domingo, 1 de febrero de 2009

Fisioterapia de la verdad (homenaje a un millón de locos)

Releo y disfruto estos días El hombre que confundió a su mujer con un sombrero del neurólogo Oliver Sacks. Autor de diversos libros que adaptan los síndromes neurológicos a los oídos de lectores detectives del cerebro. El filósofo se convierte en sabueso cuando un mecánico del cerebro como Sacks le empieza a mostrar las averías de las entrañas del procesador. De ellas se desprende una miríada de conclusiones, al poder observar nuestra psique desmontada, porque eso es lo que consigue el genial Oliver.

La religión, la filosofía, las artes, la historia de la literatura, el colisionador de hadrones... todo se ha desplegado monumentalmente a partir de las minúsculas células del cerebro, a partir de ese núcleo subatómico donde está el secreto de todo ello. Los griegos ensartaron el conocimiento a partir de cosmos y arkhé, pero no vislumbraron que en la química de sus cabezas podía estar el origen de todo. Las técnicas de neuroimagen y la psicobiología pueden ser los desveladores del futuro acerca de las preguntas existenciales de los hombres. El mundo invisible de la conducta humana lo será mucho menos cuando se puedan retratar, medir y comparar, muchos aspectos de nuestro hacer invisible.

El mismo médico retratado como protagonista en la película Despertares, ofrece capítulos en su libro que ya se anticipan a esa apertura de la caja de Pandora. En el que versa sobre la afasia(pérdida de cierta capacidad para producir y/o comprender lenguaje), narra como los enfermos de este pabellón no paraban de desternillarse ante el discurso del Presidente. Se trata de afásicos receptivos o globales, incapaces de descifrar el código lingüístico, no pueden entender palabras. Pero la obra de Sacks desvela continuamente el maravilloso poder de la compensación. Todo enfermo desarrolla una capacidad alternativa para compensar la cojera que haga falta, de forma que a una minusvalía le plantan una hipervalía. En el caso que seguimos, estos afásicos también desarrolllaron su superpoder. Se hacen expertos en desvelar las claves extraverbales del lenguaje: tono de la voz, entonación, énfasis, inflexión, así como las claves visuales: gestos, expresiones, repertorio personal, actos inconscientes... y lo hacen cien veces mejor al común de los mortales, como los ciegos oyen y huelen mejor que los "sanos".

Así también se produce una anatomía episódica del lenguaje. Ellos se han hecho unos especialistas en detectar mentiras por ejemplo, en base a todos estos minúsculos matices que acompañan la expresión, son escáneres de este tipo de cosas. Se desternillaban con el discurso del presidente porque evidenciaban como nadie todo ese mercantilismo verbal, ese sofismo descarado, caricaturizado por sus escáneres no verbales. El presidente les parecía un payaso de circo lingüístico. Se reían del ridículo humano que suponía tanto escaparate a la impostura.
Un "loco" de estos haría mucho más en un jurado que en un pabellón psiquiátrico, y algún político también haría más en un circo que en un escaño (maneras de cambiar el mundo, capítulo dos).

Todos los libros de Sacks están preñados de este poder desvelador que asusta al más ingenuo. Sucesión de héroes anónimos a los que se les apaga un continente de la vida y poco a poco les va creciendo otro, con tesón y esfuerzo, obrando el milagro de vivir donde no había espacio. En sus historias yace el secreto de la vida, cuando la verdad ha sido completamente revolcada, trastocada, traumatizada en accidente, y por una vez es la dominada y se puede asir en su rehabilitación, siempre con la condición de ese homenaje a los héroes anónimos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantástico!! Luego comento...

Anónimo dijo...

de vivir donde no había espacio...
Genial. Pero comentaré...

Anónimo dijo...

En cada momento de nuestra vida somos lo que somos con la verdad total de ese ser, sea afásico, o premio nobel o lo que sea. Un enfermo que toma morfina para el dolor y que alucina en momentos, es toda la verdad de su ser enfermo con morfina.
La metira es intencional y es siempre ausencia de verdad, o verdad como mentira para sobrevivir, como te leí a tí, Jordi.
La mentira deja de ser mentira, filosóficamente hablando, cuando falta la intencionalidad de engañar. Me explico: ante una pregunta a cuya respuesta no se tiene derecho, el !"manzanas traigo" es lo pertinente...

Quien no se da valor a sí mismo ,como sí mismo, puede convertirse en otra verdad... Pero cuando la desorientación identitaria aparece, vienen los problemas serios en la personalidad.

Yo hice en la universidad de verano de sansebastián un mini curso para detectar la mentira, por todo lo que tú dices que esos enfermos detectan...

Todo lo que afecta a la personalidad es delicado y complejo, pero cuando escucho la verdad os hará libres veo una luz. ..Y libres para qué? para amar, para salir de nosotros mismos, para juntos ayudarnos a cumplir nuestro destino...

Sin verdad , ni libertad ni amor... Pero anda qué tema!!!!

Bárbara dijo...

Qué bueno, me sonrío imaginando a los afásicos descojondos frente al presidente. Yo alguna vez lo hago, pongo la tele sin sonido y todo es diferente, me da la sensación de que capto mejor la esencia de las personas. También me rayo con eso en los blogs, a veces tengo la sensación de que sólo con la palabra puedo catalogar mejor a las personas, que en el cara a cara hay un exceso de estímulos, toda una maraña de infromación no verbal que a veces complica las cosas.
Me siento identificada con estos a lo que se les apagó un continente, soy una minusválida en muchos aspectos, y por tanto una superviviente. Y por qué no también, una de tantas heroínas anónimas.

Jordi Santamaria dijo...

Enfermo es el que no se vale por sí mismo. Sano es el que se cree que se vale por sí mismo.
Valías y minusvalías.
Enfermo es una palabra que no le gusta a nadie.
Enfermedad a veces es un consuelo para reciclar un abismo.
¿Será la sociedad exofamiliar un balneario crónico para la minusvalía jamás visible-delatada, la emocional?
y digo yo a lo freudista asexual: ¿Es todo lo social una chotera-tótem para encubrir la minusvalía esencial de la única especie consciente del planeta?

Bárbara dijo...

El tema es: ¿consciente de qué?
¿y tiene la consciencia que ver con la conciencia?
Tirando del hilo, todo cobijo social debería tener un cebo en su extremo, un gusanito vivo que le diera sentido a estar plantado con la caña en alto. Quiero decir que debería cubrir alguna necesidad real(llámese necesidad, llámese minusvalía personal). Si no, además de inútil, es una perversión, como todo lo asexual.
Es que me ha costado un día entero deglutir la pregunta...

Jordi Santamaria dijo...

La pregunta lanzada al aire sí tenía un eco acerca de si lo social tiene una raíz perversa.
Si el cobijo social, ese albergue, cobra un precio elevado por pernoctar y pasar tus días, y no te da lo que publicita, o te da un producto adulterado o precario, todo cobra un cariz perverso. Hay un timo existencial de ahí te meneo.

No voy de antisistema, ni de anarquista, no va por ahí la crítica. Pero pongamos que si un metrosexualo/metrosexuala se dedica en cuerpo y alma a conseguir ese éxito social físico, consigue la coronación por las calles de los pueblos, una agenda social plena, y con eso la sociedad le atribuye unas cualidades adulteradas más allá de su reinado sensorial, ha estado labrando un futuro encasillado, mientras la sociedad le alentaba a ser emperador de tierra, mar y aire, en un coro precipitado, instintivo y comercial, que define muy bien lo que es la sociedad.

De igual forma, un feliz casado/a, bendecido por los vestigios de moral de todos los siglos, y mimetizado con correción con el modelo familiar votado por la inmensa mayoría, teniendo un 9.9 de comportamiento social correcto, no como el pobre y envidiado tarambana metrosexual, ve como El modelo, en su caso particular, hace aguas y se vuelve un divorciado, habiendo pagado años de socialización, pero sin ninguna prestación social substitutoria ahora que no le ha funcionado, se queda sin modelo y luego él ha de inventarse solito otro.

Por ahí iba esa pregunta aventurera y algo precipitada, y muy de uno, poco explicitada, y así difícil de digerir, sobre las pocas garantías de lo social
Una reverencia :)