sábado, 19 de enero de 2013

El lance de Lance


Lance Armstrong. Cabe recurrir a la ética del mal para tocar el tema del tejano. Cuando detrás se vive para la estafa y es tu dedicación, estamos ante la forja de un ladrón, un profesional de la trampa.

Es un ser muy contaminado, ya perdido para la causa de la humanidad. Puedes hacer trampas y ganar una vez, pero es de manazas bulímico hacerte leyenda, ejemplo magno, y no haberte dejado de dopar en todas tus victorias. Es el Ponzi del deporte, Armstrong es ya un insulto en nuestro imaginario, la biografía de un desgraciado y un criminal. Porque la frontera del crimen está en las conductas que agreden lejos de lo común como ésta. Estafar a miles de millones de personas, callarse como un puta, acosar a los que decían la verdad, y confesar bajo cheque, no es nada comparado a lo que este tipo puede hacer ya bajado de una inocente bici, con el cuerpo libre para estafar y robar donde le plazca. Es una criatura podrida, es capaz de todo, mejor retenerlo, rejas en Tejas, no digo que lo pongan como un hámster a dar pedales a una bici unida a una dinamo gigante, y que no pare de dar luz. No seremos cainitas, pero este peligro para la humanidad, así, el gentío que no osamos delinquir y gastamos escrúpulos, este individuo que nos lo tengan controlado e inoperante. Parecía autista el tío, y cómo afanaba, madre del diablo.

Ni siquiera se viene abajo cuando confiesa a la archimillonaria su oficio de robaperas mediático. Este tío es muy bueno en lo suyo, es un estafador nato, un fraude vocacional con una biografía inédita detrás, otro malnacido. Por antropoides así, existe la ética del mal, personas que crecen con la vocación para el mal, causar daño a los demás en beneficio propio como modus operandi. Son gente exitosa, es un chollo ir por autopista y sin exceso de velocidad, cuando el resto acata avanzar por carretera y seguir unas restricciones colectivas.
Ahora toca aprobar o castigar la conducta de un "listo" que se salta las normas (de normal) en nuestra jeta, se lucra, y se ríe de todos nosotros. Yo creo que es un caso perdido, indignante, escurridizo y peligroso. Este tío debe penar, enderezarse algo a la sombra, protegernos de él, y si se rehabilita para la vida con reglas, que tardará lo suyo, volverlo a sacar.

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