sido pasto de la extorsión institucionalizada y pagando. En mi atraco, por un tío probado franquista, depravado, frustrado abusador de teens, corto, zopenco, maltratador sibilino en el trabajo, ladrón sin escrúpulos, pero eso sí, flamante educador de autoescuela. En la calle te pueden atracar y quitarte la pasta, y también romperte la cara de regalo. Para hacer eso has de tener huevos y estar muy desesperado. Igual de mal nacidos, son los que se apuntan a manguis de despacho. Aquí la mala baba se lleva igual pero se puede hacer carrera y medrar en las partes de la sociedad mal hechas. Es el reino de los ladrones impunes, donde acabas crujido en verdaderos cepos legales. El hijoputa de despacho palpa cada día la estafa y el daño gratuito, aquellas donaciones extirpadas de cuajo que se transmutan en sus emolumentos manchados. Pero no hace nada, sólo prosigue su obra, suma víctimas por el camino. Y llega el día que le rompen meridianamente la cara, sin más, plas zasca, el discurso resumido de los afectados. Suelen ser unas cinco ocasiones al año, apuesto un viaje o dos a que cada año se romperán más jetas de examinadores a mano abierta. Se permite poseer el carnet a un conductor experimentado duplique o triplique a diario las faltas meticulosas que le harían no apto para una licencia de conducción. Pero a un conductor novato se le exije que haga un pilotaje intachable y perfecto. El mundo al revés para beneficio de esos mataos. Firmado con chulería y soplándoles ser engañaniños porque el 80 % de aspirantes son chavales rondando los 18 años. Y a estos verdugos deplorables les encaminan las víctimas esbirros profesores de autoescuela, compinches y colegas de esta mafia sostenida y permitida. En fin, el inicio de las decapitaciones coincidió con el comienzo de una época en el trabajo árida, dura y larga. Con heridas, inestabilidades, hostiazos, blindamientos, paciencia, estancamiento, paciencia, ataduras, curvas, trompazorecuperaciones y más paciencia. Y ahora puedo decir que mi paciencia está musculada y fibrosa. Mi aliento no tanto. El conjuro para seguir en pie y luchando no falta. Las magulladuras de la batalla son el rastro de la fortaleza conseguida. No hay mal que dure cien años. Fuerza.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Mis yoes y yo

Todo el mundo copia al oso durante el invierno en mayor o menor cucharada. Así, reducimos las revoluciones corporales durante tres espaciados meses, de forma tímida, o bien narcóticamente, y lo hacemos casi obligados por un dispositivo automático. Como si esta cuarta parte de cada año fuera un reino nada ideal para las revoluciones, la épica o cualquier gran cambio. El invierno podría hasta llegar a ser una excusa íntima y personal para postergar cualquier asunto hasta el 21 de marzo.

Y es curioso como personalizamos y yoízamos el lenguaje, y nuestro mundo a él cosido va cayendo al mismo suelo equivocado. La mayor parte de nuestros cambios los comete nuestro cuerpo ciego, al que no dotamos de bastón. En el imperio del yo, intentamos atribuir todas nuestras acciones a una especie de miniyo en la cabeza, microduende de nosotros. Al cual explotamos, en nombre de una identidad siempre afilada que siempre contesta. Cuando en verdad, al radiografiarlo, no podemos ni verle una silueta definida al microduende. Ya que está borroso y desdibujado de hormonas, multi ramificado esperando tantas opciones de conducta.

Nuestro yo es un yio, a veces un yoi, y otras veces todo lo contrario. De hecho tenemos cuatro o siete yoes probables desterrados. Y lo están por el principio de la no locura. Y dentro de nuestro yo, nos olvidamos que un 50 % es una parte ciega, determinista, que nos baja las revoluciones en invierno de forma dictatorialmente aceptada. O instaura mandamientos de atracción tiranos y concretos en nuestras amistades, ignorando lo no escogido. Yo a veces me acuerdo de mi otro yo, cuando las hormonas viran. Y consigo volver a ser aquel otro, cuando también lo son las moléculas.

martes, 21 de febrero de 2012

Cafeconleche en el Velódromo. Uno de los pocos bares supervivientes al diseño en Barcelona, stop/ frente a mí, dos comensales acaban de desplegar una carta que simula un fanzine o periódico, con la rizada portada de un Mágico González y el escudo del Cádiz club de fútbol. Pda's los camareros, música stand-by escogida a mano. Vamos, que han dejado envejecer lo clásico con una transfusión circulante moderna y pijilla, como los dueños del bar seguro que gustan.
Pero por qué no decirlo, un lugar con deje para fumatas literarias en los dos miles doces. Pero el alma de cualquier bar, sus camareros, me está fallando. Estos seres simples, pueden reunir más carisma que todos sus clientes y familias juntas. Y como un radiador de carisma, monumentos de snack-bar, aguantan sus huesos en mil site coms de veinte segundos al día.
El velódromo a las diez languidece, sin ruido de sala de máquinas de barco, con parejas mayores de burgueses catalanes, camareros alquilados y modernos, tan silencioso-dormido, como la superficie de una pista de patinaje. Y afuera la crisis sí, con su manecilla tan estática como implacable, constante, diluida, expandiéndose. Gas. Gas que se vuelve líquido en la prensa, y sólido en nóminas y facturas. La prensa actúa de medidor no fiable, emitiendo cifras, cumbres, votaciones y reformas, por sus megáfonos, demasiados datos, demasiados números, y excesiva negatividad. Los capitanes del barco no van a las ruedas de prensa. Nadie traza un plan de ruta al exterior definitivo de la crisis, porque simplemente ni lo ven ni saben donde está. Navegamos pues en un gran pantano con tiniebla, de noche, con el motor lento. En la oscuridad de la noche, nos volvemos niños y ensoñamos bajo la luz de las estrellas, mientras el barco se mece y poco a poco entornamos los ojos dormidos.
Y mañana tal vez puede que amanezca mejor y más claro.

lunes, 20 de febrero de 2012

Dormimos en Siberia

Yo ahora tengo prohibido escribir de noche. De hecho el frío me veta a múltiples actividades. Me encojo humanamente, vegeto a mi manera. Soy de esas criaturas que se rebelaría prohibiendo el frío. Sólo acataría el biruji, permitiría que los meteorólogos anunciasen a lo sumo, el biruji en toda la franja septentrional, y nada más. El frío artificializa, hasta crea las civilizaciones más desenrolladas. La riqueza mora en lo temperado, regla estúpida pero matemática de la distribución de la riqueza. El frío artificializa, nos pone más capas de ropa, y la ropa puede ser una herramienta de especulación personal masiva. La naturaleza no entiende de ropa sino de pelaje, como bien articula mi kit genético, y el calor nos devuelve a una temperatura primigenia, a nuestra salsa de cultivo, en la que florecemos, y hasta puede llegar la sangre a hervir. El trópico, aparte de crear las civilizaciones con fonemas vocálicos más abiertos, adhiere la pobreza con facilidad. Como si el frío fuera un nido de ricos, y el calor un pozo de ritmos, el primero un despliegue-de-ingenio, y el segundo un carnaval-de-ingenio. Homo sapiens tropicalis versus Homo sapiens temperatus. Yo soy una criatura desplazada. Un organismo que tendría que morar en el trópico, y que gasta las suelas en otoños e inviernos europeos. Como ya de cachorro he andado aclimatado, me protejo en polares gorros guantes calefactores orquestados, y espero, como una penélope del verano mirando heladas por la ventana. Yo ahora tengo prohibido escribir, fabular y conspirar de noche. Por eso escribo a medianoche ahora, intentando rascar el glóbulo transgresor en medio de mi antiyo y el hielo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Mear páginas/ L.i.b.r.o.

Se me ha ocurrido una buena excusa para curar mi impotencia escritora. "Diario de una crisis", un título-cabecera genuinamente umbralesco, un ariete por donde sumar páginas, que es al final de lo que consiste escribir.  Estar sentado en la terraza de uno, viendo oblicuamente el paisaje tropical y dantesco que pasa de la cricris, mientras se cuelan tropezones de mi vida, grumos emocionales y efluvios de otros mundos. Un título éste, soez y obvio, facilón y necesario, que es al fin y al cabo el trozo de la calle donde basculan lo marginal y lo manido, pan y cebolla, sopa y delicatessen. Encontrar la silla donde pone mi nombre. Sentarme ahí cada día con deje. El deje bohemio y pararreal, el uniforme de un escritor acotado y lírico. Frente al escaparate nuestro de la crisis, también para-argumento, para jugar al despiste conmigo mismo. Y allí avanzar arrastrando mi terraza, jardín y alcoba, mi peatonalidad y mis migraciones. Avanzar en la epopeya-animal que es esta crisis, remolino sin guión ni final, injerto de nuestras vidas. Empieza hoy espero este poemario económico, o tratado de economía literaria.

martes, 14 de febrero de 2012

Escperimento

Flechas perpetuas en una carretera, vehículos que llevan cero coma uno de trascendencia en su maletero. Esa trascendencia que busco yo o cualquiera que cuenta algo a un auditorio. Rascarse la imaginacion y la memoria, o agitar el presente para que salga algo. Corrijo una Q mal pulsada con mi pulgar. La Q es extraña a las demás letras, vete a saber su familia. Y el pulgar, ese nuevo empleado al que el iphone hizo escritor. Mientras yo tecleo, puede que cien mil personas también en una sala obicua, escriban robótica y líricamente al mismo tiempo, como un ejército contra mi originalidad. Ganarse la vida con esto, este levantar la mano entre la marabunta de escribas, tiene visos de sorteo de la lotería mundial. Mi último invento, ante mi alopecia literaria, escribir cinco minutos a cuenta atrás al día y no más, es un experimento psicológico en mí, para ver si así escribo al menos, media página al día.