miércoles, 25 de septiembre de 2013

Fragor ambiente


Mis manos apoyadas en una barra de latón en Jamaa el Fna, la canícula en las espaldas, pedida una tisana en el tenderete 95 de la Plaza. Los locales comen a mi vera con las manos, mendrugos de pan ácimo mojado en sopa de garbanzos. Alrededor todo es una algarabía, doscientos operario-camareros-chef levantan sus negros tenderetes metálicos, entre ires y venires, humaredas descontroladas, e interjecciones con prisas. Ninguna descripción ni relato vale en esta plaza sin el audio que la acompaña. Fragor, un fragor sonoro sempiterno: la percusión perpetua de fondo, las trompetas bereber que lanzan cintas de música exótica en la lejanía, el murmullo constante, el mercadeo de palabras, la torre de babel de idiomas en una misma frase simultánea, el chocar de los cachibaches, los alaridos llamando a la oración, nuestras exhalaciones evaporándose al cielo. Parece que la plaza se cueza doce horas cada tarde-noche, a fuego lento, con este hervidero sonoro. El tam tam perpetuo le da un cariz militar y anatómico al lugar, y la plaza late durante horas cada segundo, mientras los foráneos se contagian de esta pauta enérgica y decidida. La música orquestada de instrumentos y cocinas, es la resolución de la vida cada tarde. Tensionada, incisiva, marcial y perpendicular. 
Encantadores de serpientes, sacamuelas, macacos con pañales, niños boxeadores, tatuadoras de henna, aguadores, cuentacuentos, pasteleros de especias, caracoles a la brasa, cobras por los suelos... todos ocupan su puesto en la plaza y cada santo día es un festival y la noche aguanta ahí arriba como si fuera la última de la vida.

La noche morirá entre humos sacros de freiduría, en esta pobreza miniaturizada y folclórica, donde nuestra visita constata una asimetría lesiva. Somos los marqueses del norte que venimos al parque de atracciones y a veces conseguimos empatarles a dignidad. El Estrecho, conseguimos hacerlo Foso y cercenar cualquier tipo de parentesco burgués con nosotros, el Foso de Gibraltar es esa calle que separa el tercer mundo del segundo.

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