viernes, 18 de enero de 2013

Las impresoras 3D


Algunos lo llaman la nueva Revolución Industrial, me refiero al venidero hito tecnológico de las impresoras 3D. Imprimen objetos de distintos materiales que antes han sido diseñados. Tú mismo puedes crear los objetos decorativos de tu casa, sustituir piezas defectuosas, tener en figura la ecografía de tu feto, un muñeco fidedigno y clavado de tu persona, los juguetes de tus hijos, o el cruce de calles mítico de tu infancia en miniatura, lo que tu imaginación alcance a reproducir.

El libro "Fabricantes" (Makers) de Chris Anderson, teoriza sobre esta nueva revolución. Por otro lado, a la abuela Facunda no le hace ninguna gracia que se llene el mundo de cosejas y trastos, que queda todo desperdigado y nadie recoge. Las impresoras ya están por debajo de los mil euros, y cierto es que se acumulará de repente una cosificación pionera y ensayista de la novedad, que bien hará si es reciclable.

El mundo será más reproducible, y algo menos fabril, porque la fábrica llegará a la casa. Despertará la potencial facultad para el diseño, a gran escala ciudadana. Será un proceso a medio plazo, paulatino a la mejora de la tecnología. Una fábrica en casa en el fondo es una no fábrica, porque no se replica nada, se puede personalizar tanto que el objeto acaba siendo único. Al final tendremos micromundos a cuestas en cada calle, singularizaciones que nos quitarán el follaje de las marcas y la espesura de las convenciones. Se van a romper estándares. Seremos más únicos, detectables, en la excelencia y en la chapuza, más neuróticos como es ley de progreso, y más artificiales, artísticos y/o kitschs.

Como un gran virus industrial, la piratería mordisquea década tras década el status quo de nuevos sectores. Los diseños de las marcas de ropa, muebles, juguetes, serán copiados y se dislocarán sus industrias. Ellas, que ahora pastan en la abundancia y se han olvidado que la ciencia es la electricidad y ellas son velas de cera derretidas sin ella. La revolución industrial produce una amnistía de cratos, de poderes fácticos, y origina un período democrático en que aparecen Hewletts, Gates, Jobs, Zuckerbergs, y cierran el ciclo en plutocracia de nuevo, hasta el siguiente paradigma renovador.

Ahora que no necesitamos nada de eso, pero a la vez caeremos en la sugestiva novedad, la nueva potencia a nuestra disposición, nos podríamos plantear si nos apuntamos al nuevo hito o nos quedamos "en antiguo". ¿Qué sucedió a los que no se apuntaron al fenómeno teléfono móvil? ¿Perecieron? ¿Son malas personas? Bananeramente te dirían que no sucedió nada, que lo único es que se sienten más solos, en su mismidad. El problema de las nuevas tecnologías es que todo el mundo corre hacia ellas, migra, el mundo se transfigura geográficamente, deja una forma de hacer las cosas, y ese ecosistema previo se vuelve antiguo y polvoriento. También todos acabamos aceptando pagar un nuevo extra mensual a cuestas, por disfrutar de la fulgurante novedad, añadimos un impuesto a nuestra economía. Al final, cada cual puede escoger seguir la excitante marea del progreso o esperarse en antiguo comfortablemente como toda la vida.

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