jueves, 21 de noviembre de 2013

Saída


Caminando hacia la terminal tenía varios posts revoloteándome la cabeza. Del traqueteo de un viaje resultan partículas de biografía suspendidas en el aire, y la escritura aparece entonces por esa fuerza de fregamiento episódica. 

El post de yo y mis hermanos como ramas de nuestros padres, y como el fotocopiarse inconsciente de unos progenitores en ellos ha sido laxo. Nosotros, sus versiones, difíciles de reconocer por separado.

Ahora se forma una cola portuguesa en la terminal. Una fila low cost - barra ansiosa - con destino Oporto, o Porto. Oporto es una bajada al río y unos siglos, una curva del Duero y un balcón ribereño capitalino y de postal. Una baja de última hora hace que mi retorno acompañado encienda el piloto del modo solitario y pase estas 48 horas en Portugal como en la mayoría de mis viajes.

El otro post era éste que estoy escribiendo. El que viene en los prolegómenos de un viaje cuando el pecho contiene cierta ligereza, y se sabe en tránsito desligándose de la realidad mostrenca del día a día.

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