jueves, 25 de julio de 2013

Los padres electrónicos y el tiempo Q


Está esa fase como hijo en que los padres de uno son ancianos. Ya de baja de la situación laboral, es una recta final donde dignamente ocupan su tiempo, en una nueva vida ya de vuelta de casi todo. Se esfuerzan en que no les rebase el tiempo y su rodillo tecnológico, chapotean sin tocar pie entre la cibernética y los gadgets, un poco sentados en una parada que lleva a un descanso definitivo. Te llaman naufragados en esos mares de la modernidad, con toda la inercia de un vida llevándoles a modo de trasatlántico. Y ellos deben soltar un pequeño bote que les libere de un rumbo tan marcado, y les permita transitar por una tercera edad llena de exploraciones y detalles.

Giro de timón 360 grados. Treinta y dos minutos es el tiempo Q. Aquel lapso de magma y enfado en una pareja, tiempo que se vuelve combustible e inflamable, y cuando el menor azuce provoca una deflagración. Son los terrenos prohibidos de la pareja, los ríos de lava y cólera que existen en una relación, y no están incorporados a ningún mapa o previsión. Las laderas mutuas de unas circunstancias desafortunadas convergen, preparan el fenómeno, van horadando el piso y facilitan que el interior magmático se vaya filtrando. Empieza a burbujear, se eleva el calor y se puede constatar que la explosión está cercana y desencadenada en ambos continentes. Dos no se discuten si uno no quiere. Hay debilidad, carestía puntual de recursos en ambos hemisferios, uno con el pie roto otro con tormenta en el trabajo o viceversa. La lava inunda el pecho, calienta la boca, se crea un río ígneo que separa a la dupla. Los locos lo pisan y se queman, acumulan más magulladuras. Los lúcidos se retiran y se dan la vuelta, con lava en el pecho, desterrados y solteros puntuales... hasta que pasa el lapso del tiempo Q, y lo magmático amaina. Se puede caminar sobre la ceniza, el pecho ha absorbido la lava, la cabeza ya ha abierto todas sus ventanas.
Saber que hay riadas de lava entre nosotros, que existe un tiempo Q razonable que las hace desaparecer, debería servir para evitar una vida en común volcánica y perecedera.

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