jueves, 25 de septiembre de 2008

Nacho y Martita

Se incorporó dando una patada contra el reposapies del sofá, con más ira aún al no llegar porque no estaba a la distancia de sus pies, estaba al alcance de los de él. Aguantó el impacto contra la madera con una mirada clavada hacia el frente que seguía luchando contra la en-fermedad del momento, pero fue a dar, en la diana de aquel libro ajeno tan odiado por ella: "La vida más falsa del mundo".

Entonces se empezó a dar cuenta que toda la casa era un país de Nacho, y que el abdicar de él encima se producía con gestos suyos contagiados por el tiempo, ese fruncir los labios tan poco de los Vallejo. Nadie les avisó ni educó que quererse sí iba a derivar en unas medidas de la cama y unos colores precisos de la decoración, pero que no iban a obrar unos duendes la cirugía estética de su personalidad. Seguía siendo ella misma, pero no se sentía nada bien recubierta de toda una piel que no podía ser tan fácil de remover. Se habían moldeado el uno al otro, y habían hecho el pack necesario para ir y estar en casi todos los sitios juntos. Ahora ese molde no pasaba por ninguno de los túneles de la vida individual, porque siempre chocaban los añadidos pegados del otro.

Marta no era de quedarse los sábados por la mañana en casa, pero la gravedad del parquet del piso había aumentado con Nacho 3 años ahí, por algún extraño motivo le costaba abandonar el sofá, y siempre que se rebelaba contra aquel virus contraído acababa enervándose a la manera de sus tres años de convivencia, porque después de tanto entrenar la disputa, hasta al caniche le nombraba Nacho cuando rascaba las puertas de la casa. Estaba rodeada, sitiada, por dentro y por fuera. Sonó el timbre de la casa, fue abrir con esperanza de que alguien la liberara. Era Nacho. Venía a buscar su libro, lo dijo con una voz afligida, remarcando una vez más lo dura que era la vida lejos de él. Marta se lo quedó mirando como una árbitro de tenis, y sintió un 40 nada en el último set a su favor, de un torneo tan desprestigiado que ni quería ganar. Sintió más rabia. Nacho aún no había dicho la última palabra, siempre había sido un gran actor.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Diálogo I

- A qué se dedica tu padre?
- Es metafísico.
- Astronauta?
- No metafísico. Se sienta en una mesa y te dice si Dios existe o en qué estás basado tú y todo.
- Matemático?
- No, mi tío era matématico y lo atropelló un camión cuando ensoñaba con el teorema de Rolle.
- Era bueno?
- Sí, los dos siempre me trataban muy bien, pero a veces se olvidaban de mí, y siempre hacía más frío cuando estaban ellos.
- Sabes que hablas mu raro? Que no te se entiende como a un loco desos que escriben libros?
- Sí, tanta esencia mamada empacha. Por eso quiero ser pintor, de brocha gorda. No pintando pladures, pero sí murales gigantes urbanos o rurales.
- Y por qué no te abrigas más con este frío? (sonido: propera parada, Mercat Nou, musiquilla de metro)
- Por qué no vamos a tomar un café y te lo explico?

martes, 23 de septiembre de 2008

Etiquetas de la dicha

Que cuando somos niños es cuando realmente somos felices, día tras día, y que cualquier tiempo pasado fue mejor... se justifica plácidamente con aquellos partidos de fútbol en los patios del colegio...

sólo uno más, un minuto más con borrosas ecuaciones de tiza en el verde de la pizarra, bocadillo en papel albal cogido bajo el pupitre, potencia y nervios en los pies... timbrrrrrre! del patio, ergo huída total del aula, y vamos a lo que vamos, a lo que venimos a este centro educativo: a jugar ese partido diario como si de una final de la Eurocopa se tratase.

Que el partido de quinto A, se dispute entre medio de 23 partidos más en un terreno que se asemeja a una especie de salida del metro continua nunca nos importó. Era nuestra cancha, nuestra casa de juego, y de alguna manera aprendimos allí mucho de la complejidad del mundo, era allí donde bajábamos a la calle y ensayábamos a movernos en el caos de la selva del mundo sin saberlo.
Se llegaba a la clase-oficina en un mar de sudor, tras ese claro paréntesis de todo, el break más desbordado de nuestra vida, la mayor apropiación de informalidad entre trabajo. Se luchaba en cada chut y regate como si fuese el último, protestando ese cuerpo de séptimo B que paraba un gol fortuitamente, celebrando los goles de la final del mundial de la mañana del 6 de febrero de 1989.

Las suelas de los zapatos gastadas, la pelota pequeña de plástico tatuada con quinto A, el sonido del timbre final que raja el partido, congela el frenesí, enmudece el alboroto, hace desaparecer los niños del patio, y los convierte en aspirantes a adultos sudorosos en las clases.

Lo silvestre todavía no ha muerto, se cuela entre sesudos libros de texto y miles de nombres serios a olvidar, se cuela en forma de cachondeo sibilino cada vez que nos dan un milímetro para ello, en motes, en gritos, en bromas, en devolver al profesor toda esa putada y esclavitud necesaria que supone no estar en el patio, en la calle, que es donde nos llevan los pies. Las bromas del colegio saltarán de la escuela a las juergas con los amigos, auténticos momentos donde rompemos el mundo y lo dislocamos en una oxigenación sin igual. Luego si de allí no saltan a ningún lugar del futuro, puede sí que se muera un poco. Frenesí sin vallas, tigres de compañía, locura en el aliento, niñez madura, chute del recuerdo, etiquetas de la dicha

sábado, 20 de septiembre de 2008

La atmósfera psicológica

Sigamos hablando de partes de las personas que no se ven cuando caminan por las calles, de todo aquello que sobresale de sus siluetas, sus vestidos, y ocupa un lugar manifiesto-con la sutileza de unos pasos desconocidos que se van.
No dos chaquetas idénticas expresan lo mismo, no dos sonrisas ladeadas resbalan los mismos sentimientos. Lo físico se inflama en mensajes que chocan en la atmósfera de los demás paseantes.

Por ejemplo, todos tenemos mochilas de proyectos-esperanza tras de si que tropiezan en las calles con alas de impulsos kamikaze de otros. El impacto de lo irreflexivo en lo pensado, la corrosión de la inmediatez en lo mediato. Como cuando topamos con una chaqueta provocativa que te recuerda que tú no tienes dinero, sin pancarta, sólo con la sutileza de un estampado, o el minimalismo de un nombre-marca. O cuando los andares torpones de una familia friki dotan de sentido al efímero paseo de trámite al trabajo, una corbata ostentosa del Funcionariado lubrica tu emoción de libertad, o mientras al girar la cara una voz judicial y recriminante, pero apabullantemente jovial, te nubla tu idea de que a la felicidad se llega por caminos menos tuyos.

Expresiones que apagan la forzada existencia de Dios, miradas que te clasifican en un ránking de belleza o de dignidad, sonrisas amables que devuelven litros de teología a la ciudad, prendas de vestir que quieren confesarse, curvas y músculos que quieren exhibirse, perfiles marginales que buscan afirmarse, andares de siempre que resisten a cambiar. El clásico, el provocador, el nihilista, minimalista, y hasta uno con chapa de ecologista.
Es el roce y el fregamiento inevitable de caminar por las calles mientras caminas entre las mentes vestidas de los otros. El chocarse o acoplarse entre nuestros apéndices psicológicos, nuestras pancartas escondidas en trajes, colores, perfiles y voces. A veces pasean elefantes gruesos de información, auténticas personas-anuncio sin vida más allá de su presencia; otras veces cometas o correcaminos que dejan una bonita huella deleble; y por suerte muchas personas poco ruidosas para la conciencia y los sentidos que prefieren mantenerse en el anonimato y la paz de la filosofía de los lunes.

Las personas tenemos toda una atmósfera alrededor nuestro que se roza y choca con las de nuestros semejantes. De mayor o menor densidad tolerante, más escarpada o suave en sus límites, con formas barrocas complicadas de encajar, vacuidades inflamables imposibles de habitar o magnetismos artísticos irresistibles de romper.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Funcionar

Hola chicos, soy Coco, hoy vaamos a ver la diferencia entre, ser y funcionar. El cejudo debate entre estructuralismo y funcionalismo se replica en nosotros mismos. Cada cual va elaborando o eruptando su identidad, el DNI o espejo que todos necesitamos para tener cuerpo psíquico. Es nuestra estructura y nuestra respuesta a la pregunta cómo eres.

Funcionar es otra cosa, algo ajeno al Mundo de las Ideas, a la foto congelada de nuestra identidad. Borbotea también ahora el debate Parménides - Heráclito. Erupta alguien la potencia y el acto de Aristotéles. Ya estamos todos.
Si me piden nominar al más irreal de los dos, elijo la forma de ser. Y la que menos importa también. Al final de la vida es el mayor remake jamás visto. Una continua adaptación de nuestra solidez a movedizos escenarios blandos no visitados. Por eso quizás es mejor conocer la forma de funcionar de uno, que no es lo mismo. Olvidarse de nuestros hábitos y convicciones, para fijarse más en los cambios del entorno y nuestra forma de engancharnos a ellos.
Descubrir la forma de no disgregarnos y seguir engarzados con la trama de nuestras vidas no escrita. Intuir ecuaciones entre nuestros éxitos y defectos, entre pasiones y aburrimientos, entre estancamientos y mejores virtudes. Saber del arte del cambio de agujas, de como se apaga o enciende nuestra energía, de como uno se tira por un tobogán osado de su identidad sin miedo a dejar de ser alguien, que al fin y al cabo es un alguien que se diluye cada día. Sabernos viscosos, indefinidos, más que solidos.
Es entonces cuando nos entra el vértigo y el miedo a dejar de ser, a perder identidad, como si nos quitáramos parte de nosotros, un órgano, al tirarnos por ese tobogán. Es el apego a la casa psíquica, a un hogar seguro en nuestra cabeza.
Una vez reflexionado... la extirpación es mitigada, toda filosofía cuesta de ingerir por su peso y por lo que tiene de chip. Macro-chip. Pero ayuda a tomarnos menos en serio a nosotros, a darle menos valor a la vida, en este mundo occidental del 2008 donde la vida se alarga como nunca y se eleva en chatos altares profanos. Porque también hay muchas versiones de una vida. La justa, la alargada, la lenta, la artística, la sin frenos, las ascendentes, las decadentes...
Es en la forma de funcionar donde la forma de ser adquiere un carácter cómico y paradójico, el lugar para que se derritan muchos fundamentos, y se reescriba uno mismo descubriendo todo lo que uno no es, el parto de nuestro antiyo necesario.
Me gustaría encarnar un "Yo soy esa persona que se descubre su no-yo cotidianamente, que conoce su mapa y su anti-mapa", pero desafortunadamente ando bastante perdio y por las mañanas estoy en Barcelona, por las tardes en Costa Rica, y por las noches haciendo una novela en una pantalla de trading, demasiados ratos en Nadalandia.

jueves, 18 de septiembre de 2008

No a la paz

Con estos títulos pronto creeréis que tengo dos cuernos rojos y soy un pequeño diablo tatuando este blog. Un café con leche por favor.

El ser humano lleva un intachable expediente de ser destructivo. Una interminable lista de guerras, expoliaciones y genocidios, presentes aún en nuestro siglo XXI. Esto no justifica la guerra, pero tampoco justifica la paz. No hablo de otra cosa, otra vez, que del pensamiento dualista. Cuantas veces no se ha conseguido la paz por oponerla simplemente a su contrario. Todas?

Reducir la violencia a un fenómeno tan poco complejo como la exterminación del mal, suena más a capítulo de SuperRatón que a política o sociología. Hagamos política sentimentalista en medio de la sinrazón, aticemos más la barbarie. Yo no he visto a ningún científico que se precie escribiendo corazones en las muestras de su microscopio, o haciendo vudú a la nueva especie cefalópoda descubierta. La violencia parece que nos importe poco para tomárnosla con la precisión que se merece, con la sincera y justa seriedad que requiere. Otra muestra que nuestros políticos no eran ni mucho menos los listos de la clase, o nuestros sociólogos no eran los menos funcionarios en sus universidades.

No reduzcamos todo al bien y al mal, maniqueísmo vago y vehemente. Debajo de la costra de los nombres hay un proceso complejo multicausal y de varias dimensiones. Seamos un poco más científicos con la violencia, extendamos de una vez la ingeniería social y psicológica. El País Vasco, Irak, Al-qaeda, se han de tomar tan a la ligera como para no analizarlos como se merecen? Ligerez sentimental, moral o temperamental? Basta un no a la guerra, una manifestación, una pegatina en la solapa? El típico trámite de siempre que no ha evitado la enésima nueva guerra?

La originalidad frente al eterno retorno a lo mismo. Ejemplos: no considerar que hay una bolsa social ineludible de promesas a terrorista en una zona determinada, que hay una serie de implementaciones sociales indirectas que son bálsamo de olvido para sentimientos patrióticos, que a todo nacional-ismo le sigue inevitablemente un contranacional-ismo, que existe una ingeniería diplomática a pie de calle, que la prensa audiovisual obvia que todo tirano dictador se crece y multiplica agrandando su leyenda mediática...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Desidia, vacío, pena, comezón, angustia.

En este valle de lágrimas que es la vida uno intenta resignarse y hasta ser tolerante con muchas realidades que le disgustan y apenan. Sorpresas negativas con las que uno se topa y asume sin más, tirando para adelante en su devenir vital. Lo único que le puede consolar tal vez, es la denuncia explícita en algún grafiti callejero o en un foro como éste, y ni eso alivia suficiente.

Repito, lo dura que es la vida a veces y lo complicado que es sobrellevar los designios del destino que frecuentemente nos acechan contra nuestra voluntad. Pues bien, otra vez me volvió a pasar, ajenamente a mis gustos, ideales y creencias, al levantar de nuevo pícaramente-aquella noche esa ropa interior en el frenesí de unos besos desconocidos, me topé de nuevo con la desgracia, el desasosiego, lo indeseado: un monte de venus imberbe, cocoliso y sin atisbo de capilares pilosos en desarrollo. Otro coño calvo, vamos!

Denuncio públicamente esta moda púbicamente insidiosa. Me deprime ver la extensión e implementación de un plan para uniformizar los coños bebés o coños koyak. El mundo está perdiendo esos pelos trascendentales, ese ente nimio pero definitorio, mínima expresión pero puerta del mundo del deseo para nosotros y llave para ellas. Alé, en este mundo postmoderno, fácil y consumista, vengaa, quitamos todo rótulo, borramos todo mensaje, y dejamos en paro a los peluqueros íntimos sin ningún tipo de escrúpulo por sus familias. Qué despotismo, las depiladoras de ingles brasileñas se compran su tercera residencia, y los peluqueros del amor tienen que reciclarse cortando bonsais. Otra lacra al felipismo. Pues no! No lo tolero! Manifestémonos, coño (redundante). A ti no te lo digo, tú sigue ahí bajo tanga. Se lo digo a los hombres inconformistas que aún quieren cambiar el mundo, joder. Queréis que cree un blog por la condena de la vagina rasurada? Preferís una pegatina adosada para las que estáis conmigo, y así llevarla como slogan en cualquier noche de quiqui haciendo país? Hemos de parar esta pandemia, este contagio masivo de modas que nos llevan al apocalipsis.

Y que quede muy claro que yo no soy partidario para nada del bosque de Tayak. No quiero tampoco un ecosistema para Bob Marley, un ejercicio para el trenzado o las rastas, no fotem. Sólo pido moderación, un término medio. Hemos crecido con esas ilustraciones de Playboy cuando los peluqueros genitales se ganaban tan bien la vida. Que vuelvan los 80 Georgie Dann el frigurón, todo el mundo lo dicee.

Es duro pasar del bosque al desierto y aclimatarse. No somos ardillas tropicales. Espero que reflexionen y se produzca una marea pilosa que inunde los coños de este mundo otra vez. Espero que Ruppert senil vuelva a coger unas tijeras, pero que sea en un doctorado o master de looks íntimos. Clamo! porque mis plegarias sean escuchadas y las cosas vuelvan otra vez a no sacarse de quicio bajo la ropa interior. Y tanga, no corras, que después iré a por ti, so moda de masas insensible jodeer

martes, 16 de septiembre de 2008

Ciencia familiar

Empiezo un pequeño trasvase del tercer blog al primero, para ir unificando obras aisladas y a veces lejanas, en este tiempo más estrecho para la escritura por otros quehaceres necesarios a realizar...

Toda familia es un sistema orgánico sin desenlace. Un hijo es la prolongación de uno mismo y a la vez su complemento psicológico, incluso muchas veces la descendencia es el negativo psíquico del progenitor. Un juego de claros y oscuros, de contrapesos, una balanza donde padres e hijos se equilibran dinámicamente y forman un animal psicológico conjunto, en el que el movimiento de la psique de uno afecta al otro.

Se va formando un puzzle desde que nace el bebé, cuya forma de ser la moldean los padres y a la vez él mismo recorta y opone los perfiles y asperezas, para encajar en los huecos del puzzle de la convivencia eterna. La necesaria rebeldía a los límites paternos. Como en la pareja, uno va creando el anti-yo del compañero, a medida que se acaba de conocer la completa silueta del otro después de tanto tiempo, uno aprehende y reconoce lo que está fuera de esos límites posibles del ser del otro, y a veces se sitúa y afirma en esas realidades alienas, que duelen cuando se pisan, tocando los cojoncillos claro, en defensa o ataque propio.

En la familia todos acaban mostrando y re-mostrando sus parcelas psíquicas, y algunas se afirman tanto que los hijos adoptan ese mismo terreno en alquiler, o a la vez buscan tierra alternativa propia. Al final, la psicología de la familia es toda una obra maestra, un latifundio de matices, un bello espéctaculo para ser observado en sinfonía. Como en una cueva de Indiana Jones, tocar un fenómeno saliente abre una pasarela inconsciente en otro miembro familiar, o enviar la luz a un punto neurálgico del grupo hace mutar al resto de integrantes en su forma de hacer. Cantidad de planos jugando entre sí, en las formas de decir, contestar, aspirar, emplear el tiempo, las aficiones, los vicios, los hábitos, las amistades... las de cada miembro tan propias, tan suyas, pero todas salidas de la misma matriz, tan independientes pero a la vez tan interrelacionadas como la sangre.

Y todo ese espéctaculo sólo se entiende cuando se conoce a una familia abierta toda la noche. Esto no es más que lo que hizo David Trueba con los Belitre, esa maravillosa obra de arte desmenuzando la ciencia de la familia

sábado, 13 de septiembre de 2008

El precio del progreso

¿Cuánto vale realmente este móvil última generación que nos compramos y que marca 120 euros? Cuánto tengo que pagar por las baldosas modernistas de las aceras de Barcelona, por todos los mandos a distancia, por las pantallas de tv de los nuevos trenes, por las modernas cajas nuevas de las pastillas Juanola?...

Nadie me cobra los impuestos psicológicos de lo comprado, de igual forma que nadie pagaba la mortalidad del tabaco. Y ese "nadie" no es que no exista, es que no tiene bigote ni sombrero ni apellido, es un nadie indefinido, anónimo e intangible. Ese nadie es social, y por social un concepto, y aquí sí que los conceptos hacen que valgan cero.

Pues no. El nadie somos todos, unos más que otros. Alguien debería informar que toda esta parafernalia del progreso, del crecimiento del PIB, del flujo libre de capitales y el tratar de optimizarlos, de la obesidad de la economía por el consumismo, es la forma en la que vivimos, ni más ni menos, y que no hay otra.
Y que cambiarla supone esquilar a todas las ovejas del mundo, inventar un pelo natural, y volvérselo a poner a todas las ovejas como si nada y haciendo revivir a las muertas en el proceso.

Pero alguien debería informar también que no parar de ser más ricos lustro tras lustro, no hace más feliz. Que el móvil de última generación me cuesta más de lo que pago. Que nadie me va a indemnizar por haber nacido en una ciudad o por tener cero relación con las 100 personas que viven en mi pueblo-edificio. Que la masificación y el aislamiento son gratis para quien saca tajada del tinglado, que las pagamos otros. Que la artificialidad, tontura y poca autenticidad de los días y semanas ya se contiene en todos los avances tecnológicos. Que va de serie en los mp3, psp, dvd y pda´s, que hay que tirar los walkman, videos, marcianitos y hasta libros, porque sí, porque ya vino lo último, y todos lo compran, y lo vemos por la calle, y me aburro o me siento solo en la ciudad y me consuelo con lo que fabrican el señor Sony, el señor Gates o el señor Scrooge de turno.

Podemos parecer astronautas para cualquier persona de siglos pasados, vestidos y equipados a la última. Pero no dejamos de ser igual de desgraciados, y eso es lo triste.
Nuestra cabecita anda muy mal, muy perjudicada respecto a aquellas gentes de los pueblos de otros siglos, pobres, sin mp3 ni televisión, comiendo con las manos 2 recetas mal hechas, harapientas, campesinas, con una pelota de trapos y un teatro tercermundista como ocio. Somos galácticos, aquel equipo de favoritos que todo lo tiene y se cree, que sale vapuleado por goleada ante la sencillez y lo auténtico. A veces damos asco. Los que más han tenido de la historia y los que más les ha costado serlo.

El Testimonio

Creo que hoy en día la figura y palabra para testimonio se ha olvidado bastante. Se asocia vagamente a contenidos morales-religiosos y judiciales. Me refiero al testimonio como la persona que estuvo ahí, al testigo de la realidad. Aquellas personas que te invaden. Aquellos que te convencen y tuercen tus ideas porque verlos u oírlos supone aprehender una visión de lo que representan, visión que es todo verdad. A los que te sale imitar.

Podemos tener delante al mejor interlocutor del mundo, el que mejor argumenta y más afila la razón, una auténtica máquina de razonar, y sin embargo no dejar de entretenernos con un debate de ideas, el mejor esgrima invisible y mental, sin llegar nada a nuestras entrañas, dejándonos en ese pasatiempo cerebral, parados sin mover nuestras extremidades.

Después conocemos al testimonio. Aquella persona que ha vivido. Que utiliza un lenguaje o una expresión que no sabe dar rodeos, que suelta poesía sin querer, descubre mundo de la nada, ya sea verbalmente o no. A mí me llegó a las entrañas ese "sólo creo en un Dios que sepa bailar" de Nietzsche mucho más que hojas y hojas de Hegel o Descartes. O la ropa de muchos guajiros cubanos me llega más que libros enteros escritos desde la nada. Como si la verdad estuviese contenida de una forma muy irregular en pozos, muy mal rotulados, y con secarrales extensos entre ellos.

Sigo creyendo en una religión o re-ligación estética, con profetas involuntarios que otorgan sentido a nuestra vida. Ya hablé en otros lares que David Trueba me hizo confiar en descubrir pozos de verdad a partir de cualquier detalle pequeño de nuestro alrededor, y le estaré siempre agradecido por refrescar ese mensaje. Nunca está de más encontrar más testimonios, gente o episodios que nos conmuevan, nos toquen por dentro, nos hagan crecer de adultos, y hasta otorguen nada más y nada menos que más sentido a nuestras vidas. Benditos testimonios!

La Hora de los hechos

Los líquidos de nuestros posibles devenires giran en un bombo centrifugados, como en una lavadora. Premateria que llegará o no a ser. Todos los futuros de la gente centrifugándose en un Viento gigantesco en movimiento, que al final insufla a todas las cosas un presente continuo concreto. Y nosotros parcelamos y apartamos lo nuestro.

Nunca nos llega la realidad ideada, siempre aparecen detalles insospechados, hasta paradójicos, revolcones en ese viento que mutan el compás marcado. Las maravilllosas o trágicas sorpresas de la vida llamamos. Toda nuestra existencia mirada para atrás no deja de ser un chocante devenir que descuadra el guión pensado de nuestra vida. En pequeños y grandes detalles.

Y no existen los días D ni las horas H. No hay citas con el futuro a una hora y lugar concretos. Las verdaderas conquistas y pérdidas de nuestra vida se materializan o florecen en escenarios secundarios y tiempos no oficiales. En las prórrogas de una cita, en los azares de toparse, en una llamada rutinaria, en una foto que se cae de una carpeta... pocas veces lo trascendente encuentra un espacio y tiempo previsibles para explotar.

Muchas veces no nos damos cuenta de la fuerza de ese viento de lo futurible, de la ideonidad, peligrosidad, trascendencia de hablar a un desconocido preñado de nosotros, del azar de ir aquí o allá esta noche o quedar con ele o con te. Muchas veces lo mejor es saberse en ese viento y dejarse ir, aspirando a que "hoy puede ser un gran día" o la gran ola puede aparecer en cualquier momento de la tarde, disfrutarla o revolcarse, pero admitir nuestra pequeñez en el designio de nuestras vidas.
Ojalá este fin de semana aparezca una gran ola. Para vds. también. Un abrazo

viernes, 12 de septiembre de 2008

Sexo en Nueva York

Buenos mediodías, acabo de ver la película "Sexo en Nueva York", nunca vi tal serie y quería hacerme una idea de esa ficción tan consumida mundialmente, aprovechando su versión comprimida en película. La he visto hasta el final y no me ha desagradado. Lo que no quiere decir que pueda ser una historia de historias muy malinterpretable.

Se trata de un esquema: presentación feliz, nudo o cuerpo triste en suspense y desenlace reconciliado pero edulcorado. Sinopsis, eterno retorno, o devenir cíclico, esqueleto óseo tan compartido con la vida real y muchas otras ficciones. Que el cuerpo del argumento sea triste y una sostenida larga espera hacia el final previsible le da cierta complejidad. Pero a los americanos les gusta el postre vital, atracarse al final de las cosas, consumirlas, y sobra cierto recreamiento para no insuflar irrealidad y fantasía a los hechos mundanos.

Como toda historia humana en la que aparece el amor, es la historia de dos estúpidos. La película es un mirador de como una serie de estupideces separan a las personas que en el fondo quieren estar juntas. El amor es ese bonito atentado contra la inteligencia y la racionalidad, con mucho de infantil y caprichoso, que es inevitable protagonista de nuestras vidas y hemos de saber convivir y domesticar, para disfrutar de sus maravillas. Éste ambientado en lo sofisticado, en gente rica, en Nueva York, pero tan terrenal como todos.

Los finales de Trueba, por ejemplo, nunca tienen una guinda, son un trozo más del pudding de las cosas, es suficiente la regularidad de los trozos previos, con sus lindeces y asperezas. En el cine americano tienen esa costumbre de poner lazos y papel de regalo a las historias, con una etiqueta de felicidades, cuando nos haría mejor algo más crudito, soso y mundano, que es al fin y al cabo lo ordinario, pudiendo vivir nosotros mismos esos pasajes extraordinarios, y no tener que consumirlos vía pantalla. Que tengan un buen día.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

De la locura I

La locura, el abandonamiento de este mundo por una rendija irreversible, es una realidad que estremece y admira uno incómodamente. Ese irse la cabeza ingrávida sin ninguna tracción suficiente con la corteza de la realidad, pero a la vez flotante en una estratosfera no tan distante y divisable, me hace querer disponer de un observatorio doliente pero de gran fecundidad ilustrativa, sobre esta vida y las entrañas de lo que nos hace humanos.

Me gustaría inagurar una serie de posts que imagino no serán consecutivos, a modo de observatorio, alrededor del fenómeno de la locura. Para ello invito a Romina para que me ayude ilustrando con su experiencia en centros clínicos que acogen a dichas personas, vivencia que yo no poseo.
Cruzarse con esta condición humana a nadie deja mínimamente indiferente. Sobretodo conmueve el momento de la punzada del otro mundo, el momento de desenganche con esta realidad, y su adentrarse en la otra, con sendas igual de invisibles que ésta, pero de recorrido totalmente imposible para una persona cuerda. Tránsito enrevesado, inconexo, demasiado ligero y fantasioso, retorcido, ilógico, como un espadachín que se ocupa de ideas sin imanes, un quijote cada minuto que no puede ver, ni etiquetar, ni acertar en el decir, sólo soñar en un código contra toda convención. -De hecho los artistas esquían por las mismas laderas de la locura derrapando a la enfermedad con su genética asentada-.

Estar ido es haber tomado esos caminos posibles en nuestra imaginación, pero siempre descartados por los anclados en este mundo ya que son una fuga de nuestro magnetismo innato a las cosas. La locura, que no enajenación, de fuerte base genética, es un desajuste de humores que hace perder fuerza a ese imán líquido que nos adecúa con el mundo. Y en los alquimistas neuroquímicos recae el honroso oficio de devolver esas vidas que penan de regreso a esta orilla. La locura tiene lugares en el cerebro y los mecánicos de él luchan por saber orquestar tal desinfonía.

Todos tenemos una pizca de esa falta de pragmatismo biológico que nos pondría un 10 en eficiencia en el mundo. A todos se nos va la cordura como un globo hasta que nos damos cuenta y tiramos de él hacia nosotros. A veces simplemente peta por el otro lado, por enterrarla, por reprimirla, reducirla a un metro cuadrado de posibilidades.
Neurosis y psicosis, Hölderlin y Pocholo, aún queda mucho por observar con detenimiento...

lunes, 8 de septiembre de 2008

Kobe

Se iba a llamar Ramón, saltándome las lógicas de no humanizar un animal con tales convenciones o etiquetas. Pensé también en Rajoy, pues era una forma de equiparar dimensiones de este mundo. Discutí todo esto adulta y jocosamente con mi meravigliosa sobrina de 8 años Alba. Ella y mi hermana me acompañaron a la Gossera de Mataró, lugar que no sale en las guías de ocio o cultura de los periódicos, y mal que hace esa ausencia.

Nos atendió una moza que trabaja los laborables en un manicomio y los festivos en la caótica perrera, era una héroe lastimada, y estresada, vaciándose la vida por esos otros, locos y animales. Estaba claro que no era un comercio de mascotas, me fue repasando las personalidades de los canes, virtudes y defectos, como si una consultora de mascotas se tratase. Yo ya había empezado a llamar Ramón a un ejemplar que yacía tranquilo en un apartado. Su nombre era Bobe, y una alternativa a Ramón para mi caprichosa poesía era Kobe, como el artista de la canasta. Así que maté el asunto añadiendo una palatal por una bilabial, al cambio ya supuesto que iba a suponer su adopción.

Viajó en 2 coches, en tren, visitó tres casas, gozó de 2 madrinas, comió de forma mimada algún helado, shoarma y pasta italiana. Y como buen hijo, durmió y descansó buena parte del día panza arriba tomando el sol. Como Platero, es una gran compañía. Serio, calmado, de voz ronca ocasional, justamente cariñoso, independiente, y grotesco de movimientos. No canta, no llora, no lee. Está y no está. Cae bien a quien me importa. Kobe cumple su trabajo y se gana ese pienso y esa manta junto con todos esos mimos claro. Ahora quiero que herede el blog, que aprenda de esto de arar el lenguaje, y seamos una saga, jaja. Lo veo un escritor tímido y más dado a la poesía. Bienvenido a casa Kobe.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Lesa humanidad

En la esencia de las parejas el desajuste es habitante como las nubes lo son del cielo. Solamente nos resulta gráfico tal desajuste cuando vemos pasar a un binomio bella-bestia entrelazadas sus manos por la calle, y soltamos al amigo aquello: - Qué descompensación, qué desajustee

La disonancia genética infinitesimal ya produce abismos considerables. El 90 y tantos por ciento de genes en común con los chimpancés y gorilas produce, en apariencia, una no convivencia perpetua entre ambos y un parecido equivalente al del Fary con Brad Pitt. Incluso entre hermanos, la pasta muchas veces es la misma pero los figurines resultantes pueden llegar a rozar las antípodas.
Muchas parejas se satisfacen pensando lo mucho que se parecen, o se conocen, o qué tan similarmente piensan. Si hiciesen una foto de sus lóbulos frontales juntos en plena acción, en un parque de atracciones psicológico, se asustarían al tener esa sensación de bella y bestia bipolar que a veces nos impacta en las calles.
Su cero coma % de disonancia genética... algún tubillo del bazo, unos pigmentos de 3 células, y 9 esquinas del córtex prefrontal... les mete en ocasiones un abismo en medio de las décimas. Está claro que somos diferentes, y mucho, como demostrado también está que el chimpancé comparte el 98 % de mis genes.

Nuestra tendencia a uniformar y empaquetar realidades invisibliza las dobleces y salientes de las cosas. También no es más que una sibilina eugenesia cuasi voluntaria, que barre para casa los genes que nos interesan, a nous, a nuestro ego. Estaría mejor llevar fotos carnet de nuestro lóbulo frontal en las carteras, porque nuestra cara es el espejismo de nuestra humanidad, residiendo ésta, lejos de la del chimpancé y los loros, encima de nuestros ojos y más acá de nuestra frente.

sábado, 6 de septiembre de 2008

El día después 1/2

Segunda experiencia en AVE - medio que no está hecho para escritores, pues la distancia a la bandeja reposatrastos hace que te sientas como en una taza de water hilvanando. La destinación: tarde de sábado en la Espo de Zaragoza.
En la primera experiencia de la alta velocidad gocé viajando. Un vuelo de pájaro a ras de suelo. Porque cruzar 600 kilómetros en 2 horas te permite experimentar la transición. El paisaje, y el mundo en ellos, va variando y mutándose a una velocidad que posibilita a la mente una cadencia como para no aburrirse en lo monótono, ni tampoco perderse en lo inmediato, y coordinar así la focalización en la variedad de la experiencia: las transiciones. O como España muta de este a oeste, cuando el Ave cruza esa cremallera de forma vertiginosa, uno en su butaca comodísima y en mirador. La sutilidad del paso gradual entre el paisaje del Penedès al post-Aragón y de ahí al Pre-Madrid, podría ser ilustrado en un cuadro daliniano de paisajes blandos. Con el paisaje lunar de los Monegros como misterio y trascendencia del vacío.
En invierno uno entenderá mejor la nieve, porque verá la no-nieve gradual en sus antes y despueses. En verano los grados de la sequía, en otoño el crecimiento de lo caduco, en primavera los despertares precoces y los florecimientos dormilones.
Y pocas cosas unirán más Madrid y Barcelona, las 2 eternas Españas, los nacionalismos en liza, etc. que este invento tecnológico.
Esta innovación retardada hasta el siglo XXI para el noreste de España, es velocidad y a la vez futurista experiencia, hasta que se supere. Habrá que ir a Japón, porque ese trozo de Tierra tenía uno ya en los albores de 1964; sería una suerte sumergirse en ese agua tan distinta a la nuestra. Una experiencia enriquecedora por muchos costados, y un muy grato pasatiempo. Cuando vamos David?
Porque es inevitable estar sentado hoy aquí y no acordarse de ayer por la noche. Cuando ambos dos nos íbamos a ir de fiesta, olvidadora, como todas las fiestas; y acábamos hablando y hablando de ciencia parando a la noche, mientras la gente y las niñas pasaban en el bar, y nosotros seguíamos en nuestra isla en la que habíamos varado, entre cubatas, en ese mejor viaje privilegiado que nos había tocado en la rifa de la vida, esa compensación casi mecánica a mi trágico infortunio. Dos científicos de sí mismos en el bar Bebe+ de la calle Aribau, notaría nocturna donde constituíamos nuestra sociedad. Una inyección de vida puesta por las manos invisibles del destino... En fin.
Estamos llegando a Camp de Tarragona. El Ave pronto besará Zaragoza.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Vivan los novios

Hoy estoy enfermo y toca copiar-pegar:

El Periódico, 05/09/08 pág. 22

"Si usted ha sido invitado a una de las 80 bodas que se celebran de media, cada día, en Catalunya, hágase a la idea de que su regalo tiene muchas posibilidades de perder todo el sentido en poco tiempo. O peor aún. Si usted se acaba de casar, debería tener en cuenta, porque más vale prevenir que curar, que por cada 40 matrimonios que se contrajeron en esta comunidad autónoma el año pasado, 34 se fueron al garete. Y cuidado, puesto que todo parece indicar que esta tendencia va en aumento...
"El año pasado hubo en Catalunya 30.456 matrimonios y 26.038 rupturas. Es decir, cada 20 minutos se rompió una familia...
"Mientras Castilla y León, Extremadura y Navarra, con dos separaciones por cada cuatro enlaces, permanecen por debajo de la media de España (2,7 por cada cuatro), Catalunya ha colocado a dos de sus provincias en el top ten del ránking. Barcelona es la segunda, con 36 disoluciones conyugales por cada 40 bodas, y Tarragona ostenta el octavo lugar (30 por cada 40)... la líder, Las Palmas de Gran Canaria, donde prácticamente hay cinco rupturas por cada cuatro matrimonios".

jueves, 4 de septiembre de 2008

La última lección, Randy Pausch

Supongo que esto ha sido objeto de muchos posts en muchos blogs. A mí me ha inspirado el blog de Kirai (www.kirainet.com), que últimamente está en una forma harto destacable.
Esta es la primera parte de su conferencia, el discurso entero está aquí:
http://es.youtube.com/watch?v=ji5_MqicxSo

Sobran las palabras.

Transfiguraciones

Repito este post cocinado hoy en el blog 3º, para los ojos esquivos del señor Eduardo Laporte (no se me quejará la pelota que le doy):

Me escapo de mí mismo hablando de transfiguraciones. Aquellos cambios de las personas que pueden hacernos dudar si estamos frente al mismo individuo (obvio que me refiero a los de personalidad y no los físicos, por el blog en sí, ya sabéis). Creo que es condición necesaria creer en ellos. Para mutar, para operarse por dentro, contener en sí una revolución, hay que creer en tal flexibilidad. Y no hay que tener miedo a doblarse el psiquismo creyendo que se romperá o lastimará. Hay que ser un poco equilibrista de las realidades mentales.
O bien, estar en manos de un fisioterapeuta psíquico que nos rehabilite lo doblado. Sí, solemos acudir sólo al psicólogo en casos clínicos, y quizás los psicólogos harían una gran labor a los sanos, como una ortodoncia o higiene dental hace rutinariamente, o un mecánico pone a punto y tunea nuestros autos. Un tunning mental.

Pocas cosas dan más lástima que descubrir a una persona-capa de barniz. Aquellas adultas que se les nota la capa de barniz como adaptación a lo diverso, a lo cambiante, un mero postizo complaciente hecho más por el qué dirán. Se les nota que todo lo que son ha sido educado, instruido, absorbido en la infancia, pero únicamente le han añadido una capa de barniz social, una pegatina que ponga "crecido", y una gesticulación acorde con su edad.
Muchas veces la simple comunicación a pie de calle con estas personas se hace complicada, pues es hablar con un niño grande, y nunca sabes si hablarle al niño o limitarte a no hablarle a la parte grande postiza e inerte.

Existen músculos en la psique, y existe un esqueleto o configuración. Cada cual se podría mirar a un espejo y verla, al menos intuirla. Y como todo en la vida se puede modelar. Nunca estamos condenados a ser de una manera, existen ejercicios para cambiar la forma de ser.
No obstante es curioso como la generación de nuestros padres, y supongo las anteriores, creían en el inmovilismo. "Yo tengo una forma de ser ya, y no voy a cambiar". Entre una mezcla de terquedad y orgullo. La posguerra, la dureza de la vida material, hace como menos dúctiles de mente a las personas. Insisto, que las creencias en un dios que se extinguen como una ola en las orillas del siglo XXI, mucho tenían que ver con ese inmovilismo, rigidez y hábito a no flexibilizarse. Eran a la vez necesarias socialmente en su tiempo, pues todo lo pasado fue necesario (por existir).

Hoy en día, época de libertades y espacios vacíos a recorrer sin muros ni paredes, estamos destinados a movernos o encartonarnos mentalmente, a menos que inventemos otras formas de quedarnos quietos psíquicamente. Todo lo que hoy nos recuerde a gomina mental: telebasura, metrosexualismo, etc... son nuevas formas de no pensar o querer seguir siendo siempre los mismos.

Amorrarse a una pareja para pasar los ratos de los años y las tardes de los domingos, es también condenarse a vivir la vida en pause toda la existencia.
Tirarse a la piscina de la aventura con alguien que sabes que vas a tener que aprender a amar cada día, quizás es el secreto para no parar de enriquecerse y hacer que la vida de uno sea, una maravilla con forma de enigma, entrega, pasión y no exista la palabra límite
Tiremos los amores chicle, los precocinados, los pre-hechos... Consumamos amores con aventura, no acabados, necesarios, urgentes y delicados, serenos en sí mismos.

Náufrago, o no es el amor el mayor de los localismos?

martes, 2 de septiembre de 2008

David Guapo

Mis viejos

Voy a intentar argumentar porque nuestros padres son mejores que nosotros, o porque cualquier persona mayor lo es de la menor.

Podría apuntar que cada año de vida no es una rutina, aunque a veces nos cansemos de contar años rutinarios en nosotros o los otros. Y que cuando más rutinaria es una época, al mismo tiempo más se está almacenando un aluvión de posibilidades en ella misma, sedimentos imperceptibles que caerán como una cascada terrible un día de repente.
Que el tiempo vital hiberna, que cuando más manso se despereza, más rugen sus vísceras por dentro, que cuanto menos parece moverse, más desarrolla inconscientemente sus músculos hasta hipertrofiarlos para el futuro. La complejidad de cera que se forma minuto a minuto dentro, en nuestros paisajes más monótonos y largos.

Me es igual el rico joven, el sabio joven, o el sano joven. Aparte de la mención honorífica de llegar a viejo, que no todos llegan; cualquier mayor experimentado significa tener mayor capacidad de resolución para el éxito en la vida: estar bien, ser medianamente feliz. Un adolescente es la créme de la inestabilidad, un viejo es el oremus del caos, contadas excepciones aparte, que en toda viña crecen flores.
Yo quiero envejecer (poco a poco) porque apuesto a que aprenderé a flotar más en el magma de la vida, como si nos fuésemos hiciendo de una substancia cada vez más diferente, que nos aportase levedad en la trascendencia y en todo, sin perder calidad ni sentido. La cera interna que pasa, la cera que madura

Sí, en el fondo no digo otra perogrullada que madurar acerca a la estabilidad y a la suficiente felicidad mundana. Pero lo digo de una forma radical y clara: ser viejo es ser mejor. Como aquel boxeador que sobrevive ene asaltos, tantas veces noqueado, criticado y discutido, y a la vez... nunca superado. La vida es sobrevivir, y quien sobrevive más, triunfa, quien sobrevive más, Gana.