miércoles, 21 de enero de 2009

Los polizones de la existencia (Vagos de mierda) 3/3

(Este post puede estar escrito desde el rencor, o desde la justicia, un juez o manolito piscinas ya decidirá si es A, B o C).

Nadie te va a pedir el billete por utilizar el lenguaje o las metáforas felices de aquél, ni pagarás peaje por los refranes intangibles de tu pueblo, y te costará una miseria la riqueza de un libro que te cambia la vida. Quien cotizó toda esa seguridad social de la cultura? A quién hay que agradecer ese regalo fabuloso que viene con la vida?

Qué pintan entonces esos polizones de la existencia, esos vagos que se cuelan en ella, tolerados y con carnet de inocentes, que parasitan el regalo en un crédito insolvente vitalicio?
El vago existe porque los demás trabajan por ellos, o esculpen la cultura por ellos, como si media humanidad ejerciera de padres y la otra mitad de hijos adultos. Viven a crédito de los demás y siempre se les perdona y condona. Yo digo en verdad que son unos hijos de puta.

Acabemos ya con una cultura del no esfuerzo, de ni siquiera limpiar la mierda del jardín del planeta porque ya vendrá otro que la limpie. Paremos de comportarnos tan humanamente, en disonancia con el sudor del animal y su lucha continua de caza y sosiego.
El vago criado es aquel proyecto de persona, apacible y pacífica, que no te va a joder mientras le des su caro pienso diario; pero que siempre te va a fallar como persona porque nunca se ha entrenado para ello. Son abejas astutas, independientes de la colmena, que saben donde hay fugas en la cañería de aprovisionamiento del mundo, y allí abren sus bocas tumbadas en butaca. Son caraduras congénitos que nunca han recibido el-par-de-hostias iniciático global.

El vago, el inútil, y el maleante, son sinónimos en un momento u otro de la vida, agazapados en su inocencia. La vida llega un momento que es callo, herida, abismo, paternidad, donde lo laxo es un sinsentido.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya se hará... Y él, mi padre, siempre contestaba: sí, siempre hay alguien que lo acaba haciendo. Por eso le gustaba tan poco la parábola del hijo pródigo...( las risas que al final hacíamos porque se enfadaba cuando le queríamos hacer comprender)
Le recuerdo ahora hablando como Jordi, y hablándoles a mis hijos de trabajo, de esfuerzo, de ir por el camino difícil y de sentir la vida desde dentro. Al final de su vida le sobraba todo.En bicicleta por Sansebastián mientras su coche se quedaba parado en el garage. Y saltaba las vallas como un chaval, y sentía ganas de volver de nuevo a luchar porque decía que él había nacido para trabajar. Y además era feliz. La hubiera gozado contándonos todas sus aventuras en el mar, en escritos como estos...

Anónimo dijo...

Jordi, después de escribir he revisado el anterior y leo que tú hablas de tu madre. !!!!Estábamos escribiendo a la vez , yo sobre mi padre y tú sobre tu madre. Madre mía!!!!
Me había quedado pensando que quizás no había sido pertinente. Pero me alegro y además aprovecho para felicitar a tu madre!
Ya sé que estoy muy sentimental estos días .

Pedro H. Rupérez dijo...

Tranquila Carmen, estás más que viva. Mucho.

Aquí siempre será pertinente hablar con el corazón.

La escritura sólo es aquella frialdad entre las emociones intensas.
Estamos para escuchar, hoy por ti, mañana por mí.
Y desde este blog siempre se intentará fomentar la valentía, la aventura, la generosidad... y todo el arte posible de quien está agradecido a la vida.
Paso firme. Muchas sonrisas : )

Bárbara dijo...

Me alegra que los llames hijos de puta. A mí la gente que menos me gusta es la que no se moja, la que siempre se guarda las espaldas, la que calcula cómo aprovechar el esfuerzo de otros, la gente tibia que ni es querida ni odiada. Yo, cuando quiero hacerme una idea certera de cómo es alguien, me lo imagino compartiendo una situación extrema de superviviencia. A estos son los que primero sacrificaría, sin duda.
Carmen, espero que tu hija esté ya bien.
Abrazos por doquier.

Anónimo dijo...

Mi hija Susana va un poco mejor. Gracias amigos. Gracias Bárbara.

Pedro H. Rupérez dijo...

:D Me alegro que no te andes con medias tintas!
Y es que un vago o un tibio es un insulto a la supervivencia.
Y según que gente roza el calificativo de exterminable, qué coño.
La vida es maravillosa, pero una maravillosa selva. Y guerra ha habido y habrá siempre, la muda es a veces la peor, jarl.

Prometo mañana o el otro escribir sobre algo bodito y nadda belicoso.

Un abrazo a todos, y en especial a Susana. Mucha fuerza SuperCarmen :)

Anónimo dijo...

Mis recuerdos, como a Carmen, también me transportan a largas charlas con mi padre, educándome en el esfuerzo, en el estudiar duro, en el no conformismo, en la lucha diaria...tengo mucho que agradecerle seguro.
Aunque a veces pienso en que quedaron aquellas charlas, tan vagos podemos volvernos?,tanto podemos cambiar?, creo que hoy por hoy, en una situación extrema de supervivencia es una de las personas a las que Bárbara primero sacrificaría...
Jordi, gracias por el comentario en el post de ayer, gracias por emocionarme, gracias por escucharme.
Carmen besos a Susana.
Muchos abrazos.

elnaugrafodigital dijo...

Mmmmm, no sé si me ha molado mucho este post. Veo elementos demasiado sarkozianos... Hay que reinsentear al vago, no darle palos. El vago es un desmotivado, un ser muy cerca del abismo, del abismo de la depresión por ejemplo. Es enfermo del vicio de la vagancia, y como toda enfermedad hay que entenderla un poco. Hoy pensaba, precisamente, que la literatura es el oficio que legitima y oculta la vagancia como ninguno. Acerca a aquella "otra vida" de la que hablaba Battiato, por citarle también. Hay incluso en el vago un mensaje político, una desidia reivindicativa, que en el hiperactivo hombre productivo y eficaz no se da, y que deberíamos valorar en cierta manera. Buenas noches.

elnaugrafodigital dijo...

Jordi, actualíza mi enlace, por fa, que ya no estoy en WP. No seas vaguete...

elnaugrafodigital dijo...

náuGrafo, náuGrafo. Sí, soy un pesao.

Jordi Santamaria dijo...

Me niegoo.
El DNI no se cambia, y menos para llamarte Dabiel en lugar de Daniel.
Ah no.
(regla 7.8.b de este mundo-blog-persona)

elnaugrafodigital dijo...

Mmmm, ya puedo imaginar qué votaste, malandrín....

Jordi Santamaria dijo...

Usted topa con la tercera edad carca de ideas, yo topo con los jóvenes vagos desmotivados según usté.
Respeto a los primeros porque han hablado con hechos, violento a los segundos por la razón contraria, y con mucho camino a recorrer, y una guerra en liza que es la vida (creo que usted puede verla más light esta guerra).
Si a un vago le das razones y atenciones vagas, su virus te contagia. Es que no soy vago, soy desmotivado. Pues ya te voy a motivar yo a ti

Anónimo dijo...

Creo que no pensamos en el desmotivado enfermo de depresión.. Creo que el comentario era más una reflexión sobre esos que sólo piensan en colarse por las rendijas de algo para sacar provecho; y que no arriman el hombro, vamos , de los que no me cogerían la mochila cuando me vieran agotada porque se harían los despistados para que otro lo hiciera primero, pero que a lo mejor comian luego el trozo más jugoso de la tortilla... Ya nos entendemos.. Yo no los querría tener al lado en una catástrofe porque poco podría esperar de ellos.Bueno, a lo mejor un empujón...

Anónimo dijo...

He seguido pensando un poco...
A veces la falta de tesón para conseguir algo viene motivada por mensajes muy repetidos en la sociedad anunciante de que todo se puede conseguir, y ya!!!!
Y no, , el horizonte siempre está más lejos y hay que ir sin prisa pero sin pausa y no queriendo levantarse un día con todo conseguido.Creo que esa inmediatez está haciendo daño a la juventud. De hecho en educación algo que es fundamental, dicen y yo lo creo, es educar a retrasar las gratificaciones.Influye mucho en un desarrollo sano de la personalidad.Educar para el esfuerzo y saber esperar.
Bueno, es un poco mi tema de trabajo... Luego la vida también cambia las fichas y nada hay matemático tratándose de seres humanos con tantas variables....

elnaugrafodigital dijo...

Estoy de acuerdo, Carmen. No se trata de dejarse la piel cada día, ni tocarse las narices full time, sino de ir construyendo poco a poco, un gran proyecto.