jueves, 12 de julio de 2012

España ha perdido la partida

Y fue a peor.
Las subprime fueron una crisis-símbolo, una realidad flagrante de cuán excesivo podía llegar a ser el crédito. Tan flagrante como insospechado, síntoma de hasta qué punto estaba engañado el sistema.
El empacho bulímico subprime necesitó un primer parón recesivo en 2009, y pese a que se la bautizaba como crisis histórica, nadie le ponía las orejas. Hoy en día ya las tiene.

Bastó un parón de un año para descarrilar el vagón a todo trapo, y dejar al descubierto lo endeudados hasta las cejas que estaban Grecia, España (super plan E mediante) y compañía.

Y de allí no nos hemos movido. Y fue a peor. Estamos condenados. Estamos en las manos de nuestros acreedores. Hemos perdido la partida, lo entienden? La UE que presta, con el monedero de Alemania, prefiere asegurar la devolución de lo que se debe, a arriesgarse a aumentar la sangría, lo que suele hacer todo el mundo cuando le deben pelas. Primero paga, luego me cuentas. Hasta que les suceda parecido, y se involucren.

Y ayer España firmó su sentencia. Vamos a ahogar la economía. Vamos a doblar la recesión prevista. Vamos a cronificar esta crisis hasta 2016... 2020... 2023? Lo de ayer fue una escenificación, de un drama bastante inevitable, cocinado durante décadas.

Sigo creyendo que continúa un paradigma reparacionista para afrontar la megacrisis, un poner parches a fugas de una máquina antigua que no va. Esto no produce más que un culebrón cansino de recidivas. Parece que el ácido tenga que llegar a USA o Alemania para que se deje de confíar en la manera de hacer las cosas hasta el momento. Todo se andará.

España no va a crecer en años, lustros, y tal vez acabe tan arrastrada como Grecia. Otros estados irán cayendo, y el consumo mundial se frenará. Tarde o temprano afectará a USA, Japón y Alemania, y a sus deudas y primas de riesgo respectivas. Entonces puede que la autocrítica sea inevitable. Y se empiece a luchar en conjunto por salir del atolladero, una especie de UE mundial, sincronizada, organizada, y buscando la eficiencia global. Con libre mercado sí, pero con cerebro. Una globalización orquestada y no arribista. Porque Europa de momento, es la unión de 27 empresas con bandera.

De aquí en adelante, helenamente, se irán oyendo voces en España llamando a la rebelión contra la UE, las más atrevidas llamando a la salida del euro. Esa diatriba es el capítulo final de la temporada del culebrón español, su aspecto más sentimental. En el fondo Mariano, irónica pregunta: pagamos en euros o en pesetas? Esta es la historia de un entrampado y un rico, y qué importantes son las picarescas. Y básicamente, es una cuestión de quién pilota la nave. Me lío la manta, vuelven las pesetas y yo salgo de esta crisis. O me tutelan hasta que devuelva lo debido. Aparte de que ningún político actual ni partido sería capaz de lo primero, se debe tanto dinero que suena a buena excusa lo segundo. ¿Y el crecimiento, el paro? Objetivos del ayer. Faltan medidas más radicales. Rediseñar todo el tejido laboral, ganar en clusters, ganar en eficiencia. El Estado debería ser la empresa que sincronizara y optimizara todas las empresas existentes del país, aparte de una comunicación no de entierro, sino de héroes. Vivir de la calidad y no del crédito. En los años 20, en los años 30, qué miedo se le tendrá al crédito y qué bien irá.

Si te recortan y te dicen la verdad, puede ser que lo entiendas, pero si te venden motos continuamente te acabas cabreando de verdad. Las hostias sociales serán directamente proporcionales a los malos diagnósticos y la pésima comunicación que haya. Y eso ya no depende de los españolitos, depende de su élite con micrófono, y si sigue así, van a llover hostias.

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