viernes, 12 de abril de 2013

Jardín botánico


Desde los astilleros de estos meses, en los que me he aplicado a la escritura, ha ido apareciendo un método, un modus operandi para la anárquica creatividad. Escribo a iphone, ya lo había comentado. La app de notas se impregna de las epifanías creativas del día. Luego un chorro ejecutivo las integra y talla el post. Muchos de esos embriones de aforismos, se quedan en el amarillo rayado de la app, y son procesados cuando pasan su momento de crianza.

Hay una pasa de muerte entre las celebridades. Los octogenarios temen supersticiosamente que el suceso sea contagioso y precipite el acontecimiento. La primavera, ya ha confirmado que nuestro entorno vuelve a ser benigno, sin las malicias del hielo. El cielo hoy es un dibujo animado japonés, poblado de nubes pequeñas y simpáticas, sobre un fondo con hasta tres tipos de azules entremezclados: un azul clásico, uno más pastel y claro, y el azul blanquinoso entre bruma. El azul combina con los verdes del jardín botánico que visito, que no tiene estatua y que ya no pone canción alguna de fondo.

Día botánico, que también existen. En el reino vegetal elucubro, se podía haber impuesto el partido político de las plantas carnívoras en la evolución. Pero ganó el de la vistosidad teletransportada, por la alianza con el partido insectívoro. El mecanismo por mantenerse que triunfó ganó por ser llamativo y chillón, insistente y pesado. Sólo sobrevive el redundante, el exhaustivo, el que golpea no dos, sino doscientas veces. La importancia de andar sobrado.
Ni en su corola de pétalos luego se podían imaginar que serían extraídas, orladas, abrigadas por celofán y coronadas con lazos en ramos apasionados. El novio sigue usando la flor como la abeja para un desenlace sexual. Las flores son puro sexo intimidado.

En una existencia humana, la filogenia se suspende y su historia pierde sentido en nuestra escala existencial microscópica. Las leyes sumarias del mantenimiento de una especie no alcanzan apenas, paradójicamente, el lapso mínimo de un individuo mortal. Las leyes de la animalidad, de la vegetalidad, son revocadas constantemente por las enmiendas de la inteligencia. Los sementales son seguratas, y las chonis pibones son cajeras del Día. Y votan al PP, que es el partido de los obreros claro.
Y la moral, la gran legislación de lo invisible, y el segundo mundo que compensa, se usa y aprovecha, para alterar esas leyes sumarias de la genética y filogenia. Pero de la ética nos ocuparemos otro día

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