viernes, 28 de mayo de 2010

Epistemós

¿Qué pasará cuando sepamos todo de nosotros?
Quiero decir cuando la genética, la neuroquímica, cuando todas las ciencias sigan creciendo como malvas que son, y sigan acumulando más y más conocimiento, más perfil, más definición, y sean un espejo muchísimo más exacto de nosotros, mismos.
No será un gran misterio desvelado? Un misterio definitivo en gran parte resuelto, y tras él pueda aparecer una cascada enorme de funcionalismo. O crecen otras malvas más "malas" hierbas que tapan. El progreso puede que no sea más que un borronazo creciente de la visión diáfana, un ente refractario que nubla las visiones?

Si se agota el conocimiento, puede esto afectar más que si se agota un petróleo? O esto es una gráfica infinitesimal en que a mayor altura más complejidad, definición, sofisticación. Es el conocimiento sofisticado? Puede el conocimiento ser barroco?

lunes, 17 de mayo de 2010

Monumento al cerebro ya

La azotea, una caja mucho menor que un tambor de Dixan, una especie de maceta mediana llena de neuronas, que se asemeja evolutivamente a un pentium concentradito, patrocinados ambos por el lema caído de la lucidez, "el saber no ocupa lugar".

Como un pentium, el cerebro también dormita, se suspende, hiverna. Pero qué escondidos están muchas veces los botones de arranque en medio de la vida y las horas. Usted tiene en la cabeza una maravilla que muy bien le podría hacer plantearse ir con casco por la vida. ¿Usted se lleva el pentium para hacer barranquismo? ¿Se baña con él en acantilados? ¿Lo lleva en un coche a más de 100 kilómetros hora sin funda ni sujeto?

Creo que no se ha hecho ningún monumento al cerebro, ni a la deriva genética, ni a la mielina, y sí que las calles están pobladas de efigies sobre espíritus invisibles y seres algunos de ellos lamentables. El siglo XXI será el de la psicobiología o no será.
Las claves del futuro las tenemos bien dentro y bien cerca. Muchas soluciones a nuestros problemas de índole económica pasarán por conocer como mejorarnos a nivel individual para aportar más al conjunto, y la raíz de los cambios siempre es celular. Somos una manada en la época que no existía ni la física cuántica ni la energía nuclear en el terreno del cerebro, conocemos a grosso modo, pero nuestro conocimiento celular y químico es primitivo.

El día que el ser humano confíe, en que dentro de su cabeza tiene a Dios, y que lo más cercano a ese ser sobrenatural, reside en sus neuronas, empezaremos a querernos más. Y hasta el fútbol será menos una re-ligación.
Pero parece aún que nos limitamos a usarlo poco, y esto que digo no pretende ser populista o demagógico. Un hardware necesita de softwares, y depende que masa de estímulos lleguen a la caja mágica, te dice feldespato, rácing de piedad, o te ladra. Hemos encontrado personas en nuestra vida, que nos han hecho ser mejores, con las cuales hemos sentido que nos estimulaban el cerebro, pocas, pero a ese tipo de estímulos me refiero, ya sean personas o cosas.
Tiempo al tiempo, la naturaleza es implacable

jueves, 13 de mayo de 2010

Percepción y memoria

"Todo acto de percepción contiene su parte de creación, y todo acto de memoria posee su parte imaginativa". Dicha frase aparece en un libro de Oliver Sacks. Percibir es en parte crear, y recordar es en parte imaginarse.

Viene a decir que al acto sensorial de percibir, siempre le acompaña un acto de clasificación, archivo, y puesta en contexto. Percibir es filtrar y cada cual tiene unas estanterías donde amolda las percepciones. Sólo son décimas de segundos post-aferencia, pero suficientes para desplazar lo sentido hacia una dirección o otra. Percepción y pensamiento no tienen lindes, uno sucede a milímetros del otro sin solución de continuidad, así que son facultades miscibles.
Aparte, la percepción humana no es ni mucho menos absoluta. Sabemos que de todo el espectro posible, nuestros órganos son escáneres que captan un contenido concreto de la realidad, troquelado y adaptado a nuestras necesidades de especie.

La memoria por su lado no tiene por qué ser una facultad fiel. Es una capacidad de procesamiento limitada, y cuando no llega a recuperar todo lo percibido, tira de relleno, y lo hace a partir de otros materiales guardados. Aparte, tiene un canal de interferencia emocional que puede distorsionar lo almacenado.

Escáner y archivo, percepción y memoria, en una criatura que corre, canta y cocina. El nuevo regalo de reyes.
En el fondo el cerebro es una maraña cognoscitiva y ejecutora, una red de capacidades interconectada, que permite recuperar facultades a partir de capacidades vecinas no dañadas.
El cerebro es plástico, bendito invento.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Originalidad

El nuevo colisionador de hadrones busca la originalidad. Hay una configuración en el cerebro, no se sabe bien cómo ni cual, en que sus liquiditos están en unas proporciones óptimas, y nuestra maquinaria cognoscitiva parece en trance, y conectada con una parte del cosmos más bien notable. Una configuración que se nos pone, más que ponerla nosotros.

Digamos que tal estado es una rampa selecta de las alturas cerebrales, algo remota e inaccesible a diario. Es una precipitación metereolírica no frecuente, pero existente, donde el acceso al conocimiento ya no va en bicicleta si no que se abre una autopista de 4 carriles a él. Es la inspiración prístina, el tiempo limitado del pseudo-dictado del orden del mundo. Entonces, esa lucidez es una criatura que acaba de nacer, y que perecerá antes de una hora, caliente y voluble.
Un tamiz increíble y mágico que se sabe finito, y que es difícilmente apresable. ¿Qué haces? Vas a atraparlo en la escritura, o no le cortas su divina fluidez y confías en que esas ecuaciones cósmicas apalabradas volverán a iluminarse en tu cabeza somewhere-somehow. Intentas enfocar ese chorro de sabiduría andante, de vasto caudal, hacia lo que actualmente quieres resolver en tu vida, o prefieres la contemplación del mundo, esa danza espéctaculo de matrices, moldes y goznes?

Cuando la ciencia es un vals, cuando la poesía tiene versos de cien sílabas, cuando las matemáticas besan la estética.
Las inundaciones de inspiración, que no siempre acaban mojando un lienzo o un papel, permiten viajar a la originalidad. Aquel país que nunca existirá, pero donde todavía permanecen todos los moldes del mundo, muchos de ellos manidos, y bastantes todavía no descubiertos. Digamos que la originalidad es un país que cambia a medida que el mundo cambia, es un (n + 1). Las expresiones estéticas y sensoriales, los opus del ser humano, suceden deliberadamente y por puro accidente. Eso genera un registro de ellas, para que una obra nueva sea nueva y original, siempre tendrá que lidiar con el vasto registro que la precede. Lo de hace un año, o hace 10, tuvieron diferentes cánones de originalidad, diferentes al de ahora mismo. Y una obra no es original por ser rompedora, no basta cagarse en la calle principal de la ciudad para ser original, tiene que contener algo de ese cofre selecto primordial, que ha estado allí todos los tiempos, donde se mezcla la excelencia, la radicalidad, la cotidianiedad, la belleza poética y matemática, el patetismo sereno, o la muerte resuelta, entre otras cualidades. Ha de tocar los orígenes de manera radical, de una forma nueva, con una versión todavía no ejecutada, y para no repetirse hay que haber leído mucho el mundo y ser capaz de almacenar un vasto registro de expresiones previas y nuevas variables.

domingo, 9 de mayo de 2010

El hombre obediente

Lavados de cerebro S.A., el otro día divisé un cartel de empresa con tal nombre, y me enteré que no han sido denunciados, encore. Se dedica a burdamente des-lavar cerebros de gente ex-secta, aquellos que fueron acompañados hasta un precipicio al borde de la locura gregaria, y por un regate al destino pudieron salir de ahí. Lavados de Cerebro S.A. también tiene su sección de marketing, y pretende hacer un centrifugado suave en las cabezas de los posibles consumidores de una firma que les pida sus servicios.

Todos cuando comemos mierda, cuando nos tragamos marrones de trabajo o ocupaciones similares en esfuerzo, digerimos esa mierda en forma de un ablandamiento de nuestra rebeldía. Cuando las ob-ligaciones nos moldean, nos ponen tapias a las horas, tuercas a la efusividad, rayas y límites a nuestro campo de deseos, nos entra un síndrome de Estocolmo del sur, consistente en erosionarnos rebeldía, albedrío, un tragar saliva y sustancia de libertad.

Entonces aparece el hombre obediente. Aquel hijo de la sociedad, educado-moldeado por los límites. Un albedrío limitado que coarta la libertad meridiana del ser animal que duerme dentro. Todos nos hemos sentido plenamente libres alguna vez, ya sea en la infancia como mínimo. El 100 % libertad se traduce en que nada es imposible, esta tarde puedo pasear por mi barrio o irme a comprar a un mercado exótico de otro país. Mañana se podría iniciar la primera página de un gran libro o prefiero intentar reconquistar a aquella amiga de la infancia que tanto quise.

El hombre obediente ya empieza a hacerse cenizo. Es un tío genial y de admirar, pero su horizonte se ha reducido ocho metros por cada lado. Luce el sol de lo sensato, desaparecieron las nubes del dulce riesgo, y el aire huele menos exótico y remoto.
El poeta, el loco, el cantante de rock, el escritor, los amigos de la inspiración. Ese es el reino encantado sumido de cierto veneno letal, la cima espiritual que todo el mundo anhela, pero ahí tan arriba, sin aire y sin presión. Nadie es artista 100 %, ni tal vez ni siquiera 80 %. Hay un corpus bien grande abajo de la persona, que es todo ordinariez y cotidianeidad. El arte siempre es más una buhardilla mental a la que nos subimos. No es el salón de estar donde pasamos la mayor parte del día.
Siempre te puedes drogar, siempre puedes haber nacido con una tara que te permite residir ahí pagando estancias en sanatorios mentales, pero si no, es un país maravilloso que se visita un par de horas, con el reloj marcando el tiempo del verano, con la inspiración más prístina flasheando la luz.

El hombre comemierda, el hombre obediente, es el hombre normal, el hombre sano.
Droga y arte van demasiado juntos. Uy, me comí hoy un pastel de marihuana.
Ay. Estoy trabajando 12 horas al día en una "oficina".

miércoles, 5 de mayo de 2010

Lerdos

Post en iphone en bus. La sociedad coincide en un 90 y largos por ciento que nuestra clase política deja mucho que desear, y que da pena en numerosas ocasiones. A esta lacra parece que le hemos sabido crear su carpa separada, es un circo por el poder de gente mediocre, y es cansino querer desmantelar todo ese tinglado con tanta burocracia y donde tan bien agarrados están. Mientras no roben en exceso, las revoluciones seguirán dormitando hasta que emerjan como un tsunami tras decenios de desidia. La historia también tiene un león dentro, una bestia que explota ante kilos de desidia y soeces. Veáse degüello a Ceaucescu y señora, por ejemplo.

Pero no por tenerlos archivados como payasos de telenovela en lucha por el poder, hemos de dejar de ver su falta de cabales. Su comportamiento, si se tradujese al resto de nuestra vida social seria parecido a lo que sigue. La estructura legitimada gobierno-oposición, con toda su dialéctica navajera día a día, sería como entrar a hacer la compra cualquier mañana, sospechando que el tendero te va a robar sí o sí, y él que tú le vas a sisar a la mínima también. Cualquier frase con doble sentido, sería aprovechada para denunciarte ya fuese en un bar o en el lavabo del trabajo. Se cultivaría la hijoputez como forma de relación social, el apartar al otro, y el terjiversar cada día con tal de subir ránking. Cuando te cayeses por la calle, la gente se alegraría y aplaudiría, porque seguro que había un motivo para ello. Hasta si tuvieses un hijo con sindrome de Down, podrían llegar a argumentarlo por vía moral, como ya ha pasado con otras catástrofes, aludiendo después a que fue un complot de la ciencia contra ti lo que pasó.
No es ser malo, es ser mezquino, es rallar la enfermedad, y desde altas esferas. Y lo hacen desde poltronas sociales elegidas democráticamente, es decir, designándoles como representantes elegidos del resto para llevar las riendas. Hace 70 años Hitler fue respaldado por un pueblo, hoy tontolabas menos sanguinarios siguen ostentando poder.

El párrafo anterior, que suena mas a la mezquindad del cáncer pepero-franquista, alias "yo por el poder... maaaato", tiene su espejo en una izquierda que aún mira de dónde llegan las ostias, o en un Obama que no tenía ni pajolera idea del peligro de las subprime en las zarpas de Wall Street. Zapatero, ni Rajoy, ni ningún presidente de la democracia española sabe hablar inglés. Eso es landismo, Pajares y Esteso, Doña Croqueta versión 6.0. ¿No será, que primero tendrían que pasar por Ceac, repasar las mates de sexto, trabajar un poco en el Mercadona, y tal vez ser representantes escogidos del pueblo de aquí un par o tres de reencarnaciones?
Lerdos!!