miércoles, 23 de enero de 2013

Índices poéticos


Los índices económicos son resúmenes de un país, instantáneos, esotéricos, como gemas cristalinas que no paran de brillar una cifra. El país luego es ese concepto cadáver que lleva colgado un viejo collar de gemas índice acumulado.
Son chispas, informativas, que prenden el protagonismo de la prensa desde un número. Son salmos económicos esperados.
Las cifras económicas resumen un país, le sorben medio millón de kilómetros cuadrados, rarifican un millón de gentes y un millar de horas, lo dividen entre seis ollas de puchero y medio kilo de cristal líquido, y te dan la fórmula de un territorio secular. Como si de un paisómetro se tratara, te dan digitalmente el pulso de un Estado. Y tú te lo crees, ingieres sin más el titular del periódico, que alardea de matemática y de eso no anda sobrada la gente. Recuerden, la ciencia económica no es tal. Se vende como las verdades de la física, pero ay, vaya insulto al espíritu epistemológico. Lo que no cubre la ciencia, lo rellena el esoterismo. Señores, los calculadores son los mismos que no se cuescaron del tsunami ensordecedor que venía. Dejen de tocar el tambor los periodistas, siendo la fanfarria de tanta cifra oficial mágica, que parece un concurso de ruido.

Los numeritos salen de máquinas sudorosas, tan breves y elegidos, son miel de titular. Son microorganismos casi viruses, que brincan de los informativos a una silla del consejo de ministros pringándolo todo, y apilotonados como gallifantes nerviosos, copan la vicepresidencia del país. Es la rebelión de los numeritos ensalzados, la dictadura del tanto por ciento. Pronto habrá una gala de alfombra roja, donde pasearán el cero con el siete, las comas, y la cifra del inem.

Cuando el resumen más fidedigno de un país nunca viene de un termómetro creído y apañado, metido por el culo de los inventarios. Prefiero el resumen lírico y empírico, de sobrevolar un país en avión. Es la única manera de "ver" la humanidad a una escala resumida, lo demás es interpretarla. Es el verdadero resumen anatómico de una civilización. Y la toma de conciencia de su magnitud y dimensiones. Estoy seguro que ahí está un remedio moral para una crisis, y que vuelos subvencionados para "ver" el país en silencio, harían más que todos los folletos chillando propaganda.

Al fin y al cabo, vivimos un encierro sin querer de casa al trabajo, pasando por el fin de semana y el súper. Somos seres de horizonte estrecho, con vicepresidentes numéricos y prensa marcador. Nada ensancha más los orificios de nuestra conciencia, que un viaje-mirador por el cielo.

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