jueves, 31 de enero de 2013

Umbralismo


Me hago con 13 libros de Umbral en una semana. Apenas paso de los cincuenta, ni la mitad de los aproximadamente 120 que calzó. Voy habilitando una web, coso donde intentaré reunir a los inspirados por él. Umbralear es ya una acción en mi vida, que si ya tiene una masa obsesivoide, con las dimensiones del elegido la filia tracciona más que bien. En Internet hay un puesto del rastro cibernético que ocupa diez campos de fútbol, y voy yo con mi pulgar por esas avenidas del html, y me recorro paradas y paradas en trance de búsqueda, espoleado por la compulsión. Es como en cualquier oficina, que uno se enreda en una rutina intensa, y ficha, y grapa, teclea, marca, y ficha y grapa. Al oficinista que llevo dentro le ordeno patearse los diez campos de fútbol. Me va trayendo libros y gangas, y me archiva los ejemplares a seguir y en qué esquina están. Siempre he sido rastreador, aunque no ejerzo. Podría trabajar de chucho conseguidor de viajes, como en mi era musical no me cansaba de escanear cd's con el índice en las tiendas de discos. Soy de rutinas tensas, galopantes, compulsivas.

No comulgo con los umbralianos oficiales, los académicos. Son entomólogos que escriben artículos mojama sobre el concepto de lo transgresor en la novela tardía de F.U., o la cosmovisión del autor en sus diálogos memorialísticos. Diseccionan al muerto y se sirven un costillar o un enfisema. Desde su torreón académico teorizan con un lenguaje nada vivo, casi desde el anti-umbralismo, con el aluminio del concepto, levantando andamios de restaurador. Son la autopsia de un escritor. La coda mineral que hace de tierra hundiendo el ataúd. Certifican su mortalidad, y que nadie se levantará de la tumba para tirarles piedras. Constituyen lo no-Umbral estando tan cerca. Son los primos tontos del difunto. La pena es que copen los congresos que se hacen en recintos feriales. Cuando el mejor simposio sobre Umbral se podría hacer de espontáneo en un café, en una orgía, o en un parlamento. Oigan, no me hagan un libro de una canción, no fosilicen tan pronto lo que es fruición estética, pa qué tanto arqueólogo de la estética si apenas han pasado las centésimas de un siglo, guarden sus anteojos y lupas de topos cegatos por favor.

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