miércoles, 14 de mayo de 2008

La podredumbre del amor

Entrevista en El Periódico, 14/05/08...

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El autor de Amores altamente peligrosos (Planeta/Columna) sostiene que hay un millón y medio de catalanes con los que sería mejor no mantener una relación amorosa...

¿Se sufre mucho por amor?
No cabe duda. El 50% de las consultas son por ese problema.--Y, en cambio, cuando te separas, no te dan el pésame.--Pero cuando te enamoras te felicitan, como si hubieses ganado la lotería. Y lo primero que tendrían que preguntar es de quién te has enamorado y, quizá, darte el pésame.-

¿Hay parejas que no convienen? Un 20% de la población.
¿O sea, que en Catalunya... hay un millón y medio de personas con las que es mejor no tener una relación amorosa?
El amor es ciego.--No tendría que serlo. Damos por hecho que, si hay amor, el amor lo va a resolver todo.--

¿Cómo se entra en una relación pensando?
Fijándonos en pequeños detalles del otro. Y planteándonos si su propuesta afectiva es insalubre.--Mientras dura el flechazo, cuesta pensar.--¡Piensa antes del flechazo amoroso! Porque, efectivamente, durante el flechazo ya no podrás hacerlo. Observa cómo habla el otro, cómo mira, cómo se relaciona. Hay gente propensa a enredarse con personas inadecuadas para ellas.--

¿Tienen la esperanza de que el otro cambiará?
En el amor, la esperanza es lo primero que hay que perder.
¿Qué parejas no nos convienen?
Hay ocho estilos afectivos de los que es mejor huir.

Empecemos. En su libro, en primer lugar, está el histriónico, el amor hostigador.
Son personas con una gran necesidad de aprobación. Quieren ser el centro de atención, son exhibicionistas y acosan afectivamente. Esta seducción llevada al extremo produce un efecto paradójico: cansar al otro.

Luego están los desconfiados: el estilo paranoico.
Piensan que no se puede confiar en la gente, que siempre les van a hacer daño, que si se entregan demasiado se van a aprovechar de ellos. Crean una territorialidad impresionante. Desconfían hasta de la familia.

Estilo pasivo/agresivo.
Estos viven un conflicto permanente. Necesitan a la pareja para que los proteja, pero al mismo tiempo quieren ser autónomos. No se comprometen, pero tampoco tienen la valentía de alejarse.

Huyamos de los narcisistas egocéntricos.
Piensan que son especiales, que no hay reglas para ellos. Son egoístas. Al sentirse especiales, son excelentes receptores de amor y, en cambio, lo dan mal. Del otro siempre piensan: "Tú vales menos que yo".

Estilo obsesivo, o cuando el amor es perfeccionista.
Quieren un amor metódico, sistemático, sin errores. Dicen: "Yo soy el responsable, tú eres irresponsable, y a partir de ahora yo lo manejo todo". Tienen problemas sexuales y se vuelven acosadores, les cuesta expresar emociones y envejecen muy rápido. Es como estar con un departamento de control de calidad. No hacen el amor en la cama, sino en el quirófano.--

Alejémonos, por supuesto, de los amores violentos.
Es el estilo antisocial/pendenciero. Son amores malignos. No tienen sentimiento de culpa y reducen al otro a un objeto. Suelen ser los maltratadores.--También están los indiferentes o desvinculados.--Son incapaces de procesar emociones. Son analfabetos emocionales. Como hacen de la independencia un valor, para ellos estar enamorados es un problema. El otro les sirve para vincularse a la vida social y punto.

Y, por último, no nos conviene el amor caótico.
Es el estilo limítrofe/inestable. Son imprevisibles y suelen tener adicciones. Fluctúan entre el odio y el amor. Sus emociones son explosivas: te pueden amar hoy y te pueden odiar mañana. Tienen un problema de identidad: están fragmentados. No pueden dar ni recibir amor. Tienen un profundo miedo al abandono, pero son incapaces de mantener al otro cerca.

Sin llegar a los extremos, quizá todos tenemos un poco de todo.
Sí, pero siempre hay un estilo que te define más. Por supuesto, están los estilos sanos, el 80% de la población más o menos.

¿Qué ha aprendido del amor de los filósofos griegos?
Que el deseo es importante, pero no suficiente. Son importantísimos la compasión y el cuidado del otro, que es lo que falta en la mayoría de los estilos afectivos que hemos enumerado. Lo que más marca a una pareja es la amistad. Es como desear al amigo, pero es importante el deseo, porque si no solo es una amistad.

lunes, 12 de mayo de 2008

Bridget Jones mania

Fin del fin de semana. Ha sido un finde desplanificado, al cual silvestremente le han ido apareciendo planes espontáneos y ha acabado siendo uno de los findes más entretenidos de las últimas eras.
Aún así lo peor de él ha sido comprobar que no el 92 % de las mujeres son Bridget Jones, sino que lo es el 97 %, según el último estudio de la casa.
Ser Bridget Jones es ser un "quiero y no puedo". Es perderse y no llevar el cartel de "lost" para que los demás se enteren, y aparecer en un cóctel de confusión una mañana disfrazada de algo que todos los demás en ese momento no son ni llevan. A vosotras os joderá leer esto y me diréis que eso es ser persona, que las personas se pierden y se reencuentran, que siempre tenemos nuestras metas y se puede o no llegar a ellas, que todos tropezamos, que todos somos torpes, y que es humano hacer el ridículo.
Y yo os diré que puede ser, y hasta que nosotros también somos a veces Hugh Grant, un balbuceo andante que no va a ninguna parte, un remolino desatado y perdido. La diferencia ladies and gentlemen es simplemente ser consciente o no. Quien es Bridget Jones escribe blogs, toma decisiones cruciales en su vida, se junta con lo peor del género masculino, o suelta leitmotivs... de dudosas y tristes consecuencias, patinando en público. Una Bridget siempre tiene público, la ostia se la pega con gradas, parece que haya convocado a la gente para cagarla delante de ellos. Como un bufón involuntario. Son seres encantadores, y siguen para adelante con una sonrisa cuando se levantan del suelo sonrojadas. Pero lo siento, lo siento... son Bridget Jones.
...pienso y repienso que habrá más allá de una bridget jones, si algún día se metamorfosean en otra cosa. Acepto respuestas. Y aspiro también a alguien que no haga el ridículo en público, basta solamente con seguir haciéndolo como yo y mucha gente hacemos, en privado y con el cartel de torpes en la intimidad.

jueves, 8 de mayo de 2008

Los héroes II

Como en todo relato y/o película de héroes, hay siempre una secuela, una segunda parte. "Segundas partes no fueron buenas" es algo inaplicable a los héroes, a los que todo les sabe a poco. Todo les sabe a poco, y objetivamente son personas sobrenaturales.
Como espectador, un héroe maravilla, y como toda maravilla, estimula las ganas de vivir y superarse de los demás mortales. Esa fuerza sobrenatural produce felicidad, provoca sentir que todo encaja y que tiene un sentido en el cosmos, porque nos han mostrado un nuevo continente más alto, más bueno, más perfecto, más fuerte.

Los tobillos en la última carrera de Jorge Lorenzo, las arrugas en la cara de Ortega Lara, los ojos de William Wallace, la libido sepultada de Sören Kierkegaard... son ejemplos de algo superior que emana admiración pura. Y todos, tú, yo, y el vecino del quinto, tenemos un héroe dentro, que a veces se despereza y se pone manos a la gesta. Alguna hazaña de verdad hemos firmado en algún escenario de la vida. Adoro a los héroes, pero no quiero que mis allegados lo sean por mucho tiempo ya que...
el héroe limpio no sé si existe. El que sabe retirarse a tiempo, el que sabe frenar, el que no se desenfrena en medio de la batalla. - Hasta Michael Jordan se retiró en falso en lo más alto -
Hay también muchos Ayrton Senna, mucho barrilete cósmico Diego Armando Maradona, mucho kamikaze y mártir, muchas depresiones, muchas caídas al vacío, al olvido, o al destierro.
Uno no puede ser héroe toda la vida, ni existe el trabajo de héroe, sólo en los comics Batman y Robin salen a pasear, y en la canción Súperyonkies.

Los héroes son necesarios-vitales-imprescindibles e insustituibles. El mundo sin héroes sería un mundo sin magia. La historia un relato bostezante. Los humanos seríamos una especie sin carisma y sin fuerza. Y mi vida sin un héroe en concreto, quizás un cubo inmenso de vacío.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Los héroes

¿si pudieseis pasar a la historia qué precio estariáis dispuestos a pagar, en caso de querer gastaros algo por la posteridad?
Puede que a mucha gente le llame unos minutos de inmortalidad en la mente de los que vendrán, creyendo que así la inmortalidad es real; como sé también que a otros muchos no les motiva lo más mínimo aparecer en libros de texto futuros.
Sinceramente, yo no doy un duro por la posteridad. Que algo tan vacío como mi nombre sin vida se recuerde, no pasa de lo que es una anécdota, a la altura de las de la mili.
¿Tú crees que a Aristóteles, Napoleón, Einstein, Kennedy, les importa ser reyes de google?
Como dirían Faemino y Cansado, mofándose de la inmortalidad: capulloss, tanta figurita tanta figurita y en caja de pino están, amarilla y abollada, capulloss.
Plantéense si la muerte es el paso a la nada. Un nombre en un libro de texto no eres tú.

¿cuántos euros vale tu vida? ¿entregariáis vuestra vida por el prójimo, por un ideal, por vuestro país? Sinceramente, yo no. Viendo cuanto capullo suelto hay por el mundo, ni de coña. El hacer eso depende directamente de qué visión del mundo tiene uno y qué terraza le ha tocado para verlo.
Para mí ya hace tiempo que murieron la moral y los principios, pocas cosas hay más arbitrarias e impuestas en la vida. Todavía creo en los principios de segunda mano, los higienizados tras una educación aliena. Y me gusta llamarlos finales, no principios, porque prefiero aplicar a cada situación nueva, un principio diferente.
Si crees que Dios no existe, que ningún ideal vale rajarse por dentro, que tu país es un concepto más vacío que tu escalera de vecinos, y que como en ella rezuman los que no les importa si vives, no te queda otra cosa en el mundo que... tu maravillosa vida. Tu micromundo, no el mundo planetario, más los diez elegidos para compartir tu vida, toda tu capacidad de sentir, millones de horas por ocupar derrapando eternidad, en un cuerpo no hecho en 2 años en la BMW, sino en millones y millones de años por la naturaleza, el producto más avanzado del universo...

Inmolarse, tirar eso a la basura (la posteridad) por un concepto que no existe, por un dios campanero y ausente, por un ideal bastardo como el comunismo planetario, por una moral prestada, por el país del jamón del país y del 36... es de las cosas más imbéciles que nunca se harán.