miércoles, 23 de octubre de 2013

Blister de abuelas


A compensar a nuestros abuelos no llegamos en esta vida. A equilibrar la balanza pasada de egoísmo a nuestro favor, y devolverles vida prestada. Con nuestros padres, sobre la veintena, empezamos a comprender de veras     el expolio que ha supuesto nuestra viabilidad en este mundo. Después de la rebeldía adolescente - penúltimo acto ególatra -, más tarde del combate final por encajar nuestro lugar en el mundo - última ñapa egoísta -, cala en nuestros huesos la evidencia de que no somos más que una criatura explicada por el sacrificio, la resta de una vida, un préstamo desinteresado. 
Opera entonces una devoción silenciosa, hacia la madre, el padre, o ambos. Un camino de vuelta, de reconocimiento, compensación, agradecimiento. Tardamos un cuarto de siglo, hasta atisbar nuestro futuro a resguardo, pero se produce ese click ecuánime y deja atrás la era narcisista y tirana.

Podemos borrar algo esos feos, insultos, humillaciones, que les propinamos en nuestra infancia despótica y nuestra adolescencia soberbia. Aquellos extras de jefes tiranos que añadíamos tras ell@s cumplir su posición de mayordomos y peluches últimos.
Los mismos que a nuestros abuelos, esos padres suplentes, que apenas nos reñían y únicamente traían mimo a nuestras vidas. Que jugaban artrósicos y reumáticos con nosotros, que reservaban parte de su agónica pensión para nuestras propinas, que vestían blusón y lo paseaban a conjunto con el orgullo de tenernos como nietos, y que consiguieron ser para nosotros una fuente de vitalidad-ilusión estando ellos tan cerca de apagarse.

Y se nos apagaron. Se nos fueron en una cama de hospital sin edad para corresponderles. Fue un trasvase de vida sin retorno, unos seres sólo nutricios para nosotros, a los que ni en el más allá con una sonrisa, les importa que nunca lleguemos a homenajearles en vida. La vida está así de mal hecha, la vida nos deja cuentas pendientes para siempre. Nos engañamos haciendo homenajes post-mortem y misas al vacío. Tal vez, los verdaderos deberes del género humano sean evolucionar emocionalmente para llegar a no sólo usar a los abuelos antes de que dejen de existir.

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