miércoles, 30 de enero de 2013

"Toas van como putas" vs. [Si pesa más que un pollo me lo follo]


Soy uno de esos denunciantes macho que reformula la proclama sobre la provocación callejera cada día por las mujeres. El hombre es una criatura tosca, que si se estiliza deriva en metrosexual, justamente femenino. La mujer se muestra en río revuelto, en hervidero de hormonas, en la consuetudinaria desatadura sexual del hombre. Es una costumbre temeraria de merodear el avispero. Tal vez inconsciente.

Y entonces se produce el funambulismo de sugerir sexualidad desde la decencia consensuada. Unas medias negras con transparencias, es la manera inocente de hacer burlesque transeúnte de las extremidades inferiores. Es ponerle la cortinilla erótica a unas burdas piernas, su disfraz sensual por todo el episodio amatorio que pasean, acotado, parcial, pero elicitador. "Porque no enseño pezoners ni el coñete". Y así, entre episodios eróticos nacionales nos movemos. Un escote, un balcón de mamas que termina en su punto más apetecible; una espalda desnuda como un ventanal lustrado, capítulo que te sorprende al cruzar una calle; unos leggins que definen toda la mitad de un cuerpo sin ropa, salvo la fina lámina de ropa que parece convocar a todas las imaginaciones lascivas. Es eso, hay un empeño colectivo por invitar a un congreso personal itinerante, a un simposio andante ubicuo, sobre un cuerpo. La gloria de convocar las imaginaciones que prosiguen el apunte erótico de un ropaje y una actitud. Lo siento chicas, pero se os follan con la mirada en cada cruce y caminar paralelo. Es tanta la sutilidad de la provocación erótica en la vestimenta, está tan instituido el burlesque planetario. Es un arte, de lo más homo sapiens que hay. Gira tanto el mundo la órbita de la cama como icono, la moda femenina es esencialmente fetichista de lo erótico, por uso, ya que por función lo es de rebote.
El hombre, es tosco. Un palurdo de rayas y cuadros que sólo apunta a posición social. Los que se erijen en originales, consiguen eso, uniforme personal de diferente, mancha distintiva. "Y nuestro falo parece la trompa rizada de un topo-elefante". El hombre ha de bregar por aparentar ser civilizado, noble, sensato, no ser un salvaje más que se abalanza sobre la prueba a cuestas que son ellas, la criba del cerdícola follaconejos.
El cortejo animal siempre ha tenido este lenguaje violento. Esta interpelación que en lo humano es más psicológica. La mujer se pasea como un ser follable y recatado a la vez, que parece contradictorio pero que contiene una resolución. El hombre, primario, sale a la calle a follárselo todo, se folla encima, y se topa con su maleficio existencial de perrete: transparencias, balcones mamarios, cintas de sujetador por doquier, culos palpables con los ojos, tangas que se le asoman educados a decirle buenos días y buenas tardes. Se encuentra con todo aquello, estímulos, que le golpea su sentido sexual manifiesto. En la zebra y el león, acude presto a la cópula inmediata, y recibe hostigamiento y agresión por parte de la hembra. En lo humano la hostilidad y la agresión es paradójica, parece una clara entrega a las voluntades genitales de lo masculino, pero no es más que rebelión, afirmación, y rechazo primero. El hombre se sube por las paredes, por los bancos, se reúne en grupejos y se lamenta de su desgracia con bravuconerías. La mujer mira para otro lado, como quien ve llover. Estos seres sexuales postizos, no son tan hijas de puta. Hablan, charlan, olisquean a pretendientes futuribles. Sólo hacen de superhéroes comportamentales en los albores con los hombres. Una manera de echar insecticida a tanta salidez indiscriminada es verlos venir, coalicionarse en una moda colectiva, y hacer visible la radioactividad genital. Es una forma bélica de afrontar la relación hombre-mujer. Creo que es un inconsciente colectivo, más funcional en la mujer.
Después en el uno contra uno, delatados ya zoofílicos y asaltacaminos, se da más la relación de igual a igual, sin disfraces. La pena es que ya nos la hemos follado veinte veces antes de la primera copa, con los riesgos de las secuelas y de que la realidad se infravalore por contraste.
En este valle de lágrimas, la relación entre lo masculino y lo femenino es bélica y tortuosa, una hija calcada a la desconfianza. No sé hasta cuando.

3 comentarios:

carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
carmen dijo...


Me fascina tu post Jordi porque si pudiera escribiría largo sobre" el secuestro emocional" que late detrás de cada manera de mostrarse. Y es que hay una contradicción personal ,tantas veces, en ese MOSTRARSE...

Hablo de que la todavía por formar identidad juvenil, a veces, muchas veces, es capturada por quien vive y llena sus arcas de secuestros emocionales:el dinero sabe muy bien mentir al alma para vestir al cuerpo, o desvestirlo, qué mas da..

Pero yo, que miro a los ojos y los busco, tengo muchas charlas acumuladas con jovencitas inseguras que apenas tapan su trasero pero que quieren que les quieran y les miren "por ellas mismas"; que sueñan conque ese chico les coja la mano y no que sólo les meta mano o las "f..." mil veces en su imaginación. Jovencitas que quieren escuchar, ¡cómo no! que son únicas. Aunque su "unicidad" se confunda y se pierda entre uniformes calcados y piernas más o menos largas.

Pero creen que se creen a sí mismas cuando salen el fín de semana y se dicen que esa noche van a "pillar" a lo bestia. Que sus encantos manifiestos, burdamente manifiestos, van a ser un reclamo entre los efluvios del alcohol que borra nombres y ya no cuenta historias..
Y después de intercambios húmedos de no sé qué, llega la mañana.El momento del reencuentro con quien se es.Y más engaños: ¡¡has hecho lo que te ha dado la gana!! . Y, sí, creen que se lo creen. Pero luego lloros espontáneos, histerias por nada, bajones preocupantes, falta de alegria en el día a día...


Sé que llegado a este punto no puedo tener más poesía que la de MIguel Hernández cuando a su esposa le esribe:

" Te me mueres de casta y de sencilla.
Estoy convicto amor, estoy confeso
de que raptor ingtrépido de un beso
yo te libé la flor de la mejilla..."

A su mujer,con la que claro que llega hasta dentro."He poblado tu vientre
de amor y sementera"...
Con la que tiene un hijo,
con la que llora las penas,
y a la que deja viuda por ser un poeta del amor y la honestidad en una España confundida.
Viuda su mujer, pero con mil huellas del hombre que la amó y la hizo grande con su amor.

Y ahora pienso en mí,
en mis turbaciones, en mis tímidos "te quiero", en lágrimas abrazadas a la luz, en caricias a mi pelo y al suyo, en esperas bajo la lluvia, no era el momento, y en altares de desnudez eterna.

Y es que quien no quiera tocar el cielo por amor que levante la mano.


Qué maravilla DESNUDARSE y qué pena equivocarse de sitio.


"Mis ojos sin tus ojos no son ojos"...
¿ Y no es bella también la desnudez de mirar la vida con los ojos sin veladuras de quien amamos?

P.D.
la frigidez, está estudiado ,suele acompañar a las actitudes más provocadoras... Pero ha pasado siempre. Los-as más famosas amantes, por las que hasta zares y reinas se suicidaban, han sido insensibles, con sensualudades atrofiadas o dañadas.

(Esto para estudiarlo...Hoy ya me he tirado a la piscina sin flotador)
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carmen dijo...

Y si el hombre se reconoce desde la mujer, hoy lo tiene muy epidérmico y confuso. Porque el hombre también pude ser un Miguel Hernández de la vida.

La belleza no se puede estampar contra el muro de la vulgaridad porque luego lo que ella no llena se llena de basura. Pero en la basura emerge lo que realmente somos, y añoramos la esencia olvidada. es entonces cuando la tristeza existencial se ducha con litros de garrafón.

Ayyy, todo cuadra!
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" Y cada noche vendrá una estrella a hacerme compañía"...