viernes, 30 de noviembre de 2012

Holocausto romántico (El señor Sos II)


Un día al bueno de Paquito, se le ocurrió llevarse un micrófono aparatoso a clase para paliar su afonía, y no poner en peligro la extracción diaria de sal. La venganza desatada en la horda cavernícola que éramos, fue letal. Una clase de 40 energúmenos criados en cautividad, con curas y sin féminas de por medio, es un ejército psicopático perfectamente engranado para desquiciar a las mentes más ponderadas.

Era una sola persona contra cuarenta polizones entrenados, una masa informe que se desplegaba al unísono en perfecto camuflaje, soltaba una ráfaga de manicomio aturullante, y volvía a la tregua de la quietud y el silencio.
Sólo se volvía a rearmar y atacaba, en la siguiente vulnerabilidad del enemigo - el plasta, la autoridad desautorizada - cuando notaba que al profesor se le resbalaba el mando: una paloma que irrumpía en la clase, un tropiezo con la tarima, una respuesta rebelde de Pérez Terol, una tiza cómplice que se resistía a tiznar la pizarra gimiendo. Eso si no se había desplegado un sabotaje previo: la mesa del profesor desplazada al borde de la tarima para venirse abajo a la primera palmada, el borrador pringado para que manchara la pizarra, o el golpeteo de la mesa simulando que picaban a la puerta.

La mafia canallesca vivía para alborotar, liarla y seccionar el aburrimiento, la reclusión, gángsteres expertos, lazarillos que sabían ocultarse en la maleza de las cabezas, mientras vociferaban expulsándose los espíritus como en un bombardeo, o arrojaban bolas de papel sibilinamente que riéte tú de los francotiradores de Leningrado.
Ser profesor despreciado es una putada, unos gángsteres te la tienen jurada y te lían un cristo, una coreografía camuflada de ruido y locura en cinco segundos, que no te da tiempo de nada en el sobresalto. Han sido todos y ninguno, ninguna acción es identificable. Los cerdos ahora callan y miran tranquilos sonriendo, a punto de descojonarse. Es la sonrisa de Satán, han vuelto a triunfar en sus fechorías, tienen el talento y la suerte de los diablillos.

Como un animal, una fiera que se alimenta de travesuras, modulan también a lo largo del curso la potencia y dosificación de sus ofensivas perturbadoras, descolocando a la presa que pretende remontar y descubrir su camuflaje moteado. No podrán. La colmena es más fuerte que el torpe ajusticiado.
Es más, las generaciones se legan instrucciones, motes esclarecedores y anécdotas que son como los récords a batir, los listones de la moral del sentenciado.

Paquito apareció con un micrófono y base de los cuarenta, de segunda guerra mundial, todos ya nos mirábamos con ojos como platos, que era el código espontáneo para activar el cotarro. Latencia mientras camina hacia la mesa, aparente calma, cuando se dispone a enchufar el mamotreco, que escupe los primeros sonidos estúpidos y erráticos...ratatatá empieza la primera metralla de los alumnos, cuerpo ladeado, mano tapando boca: kariaaokeee, cantaa paquetuoon, ueeee, julitooo, pplasssstaaa... sueltan los tenores, porque el mensaje capitular de tres segundos, es encriptado por otras voces esquineras que camuflan el mensaje con otros ruidos y onomatopeyas disuasivas. Los avanzados, de primeras filas, empollones y soseras, amortiguan el matojo con sus caras comedidas y cabales, el consuelo mirado del profesor ante la violación de sus sentidos. Desconcierto total de su cabeza, un mar límpido de monaguillos luce ahora enfrente, perversamente estático, colmo de paz diabólica. Frustración de reprimir espumarajos e insultos que azoten esas caras, constatación escénica de la definición de caraduras. Castigos, rebajación de estatus humano, humillación, desprecio, caricaturización... intentos vanos de hacer mella en el enemigo, que engulle los golpes en grupo y se quedan por entre los pupitres, con las virutas caídas de los sacapuntas.

Toda la jauría de una selva, ocultada en el seno de un aula con cuatro decenas de monaguillos escolares, un terremoto perturbador plegado y sentado en 45• en un pupitre escolar, a punto de detonar. El horror y tortura del docente diseminado en caras angelicales y espíritus etarras. Es la gran batalla, el holocausto romántico de una pandilla y una alegoría del linchamiento a la falta de vocación universal ejecutada por un Tribunal de niños tiranos.

El señor Sos


Mi debut literario también fue en un aula tomada por una perorata perpetua. Las clases de Historia de tercero de BUP, o el Sopor. Describía ese sopor haciendo que tomaba apuntes, aquel soponcio que un día provocaría la huida de nuestras cabezas ingrávidas flotando hacia el techo, luego tras él a los cielos, en una guillotina aerostática y satelital, un suicidio preferible a permanecer en ese planeta de sal, porque yo creo que al final de la clase se formaba sal sobre nuestra cabeza, sobre la mesa, sobre las baldosas... y es que parecía transcurrir una era mineral hasta que acabara la clase.

Otros días describía poéticamente puestas de sol con malvas y pretensiones de auroras boreales. O iniciaba mis primeras incursiones en la filosofía, con poemas que incluso tenían rima y sonaban como muy trascendentales.
Paquetón, el pájaro que nos daba historia y se dedicaba al comercio de sal que nos salía al escucharlo -ocupación poética y satánica rayana en la explotación infantil -, descubrió un día mi obra literaria perpetrada en la absoluta desatención de su existencia. Quiso quedar bien diciendo que lo de la guillotina aerostática y la sal, a él se la traía al pairo (muy bien le debía ir con la sal), pero que él se preocupaba por mis poemas filosóficos en asonante, demasiado trascendentales y precoces. Seguí un poco el teatro iniciado por Paquetón, ni recuerdo como se zanjó la conversación. Yo me libré de más plasta, encima en horas extras, y él se quedó tranquilo que no le iba a denunciar por el estraperlo de sal.
Hasta hoy, que es una denuncia pública, sobre un crimen ya prescrito, pero continuado con víctimas otras durante veinte años. Lo que no sé es porque no se retira con la de toneladas de sal vendida, y el imperio que debe tener el tío.

Pensamiento de andén opuesto


Iniciados en el frío, ya no es tan antipático y dramático, es una lección gradual más y nos hemos vuelto seres invernales, se nos ha girado la piel. Sabemos movernos en este entorno frigorífico, que alternará un trimestre. Hay quien sueña ya en el esquí, el tejido de borlas y bufandas para los nietos, y otras formas de celebración de lo helado. La aceptación y digestión anual del invierno, y sus anticuerpos emocionales.

Yo estoy rodeado de mujercitas. - Conferencias finales de cuarto de psicología. Volví a la facultad a acabar la faena, dos asignaturas, tras 11 años de gira en otros asuntos -. Reconstruyo las generaciones que me siguen a partir del esquema de mis sobrinos. Me rodean jovencitas 800 metros más allá de Alba, que a sus 12 años se le ven las pegatinas de joven sobre su figura infantil y su voz de personaje de Bob Esponja. Aquí siguen mudando a mujeres, verdes todavía, en perpetuo ensayo hasta esa meseta. Sus voces son afectadas, la sala es un gallineo, todavía no se han templado todos los fuegos internos, sigue habiendo lava en el aula, con olor a plastilina. Camisas de leñador, maquillaje de revista, carpetas a gogó, mucha capucha...

Alguna muestra rasgos de la batalla adulta ya dominada, y aquella, ah no, es un chico en un aula de psicología, sísí carga a la derecha. El cerebro está escoltado por un regimiento de mujeres que se meten en sus circunvoluciones y duermen en él.

La conferencia creo que va a ser un hiperestimulante para la escritura y para todo en general, se podría escribir media novela hasta las cinco de la tarde. Reconozco que una de las veces que más me ha brotado el pensamiento paralelo, o pensamiento de andén opuesto, fue en el Palau de la Música con un concierto de música clásica. Pensé sobre todo lo pensable, me recluí en mi cubículo de la azotea como un anacoreta, y fuera, seguía el mundo, los músicos tañiendo, pero yo con una película espontánea que me recubría y me aislaba en otra realidad.
También era una manera endógena de insultar a la música clásica, más ignorancia no se le podía prestar, era un niño muy decoroso al que se la traía al pairo esa perorata musical, y callado había cerrado todas las puertas menos la que comunicaba la oreja de entrada con la de salida.
Porque la música seguía sonando, yo la seguía oyendo en mi butaca. No creo que fuera casual mi reacción, ni tan iconoclasta como parece. Mi cuerpo prefirió oír el concierto, más que ver un concierto, y el cuerpo siempre tiene razón y es más pragmático que nadie. Luego ya al filtro personal todo lo que sonaba le pareció eso, clásico, o colmo de lo clásico, como un esqueleto o mobiliario estético ya incluido de toda la vida en las cosas, las voces y los lugares, como si su lugar ya estuviera ocupado, copado, en la mente. De ahí el frenesí de pensamiento que rebotaba, toda esa música no aburría, decía nada diciéndose, era acompañamiento, estancia, no originaba ni generaba las ideas, más bien huir de ella lo aprovechaba el pensamiento para fugarse.
Como se fuga ahora por el arrabal de la escritura con el conferenciante de turno pasando diapositivas.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Orgullo clasista


La verdad es que con la edad uno se vuelve más clasista. Ser barcelonista o madridista parece algo lícito y necesario, pero la asunción de pertenencia a un estrato está mal vista. Luego es impepinable que perteneces a una clase, incluso a una casta si eres un poco rarete, pese a que hoy en día casi nadie lleva uniforme de casta y las distancias no son latifundistas.

No me gusta lo clasista, y es de mal gusto mentarlo. Sí que estoy muy de acuerdo en una taxonomía basada en Clases de madre. La verdadera potencialidad de la vida, más allá de la riqueza, está en el sembrado y la supervivencia cuando se es una criatura violable y moldeable. No todas las madres son iguales. Dejémoslo ahí.

Un estupendo médico humanista como Rof Carballo, hasta sostiene que la urdimbre afectiva materna es el principal vector que desarrolla la inteligencia esbozada en los genes. Quien no guarda un recuerdo en paz de su infancia ya traspasada, es un zarzal adulto que se escuece y araña todavía.

Esto de los padres no es más que un terreno, donde la semilla agarra o perece yerma. Después nuestros pies seguirán envueltos de por vida por unas telerañas, que son las raíces. Nos seguirán a los confines de nuestras vidas.
No entiendo la ignorancia común de nuestros árboles genealógicos, no comprendo esta tradición yoista e individualista que se cree protagonista seccionado de una saga, una personalidad nueva y renacida, tan libre, tan capaz, tan emigrante de sus antepasados, tan americana.

Creo que así, el único marcador de clase que existe es la generosidad recibida - explicación muy lógica por otra parte -, y eso ya es una lotería, es cuestión de suerte. Cada uno guarda ese legado, batería íntima, en las entrañas, por humildad o por vergüenza. Ésa es mi teoría de las clases de gente. Las chonis y pijos de logopeda, o los tertulianos con títulos, no orbitan más que una vida desarrollista cada cual a su manera.

¿Y yo? Yo soy el hijo de una carnicera a los 14 años, que nunca me enseñó un ápice de tecnología o humanidades académicas. Hijo de una incubadora 13 años, atendido en lo que a mi parecer es una corte real, como una semilla monitorizada noche y día con la última tecnología afectiva, en unas condiciones adversas y catastróficas condonadas con su entrega. Toda mi obra lleva su rostro detrás.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

La voluntat d'un poble (irony mode on)


Deposito mi voto en la urna. Me he sacado un boleto para el viaje a Ítaca. Poco después recibo un sms de una amiga de las Españas que acaba insultándome por votar a Belcebú, a Satán, al demonio. Gracias señor Ramírez, usted tiene una alma goebbeliana digna de Museo.
Nos cuesta entender muchísimo por qué se podía llegar a dar la vida por un pueblo, por qué llegar a arder con las veleidades de la vida, en una contienda, dejarse llevar para siempre en una hoguera de circunstancias bélicas. Se explica de algún modo por verse como una parte del todo, como una zona ya injertada en la realidad que tiene un corazón común con la situación global, una misma alma, que morirá, se alzará o se salvará, enganchados.

Y en el otro lado hay rottwailers y pitbulls con ganas de sangre disimulada en el estómago, mamporreros profesionales que no cesarán de contaminar el agua, jueces a los que les llegarán querellas límpidas que archivarán, y entrevistas continuas unilaterales entre aliados para lograr más envíos de votos en Bruselas. No dudo que España tenga el voto de Hungría.

Parece que el catalán sea un burro masoquista, lejos aún del judío, que se complica la existencia queriendo tener su banderita, himno y frontera propia. Un estúpido caprichoso que arriesga su bienestar por separarse de otra cultura vecina.
Lo vamos a decir claramente, la cuestión aquí es que nos da asco, uno no se aparta así de algo si no existe un asco explicativo subyacente. Tenemos asco sí, a la historia vergonzosa de España, a su dictador gordo de broma, asesino y militar, tenemos asco a la derecha española sucesora, mezquina, pija, que miente como hobby, indigna. Que no se olviden que no es una cuestión de nacionalismo, es una humana cuestión de asco.
No lo digo con rencores, es una respuesta natural que nos sale. Me juego algo a que ante una encuesta sobre si el estandarte pepero plantado en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, resulta algo asqueroso a la población, desafortunadamente no sería un reducido % quien afirmara sin ambages que sí.

[...] Los resultados de las elecciones contrarian a todo el mundo. Sólo se oye el champán y brindis de génovas en su fiesta de lesionar a Mas, su burda estrategia de cargarse la foto de los carteles, como si violando las fachadas se eliminase las voluntades de un pueblo.
El PP se estanca, sólo Ciutadans triunfa ganando 6 escaños, toda esta alharaca por haber avanzado el 5 % de la Cámara juntos. Pere Navarro es la metástasis más grande del PSOE, un líder que me da vergüenza nombrar. Iniciativa se queda a 7 del PSC, cuando hace 3 años los triplicaban. Y la CUP suma 3 escaños radicales al bloque soberanista. Pongamos que el unionismo sube un 5 %, pero es que los 50 de CIU en 2010 no eran independentistas declarados, y hoy son diputados con las cartas desveladas.
Y ERC. Resulta cómico como España se alegra que CIU pierda 12 diputados, mientras ERC gana 11. Cómo han cambiado los tiempos, y las manías persecutorias. Ahora resultará bueno que la distribución de voto soberanista se radicalice, ya. El ataque simplista, se conforma con que el demonizado pierda. Con la pinta de satánico que les ofrece Junqueras, qué hacen con su tenedor y cuchillo con sangre de Mas, tienen un festín orgiástico con las lorzas de Junqueras. ¿Y no vamos a querer pirarnos de esta Desvergüenza? Hay que exiliarse, civilizadamente a ser posible, o cuando nos echen con su garrote, sus Milans, sus alzamientos y toda su maquinaria pedrojotil. La independencia de Catalunya es un exilio.

[...] CIU comparace noqueado, pero con su director de campaña sacando barriga en primera línea. Tío, vete a tu casa.
Las urnas les castigan por su exceso de protagonismo, mesianismo en parte, desprecio de la izquierda independentista catalana, desprecio derechoso de la realidad crítica del país. La campaña fue un error, han tomado el camino equivocado. Sabrán admitirlo? Les cabe en la cabeza que el 50 a 21, pueder ser 39 - 31 de aquí 4 años?

Catalans are following the negotiation between ERC and CIU closely, it is the core of their destiny, the quid of the independence process.
Gobernabilidad. Nunca derecha e izquierda catalana han sumado fuerzas para gobernar. Esquerra deuria tenir realisme, els ideals són aire si els comptes no surten, i la independėncia depèn de l'agressivitat d'Espanya, requereix mà esquerra, mediatesa i paciència.
Si no se entienden derecha e izquierda catalanas, apaga y vámonos, el somni ens va gran.

martes, 27 de noviembre de 2012

Sobre el mal gusto


Me hago con un ejemplar robado de la literatura publicada por JJ Vázquez, el magnate de la telerrealidad española, y voy a hincarle el post leídas veinte páginas.

Resulta que nuestro Sálvame, el sancta santorum de la televisión peninsular, al que cada día de los años asisten un par de millones de españolitos, es un fruto nacido de los suburbios, esas hiedras desarrollistas que crecen en torno a una capital.
Toda la vulgaridad y cutrez estalla cada sobremesa en España, venida de Badalonas y Leganeses, de los árboles genealógicos de chonis y canis, de unas vidas desafortunadas que esnifan el Lecturas como en casa de Jorge Javier - un rasgacielos de ocho plantas junto la autopista - la llegada del Lecturas era el acontecimiento familiar sagrado de la semana.

Es la historia del Dalai Lama niño de la religión rosa del cotilleo, desde los parques de abuelos con chandal y zapatos de Badalona - repletos ahora de inmigrantes antiguos que eligen a un alcalde pepero para que eche inmigrantes nuevos que les tocan sus cojones ya burgueses.
La novela utiliza un recurso paraliterario a la altura del desalmado que la calza, el típico exabrupto que sueltas borracho o atiborrado de benzodiacepinas cuando quieres captar la atención de tú único amigo borracho en la barra de un tugurio: - Oye, tengo el Sida ! Lo que en lugar de soltar la pota a continuación, lo que nos suelta es su novela de mismo hedor.

Porque Jorge Javier Vázquez, esa inteligente y creativa criatura, a la vez emperador de lo frívolo y director de su fábrica, ante todo debe ser reconocido por lo que es, el Sardà de turno, el perversor a gran escala, el flautista forrado que atonta en la caja a los ya lerdetes, haciéndoles un nudo bastante irreversible, dejándonos ya inoperable una franja de la población.
Pero él proviene de esa estupidez que sus seguidores celebran cada tarde. Ellos desgranan el día hasta que aparece el de - "Oye, que tengo cáncer de páncreas, ah no, pero ya tengo trabajo", como él apuraba los días hasta que llegaba a su casa el Lecturas. Más listo que ellos, lo auparon para que dirigiera el cotarro, y eligieron como Virgen, icono, gran hueso a chupar y roer, a la Princesa del Pueblo, la del pisucho de San Blas, que luego se forra y elije un chalé en Paracuellos como gesta del Chonismo. La de la muerte lenta retransmitida y consumida, el sacrificio al Dios ano.
Es toda esa corona metropolitana hecha programa, zarzuela, género televisivo, vodevil que sacie los cerebros de maruja y de choni, abuela y nieta unidas en su pleistoceno.

Trajes, vestidos, aparente elegancia; deluxes, prime time... pero no nos engañemos, son los triunfadores fáciles de los suburbios, es el opio de la barriada, una cultura desarrollista que se proyecta del rasgacielos a mediaset, programa y audiencia son los mismos, pero con distinta suerte, una melopea de frustrados y ganadores de la lotería de la tele, intercambiables, cuya esencia común es el imprescindible picor acerca de la vida del de enfrente, no la propia, no-vaya-a-ser-que.

Jorge Javier Vázquez, ser inteligente y brillante, licenciado en Filología Hispánica, pero suficiente malnacido como para acabar reciclando chatarra desarrollista.

lunes, 26 de noviembre de 2012

A la sombra de un león


A la sombra de un león se me ha quedado sonando en todas las cavidades del cuerpo, y ejerce de banda sonora de esta tarde. Instrumentalmente dulce, rebosante de poética, con un tempo de séquito moribundo y enamorado, tierna como mimar y criar a la locura. Epatar es eso, que hace Joaquín Sabina, de tarde en tarde, con superioridad poética. Obras que nadie más podría hacer.
Luego, el interno 16 ya tiembla dentro de nosotros, y es un personaje poético, leyenda, de esos mitos sentimentales de la adultez que también tienen los mayores. Sabina debería ser Patrimonio Nacional.

Hacerles un vial a las palabras ya es un trabajo extra, hacerles los zapatos de la música y el guión de sus movimientos, es como dotar de poder a las palabras, otorgarles movimiento, capacidad de penetración, pringarlas de dicción y que se puedan quedar enganchadas.
Toca las páginas de un libro abierto, y nota su sequedad, su alma de papel liso, la literatura es papel liso recordado, códigos confundidos en un gran listín telefónico de la memoria. Son instrucciones, consignas valiosas, incrustadas en los yacimientos personales. No tan fáciles de rescatar como las mariposas musicales que nos pululan, se nos posan, nos acompañan.

El cerebro está lleno de gramófonos que quieren tocar otra canción, jukebox pulsados por una foto del cajón, una calle revisitada, un sentimiento impaciente. La música nos aborda los días y suena como una fuente premonitoria.
La música tiene patas, aparato locomotor, es un animal más, una criatura incidental. La prosa cabalga en el papel, hace tirabuzones, pero se queda quieta en en la nube, entre el dispositivo de celulosa y su huella mnémica. La literatura es vegetal y vitamínica, nutrición espiritual, y joyero personal barajeado entre miles de imágenes mentales.

Y
chocó
contraelBancoCentral

domingo, 25 de noviembre de 2012

Domingo rojo


Domingos trepidantes, algo costoso como melones crujientes. El domingo es el día destartalado de oficinas y semana, bonachón como los torteles que se le compran, blando como una misa, neblinoso como un día sin marcar, amarillento del asueto de veraneo. Los domingos y el verano son amarillos.

Cuando son trepidantes, uno o dos al año, es porque tenemos que empujar desde la casa o el sofá algún acontecimiento. Aquí hay elecciones, y no hay que elegir un equipo de gobierno, sino un equipo de argonautas que naveguen hasta la independencia. La gente en parte irá a darles toneles de vino, especias, lana y libros amados, a algún puerto imaginario. Puede que hoy Catalunya zarpe de modo oficial hacia Ítaca, o puede que se quede atracada en los muelles, medio siglo más, retenida o presa de un sabotaje de un polizón zaplanesco de Madrid. Queramos o no, la plasta de enésimas y benditas elecciones, hoy burbujea, es imposible olvidarse de las burbujas que trascienden mesa y papeleta en urna, hoy el día asciende como un zumbante fuego artificial que hasta que no estalle en lo alto no sabremos su dibujo. Tras el estallido, cuatro o cinco polizontes de España deben zarpar de noche con nuestro cayuco catalán para recorrer mundo y llegar a Bruselas un día con una fragata.

Después está amarrarse al cuento, la fantasía, la metáfora televisiva de los dibujos animados de la Fórmula 1. Creerse Alonso, o su sancho panza 1024, como nos creíamos Sports Billy, Mark Lenders, o Michael Knight. Estar incierto y preocupado como un indio americano, por si lloverá sobre el circuito de Interlagos. Ir comprobando el parte del tiempo de Sao Paolo hasta que llegue la mitad del día, sobre las 17 h. Y una vez obrado el caos, revivir las extemporáneas aventuras de Pierre nodoyuna y su perro Patán, Penélope Glamour y Charles Pic, porque al final la gran batalla de la vida se juega en un barrizal, con la puta al río, y si no se gana da igual, porque todos nos damos cuenta que cuando hay espectáculo, ni orden impuesto, sólo el talento prevalece, y sólo puede ganar el mejor.

Y Catalunya puede descorchar su independencia en un mar de músicas cruzadas, será un canon. Mientras suena el himno del Barça en Levante, y se cuela una estrofa del himno español en Sao Paolo, y continua la música de Convergència i Unió en el Hotel Majestic, y algún desalmado se consuela con el Cara al Sol. Síntomas de que algo está cambiando, algo está moviéndose, algunos muebles peninsulares deslizándose, y que esperemos que se resuelva con una canción, que tardará una década o tres en ser compuesta.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Los niños capitalinos


Los ninos de ciudad íbamos a parar el fin de semana a municipios fuera de las murallas vanguardistas de la capital, a jugar un partido. Manteníamos una visión capitalina una vez ya en las calles de los pueblos, lugares donde la gente vivía pero que no eran la metrópolis donde habitábamos.

Dormir allí implicaba recorrerla, salir a mar abierto alguna tarde con mamá, saliendo del ecosistema rectangular casa-colegio donde todos los niños nos movemos. La ciudad a oscuras aquellas tardes de invierno era cruzada, de vuelta del pediatra Stegmann, de una visita a una tía, de echar la carta a los reyes, y se nos quedaba en los ojos toda esa modernidad estrenada, la imponencia de rascacielos y edificios de cuento modernista, los últimos gritos en diseño, la incomensurabilidad de una capital para un niño.

Cruzábamos los pueblos en coche, en la búsqueda de un campo de basket, y manteníamos nuestra mirada capitalina. Veíamos otras tribus, gente muy parecida a nosotros pero que no tenía los mismos decorados, aquí empequeñecidos, de aldea, desplazados por algún motivo de la ciudad, o no condenados a ella. Los pueblos-ciudad de la corona metropolitana parecían una continuación de la capital, pero algo había en ellos sospechoso, descentrado, como una escalera metálica polvorienta.

Un niño capitalino contiene ese orgullo de saberse de la centralidad, de la mayoría, de la grandullez, aunque se le escape razonar si eso a la vez conlleva cierto servilismo.
Nuestro ego sorbía ese magno escenario vanguardista y lo añadía a su esencia, a su potencia arrojadiza, y en la reyerta de autoestimas infantil del "Y tú más", en que acusamos la inferioridad del ofendido, soltamos el "yo soy de capital" frente a otra acusación de falta de omnipotencia. Un fusilamiento psicológico de soldaditos de plomo, vano y de aire.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Zoco catalán


Siempre te puedes encontrar en la ciudad con alguna persona-rencilla del pasado. Veros a lo lejos por una misma calle estrecha, y notar la aproximación como un duelo del oeste, con viento que fluye del desafío y todo, sangre que se pone más fría y se detiene en el cruce, pero las piernas siempre pasan y las pistolas tiemblan, exhalan pero no se sacan. Eso sí, uno cree dejar una estela de mofeta envenenada e inflamada tras de sí, que no es más que su rastro imaginado de vanidad.

El gótico de Escudellers-Avinyó y todo su ramaje de calles, por la mañana es resacoso y marroquí, calles regadas, peregrinos erráticos, turistas despistados, gente deambulando sin norte fijo por el zoco. Siempre ha sido feucho, oscuro y lóbrego, y ahora es guarida de extranjeros del primer y tercer mundos, juntos. Un encanto truculento, ibérico, algo progre y carterista a la vez, periférico de la Plaça Reial y tantas otras cosas. Los locales venimos a beber de cieneuristas a sus tascas, testigos de tajas burras, o cenamos en algún restaurante de corte alternativo y colorista, que es la tendencia de este zoco.

Soy pakistaní, magrebí, vivo en Barcelona, dónde voy a vivir habiendo Medina, y asequible. Si vivo en un ensanche, en esos espacios abiertos, por donde se cuela la incertidumbre del progreso, la niebla de lo caucásico, el vaivén de las máquinas anónimas, me pierdo.
Es diáfano, atractivo como un canto de sirena espacial y vírgen, pero me resulta un lugar vacío, falto de toda la historia escrita y tallada. Un lugar demasiado expuesto, a la intemperie de todo.

El gótico es mi zoco mediterráneo, un trasplante aceptado sin olor a especias, es como entrar en una puerta del tiempo algo avanzada, con el océano de la modernidad rompiendo en las Ramblas. Tropezones turistas, e indígenas catalanes siempre con prisas, pero este zoco viejo y húmedo, olvidadizo, lleno de sábanas colgando, es nuestra segunda patria ya colonizada.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Canis en el Congreso


Jueves, tres pórticos a las elecciones del domingo. ¿Qué tiempo hará Paco? Nublado pero cálido.
La abstención - nombre técnico -, esa gran fuerza que no convoca mítings ni gasta un real en publicidad, depende de un empuje último del Sol, para triunfar más en otras elecciones. Es una fuerza residual, hediente y no reciclable de la democracia. Es su popó, el excremento que surge al metabolizar unos ideales en la sociedad. La constatación perpetua que a más de un tercio de la sociedad se la suda la democracia como un baile regional de esos con mucha mantilla.

A los partidos - las empresas de la política - plim, se ponen bizcos y aquí no pasa nada. La prensa altavocera, tendría que subrayar el fenómeno, en lugar de callarse, como putas. Qué colmo de eufemismo llamar latinamente "abstención" a un llano y vulgar "me la suda, me la trae al pairo la democracia y tu cara", en honor a la verdad. Ah, que luego en consonancia los ganadores y vencidos de la contienda son una mierda, qué raro.

La noticia de unas elecciones tendría que ser la noticia de los escaños de la abstención, que siempre está en la pomada del triunfo. El voto en blanco es digno e informativo, lo otro es popó. Puede que en éstas, la trascendentalidad del momento haga perder fuelle social al melasudatío. Pero sería buena lección que los escaños de la abstención fuesen ocupados por la sociedad civil, por representantes de colectivos humanitarios diversos, o puestos a ser fieles con la realidad, por azar, un ni-ni con su escaño, un médico, una choni, un trabajador social, y un cani. Tal vez nos sorprenderíamos de los resultados parejos con los actuales.
La estampa, un cani del colectivo de la abstención, increpa a Mariano Rajoy en el Congreso, no tiene precio.

La posesión imperfecta de las ciudades

Soy como una criatura arácnida moviéndose calles abajo por la ciudad mientras escribo con el teléfono. Tecleo en el intercomunicador mientras camino, moviendo pies y dedos de las manos. Apenas reparo en las escenas que voy dejando atrás, y cuando huelo alguna evocadora, el artrópodo se para y teclea quieto hasta inocular la idea, cerrar la app de notas, y poder alzar la mirada. Y así proseguir.

La ciudad cría inquietos. Esperar 7 minutos al autobús, defrauda y hace ir a buscar la alternativa del metro. Es una colmena compartida llena de opcione, y abortos de planes.

Una gran ciudad tiene muchos rincones que son de uno levemente. Tan extensa, uno se hace de ella, siente los lugares suyos al pasar por ellos, pero los transita de pasada, los posee por los ojos, pero no se cosifica en ellos. Sí ha vivido, ha trabajado, se ha mezclado con algunos trozos urbanos, incluso hasta la médula, pero es imposible haber hecho vida cotidiana en tanto lugar. La ciudad está llena de primos, de pedazos de ella familiares pero no tallados en uno. Lugares parientes a los que se visita y nos imaginamos como sería la vida íntima desplegada en ellos.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Lírica amenazada


[Crónica del pasado viernes]
Tengo el hilo de la lírica un poco perdido. Los últimos escritos dan más bien estopa, porque dar cera en este país es algo fácil y puesto a huevo. El otoño, que es un invierno suave, ha regresado. Las faringitis iniciáticas se han ido. Éramos carne playera y tostada mal programada, nos tuvimos que dar un baño de frío, para pulsar botones y cambiar toda la consola de mandos, reprogramar todos los parámetros de nuestras pieles, que ahora ya han mutado a modo callo y están preparadas y tienen de todo para el frío. Nuestras pieles tenían un problema de actitud.

La lírica es como una fruta y su frescura, es fruición experiencial, y sin novedad, si no se refunda, se oxida y empieza a fenecer como una manzana, ya transfigurada. A la lírica le va mal el estatismo y la repetición, agitar antes de volver, hay que agitar la vida de vez en cuando y disolver esos sedimentos para que aparezca la lucidez.

[...] Examen universitario de Psicofarmacología. Racimos de gente recitándose e inquiriéndose pedazos de asignatura por los pasillos. Revoloteo cortical en el ambiente, día D, tras ser un ejército adormecido en las clases día tras día, por fin brincó la vida. Cada cual en el racimo de su clan, con los suyos, tañidos en día de etiquetación. No es una capacitación, es una prueba mnémica, un virtuosismo de memoria. Tal vez esta absorción memorística se haya llevado consigo la ingrávida lírica.

[...] Me muevo por la ciudad este viernes noche como un estilete gráfico, soltando palabras travesía tras calle. Pero estoy cansado y no llego a sacar la red que deposite el humo literario que supura.
Tenía toda la lírica de la semana atragantada en la laringe, y ahora sale desembozada. Un post descorcha la escritura, el segundo ya sale en borbotón. Se lirifica toda Barcelona este viernes por la noche y me obligo a volver a este lienzo a pintar. Soy un perro ciudadano, urbanita, como la mayoría de vosotros, me he criado en arcén y edificio.
Acabo en una arepería recién estrenada para avituallarme, y así dejo que viaje la boca mientras recargo baterías.

[...] Arrastro un manto de vísceras en el cansancio resacoso. Los órganos, que tienen localización difusa dos metros a la redonda, están todos a la cola, pesando más, arrastrados, y tirando fuerte de la frente ajustada, que cede a la cefalea.
Soy una virgen resacosa que arrastra en su manto las pesadas auras de sus órganos. La penitencia del insomnio en sábado. El cuerpo hueco, tronco suspendido. Todo lo revifica un baño de sueño, el ronquido plácido de las células. Porque las células no sonríen - como mi perro - sólo trabajan.

Chaquetas argumentales


En este blog uno se puede intentar miniaturizar y ponerse a pelear con pequeños monstruos que tenemos en el cerebro; o poetizar los amaneceres, sacar el polvo a palabras desvaneras... pero lo que triunfa es hablar de bigotes, Gandía Shore y fútbol.

¿Que lo qué?? Neurotranmisor? Huero, ralo, abyecto??
La tumba del bigote, post populista con fotos, un ensayo sobre la decadencia del bigote a finales del siglo XX. Una chanza bufonesca que halla lugares comunes.
Si uno ha de escribir pensando en el churrero y el arribista, que se quemen todos los diccionarios y las ideas con pretensión de belleza primero. Yo escribo para los perros, para los monos, hasta para las iguanas. Para los animales libres. Y en este listado se cuela algún humano con una herida musical, a ojos de los forofos con-sin bola de esclavo.

La ignorancia es la felicidad pero también es baba de perro, hijo avergonzado de, desfile franquista, almacén de complejos. Y la ignorancia es un cáncer económico letal donde pasa. Se me ocurre el caso Gaspart, ciclón de la ruina, peligro público, sentimentalismo de rastro, forofismo barato, gilipollas con corbata.

Cuando polemizamos, siempre nos ponemos una chaqueta temperamental, y no siempre es la misma. Si nos conocemos bien, sabemos que según nos pille, tenemos poses moralistas y ejemplarizantes, momentos super-relativistas, retahílas inquinosas y misántropas, posturas pasotistas, o diretes quisquillosos con el polemizado.
Cuando nos subimos al atrio improvisado de una polémica, ya con tensión sobre un tema social, deportivo o filosófico, nos ponemos la chaqueta que nos sale, y a veces no pasamos ni una, otras adoptamos un tono comprensivo y pasota, o bien arrasamos con lo que sea porque ese día no estamos para pintamoneces.

Cada cual tenemos nuestro escaño parlamentario de bar y sofá, y con la venia señoría, amainamos o nos encolerizamos según rote al avatar de ese día.

martes, 20 de noviembre de 2012

Museo de nuestras Tiendas


Una ciudad a las 10 am está como destripada, inconstante
A las 9 se da el correteo de gente que te pasa por delante, se te cruzan por detrás, porque se está montando la ciudad. Los niños a sus guaridas, los adultos a levantar el país, los perros a vaciar sus bufetas, los turistas peleándose con un mapa, cada cual en su sitio.

No sólo los números de los autobuses son cercenados, los comercios de más solera que son como un fósil maravilloso de las ciudades, también fallecen. Lugares de interés público que debieran ser preservados. Nos empeñamos en salvaguardar piedras desfiguradas, iglesias vacías de sentido contemporáneo, pero no nos damos cuenta que la fisonomía de nuestras ciudades hierve en los comercios, allí es donde suele fermentar la mirada y la memoria del ciudadano de a pie.
No digo que se eternicen cerradas esas pastelerías y colmados modernistas que jamás volverán a existir, esos almacenes vírgenes a la perversión del hormigón, el plástico y el minimalismo patronal. Esas obras de arte hechas tienda, un continuo recordatorio de la delicadeza del mundo.
Podrían ser rescatadas, antes de desballestadas. Ser trasplantadas a un Museo del Comercio, un vertedero de nostalgia, que emocionase y revolucionase la memoria, ante la ristra de cadáveres comerciales amigos, más vivos y coleteantes que nunca. Postales que se sellan en el interior de uno.

Y en cada nicho donde florecieron, debiera haber una chapita que recordara su reinado en tal local. Los comercios que alcanzasen un cuarto de siglo, deberían tener recordatorio, muesca tangible en la historia de la ciudad.

Un negocio es el mero izado de un proyecto, una voluntad comercial que asciende y un día quiebra o se apaga, pero que lleva engarzada la vida cotidiana de vecinos y clientes, y definen el paisaje de la ciudad y nuestras vidas con un trazo propio e íntimo. Son patrimonio colectivo por más que los torpes alcaldes aún no se hayan dado cuenta.

 
 
 
 
 

Un día en Barcelona

El invierno afea, da nuestra peor versión de la cara. Engranece, pustula, y enblanquinece el tostado. Los vegetales mueren, las aves emigran, el invierno es un anticipo de la muerte.
El invierno demacra sí, pero por suerte en estos lares es un oso polar tímido e indeciso, que se despista y enseguida se vuelve a posar el verano, o un sucedáneo de él. Este año asustó su precocidad, pero nuestro cuerpo ya pulsó el chip de las dermis edredónicas y las estufas celulares.

Una esquirla de deseo parece haberse asentado en un banco a esperar. Un dogo, esos perrazos gigantescos. Irrupción constante de perro. Empacho de perro, colmo, tres tazas. Can superlativo, océano perruno. Vi a un dogo moteado, un gran danés arlequín y me enamoré. Ahora he de basar mi vida, ganar mucho dinero, para primero tener la casa apropiada y atada a ella el gran danés arlequín. Querer tener cuatro perros a la vez, en uno. Si algún día me quedo sin novias un lustro, me endogaré la vida.

En mi ciudad nos han tocado los números de los autobuses, tendría que haber un edicto que prohibiese tocar los números y nombres de la infancia de una o varias generaciones.
Nos los han cambiado por nombres de ataque en juego de barcos, H12, V7... No puede ser. Todos evocamos escenas, hasta se componen canciones, que tienen nombres y apellidos cifrados en el número de un autobús. Cuando desaparece su cifra de la existencia, un casillero de nuestra vida también muere, es innecesario. Un homicidio simbólico de un burócrata sin escrúpulos románticos.

Parece ser que cargarse la numerología salpicada de la ciudad forma parte de plantar la bandera de nuevos bárbaros rigiendo el consistorio, mear el territorio, lavar un poco el cerebro del barcelonés. A mí me han jodido mi 56, y a mis nietos la evitación de mis rollos evocándolo, en fin.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Tuercas más grandes que mi mano


Recuerdo de mi primer aterrizaje en Nueva York quedarme contrariado al comprobar la tecnología de los autobuses urbanos. En aquel humilde Q10 que me transportaba del JFK a mi hospedaje en Queen's, la gente solicitaba sus paradas tirando de un cordón como de zapato, que recorría todo el perímetro interior del autobús. Pardiez, onomatopeya jurásica a la altura de tal tecnología.
Desde entonces, todo ha sido constatar que Europa tiene las mejores infraestructuras públicas del mundo, pese a no ser ni oro ni plata como país más rico del planeta.



El metro de Nueva York, Boston o Chicago, no ha entrado todavía en el tunel del s. XXI, lo que le da desfase y encanto a la vez. Y esas macroestructuras urbanas, puentes, pasarelas, pilares de hierro, verdes pálido con óxido, grises... gigantescas, con tuercas tan grandes como una mano, parecen haber estado allí siempre, mamotrecos sustentadores de Norteamérica, testigos de la historia, pero que algún día dejarán de ser inmortales y cederán. No tienen par en Europa, de estructuras menos titánicas ni tan perennes, de hecho son como un símbolo de Norteamérica, una especie de estrategia sabia que plantó esos gigantes imperecederos de hierro y tuercas, intuyendo que ningún poder público priorizaría renovarlos en un siglo. Y son concordantes con la manera de operar XL americana, como si una impronta, un sentimiento general interiorizado que sobra espacio, dotase a todo artefacto producido de talla gigante por si acaso. El por si acaso americano.



América está transida por una capa gruesa de decadencia en hierro forjado, comunitaria y atractiva, desfasada, preocupante, olvidada y turística. Los cimientos de América. Dejados, calculados, e idiosincráticos.

 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Santa compañía de roca


Reflexionamos M. y yo sobre la soledad, en la esplanada que es el despertar en la cama un sábado. Resulta chocante como la mera compañía una noche, una compañía de alguien como una roca en el sofá, aunque no se hable, parece suficiente como ambientador para bajar las espadas neurológicas de la soledad. O saber de un bulto que hace cosas en otra habitación, mientras uno lee en la otra punta de la casa, sitúa en modo off la atmósfera del solitario.

En cambio, cuando tu cuerpo empieza a oír el sutil reloj de arena que surca la soledad mantenida, cierta desazón va siendo el aire que se cuela dentro nuestro. Un aire contaminante, que molesta, que ayuna, que parece gasificar por la habitación la soledad y produce la sed de otros, ahora indefinidos, ocupados, en otra dimensión. Estamos sin esa manta de compañía mínima, de piloto automático, de ser fantasma que puebla nuestra casa, la compañía de roca que anula la fuga de soledad.

Parece que nuestro cerebro en estos términos se comporta como una gran y pesada antena telescópica. Un receptor elefántico y bonachón que al notar la compañía de roca se gira hacia ella y la nota, o capta el bulto en el lavabo, la criatura viviente, y opera la predisposición. Opera en un modo-acompañado, predispuesto a la persona con la que se con-vive, aunque no haya interacción, pero con todas las antenas despiertas, latentes hacia esa persona. Como si existiera el concepto psicológico, de "acompañamiento condicionado". Uno está prácticamente solo, porque está levemente acompañado, por una yema de un dedo, pero es suficiente como para vivir condicionado, de una forma distinta, como un imán activado que nota al hierro apartado, y con la posible ansiedad de la soledad calmada,

En soledad, la piel de esas antenas, está cubierta, los ojos enfocados al "alguien", están sellados. El gran receptor elefántico sabe que no hay nadie, que la compañía tiene un parámetro y es cero. El reloj de arena continúa cayendo, el tiempo no se detiene, y el mastodonte telescópico bonachón empieza a sentir que el parámetro es negativo. No sólo no hay nadie, sino que se echa de menos el socializarse, la presencia imantada de alguien, el frotarse socialmente, la refriega de una conversación, como si tuviésemos un sentido social que necesita tocar.
Ya comenté, que tenemos un agujero pequeño en lo más hondo de nosotros, que no para de supurar soledad. Un punto que nos evoca que estamos solos en el mundo en último término, una sensación de estar en una intemperie cósmica incomunicada, abandonados a una identidad difusa que es nuestro relativo yo.

Esta fragilidad última de criatura mortal, animal superviviente en su piel, voltereta de la evolución y el destino, digamos que es más sensible en soledad, sin necesidad de sentir todo el cuadro, palpamos ese fondo circunstancial de abismo, nos llega algún calambre atmosférico de él.
El amparo de una compañía de roca, el coprotagonismo de esta fuga personal de soledad, es suficiente para sellar el agujero y olvidarse de nuestra unicidad en la vida, fundiéndonos y disolviéndonos en la sustancia compartida.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Discontinuidad o vidas de una tajada


El cerebro, o nosotros, somos una testa encharcada, llena de liquiditos, redes, y recorrida con arte por tubitos rojos y blancos.
Nuestra blanda cabeza es un estado líquido, condensado a trozos en algun órgano, pero es un fluido general que podría ser fotografiado y cuantificado en parámetros. Todos somos un resumen condensado de humores cerebrales.

Esa agua encharcada, llena de moléculas y notas que definen la sopa, al fin y al cabo es una fórmula única que acaba originando un yo. Ante todo somos personas, no, ante todo somos una sopa mágica encharcada en la cabeza, que enchufada en un cuerpo da un tú.

Bendito el que conserva esas aguas estancadas, aquel cuya sopa en la infancia humea felicidad, a base de una sinfonía concreta de neurotransmisores, unos ingredientes equilibrados. Las personas que no tienen remolinos al pasar etapas en la vida, las que no tienen temporales, ni interrupciones, sino que sus aguas encharcadas cerebrales siguen en el estanque calmado, mantienen el tono optimista de la infancia, vírgenes de tornados, viviendo en bloque su vida.

Digamos que toda actitud ante la vida no cambia de un día para otro, sino que humea, caliente todavía desprende esencia mientras se metamorfosea meses o años en crisálida. Luego ya emitirá otra cosa, mutará la personalidad, y se adaptará con nueva piel a lo vivido.

No hay mejor muda que la de la infancia, optimista y despreocupada de caos. Para los niños el caos es un cuento, existe pero se apaga, siempre se apaga.

Seguir la dinámica lanzada desde la niñez, intensificada y de parque de atracciones en la adolescencia, tomada a broma luego hasta que la broma se duerme y se ve que la cosa va en serio... circular ese circuito con sus curvas, derrapadas, pero sin nunca salirse, es una economía mental y una ruta saludable del todo recomendable.
Nuestro yo, esa sustancia caliente gelatinosa, ha sido una historia continua que no se ha tenido que preocupar de rehacerse, recomponerse, sino sólo de vivir. Ha mantenido ese piloto automático de la infancia, nacido de la espontaniedad, que afronta lo que viene bajo un velo de protección exterior no desprecintado.
Las vidas violadas, violentadas, sufren remolinos en su esencia líquida, mutan, tienen un yo con extremidades y manos que complica el asunto, tienen un destino tensionado y definible, que no tiene nada que ver con el destino borroso, bonachón y blando de los de aguas estancadas.

Estancadas, sí, lo leo, pero una vida a lo largo es también una vida canalizada, saludable y ordenada. Las vidas torrenteras son de foto y visita, bellas y dramáticas, cambiantes, desafiantes, inventándose cada día.
Pero cuanto cuesta inventarse cada día dios, qué cansado puede llegar a ser. Las vidas canalizadas son vidas descoronadas, de coronas de oro y de espinas.
Los complejos somos seres de pensamiento harto optimista, y de humor y sopa que siempre contiene un pesimismo letal e invencible.
Pero quedaré segundo.

Mortal y rosa I

Mortal y rosa, arranca espeso. Umbral se despierta y glosa. Las temáticas se suceden en torno al paisaje de su cuerpo. Un viaje somático, errático: los sueños, el pelo, la blanca piel, el esqueleto, las manos, la calavera, el antropoide, hasta llegar al niño, a Pincho. Es un inicio ascendente, las primeras hojas no son un atractivo felpudo, pero consigue despegar y tocar cielo en esa poética hablando del niño con la que cualquier madre rompería a llorar al leer. Mortal y rosa es un libro puro lírico de Umbral, fraterno de Carta a mi mujer o Un ser de lejanías. Pero es una prosa que se inflama a poema durante párrafos sin avisar y retorna a la tranquilidad y la templada prosa posándose de nuevo, como un texto que jadea.

Este libro es un mosaico. Ora un retrato de una criada, ora una evocación de un viaje al cantábrico, transido del primer zarpazo melancólico de la tragedia que se avecina. También la atmósfera que rodeaba al primer cuadro que le impresionó, de niño en la sacristía, una fuente de imaginación y vida que era el turbión coleante en un entorno eclesial fenecido y vacuo. Luego, una sensacional evocación de las pensiones por las que bregó su carrera, es el pasadizo que conduce a una cima de su carrera. Pocas veces se da un Umbral zen, revelador en lo filosófico, y no en lo lírico, o adjetival. Su disgresión sobre el sexo, como emerge esta realidad humana esquinada y preponderante al mismo tiempo, vergüenza y bandera, es magistral. El fundamento de la vida es el sexo, Umbral es parafreudiano, acertando y clavando todo lo errado de Freud, porque Freud es el intelectual donde todo está errado, la gran teoría de la humanidad que acaba publicada en prensa rosa. Todo está preñado de sexo pero debe salir líricamente, con naturalidad. El sexo tiñe todas las conductas humanas, y Umbral se abre de brazos y se deja poseer por ese torrente delicado que no necesita tráfico, códigos, semáforos ni diques, sólo necesita una fina cañada humana por la que vertirse y circular implacable y lentamente.
Mosaico irregular. Arranques de escritura diversos. Artículos mezclados y consecutivos. Recortes. Recopilación. (continuará)

jueves, 15 de noviembre de 2012


Y este barco en el que navego, esta barca literaria que no sé adonde va. No me estreso, no marco destinos ni estaciones. Veo borrosa a lo lejos alguna silueta cuando hace buen tiempo. Pero sigo faenando y pasando el día día. Satisfecho de la pesca.

Tras volcar en mí, láminas de Mortal y rosa de las que elaboro un mural, continuo viviendo, habitando la casa todo encharcado de lírica, transmutado el día oficial y burocrático, en una aventura íntima que es de lo que trata la vida desnuda en el fondo, la no anestesiada y drogada de ataduras y deudas. (Porque los hijos vagamos también pagando las deudas contraidas de los padres, lo heredamos todo).
A veces no detecto la sed lírica que se produce al no desayunar unos buenos textos. Puedo estar unos cuantos días viviendo de mi lírica remanente, pero se empieza a notar una sequedad expresiva que reifica ingiriendo de nuevo lírica a cholón de otros/otro.

Intento tematizar mis escritos con otra cosa que no sea el tiempo y las mañanas, pero las otras cosas son radiaciones remotas que participan llegando molecularmente a mis días. Y este plástico arrojado en el campo ya es un testimonio de poliuretano de la civilización en la que vivimos, un cuadro ilustrador involuntario, huella y prueba por la que investigar, tirar del hilo y aparezca atado un palacio y una red suburbana de metro adherida.

Compruebo que mi cámara lírica es este salón, que sigue aquí por la noche y la escritura vuelve a gravitar en torno a él. En el exterior no hay más que negrura y la expresión lacónica de algún vecino. Los paseos no conducirían más que a la ceguera del bosque nocturno, o máxime a una playa condena a la soledad, cámara frigorífica del tiempo. Hoy por no estar no está ni Kobe. Este salón tal vez tendría que envejecer, volverse denso de maderas viejas, un salón rizado y barroco, que respire, que comunique, que refleje. Hoy es un jovenzuelo a los veinte con el pelo recién cortado.


[...] Tengo el hilo de la lírica un poco perdido. Los últimos escritos dan más bien estopa, porque dar cera en este país es algo fácil y puesto a huevo. El otoño, que es un invierno suave, ha regresado. Las faringitis iniciáticas se han ido. Éramos carne playera y tostada mal programada, nos tuvimos que dar un baño de frío, para pulsar botones y cambiar todo el cuadro de mandos, reprogramar todos los parámetros de nuestras pieles, que ahora ya han mutado a modo callo y están preparadas y tienen de todo para el frío. Nuestras pieles tenían un problema de actitud.

La lírica es como una fruta y su frescura, es fruición experiencial, y sin novedad, si no se refunda, se oxida y empieza a fenecer como una manzana, ya transfigurada. A la lírica le va mal el estatismo y la repetición, agitar antes de volver, hay que agitar la vida de vez en cuando y disolver esos sedimentos para que aparezca la lucidez.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Spain?


Día de huelga, día que cuelga. Aquí no hacemos huelga porque nadie abandona la emisión de mensajes, ni las canciones a medias, y esto de la lírica no es una cosa laboral y es apátrida. A mí me han puesto aquí, los árboles y los osos, ellos son los que me dicen cuando paro.

España se empieza a conocer fuera como el país en el que caen cuerpos de los aires, arrojados al vacío. Españistán o la Fábula del Ladrillo. España huye de sus pisos, pero los tiene por todas partes. Se escapa, corre, crea un Banco Malo, una especie de monstruo bueno que fagocita los pisos y los devalúa - ganando parné -, a la vez que devalúa el país. Cuando se liquide la sarta de pisos, se habrá depositado en fondos buitres la riqueza vegetal que crecerá en el futuro, en parte en manos extranjeras, como un trasplante de España, una extirpación de algo que hoy parece un quiste pero en quince años dolerá como un órgano.

España esprintó y dio el resto por hacer una torre de Babel inmobiliaria, riqueza absurda que hoy no sirve para nada, y no se da cuenta que hizo el ridículo como industria, estrategia patética y oportunista como Estado, que la descubre como impulsora de un modelo económico primitivo, subdesarrollado y precario de ideas para cualquier futuro. Porque a España se le gripó todo, se infartó de sí misma y ahora se asfixia.

Cuando haya acabado toda esta limpieza, y nos quedemos un poco en pelotas, nos sentaremos en la acera a comer pipas y charlar sobre el futuro. Y ya será demasiado tarde porque esto de los Pibs es una competición, exportaciones e importaciones de por medio, dependientes de una inversión en ciencia y tecnología que aquí sigue siendo un truño, pese a haber constatado un modelo estúpido.
Los demás países, ex-comunistas, ex-colonias, ex-pobres como nosotros ex-franquistas, nos irán pasando y tendremos que vender pistachos a Irán, con nuestro prodigio de innovación. El mundo desarrollado hasta hace poco estaba cercado por dictadores comunistas y resacas expoliadoras colonialistas. El riesgo no es ser la cola de Europa, es formar parte del culo del mundo.

Así que más que considerarnos tan europeos y tan modernos, no estaría mal reconocer que a nivel macroeconómico nos hemos de dar vergüenza por el naufragio, por la estupidez, por el arquetipo cultural del pelotazo, y empezar a tener un autoconcepto más bajo como industria. Mirar a lado y lado, ver como los gráficos nos proyectan para atrás, y entender que se apuesta por la ciencia, la tecnología, la industria, la innovación, la educación, en forma de esfuerzo y trabajo constantes, un país encaminado a la transfiguración económica, más allá de turismo y ladrillo, o seremos el culo del mundo (Catalunya in the pack).

martes, 13 de noviembre de 2012

Homenaje al Generalísimo


Que Franco era floro, gayuso, y sodomero, no nos tendría que sorprender. Que en aquella España encarcelada, el general garbancero hiciese botar su barrigal blanquecino arriba y abajo, contra un culo sudado de efebo madrileño en El Pardo tampoco. Torrente no existiría sin un Franco previo que tiralinease la España de chichinabo. Es más, Franco fue chapero y chaposo, daba y recibía, se las comía dobladas y se las tragaba en helicoidal, en un adn flagrantemente bujarrón y bastardo. Carmencita no pagaba los collares y Paquito no pagaba a sus chulos. Era un aficionado a la caza, mayor a poder ser, porque no había como esas noches de estrés comunista, en que un corzo ya cadáver era sodomizado al trasbai por nuestro Jefe de Estado, gloria de Dios y chaposo de las Españas.

Dicen que quien puso la semilla en su hija fue su hermano el socialista. En esa casa se follaba poco y mal. Franco el follaviejas trataba de teorizar su servicio, pero la práctica era que se la ventilaba mucho en su despacho frotándosela contra todo el metal que simbolizaba un cargo más para el gallego. Dicen que lo cagaron, que de pequeño ya salió lleno de heces cara al sol, y olía francamente mal. Eso de general dicen que es una patraña. Que en verdad hicieron un casting en otra dimensión paralela, y buscaron el físico más ridículo entre las aldeas con la voz de menos hombruna, una especie de El Semáforo dirigido por Monty Phyton que encontró al cañita brava de los Jefes de Estado. Dicen que es un sarcasmo del destino, de la trilogía patria: Torrente - Esteso - Francisco Franco, que es muy de aquí. Comentan que por eso Fidel y él han durado tanto sin intervención exitosa del exterior, por descojonarse al verlos, who the hell put this fucking toy in front of us!? En esa misma otra dimensión, hay jugueterías, con muñecos de los dictadores de la humanidad. Al gordito taconero de Franco los niños lo ponen de perro de Hitler, de antihéroe al que Pinochet da patadas y Stalin collejas.

La lengua es el coro universal del pueblo, y tanto consenso no puede dejar de tener razón. El hijo puta de Franco bien debe guardar fidelidad con la realidad. Llamar puta a la mujer es muy fácil, denigrar de este modo a una madre viene a ser acusarla de lo peor y apuntar que sudó de sus hijos faltando al instinto y a cualquier atisbo de humanidad. Que tuvo un hijo para soltarlo al mundo y sembrarle de todo el rencor y odio posible que ella contenía hacia la vida y el mundo. Hay que decir que en el caso de Francisco Franco Bahamonde este reto se consiguió con éxito.

Catalonian update


El proceso soberanista de Catalunya admite bien poca lírica. Es un proceso cabreado, coral, muy poco dialogado. Puede que esté en su peor estado de los dos últimos meses. Sin el pueblo, el que lo aupó, y con mucho político de por medio. No tiene nada que ver el impacto de una personalidad frente a la presencia de millones de personas.

Mas se pierde sin el pueblo. El mes y medio hasta las elecciones, donde vuelve a hablar el pueblo, no tenía que haber estado tan lleno de mensajes y/o protagonismo. Era más una cuestión de sentarse en un banco y esperar a que los soberanos de su territorio hablen, mientras se dialogaba mucho con Erc e Icv, y no ha sido así. Mas se ha ido a torear a dudosas plazas españolas, que si Salvados, que si El Gran Debate, demasiado seguro de sí mismo, y pensando que nada se erosiona. No era el momento de la ruta española, era una cuestión interna de 6 semanas antes de las elecciones.

Catalunya será independiente si no hay prisas. Y las ha habido, no sé por qué Ciu tiene la prisa de la mayoría absoluta, ventaja obvia, pero prisa, si no toca, no toca, no se acaba el mundo si tienes a Erc. No habrá independencia si derecha e izquierda catalanas no caminan juntos.
Y en esta premura por los dos o tres escaños restantes, va y se le olvida a Ciu que vivimos en una crisis histórica, rodeados de recortes. Ayy, craso error, fuga de votos a la izquierda (Icv) no esperada. ¿Però tu creus Oriol que teníem que parlar d'aquesta crisi? ...

Veamos la estrategia española que ha salido de forma bastante natural este tiempo. Que se demonice a Mas no es sorprendente, que se quiera repetir el exitoso ostracismo conseguido con el meteórico Ibarretxe es un clásico. Esta táctica de guerrillas que pretende desprestigiar la cabeza visible del afrentado, dependerá de la serenidad de Mas y de la ignorancia supina que debiera otorgarles. Se les va la boca a la caverna, y nadie les censura, tienen manga ancha desde su nación. Es cuestión de callar, y venido el tiempo de debate con la UE dejar en la mesa de diálogo todo el dossier de prensa con actitudes cavernícolas, precedentes del sector españolista.
Europa no intervino en la Guerra Civil española ni con Hitler ensayando armas de destrucción y Mussolini también compinchado con Paquito el gayer. Confiemos que ante pruebas de sometimiento y despotismo, junto a millones de personas pacíficamente manifestando el derecho a decidir, no se alínie con la caverna.

Después está la estrategia del miedo. Catalunya será una mierda si consigue la independencia. - Papá, me quiero fugar de casa con mi novio ex-preso que me saca 15 años. - ¿Te lo has pensado bien? No ves que no vais a tener un duro.
Meeec. Incorrecto.
- Me quiero separar de ti, no aguanto ni un día más, no puedo.
- Pero has visto que no vas a tener un duro?
Meeec. Incorrecto.
Es una forma rápida de querer ventilar el asunto. Desgraciados, os vais a morir de hambre. Europa os dará una patada, y si no, haremos que os la de. Hasta han encargado un estudio oficial sobre las consecuencias para la economía española, rollo bien hecho, sin sesgos hipotéticos. Discutir sobre los derechos que reclaman millones de gentes ya no, porque parece ser que son suicidas repentinos.

Es una zafia defensa, que no quiere entrar en razones. El debate no se ha desplegado, el diálogo aún menos, son posiciones enfrentadas, con mucha teoría-ficción. Falta mucho por madurar. Cordialidad bien poca.
Estamos en la fase, separados 600 km de distancia, en que uno advierte de que - yo quiero una cosa, y el otro, desde la distancia, le dice - yo quiero otra cosa.
Desde Catalunya es preciso un sauvoir-faire de categoría, ejemplar, brillante e inteligente. Hay un pueblo detrás, pues dejemos que marche y que se exprese, el político sólo ha de ser el vehículo a la altura de esa voluntad popular. Sin prisas. Somos perros viejos, sabemos como las ha gastado y las gasta el españolismo uno y trino, no nos ha de sorprender nada, de nada sirve enzarzarse en exaltaciones post-franquistas. Lo único que se puede hacer es seguir marchando, y recoger toda esa lluvia sucia que cae desde España, toda esa lección de intolerancia guardarla en el zurrón.

Y enseñársela a Europa, y al mundo, y que ellos decidan. Es así, Catalunya no será independiente si no lo quiere Europa. Catalunya tendrá el NO de España en el 2015, 2020, 2030, 2040... Y el No implica sabotear la permanencia de Catalunya en la UE. Al final, tendrá que ser Europa quien arbitre este entuerto.
España tal vez no pueda ser federalista como Jamaica no puede dar campeones de ski, el federalismo parece que es una hierba que no crece en la península ibérica.

lunes, 12 de noviembre de 2012

La enfermedad de la derecha


Ganó Obama, ganaron los buenos. Las áreas rurales y profundas de Estados Unidos, donde la verdad parece que tarda en llegar más tiempo, o la meca del petróleo y lo Bush, votan republicano. A las ciudades no las camelan. Romney dice que reza a Dios para que el mandato de Obama sea próspero, y de aquí dos siglos esas declaraciones lo retratarán como un loco arribista que creía en los espectros y en los espíritus.

El Tea Party ha sido un morboso partido de imbéciles, un peligro para la sociedad amparado por los espectros, espiritista rayano en lo satánico. Son peligrosos esos pitbulls de la fe, estos fundamentalistas, cruzados de su causa espiritista. Una personalidad anulada desconecta la mayoría de amarres cuerdos que nos hacen vacilar, valorar y repensar. Una personalidad anulada por su Dios esfuma en sus vidas lo relativo, las tonalidades grises de cada situación personal, las personas no son respetables porque sólo hay los del lado bueno y los errantes. En nombre del absoluto cae como una cascada lógica que justifica todo, una ordenación vertical de la mente que hasta un niño puede aplicar. Ellos están íntimamente emparentados con dios, son sus abanderados, los soldados que fortifican el bien.

Ni son los más listos de la clase, ni tienen cualidades para liderar nada. Se trata de personalidades mediocres, tan justitas que son capaces de operar dogmáticamente. Tan burras de basar su vida en la literalidad de un texto hebreo de hace dos milenios y querer hacer pasar por el aro a toda la humanidad. Su rigidez mental, su escasa capacidad de testear experiencias, su dudosa educación que no gozó de la suficiente generosidad como para abrir la mente a otros estereotipos que no sean el suyo, les convierte en criaturas a veces monstruosas que montan clínicas para curar la homosexualidad por medio del rezo, por ejemplo. La fábrica de lo rancio y de la caspa.

Pero tienen el convencimiento y la determinación de un ido. Su personalidad anulada, su vocación estúpida de soldado de Dios, hacen que por algún extraño motivo se pongan a sacrificar todo lo que tienen, su vida, en una guerra por aplicar en los demás el dogma. Hacen más ruido que cualquier otro enfoque político, llenan autocares y van a las capitales con o sin bocadillo, se quedan a medias de la total alienación que acometen los suicidas islamistas cuando segan 20 vidas en un autobús al azar. Intereconomía es ese fundamentalismo caucásico, hermano del tea party, soldado de Dios y del Capital, porque Dios y el Capital siempre han bebido juntos, que quiere convertirnos a todos y falta a la verdad de forma muy consecuente, conforme la naturaleza anulada e ida de su caracteriología.

Romney no era el Tea Party, era del club mormón, y Ryan sí que era de los que les ponen los cilicios y los látigos. Solamente porque son ellos, los tontos, sus recomendaciones económicas ya sabemos que son las erróneas. La austeridad económica, ascética como doctrina mientras sus bolsillos no sean tocados, sabemos que es una buena manera de ahogar la economía y con ella a la clase media, hacer desaparecer clase baja, y mejorar un status quo de los ganadores del monopoly.
En el fondo Dios siempre ha sido la gran justificación y disculpa moral de los millonarios, unida a la gran esperanza de los pobres. Los del jersey en el cuello, con pocas luces, quieren ser parientes de Dios porque de quién si no va a ser pariente, lo quieren en su equipo porque si hay de todo en sus vidas, por qué no va a haber Dios también.

Siempre he dicho que la derecha como ideología se extinguirá. La izquierda es una especie post-medieval que todavía tiene recorrido. La derecha que existe desde tiempos inmemoriales, desde que hubo jefe y esclavos, tiene mucho de gran justificación y exculpación, es una teoría del poder. La izquierda simplemente no tenía voz, en el siglo XIX el trabajador empieza a ganar unos derechos para no ser explotado y en el XX se descubre la clase media como fenómeno extendido. Llegará un momento que el conservadurismo, que siempre va 25 años detrás de la sociedad, defendiendo acorazados del pasado, se muera como las religiones. Surgirán otras formulaciones más acordes con los tiempos, tal vez los líderes tecnológicos sean los que quieran mantener el status tecnológico de la sociedad, a costa de otros flancos ecológicos o culturales.
Hoy el conservadurismo está muy maqueado, evitando sospechas, y a uno se le hiela el alma cuando un obrero cazurro vota a la derecha, mientras dice me he comprao un esmarfoi y si me sale un hijo maricón lo mato. Criaturas de míting, para los que el invento de la imprenta y la evolución de la especie hace seis siglos es una cosa aparte de su periplo por este mundo.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Navidad Trufa


Navidad es hoy en día un sinónimo de Gastronomía. Es anécdota todo lo del hijo de dios hebreo y ya tenemos otros superhéroes y folclores futbolísticos. Oh Blasfemo. La Navidad, para beneficiarse de lo que ha mutado, debería ser ese congreso anual de gastronomía en las vacaciones del frío. El icono referencia tendría que ser Ferran Adrià y su pléyade. Dejemos de cantar villacincos turronescos y no nos cebemos como en tiempos de posguerra.

Qué tal un desfile por las casas de siempre, pero trocadas en la ocasión como templos gastronómicos. Por qué no una competi entre cuñados y suegros, para deleitar a los ateos comensales con una espléndida experiencia gastronómica. Mira, hace frío, la rasca invita a quedarse en casa y elucubrar recetas, pasarse la tarde previa y la matinal elaborando pequeñas obras de arte gustativas, con esa competitividad y pique que sólo se da en las familias. Cada pareja luego en su casa, rajaría sentencia y crítica sobre los tristes confits del cuñado, y el cóctel de chichinabo del suegro. El veredicto final se daría en la comida de reyes, aspirando al cetro mundial que va cambiando cada año de casa.

Porque eso de este año pavo y los cuarenta siguientes, es terco y cateto. Canalones, sopa de cardo, langostinos, pavo... no pone en ningún libro que dar esas comidas signifique querer más a los tuyos. Es una indicación de manual, en un tiempo en que la Navidad y sus ritos eran creíbles. Hoy es Navidad en el Corte Inglés y en cada centro comercial, porque cuando la religión se esfuma, parece que se gasifica en actividad comercial.

Uno de los comportamientos más absurdos del hombre, se da horas previas al día de Navidad. Estás en la oficina, y la gente se despide de ti como si te fueras de viaje, como si empezases una singladura hacia no sé qué aventura. Ponen ademán trascendental, se les inflaman los ojos, y te sueltan un - Feliz Navidad! Dos besos, hasta un abrazo. Tú cogerás el metro, no ningún Boeing 747, y al cabo de dos días te los volverás a ver en la oficina, con la misma cara de asco. Entre medio, ningún trekking por el Himalaya, ni ala delta sobre Perú, una cena con los cuñados en casa de la suegra, y un ultradomingo en casa de tus padres y hermanos a los que ves cada semana. Ah, y el pavo sí.
Nada se trasviste. En casa no bebemos tanto. La lotería toca la moral.
Cuando vuelvo al trabajo soy el mismo con tres kilos de grasa, dónde estuvo el gol compañera de oficina? La gente se cree que por pronunciar Feliz Navidad es suficiente para viajar en el espaciotiempo a la infancia cuánticamente, y volver a ver la casa enorme, jugar por debajo de la mesa, y enseñar el reloj-calculadora nuevo a los tíos? Tiene la gente esos lapsus y secuestros de lo cabal? Para qué esos chutes emocionales?

Seguimos haciendo pesebres, algunos auténticas ciudades, riéte tú de Tokyo. Continuamos poniendo el abeto invernal de Navidad, cada vez con colgantes más heréticos y dudosos. Y nos cebamos ad infinitum ñampando como en un refugio antinuclear.
Sigo firme con mi propuesta de trocar la Navidad en festival gastrónomico de culo fino, algo cada año diferente, innovador, más escaso pero evitando empachos. Ya se encargará la industria comercial de surtirnos desde kits de esfericación, a separadores de claras de huevo en los chinos, no temáis. Después en la oficina, habría qué comentar: yo un milhojas, tú un tataki, de postre un tubo de ensayo... y la familia? Bien, gracias.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Alicatados neuroquímicos


Me escapo a la montaña, que es lo opuesto a la playa. Por la noche me entraron las nubes por las orejas, y ahora yo y el día estamos nublados.

Existen dos clases de receptores en el cerebro. No es fácil hacer una metáfora de un receptor cerebral, ni de los contenidos hondos de la ciencia, por su lenguaje unívoco, la metáfora debe ser más que afilada. Existen los receptores ionotrópicos, y los metabotrópicos, los primeros de cambio inmediato, los segundos de cambio madurado. Así, hay medicamentos, sustancias con diana en los segundos receptores, que tardan 30 días en producir efectos, debido a este cambiar mediato y progresivo operado en sus teclas. Los receptores serían codificadores, depositarios del fluir del lenguaje cerebral, neuroquímico, que después emite en la conducta, cotidianeidad, y vida de todos nosotros. Se puede alterar la vida, como se puede alterar ese código neuroquímico del cerebro, cambiar nuestro comportamiento, nuestra sustancia viviente y rectora, mutar esencias por arte molecular y sintético.

No hace falta ingerir farmacopea, para que el lenguaje cerebral cambie de registros, él solo no para, y nuestro quehacer diario ya lo va moldeando. Cambios de hábitos sí que pueden ir afectando a los codificadores y mutar su coloquio conductual. Pero a veces esos cambios involucran los receptores metabotrópicos, existiendo una fase de muda de piel, un período de obras algo confuso. Los ionotrópicos son una especie de puente-kit preconstruido, que se despliega al instante y media conductas. Los metabotrópicos (usted, no se me duerma), requieren de un proyecto, licitación, obra mayor, hasta de un permiso de obras afirmativo, que a veces se posterga y queda en eso, proyecto conductual aplazado en el tintero.

Estos nubarrones colados en mi mollera, parecen efectos adversos de las obras de mi azotea, que pasó desde octubre de otra cosa a escritora. Debe haber andamios por el ático, yeso, humedad recién pintada. Y los receptores metabotrópicos emitiendo cual antenas, como telégrafos transmitiendo el nuevo mensaje, que tiene segundos significados filtrándose en otras áreas nada escribanas, como las suprarrenales o el coxis. Mutar es trastocar teclas hasta que se capta el hilo de la cosa.

Éldelsol (diferido)


El hombre del tiempo, que viene a ser ni fresco y en botella, el meteorólogo, como igual al geólogo podríamos llamarle el hombre de las rocas y al ginecólogo el hombre de ejem, me he salido de tema... A veces pierdo la pelota de la frase en el driblar de las comas, porque las frases-párrafo necesitan de mucho toque para no perder al lector. Es así.

Dijo una vez un comentarista de blog que la literatura es el arte de hacer que el que lea no se vaya, no se pire, y anda cebado de razón. Una seducción a base de epístolas: el poder del lenguaje puesto a iluminar escenas, pintar cuadros nunca vistos, acariciar la oreja con sonoridad, provocar emociones con paquetes-léxicos bomba que toquen fibras, y adentrarse en las grutas desconocidas de la psique humana que practicamos a cuestas.

El hombre del tiempo, que me trae a la lengua El hombre de la Mancha - y así podría continuar en una escritura que suda, y por tanto manchurrona y algo sovaquera, de Vila-Matas, que no arranca y no coge velocidad de crucero, y se para aquí a por pipas acá por la barba de Hemingway allí por vicio, coma que te coma. Yo también soy comero, retórico de más de una pasada por la definición (gloso comero), pasar el capote de un lado, luego del otro, dos o tres disparos al sintagma de la presa inédita, sin intentar parar el texto, acompañarlo en el mecer de su aparición.

El escritor lleva al músico dentro, lo de aportarle ritmo a la escritura lo hace un batería medio ciego de una esquina de la cabeza. Simplemente el texto ha de sonar, ha de fluir, puede tener curvas y algún ceda ante un mensaje trascendental, pero no se puede calar continuamente, ni ser una subida para los ojos del lector. El lector quiere los textos en bajada, sea en estructura o contenido, que para eso es lector, para eso ha comprado el libro. Bajuna en contenido y estructura a la vez ya es el Sálvame y eso es gratis, o barato. Los de filosofía o física cuántica son de escalada, y sus lectores ya tienen piolet. Sí que se admite alguna subida en los libros, pero tres o cuatro ya hacen cerrar el libro, la falta de ritmo los convierte en un hipnótico muy eficaz. Si el escritor sufre, el texto es su sudario, un pictograma de padecimiento creativo.

El hombre de la Mancha, Julián López Nui, dice que panadero en élfico es éldelpan, y camarero éldelbar. El hombre de la Mancha, digoo, el hombre del tiempo, comentó literalmente que hoy la gente sonreiría en la calle, por el sol y temperatura que iba a hacer hoy 8 de noviembre.
Y acaba aquí, este parte meteorológico con interferencias.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Salgo a la playa, y amanece un día para ser vivido. Unas colonias del verano en noviembre, tránsfuga y colegial, que viene hasta con cantimplora.
Me pongo a callejear la orilla. [a los 18 me pateaba playas como quien seca a la vida, con el cerebro adulto recién instalado. Exprimía el mundo como nunca he hecho, con una impaciencia metafísica .] Hoy hasta se ha formado una repisa de tierra en el mar y un río perpendicular previo, un fenómeno paramarino. Una doble orilla que cantabriza el mare nostrum. Todo es paz, porque el verano está sin su inflamación, calurosamente gélido, que es la temperatura de la paz. [Y ese chico, cómo ha crecido, desde que lo vi hace ochenta metros, parecía un zagal, y pasa ya de mozo.]
Soy un turista improvisado de esta mañana, y recojo un catálogo de fotos sobre la marcha.

Los lectores olfatean a lo lejos el defraude de mi escritura. Aquí no pasa nada, cuándo se desnuda, cuándo se derrumba, cuándo le aguijonea la tragedia. La lírica es una mala película, es muda. La violencia brilla por su ausencia.
Hombre, si notáis que paro, es que me he muerto. Mas no esperen tensión entonces, pues notaréis la flacidez de la nada.
No lo sé, no sé qué tiempo ni qué mar hará allí adelante. Se capeará, y se transmitirá sin invadir vuestras casas de injustas penas vecinales, y así vosotros tampoco os alegraréis de mis tropiezos. Que es como amanecen las malas noticias de nuestros deudores de energía sorbida. Será un intercambio económico, transacción voluntaria y amical. Ojos y calor por vidrios líricos, que se enconen en los ojos. And again.

El lírico es un vidriero. Qué me importan los vidrios muertos de Murano, con un precio-ataúd. Los muranos del mundo viven para sorprenderlos en su gestación, em sus obradores, cuando algo que no sé lo que es, se hincha en vidrio viviente, una criatura que muta y late a cada segundo, un ser vivo soplado, siendo modelado, que es como ver un parto mineral, una secuencia de la Creación del mundo. El público que lo vemos no somos más que escolaridad.

Luego ya, ese vidrio inerte, no es más que la sepultura y el apagón de la vida, un souvenir de la Creación concreta, duro, con tacto de hueso y cadáver, que pide ser vuelto a crear y latir.
Los altares y amuletos deberían ser de vidrio tapado, por fundas o por ojos cerrados que no los miran, y así los olvidan inertes, y evocan la ilusión del vidrio bufado y la Creación de la materia. Imagen energética, magma creativo, mantra visual.

Toda esta escritura, letras que supuran, literatura, me la ha transfusionado el día espléndido. Me la ha fermentado todo ese Umbral de Mortal y Rosa que llevo enconado en el ojo, como él dice, porque somos un tonel de sedimentos que va paseando lo climático.
No-corto y cambio.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Denver no es génova


El problema de España puede que sea un problema de mamparas, tabiques y puertas. Una cuestión arquitectónica.
Colorado legaliza el uso recreativo de la marihuana, y ningún estrado tiene convulsiones ni sarpullidos en prensa. Colorado es libre para utilizar la marihuana por mucho Tea party que clame que eso es un veneno. Porque sólo es eso, un partido, una corriente de opinión con o sin consenso colectivo.
En España se proteje la Constitución como si Franco estuviera vivo, los que lo auparon. Porque España, es una mentira popular.

La historia de Colorado es la de un comic de cien años lleno de immigración, pero aquí se debe pedir permiso hasta para ir a mear. No se puede preguntar a la gente. Pues tindrem que legalitzar la marihuana.

La respuesta a nuestro encaje imposible en Europa y el mundo será encontrada fumándonos unos canutos a la salud de la meseta. Quicir, que a Catalunya por vanguardia e imaginación no le faltará, y que al final seremos independientes sí, por capricho, por las pelotas hinchadas, rubianamente, por-que-te-chinches. Hasta oprimidos y encarcelados, cagaremos en catalán, ale. Podemos llegar a diferenciarnos como seres extraterrestres a la península ibérica con pasaporte español, tan españoles como un sello.
Y en Colorado o en Washington, salen, votan, y fuman canutos en un plis.

Los chakras, que hoy emiten transparentes y dolientes, me indican que hay un lago inerte posado en el vientre. Ni estamina, ni líbido, mi fuerza vital es un estanque pantanoso y gélido, que apenas alcanza a expresarse en resoplidos. La cabeza es como una cometa que se separa del cuerpo ingrávida, seccionada del cuerpo gomoso. Mi cuerpo pesa una cefalea y una náusea indecisa, nada más. El resto de la maquinaria está entumecido durmiendo de día, llevo medio cuerpo sin despertar a rastras. Soy una lechuza camuflada en el día, vacacional o de baja, un búho griposo con el motor gripado, una carne cruda y ensofada.

Si no quiero que este libro se llame fenomenología del despertar, tengo que mover muebles y mover horas, para escribirle a la tarde y a la noche. Parece si no, una vida de jubileta, de desayunador pacífico en howard's end, una existencia canaria y tardía. Hoy el chino estanque helado del vientre ya se calentó, e irradia calorías a todos los confines del cuerpo, me siento un recién salido de la gasolinera. El estanque es irradiado a su vez por el frío de afuera, en esta batalla de radiaciones, y mi estrategia es ser una numantina cebolla de ropa, una vestimenta aislante. Así como la infancia es la era de la mocosidad, la muda mediterránea del verano en invierno produce el mismo elemento, y todos somos moco otra vez, tapiz de epitelios.

Nadie se enamora de los mocos del otro. No queremos mocos, ni pedos, ni pelos. Queremos una estampa. Luego te los encuentras porque siempre han estado ahí, con un bigote y unas gafas de plástico camuflados leyendo el periódico cada día. Son la letra pequeña de nuestra imagen comercial, con la mala leche. Todos intentamos ganar terreno, ganar meses, para que no alcance la garantía y no podamos ser retornados. Luego los pedos son como el trombón de fondo de la relación, los pelos siempre tienen la contrapartida que exfolian la piel del otro al frotarse, y los mocos hoy por ti y mañana por mí, te aviso si se te queda el moco del tonto, el moco Carlton Banks asomando y tú sonriendo, y todo es llevable y pasajero, como esa belleza tuya del siglo pasado. Todos hemos sido espectaculares el siglo pasado.

Esto del emparejarse, esa música loca que suena de los 20 a los 30 y vas bailando con una y con otra, con la más guapa y la más fea, mientras en una perola se cuece el famoso arroz que se pasa... llega un momento que cesa la música y ves que todo el mundo se va para casa. La fiesta estaba bien, pero implicaba eso del cortejo, que desgasta lo suyo. Un laborioso oficio de cerrajero y comercial, ora con punzón, ora con radiografías, mostrar prospectos, medir rendijas, esculpir llaves nuevas, rechazar descuentos. Esto en medio de la ida y venida del baile, con el futuro de por medio.
Una vez nos fuimos de a veinte en un patio de colegio. Del baile nos vamos para casa de a dos, para hipotecarnos con amor, mucho amor. Nos vamos a nidificar, una actitud ponehuevos y pensionista para aquel joven que empieza hoy la loca década del baile. Nos vamos a tener réplicas de nosotros, que eso ya es una repetición discutible. Entonces, se nos doblará el ego, un hijo es la mayor causa y a veces la única para que haya egos doblados, incluso en personas que nunca lo hubieses sospechado.

Porque al final esto es un viaje cabal y sensato, que tras una juerga y gratuidad experimentada, regresa a los orígenes. Completa el ciclo paterno-filial-paterno que nos creó, y lo proyecta. La vida se endereza devolviendo a otro lo que hicieron por nosotros, en el fondo no somos tan desalmados e hijos de puta.

martes, 6 de noviembre de 2012

Algias


La felicidad, la dicha, estresa. Todos lo sabemos. Esa piel tensa y estirada de la felicidad, estresante, porque se nota culmen, y se sabe perecedera, cima de la que empeorar. Es la experiencia de un tope, y se nota la fuerza de la gravedad tirando a cotas más normales.

O se pincha. Rozando la altura del éxtasis ya es todo flanco, vulnerabilidad violable, cualquier incomodidad es disonante y acaba petando y desinflando la dicha. No hay satisfacción de fondo si no está jalonada de capas de esfuerzo, lonchas de renuncias, en una rutina combinada que ya encontró su patrón. Inconstante se queda en eso, subidones, que vienen a ser tropezones de felicidad.

El frío ya se ha convertido en el asaltacaminos de la sociedad. Sorprende a unos por la noche destapados, a otros al salir del trabajo. Ya dije que quería acabar con todos nosotros. Es el comercial de las enfermedades, y en esta época trae un amplio catálogo para que nadie se quede sin la suya. Vamos cayendo ante este colonizador de nuestro paraíso tarde o temprano, porque el frío es un ataque, un medio hostil, hasta una plaga.

Empatado con el resfriado, que sigue aparcado en doble fila, un leve insomnio me destartala el descanso y el día por sudar. El turbión de vida que fuimos, se descascarilla con la edad ligero. El alcohol no deja dormir, al menos a mí, es la forma de cobrarse las tasas de inhibición. Pero antes necesitaba las copas del athletic para que eso pasara, ahora en la falda de los 35, con las copas del depor es suficiente para obrar el insomnio.

La cabeza tiene una algia de fondo, que es como la lesión a arrastrar toda la cuesta del día - a mí que no me pasen pelotas. En el descampado de los días, nunca sabes cuando un ferrocarril de infortunios te va a embestir. Hoy es de esos días que por forzar, te despistas, y andas expuesto caminando por la vía del descampado, y el ferrocarril cargado de pollo con tu pareja, por ejemplo, le toca la hora del reparto y te embiste al tú girar la cabeza.

Ayer henchidos de felicidad, hoy desterrados de ella, en expedición a esa rutina fácil y compleja, hacia la clase media - alta de la felicidad.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Tróspidos 1/20


Los tróspidos, el cásting del programa ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, ha sido de lo mejor de la televisión desde hace mucho tiempo, constato.
La primera edición fue fantabulosa. Cuando el maduro José Luis antes de traer el segundo plato en una romántica cena con Alys, le suelta: - Te voy a cantar. Ella no alcanza a comprender. José Luis se alza y empieza a cantar un aria a todo pulmón en el asador, entre vigoréxico y orujesco. Su baile house convulsionando el cuerpo en pantalones de pinzas y camisas a medida vence a mi inventiva, es inefable. Y como Cristianne se pira, memorable: - Me quiero utoliminá. - Qué? - Que me quiero í.

Saltamos a la segunda edición, y nos vienen a la cabeza los parpadeos de Álvaro melli. Pocas veces la tontuna se somatiza, se la descubre tan palmariamente, como en el tic del gemelo cuando al unísono, parpadea, mueve los labios y sube los mofletes. La naturaleza ahí nos dice, esperad, que viene una ráfaga de tontuna, porque la tontuna también tiene hipo en Álvaro melli. Hipo y vomitera, cuando arroja esa, quimera, romántica a su favorita: - Avé, si me quiereh, súete a una vaca, mótate a una vaca y demuétrame que me quiereh. Y la otra va y se sube. Y si tu mejor amigo te dice que te subas a una vaca, tú te subes? Ojú, precedentes del refranero, canela fina, Historia.

Volvamos a la uno. Rubén, el Kent de los alicantes, efebo de oro y dentadura niquelada. Asiste en el desayuno lánguido de Mykonos, a una reyerta verbal entre Graci y Gina, sus últimas pretendientas. A él no se le ocurre otra cosa que decir que su verdad, que ese griterío había roto un espejo, una imagen que él matenía en el día desde que se había levantado y le ilusionaba, le alimentaba: - Joder, me he estado arreglando dos horas, me he puesto súper guapo, y así me lo pagáis, vaya mierda.
Silencio entre los lectores. No sé si parar de escribir y dejarlo aquí.
Riánse ustedes de cualquier análisis sesudo sobre la metrosexualidad y el cambio de tendencias en el siglo XXI, de cualquier dramaturgo que quiera exponer la estilización de lo masculino reciente. Rubén es el estandarte del hombre ante el tocador, de la nueva realidad arquetípica del hombre joven y del futuro, algo precoz y caricaturizado aquí.

Brinquemos a la dos. Isidoire, isiduár, Isidoro. Clap, clap, clap. Qué decir del vendedor de mercadillo de Almansa. - Zapatones, zaapatones. De ese animal de bellota tan entrañable y básico, axiomático en su comportamiento. Animalico rayano en lo perruno, que sueña una lengua-cipote o una máquina expendedora de vaginas y tetas varias. Jovenzuelo que en la primera tarde recibe seis cobras como seis goles. Más allá de la cobra, inventa el Messi, la cobra reiterada y zigzagueante, a este lado, al otro, por vaselina?? Tras ello, ante cámara, en los totales, se alinea con el movimiento 15-M: - Joder! Qué es esto?! - Para qué he venido!? Eh! Para-qué-he-venido.
Gaspart blanquinece con su barcelonismo. Ante una escultural canariona de las que no hay en las casitas con luces rojas, decide mostrarle su amor frente a una piscina de spa a -20 grados, entre Hamlet y una tesitura del Imserso. - Oye, me voy a meter por ti, porque veas que te quiero. - Bueno! , y por el Barça!
Amor, pezón y Barça. Eyacular, doblarse el ego por un hijo, y chutar.
La vida misma.

Introspección. Perdón, Interiorismo.


La faringitis lleva días siguiéndome, asomándose, desplegada ante cualquier despiste para atacar. La matengo leve, en el pulso. Todo debido al serpentín de temperaturas y humedades, que hace que ninguna configuración en el vestir se mantenga adecuada. Con este clima tropezado entre el verano y el invierno, radical e intermitente, a duda diaria.

La decoración de una casa es tan necesaria que siempre la postergo. Soy siempre un recién llegado a su práctica, y eso que me la miro, a la casa, detenidamente y me resulta un museo, un paralilepípedo acostado, tan cúbico y espacial, tan barco, que nada le va bien y todo a la vez cumple, sin que nada colme plenamente sus esquinas. Que nunca serán colonizadas y nos recordarán su vestigio de cámara de ladrillos, hecha en serie.
El parquet es humanizador al traer la madera. Pero esas esquinas, perfectas, traen la matemática y tras ella la industria a la mirada de soslayo.

Hay quienes practican decoraciones de revista, a la moda interiorista, coloridas, de línea esbelta, sets maqueados, modernos, suficientes para una existencia higiénica y fresca a la vista. Mi testa está bastante en contra de los decorados, que no mi bolsillo de Ikea. Puedo vivir en la provisionalidad de una casa, empezada pero nunca acabada, y no se me cae la imagen al suelo con las visitas. Faltaría más. Pero puestos a invertir en un espacio personal, no me gustarían los maquillajes. Salones modernos y ligeros que cambian cada 5-8 años como una revista de interiores. No me van las cirugías. Preferiría una casa plomiza que no muta y se hace añeja, y hasta sobrevive mi generación. Porque eso de los hogares, gana cuando tienen una fragancia reconocible marca de la familia, cuando uno ya no ve las esquinas y los muebles parecen un todo orgánico ya posado que no puede estar en otro sitio, muebles y decoración con apellido.

En esos susurros que te hacen las casas, ésta medio confiesa que estamos de paso, en tránsito, y hace como un guiño que no es la casa definitiva. Es nuestro piso algo minimalista, gobernado, cómodo, suficiente y que vale por ser refugio en medio de la playa y un bosque. Tal vez su razón de vestirse sea ésa, verse invadido por la playa y el bosque, dejar que entren por la puerta y que la colonicen, o decoren. Me pierdo, no he nacido para maquillar y vestir casas, ni para respetar obras que mantener luego, como en reverencia doméstica. Sólo sé que quiero un guiño ochentero o setentero en una pared, y a poder ser "sucio", para no respetarlo con la mirada. No sé, soy socrático en interiorismo.
Ya os avisaré si nuestra decoración hecha en cinco minutos en su día, cambia, y venís y nos tomamos algo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Umbral, el calor de una vida


Termino de leer la biografía más completa que se ha hecho de Francisco Umbral. A lo que añado, finalizo la lectura de un juicio sumarísimo sobre Umbral. No se trata aquí de informar de una biografía, se trata de usarla, servirse de ella, hasta construirla, para condenar al biografiado.

La idea del libro le vino a la autora desde la tirria. Este tío es un hijo de p., y voy a dedicar parte de mi vida a propagar este mensaje y este odio que le tengo, meridiana animadversión. Y debía querer mucho a Umbral para trabajar años recorriéndole la biografía, y desde las alturas del amontonamiento de datos poder metrallearle sin piedad en los flancos más expuestos. Era un plan premeditado, alevoso, que necesitaba ser templado con una búsqueda biográfica, para desparramado longitudinalmente Umbral en sus años, ejecutar la venganza fría a una sustancia yaciente.

Debería guardar decoro, el juicio y fusilamiento debería ser algo elegante ¿Qué tal sentarlo en un diván, maniatado en su libro, y expuesto al público, pasearse por su tarima haciendo teoría psiconalítica de Umbral, demostrando paulatinamente según su dominio inequívoco de la psiquiatría adquirido sobre la marcha, que Umbral es un monstruo, un adefesio humano con cáncer de alma?

¿Partidista? No, el libro de Anna Caballé es ensañamiento. Las cosas claras y el chocolate espeso. Seguro que Umbral le soltó un rapapolvo humillante y cruel en uno o varios episodios. El motivo de todo este libro, de tanta investigación y después tanta teoría, la causa de tanto esfuerzo, sólo puede nacer de la pasión y la humillación, de la admiración y del posterior agravio. Es más, en cada análisis está el tesón y la mirada conspicua de un enamorado. O si no de un abanderado, alguien ajeno que se erije parte, una empresaria que ofendida funda la Alternativa moral a Umbral, criaturiza el anti-umbral, como agente que proteja a la sociedad de la vileza e influencia malévola del escritor. La superhéroe que proteje del supervillano, oh sí.

De qué ese empeño en retratar a Umbral como la peste, la purria personal, el monstruo acomplejado. Se cree alguna gente, que con querer matar a un monstruo, con irse a cargar a un genio, se le supera y se alcanza ese status. Los kamikazes historiográficos sí que son eunucos con sentimiento de inferioridad y esterilidad acuciante. Y en el fondo hacer un libro para publicar una payasada, es indigno, tanta mediatez cobarde y maquinación negra de rencor.

No digo que Umbral no fuese un gran hijo de puta para mucha gente, pero ataca al talento desde el talento y si no lo hay, no ofrezcas una teoría de la personalidad de Umbral para quedarte tranquila de lo que te hizo, o preséntate como la doña, la mujeriega, o la dolida primero. Tus testimonios directos son escasos, y pillas cualquier material indirecto al vuelo para conspirar un juicio mono-tono de denigración. Mira si Walter Isaacson no podía haber hecho saña, leña, y juicio final a la dudosa figura humana de Steve Jobs, pero el biógrafo no era un agraviado despechado que le quería joder la vida a una personalidad mil veces más relevante que él, se limitó a exponer fuentes - que ya queda la imbecibilidad suficientemente retratada así -, no a hacer la gran carta de desamor.

Leo y releo, y es cruel. Va a hacer daño. Hay malevolía. De tocador, pausada y despiadada. Como una sarcástica tanatopráctor.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Koberas


Por fin me entero del apellido de mi perro. Viendo el páramo escocés de Skyfall, Kobe sobreviene en mi mente calzando la imagen. Sólo falta él, es su terreno, su locus mundi. Tiene imprimido en el instinto el sprint, cuando está ante un páramo, una extensión inabarcable, su personalidad se desencadena. Kobe hace lo que ha venido a hacer al mundo cuando ve delante suyo un mundo vaciado, una planicie sin fin ni horizonte. Se excita, se dibuja la felicidad en su rostro, y se la quiere comer, quiere estar en todos los sitios del vacío al mismo tiempo. Como si hubiese nacido para correr.
En nuestras cercanías, ese páramo es la playa, la busca al salir de la portería y tira a la derecha, aunque acabemos yendo más a la izquierda al próximo bosque, lleno de obstáculos para ti sí, ahora me doy cuenta. Este olepises se pone bibliotecario y disfruta también en la ciudad, catalogando y archivando todos los orines de sus colegas. Pero él es Kobe Páramo, un gaucho afrancesado que se pirra por el queso. Hijo, playa que te playa, lo he entendido, no temas.

A veces me apena su mortalidad frente a la mía. El hecho que no me acompañe este acompañador toda mi vida, como si quisiese tras él substituirle no por cualquiera, sino por un perro kobado, un continuador en carácter suyo, como se hace con las personas amadas. No otro carácter perruno, ni un calco físico defraudador, un continuador de su "obra".
Es curioso como oscilamos entre las ganas de nuevas experiencias y el retorno a lo mismo. Como un viajero empedernido picotea países sí, pero luego ansía ir a comer cada día a la misma mesa del mismo restaurante de un barrio de Bangkok. El cosmopolitismo se traiciona sin quererlo, en cualquier despiste nos amarramos al conservadurismo. Somos un péndulo casero y cosmopolita. Una contradicción exploratoria y temeraria, un cohete espacial que todavía lleva anclas.