sábado, 13 de septiembre de 2008

El Testimonio

Creo que hoy en día la figura y palabra para testimonio se ha olvidado bastante. Se asocia vagamente a contenidos morales-religiosos y judiciales. Me refiero al testimonio como la persona que estuvo ahí, al testigo de la realidad. Aquellas personas que te invaden. Aquellos que te convencen y tuercen tus ideas porque verlos u oírlos supone aprehender una visión de lo que representan, visión que es todo verdad. A los que te sale imitar.

Podemos tener delante al mejor interlocutor del mundo, el que mejor argumenta y más afila la razón, una auténtica máquina de razonar, y sin embargo no dejar de entretenernos con un debate de ideas, el mejor esgrima invisible y mental, sin llegar nada a nuestras entrañas, dejándonos en ese pasatiempo cerebral, parados sin mover nuestras extremidades.

Después conocemos al testimonio. Aquella persona que ha vivido. Que utiliza un lenguaje o una expresión que no sabe dar rodeos, que suelta poesía sin querer, descubre mundo de la nada, ya sea verbalmente o no. A mí me llegó a las entrañas ese "sólo creo en un Dios que sepa bailar" de Nietzsche mucho más que hojas y hojas de Hegel o Descartes. O la ropa de muchos guajiros cubanos me llega más que libros enteros escritos desde la nada. Como si la verdad estuviese contenida de una forma muy irregular en pozos, muy mal rotulados, y con secarrales extensos entre ellos.

Sigo creyendo en una religión o re-ligación estética, con profetas involuntarios que otorgan sentido a nuestra vida. Ya hablé en otros lares que David Trueba me hizo confiar en descubrir pozos de verdad a partir de cualquier detalle pequeño de nuestro alrededor, y le estaré siempre agradecido por refrescar ese mensaje. Nunca está de más encontrar más testimonios, gente o episodios que nos conmuevan, nos toquen por dentro, nos hagan crecer de adultos, y hasta otorguen nada más y nada menos que más sentido a nuestras vidas. Benditos testimonios!

2 comentarios:

elnaugrafodigital dijo...

Se me acabo de borrar -ha desaparecido en el limbo- un larguísimo comentario sobre la Razón, los testimonios, la verdad y su puta madre. Volveré a la procelosa labor de reproducirlo, aunque ya sin el frescor de quien va descubriendo cosas mientras las escribe.

A ver. Le decía al principio que, para que no todo fueran loas, me chocaba su alusión a David Trueba en este contexto de mesías de la verdad y guruses a los que seguir la estela. Pero bueno, solo era una pullita.

Lo que venía a decir, es que hace tiempo que dejé de creer en la Razón (y no me refiero a ese periódico para abuelas del barrio de Salamanche). La razón es cosa decimonónica, que deslumbró en su día, la Ilustración y tal, las novelas de Balzac, Zola y compañía (Flaubert iría más allá, va quitándose de la razón, es superior), pero que hoy día sigue gozando de un excesivo predicamente.

No me gustan los que aferran a la razón, porque son demagogos y sofistas, y se les pilla antes que a un mentiroso cojo. Con la razón se juega sucio, y siempre se esconden malas artes. Es lo que hace el tartufo de Pedro J. cada día con El MUndo, periódico que usa con argucia esos elementos racionales para manipular a su antojo a la opinión pública, que aún, por desgracia, se deja impresionar por esos trucos racionales.

La razón es una herramienta, un lenguaje, una estructura, pero no nos podemos quedar ahí. Hablas tú de Testimonios, y no sé si he pillado bien la línea del post, pero creo entender una forma de pensamiento, de contar las cosas, con cuatro buenas pincelada barojianas, que comunicacn mucho más que todos esos tochazos de Historia Universal.

Mira, me gustó una frase de Gala, arremetiendo contra "los erutidos de mierda". Sí, tantos profesionales del pensamiento que, con sus miras obtusas ha bloqueado más el acceso a la verdad que su aparición.

Hay que avanzar en nuevas formas de pensamiento, más agudas, más sintéticas, que requieren otro tipo de comunicación, con guiños a la poética, por ejemplo. Aún estamos en los albores de eso, pero ¿por qué no tratar de avanzar hacia en esa dirección?

Jordi Santamaria dijo...

Nietzsche es un claro ejemplo de inteligencia deslomada y poética. Para mí es el mejor escritor o de los 5 mejores si me apura que ha parido madre humana.
Coincido con Veyrat en que la poesía es el magma donde se mueve todo, y me parece básica, al menos la lírica, para poder transmitir y llegar a rozar realidades cada vez más complejas, en la pirámide histórica del conocimiento, donde mucho ya ha sido transitado y hallado.
Nosotros venimos al mundo con todo ese acerbo histórico, y recae en nosotros la oportunidad de aprovecharlo e ir más allá.
La razón son sólo esos prismáticos, ese lector de lo ya hecho, de todo lo ya etiquetado, eso sí, procesado a veces de forma muy brillante como buenos computadores.
Pero no pasan de allí, del cómputo, no hay creación, ni se cosen todas esas etiquetas por los pespuntes adecuados que articulan nuevos seres. Hay mucho comentador y barajeadores más o menos brillantes, pero muy pocos creadores que sinteticen nuevos seres con los ingredientes que nos dan a todos. Esa magia, esa felicidad regalada, es la del testimonio, aquel que sí ha estado en ese otro mundo del más allá, el del ojo privilegiado, y por ser de allí, no puede dejar de dar retazos siempre brillantes...