sábado, 28 de febrero de 2009

La máquina lírica

Vamos a ver cómo estamos de escritura, y... veo como es necesaria la reflexión para notar que no está enchegado el brasero de las palabras. Mi contenedor de lenguaje no hace chup chup, el caldo léxico no humea con facilidad, la química literaria se desprende a cuentagotas. Ya vendrá otro Jordi un día a analizar y arreglar la caldera. El de hoy se despereza de unos días de dieta lírica. Porque yo le echo lírica a todos los guisos escritos.
Es curioso como llueve sobre los valles mentales de uno. Como se llenan y montan las cañerías en nuestro imaginario disponible, día a día, experiencia a experiencia, y forman nuestra presa literaria o artística. Después ocurre una caja de Pandora, una especie de viento involuntario, una barita imantada que coge las palabras y sus ideas en estiletes, para tallar la molicie del lenguaje en una figura esbelta y con olor propio.
Ese procesador maravilloso que tenemos en la cabeza, que en décimas escanea cientos de palabras y pesca la precisa, sumergiendo su brazo dentro de los miles de contenidos del cerebro, es algo gratuito y desmesurado, un regalo de serie, propio de una fiesta de cien cumpleaños.
De todos los viajes posibles el más remoto e ignorado es el viaje al centro de la cabeza. Ese subcontinente reducido a menos de metro cuadrado que es como un magma de energía nuclear en cuanto a imaginario contenido. Sin el cráneo cesaría tal vez la gran mascarada.
Y bueno, parece que se prendió con la chispa del inicio la máquina lírica. Funciona con vientos, es una pena que no se quede encendida buena parte del día, con esa mirada que tiñe todas las cosas y permite verlas más hondas, más íntimas y suyas. Otra instancia de mí, la atalaya que anota y prescribe, la que me auto-recomienda e intenta mejorarme, sentencia en este post que un secreto de la satisfacción de los días, es recordarme que existe esa máquina lírica, y que le cuesta bien poco ponerse a humear. Un poco de voluntarismo lírico, remata.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"Y con olor propio..."(dice Jordi)

No me cuesta imaginar sonidos, colores ,sabores, tactos.
Me imagino palabras grises, agudas, ásperas, dulces, agrias, violetas,graves, suaves. Me imagino que las palabras suenen a tristeza , alegria , nostalgía o desesperación.
Me imagino que las palabras sepan a merengue , guindilla , naranja o hiel.
Me imagino que las palabras se sientan en el corazón como lijas, como lana merina, o como terciopelo.
Y me imagino ,sin mucho esfuerzo ,que las palabras se vean de todos los colores del arco iris...
Pero, el olor, el olor de las palabras.
Las palabras huelen ?

Y he querido oler las palabras.

Y claro que huelen!

Hay palabras que huelen a jazmín, que huelen a verdad , a contenedor sin mucha porquería....
Y hay palabras que huelen a pescado pasado, que tiene hedores que reclaman un viento helado y fuerte que se lleve sobre su ímpetu lo que está podrido..
Y palabras que huelen a plástico porque son artificiales.
Y otras que huelen a perfume prestado, al perfume que ellas no tienen...

Jordi, Jordi....Tus palabras de hoy me han hecho oler. Y ellas también tenían olor. Olían un poco a sudor . Pero no te asustes!! A sudor de hombre con voluntad de hacer lírica que despierte la mañana de los excursionistas, con versos de vida.
Y ese sudor que acaba en lírica del alma, huele a madera y vainilla...A versos de Neruda.

Gracias Jordi por hacerme oler las palabras. Ojalá las mías huelan hoy a lavanda después de una ducha de agua calentita que adivina el sol sol bajo las nubes.
Il ne pleut pas!!!

Pedro H. Rupérez dijo...

Gracias Carmen por tu bello e inspirado comentario. Es un post en sí mismo y la demostración que podrías hacer un blog cuando quisieras. Esta Carmen poética es la que más me gusta, torrente de inspiración -seguro que lo has escrito de sopetón- y es que las botas que mejor calzan en una excursión a la verdad, creo que son las poéticas, más que las filosóficas, teológicas o literarias. Un día podemos hablar de las botas y describirlas. Las poéticas parecen inteligentes en sí mismas, las filosóficas robustas pero pesadas, las teológicas no están bien hechas por dentro, y las literarias como que les da igual ser botas, a veces hacen de guantes y a veces de bufanda. Un saludoo! Que tengas buen fin de semana, y a la delfinesca Bárbara lo mismo! ;) Cuidensemele-

Anónimo dijo...

Mañana de calma, insulsa, sosezna, incluso el sol se ha dado cuenta y no acaba de salir, solo se asoma…sentada en un banco del parque con un ojo clavado en Albita y la mente pensando en tu post.
Creo que antes de nacer asistimos a un reparto de cualidades, esas que nos acompañaran toda la vida y que marcarán para bien y para mal nuestra existencia.
A cada uno nos colocaron en una cola (Alba llegó la primera al reparto de desparpajo, no me cabe duda…), y tú Jordi llegaste de los primeros al reparto del arte de escribir.
Es cierto todos podemos escribir, mejor o peor, pero lo que sin duda marca la diferencia es tener la capacidad de “sentarse” a escribir y forzar la máquina, aun cuando parece que está de vacaciones.
Y si de este propósito de escribir sale un post como éste, creo que estas en deuda con los que no llegamos tan pronto al reparto de máquinas líricas aunque nos hubiese encantado, entonces sería capaz de alegrarme el día yo sola cada mañana, no debería esperar a que lo hiciesen tus post…
Besos

Anónimo dijo...

´


De sopetón , sí, Jordi.
Pero porque hay alguien que me inspira. Hoy me siento inspirada.

Creo que cuando comento algún que otro escrito que no es de Victoria,s , parte de mi yo verdadero sale también: el yo que analiza, que aporta, que trata de argumentar, en ocasiones, lo que es imposible argumentar. Hablo de lo telógico...Que
siempre estará mal construido, tienes todísima la razón.
Cómo vamos a construir lo infinito. A lo más lo sentimos en la belleza, en el chispazo del amor. Claro que sí!.Son intentos absurdos.

Me da pudor reconocer que la poesía es mi auténtico lenguaje , el más total, el que más me abarca...
Y el otro día ,sin ninguna poesía ,en prosa llana, me dice una filóloga amiga:
Carmen , puedes escribir ensayos, puedes escribir, con mucho esfuerzo, una novela, pero la poesía es parte de tí, no la piensas , brota , inunda, llega...

Pero Jordi, la poesía rompe diques cuando algo o alguien remueve las aguas y se desbordan!.
No quiero "sudar". No quiero blog, no lo necesito. Tú abres el camino, desbrozas las ramas con las que mi fragilidad quizás no puede, te expones, nos cuidas, nos das la mano, nos vapuleas...
El camino a la verdad tiene muchos vericuetos y tú vas delante. Sigue valiente.

Mónica, el sol que se adivinaba a las ocho y media se ha quedado tímidamente escondido.
Y Alba...
Y tú, que esperas el post de Jordi. Está bien así. A mí todo lo que "huele" a espera y esperanza me gusta. Y me gusta porque la esperanza huele a nardo.
A nardos...

Jordi Santamaria dijo...

Vueno, con esto sólo queda signar, que cuando vuelva, Mónica y yo iremos un fin de semana a conocerte a Pamplona, sí o sí.
Uno guarda estas palabras en una cajita pequeña y chirriante que tiene en lo más alto de su mollera, encima de todas las otras cajas, en la cajita cúspide, pura esencia y azafrán de la vida de uno. Gracias y felicidad por haber podido llegar a esa caja que uno duda a veces si tiene. Jolines con la pequeñaja! :D

Jordi Santamaria dijo...

Mònica, te contesto el lunes! :D

Anónimo dijo...

Ayyyy que terapia de choque!!!
Yo que no conocía el significado de la palabra paciencia y creo que últimamente la crío...
ero ya no puedo más, vuelve la Mònica impaciente, por conocer a Carmen y por esa contestación el lunes...
Oye, y Bárbara en Paris...
Besos

Anónimo dijo...

Sí o sí.
Os espero.

Os esperan mis brazos.
Y ya huele amigos,
ya huele a nardos...