domingo, 11 de julio de 2010

Som una nació. Nosaltres decidim. Pels nostres collons.

Ayer, una maragallada acabó por hacer salir más de un millón de catalanes a las calles por un mismo lema. Jordi Pujol se pasó 18 años en el poder pactando aquí ahora un poquito, ahora vamos allí y sacamos otro poquito, siempre con un pohquitoo que sonaba catalán y folclórico. En el fondo era como un excursionista con espardenyes en el mundo de la política que compraba centílitros de derechos a granel en las bodegas españolas, el seny del comprador de vi.

Maragall, nieto de poeta, no estuvo ni sus 4 años como President de la Generalitat, pero creo que en medio año ya puso todo patas arriba. Una década antes ya había colocado a Barcelona en el mapa próspero del mundo. Éste no iba a las bodegas españolas a charlar con los bodegueros y que le pusieran un poco de derechos nacionales en botella. Éste pertenecía al PSOE, un partido español en el que eso del Estatut no era una prioridad de partido ni de lejos. Fue un poco como esperar un pase de la pelota 18 años, tras 45 años en el banquillo, y por fin volver a chutar de verdad e intentar empatar el partido.

En todo ese tiempo nadie en ninguna bodega española había plantado cara poniendo sobre la mesa alto y claro que Catalunya es una nación, nadie había puesto en evidencia al españolismo, ese nacionalismo que se da por sentado y por tanto no es un nacionalismo. Benditas las maragalladas porque dieron visibilidad a algo que se decía con la boca pequeña en Madrid, porque sacaron del escondite las palabras Nació, Nou Estatut, Españolismo. Y este político no académico, con su dosis sana de no cordura, la lió y hace que un Montilla andaluz defienda a Catalunya como nación.

Pero esta épica a la cual nos apuntamos los catalanes, catalanes como yo que ya hemos nacido en democracia, y bastante poco antifranquismo hemos mamado, no deja de ser una reivindicación con su parte de lastimosa pero que tiene un claro origen. No tenemos ningún problema con España, esta tarde vamos a vibrar con la selección de fútbol, y nos alegraremos muchísimo con cualquier gol de Puyol, como él mismo, catalán de pura cepa, se desgañitará de orgullo. Hemos nacido en España, hemos convivido y nos gusta, pero no por ello obligatoriamente hemos de morir en España. De aquí 40 años Cataluña podría por qué no tener su Estado, o no.
No se puede cabalmente ser antiespañolista, España es demasiado ancha y variada como para ir en contra de tantas cosas. En España hay miles de almas amigas, de pueblos primos-hermanos, de gente con un corazón que no le cabe en el pecho.

Pero en España, como en otros sitios, también hay mucho hijo de puta. Cataluña no va en contra de España. Que quede claro, Catalunya va en contra de la derecha española. A Catalunya no la rajó España en la dictadura, fue el fascismo español (aún no condenado por ellos), Catalunya luchó con muchísimas otras regiones de España, incluída la valiente Madrid, en contra de la gente que todavía no es capaz hoy en día de condenar alto y claro la barbarie franquista. Esos mal nacidos, siguen atizando la violencia en época democrática, porque con las palabras y la libertad de expresión de la que hacen gala (y ellos malnacieron) gozan de la mentira y la terjiversación sin ninguna consecuencia penal para ellos. Son los chicos del barrio que viven de las trampas, ayer con pistolas, hoy con alaridos y crispación, tienen mucho de sus amigos musulmanes, son igual de violentos y retrógrados.
Esa derecha legal, permitida hoy por la tibieza secular de las izquierdas, la que no les degolló en la segunda república, para luego ser degollados; la que hoy en día pierde combates dialécticos por dignidad ante energúmenos que patalean y abuchean en un congreso de los diputados, esa derechona de mala madre que es el cáncer de España, es una especie en extinción pese a que ellos no lo vean.

La derecha española del s. XXI está en la línea evolutiva: Imperio-feudalismo-monarquía-aristocracia-derechonas.
Emperadores, monarcas, señores feudales, nobles... todos han ido cayendo a lo largo de la historia, ahora sólo hay duquesas que salen en Sálvame, reyes de cartón-piedra que se follaron a Bárbara Rey en su día, y el príncipe de Becquelar en las galletas. La derecha española va por el mismo reguero. Una gente retrógrada, que se vanagloria siempre de logros que hace nada repudiaron (santa Constitución, divorcio, autonomías...), una contradicción andante, que se obsesiona con el status quo, gente sin talento pero con familia y herencia a conservar, gente que mira al obrero con una sonrisa pícara, gente que le sigue comiendo el culo y los tarzanitos a Franco, y les gustan. Gente que sale derrotada en Catalunya cuando mienten sobre un atentado magnicida, porque tras el 11-M Catalunya les abofeteó, por mezquinos, y de una mayoría clara ganó Bambi, y eso les jode. Porque no conocen el examen de conciencia.

Gente que en su puta vida no conseguirán que les vote en Catalunya más que los residuos cenizos de épocas anteriores. Porque el mundo avanza, la gente progresa, pero ellos no.
Están en extinción, y este mundo es maravilloso, porque los hijos de puta se acaban.

1 comentario:

carmen dijo...

Pues Jordi, suscribo tus palabras.
Y la gente mezquina que defiende ideas egoístas pero que no tiene convicciones ni grandeza interior, huelen a naftalina pero hacen mucho daño porque el dinero mueve montañas.

Viva la magnanimidad unida a la inteligencia y a un corazón limpio!

Y viva Pujol y sus compañeros catalanes que unidos al resto del equipo han hecho realidad el que "la unión hace la fuerza"