sábado, 8 de noviembre de 2014

El noreste obrero de Barcelona


En Barcelona hay un meridiano invisible y oblicuo por el que traspasas a la misma ciudad pero ya en una estética obrera y proletaria. No es más que una sutil frontera estética, parecida a la que se obra al atravesar la corona metropolitana, pero en este caso ubicada en el triángulo noreste de la ciudad. 

En ojos de un arquitecto las diferencias puntuales serían enumeradas en términos de materiales, colores y estilos, pero para el paseante todo ello es un ambiente con una temperatura diferente, un perfil más agresivo y seco de lo cotidiano. Sigue siendo la misma ciudad, mantiene las facciones sin ser extranjera, pero mutan los detalles hasta tornarse barrio obrero. En unas zonas fronterizas apenas es perceptible como en el Clot, en otras ya con efluvios plenamente moscovitas como en Nou Barris. Ahora, paseando por el Guinardó, una hippie rústica con hijos, aquí se llama Trini, es saludada de punta a punta en esta calle mayor de barrio por su padre taxista.

Mi discurso suena llanamente clasista, y no van por ahí los tiros. Constatar la pobreza en la ciudad es siempre hablar de una estética perversa, es toparse en mayor o menor grado con esa tumoración que es el desarrollismo. En Barcelona ciudad, los espasmos de desarrollismo son breves y decentes, todos al fin y al cabo hemos salido de un barrio más o menos obrero y no nos ha condenado la vida como a un Jorge Javier Vázquez a rebuscar en la basura toda la existencia. 
Pero los que habitamos Barcelona bien sabemos que hay un corazón gótico, transhumante y cool a la vez, condal e hindú; circundado por el bosque en cursiva de l'Eixample, geómetrico y menestral, cuco y modernista; donde la burguesía prolifera y en flecha se adinera hacia el noroeste. La versión humilde de la ciudad se pliega de norte a este, en la única zona alta que se dejó por colonizar la riqueza, y fue coronada por emigrantes.

Hoy, toda esta historia demográfica se disuelve en tiempos en que el metro democratiza las rentas por medio de la velocidad. Algo tan junto como en cinco minutos, no puede ser otro para la mente. Pese a que las murallas de hoy en día, las rondas, muros con rodapiés, nos permitan apenas pasar por ellas.
Estos días circulaba por las redes un mapa del metro de Barcelona con las rentas por cápita de cada parada. Algo parecido se ha hecho en este post, pero qué bien aceptan las diferencias sociales la exactitud y la matemática, y qué mal podría llegar a sentar una verdad no abstracta como los números.

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