viernes, 14 de junio de 2013
Debut Camí de Cavalls
Debut poligonero en el Camí des Cavalls, rotondero, circunvalador. Porteo varios litros de agua, soy el sherpa de mí mismo. Me impermeabilizo al acoso perpetuo de Lorenzo, tótem tórrido de la travesía, protección 15 o 50.
Surco campos con las balas de heno aún con trazas verdes, casi béticas.
Un caballo flacucho y marfil, pariente de Rocinante, se gira a mirarme, a calar al guiri moderno que le cruza su dominio. Hay llanuras rustidas, extensiones color cacao, cadavéricas de arbustos y girasoles tétricos. Busco a Basté en las ondas, y sólo me devuelven niergas y losantos. Son 7 quilómetros planos hasta Cala Morell. Alguna flor tímida asoma a chocarme en mi marcha.
Esto es un monólogo de las piernas, que nunca callan y obedecen un remoto plan, un dibujo en un mapa, tenaces, desencadenadas. articuladas, a lo forrest gump sin meollo neuronal de por medio.
Es una manera de soltar acetilcolina, el quid de este viaje y todos los caminos, maratones y ultratones. Más allá de la huidiza adrenalina, o la serotonina sublimadora, esto es mera y básica acetilcolina, pensamiento muscular, historia y novela de unos isquiotibiales. Trabajar ese relé de las conductas desencadenadas, el relé de la inercia, bastante atrofiado en mí.
Alguien más gigante que nosotros, ha dispuesto un tablero afelpado en el horizonte, con todas las fichas desparramadas, las diminutas balas de heno como botones brillantes hechos juguete a la distancia. Paso escenas marriverdes, de ocaso primaveral. El olivo aún quiere ser plateado y resiste la sumisión del marrón.
Llego a una cala ocupada, de casas encaladas en sus laderas, suspendida, con un toque lunar y en finisterre.
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