miércoles, 19 de septiembre de 2012

La persecución del comunismo yanqui

Digamos que los que tenemos treinta y tantos, no llegamos a ver a la CIA sudando manchurrones en la carrera callejera, por perseguir comunistas tras las esquinas del mundo. Ya se sospechaba entonces, que se estaba luchando contra molinos fantasmas hechos gigantes por la propia imaginación.
 
Pero la cruzada ideológica del siglo XX no fue otra que el pavor al comunismo. Desde la atalaya privilegiada respecto al pasado, uno se da de bruces por cómo se sobrevaloró al "enemigo" comunista. La militarizada expresión de ello, llamada poéticamente "guerra fría", era una lucha psicológica muy desigual entre David y Goliat con un gran biombo de secretismo en medio que lo tapaba todo. El Goliat americano proyectaba una superpotencia detrás del biombo de Berlín, y la URSS se disfrazaba faroleramente de ello.
 
Desconozco como la psicología soviética obedece en detalle a tal patrón de comportamiento social, pero en la estadounidense sí que existe un terror antes de los tiempos al concepto comunista. Incluso hoy en día, llamar socialista a su presidente, Obama, viene a ser como llamar facha al nuestro, un diáfano descalificativo. No hay forma de injertar el contenido comunista en el espíritu estadounidense, sólo hace saltar alarmas de rechazo. Es y ha sido un tabú, algo que escandaliza sólo nombrarlo.
No es de extrañar que la Seguridad Social europea en EEUU no exista, y que debates sobre ampliar la mínima que existe, levanten ampollas. Incluso en la actualidad no se produce una redistribución de recursos vía impuestos a la manera europea, los muy ricos gozan de tipos reducidos de imposición. Si ya bien entrados en el siglo XXI, el liberalismo económico campa por USA como los búfalos, entendemos porqué el comunismo fue la gran amenaza testaruda, alcanzando a menudo una forma de funcionar paranoica.
Para la mayoría secular de EEUU equivaldría a desmantelar todo status quo y dejarlo a la mano de, Dios, su dios que ni con el comunismo podría. Ergo el comunismo era el mismísimo Satán en la tierra (y que la realidad demostró que más que demoníaco era un fracaso). 
Se puede entender que en un continente donde todos empezaban de "cero" y con poca aristocracia - al menos al emprender sus negocios y desarrollarlos desde ahí, que no sus fortunas y contactos, que ya provenían de Europa - existiesen más recelos a una redistribución arbitraria de los recursos, por mero conservadurismo de los propios. Y ese espíritu a conservar lo ganado es cierto que se ha mantenido hasta nuestros días.
Algunos dirían que tal espíritu es literal en la proliferación de armas para conservar el patrimonio, o que EEUU se encuentra todavía en el medievo en cuanto a solidaridad se refiere. Tal vez todo se deba a una corta Historia en la que se echan a faltar los matices. Y si hace sólo 50 años un afroamericano intentaba ser lapidado al ingresar por primera vez en un centro universitario, tampoco se le pueden pedir peras al olmo, tristemente.
 
Estados Unidos es la vanguardia tecnológica y empresarial del mundo, a ojos de todos el país más rico del planeta. Y un claro ejemplo que las políticas liberales no garantizan la igualdad de sus habitantes, ni acaso la semejanza. Es como una tierra de emprendedores y vencidos. De "triunfadores" y derrotados, de emigrantes y emigrantes. Un lugar donde el fragor de su dinámica, deja poco espacio para la serenidad y el sosiego. Puede ser que el tío Sam sea también un esclavo de sí mismo, de sus ideales, de su stress, a veces flirteando con la patología o la crueldad extrema, y que el fragor le ha dejado el tiempo justo, para sentarse a pensar sobre los derechos humanos, de puertas adentro.
 
 

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