lunes, 27 de abril de 2009

La puta del amor europea 3/4

En la comercialización del acto sexual hay un moralismo arancelario post-cristiano que en su tónica maniqueísta se carga al cliente o consumidor y crucifica la masturbación conjunta manual o friccionada de manera categórica. Porque se basa en que el sexo es una categoría y el resto de cosas, otra. Algo por cierto, muy animal y de especie mamífera o primate, cierro paréntesis.
Como si no se comercializase con lo sexual en cada calle y plaza de Europa. El escote, la entrepierna, el culo marcado, etc., son productos de carnicería de origen europeo que se anuncian en cada calle de barrio. Una cosa muy femenina, como si el pene marcado, la lengua sacada, el torso mostrado, o la pericia coital masculina en ipod callejero, fuesen proyectados por doquier.
Aquí se pasa de las medias tintas. Es una comercialización del producto no tan publicitaria y sí transaccional. Con intermediarios, precios y estructuras de ejecución del servicio. En Europa hay que fundir ese iceberg montado de la dignidad. Porque mi flor sólo la entrego a aquel que me ronda como DDios manda, (el programa de especie también será digo yo), y en el caso de algunas mi flor vale 4 cenas y 2 copas, si fa o no fa.
Aquí no nos andamos con florituras, no estamos para pasear el horcate de restaurante en no restaurante, aquí trae tú la salidez que yo te la calmo rápido, son 50 pesos gracias.
Que no venga ninguna feminista a decir que son el sexo expoliado. Sí, expoliado por los Bershkas y Zaras, forzado por Fideles, y más que tentado por toda la bisutería comercial engañahorcates.
La piadosa estampa de la prostituta que llora tras fornicar y piensa en su hija mientras encarga por internet unos juguetes nuevos, metánsela en el apartado mental de lo falso y terjiversado y en la cola de ese afán misionero, evangelizador y redimevacíos de uno.
El acto sexual tiene que ver mucho mucho menos con la indignidad de lo que pápas y feministas rancias quisieran. Los que más critican el sexo, son los que menos follan claro. Y sí, son escultores y artesanos del amor y el resto no.

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