miércoles, 28 de enero de 2009

La novelilla de J. Santamaria

(como tengo unos días de loko`s, tiro de almacén y coloco aquí algún pedazo de otro blog mío. En algún lugar de mi aburrimiento me dedico a jugar con una novela, que a este ritmo acabaré allá por el 2016. Las novelas y los cuentos me producen pasotismo, así que por qué me he de inventar yo toda una ficción, una historieta más o menos bien trenzada, jabiendo tanto por recolectar en la realidad no inventada payo)

Nacho miraba la foto que le solía hacer de guía en los libros. Para él era como un carnet de identidad pues resumía en una imagen una larga historia.
Tras la resaca de la verbena de San Juan de hacía 3 años se horneó en su cabeza una ocurrencia adictiva. Hacía 10 meses que muy a su pesar la relación con Marta se había resquebrajado, tenía 1 semana hasta Julio de vacaciones, y no había absolutamente ningún plan qué hacer en esos días.
- Me caso. Voy a montar mi boda. El 28 de junio del 2005, sábado, de aquí 4 días me caso.
Esa fue la idea horneada, y una vez apareció en su cabeza no pudo despegarla de sus ganas. Le hervía dentro, crecía cada vez que era pensada, y comenzó a realizar pequeños preparativos mentales que se solidificaban como proyecto y pedían a gritos sus continuadores.
No tenía novia. Era una boda sin novia. Empezaría la casa por el tejado, la construiría toda hacia abajo, y la dejaría suspendida en el aire a falta del último ladrillo en la base. El día previo al enlace llamaría a Marta y se lo contaría todo. Marta tendría que contestar sí o contestar no.
Le fascinaba la idea. Fascinación. Se puso manos a la obra.

No había tiempo para invitaciones por correo. Se puso a llamar a los amigos más cercanos y les comunicó su plan.
- Estás loco. Loco. Pero no te vamos a dejar en la estacada. Aún tenemos los trajes de la boda de mi prima.
Nacho sudaba y a la vez la imaginación le seguía hirviendo.
A sus padres, tíos y compañeros de empresa, les tuvo que decir que les invitaba a una celebración especial con motivo sorpresa, pero tenían que vestir solemnes porque la ocasión lo requería. Y cuando colgaba el teléfono sentía un poco de vértigo por la que estaba montando. Pero el brinco había sido demasiado fuerte para detener esas vacilaciones. A dos días de su apuesta macabra convocó al núcleo íntimo de Marta a una iglesia concreta informándoles del funeral de una muerte cercana, y sabía que por deferencia, catolicismo, y folklore, casi nadie de ellos faltaría.
Ya había armado el pitote. No cabía su reversibilidad, ni su reciclaje en nada. Sería la boda esperada con la mujer elegida, o un chasco somero y agonizante, un día surreal en el que sólo le podría salvar el discurso del siglo o unas lágrimas interminables compasivas y constantes. Respira hondo. Aprieta los labios besando la nada cercana. Coge el móvil.
- Marta. Mira lo que he hecho...
Marta no se lo puede creer. Lo de la muerte de su tío es mentira, mañana no existe ningún funeral. Sigue sin creérselo.
Nacho no había caído en ello, su historia era increíble. Una boda al fin y al cabo es un montaje cultural más, uno sólo sabe que existe cuando acude a la iglesia y ve que todo está montado, se fía durante unos meses que ese anuncio va a acabar en una celebración concreta. Pero cuando la invitada es la novia como que falla ese fiarse de tal anuncio.
Nacho se desgañitaba y le iba la vida en hacerse creíble. Marta captó ese esfuerzo desmesurado y le dijo que le volvería a llamar. Empezó a llamar a los amigos de Nacho, amigos en común cuyas mujeres no le engañarían, y a alguna amiga suya confidente de Nacho que podía llegar a fallarle a ella. Pavor. Todos sabían lugar de la ceremonia y emplazamiento para el convite, la mayoría le reveló el plan urdido a última hora por Nacho y la convocatoria de hasta su familia al maquiavélico plan.
Ató cabos. Con tan poco espacio de tiempo sólo un religioso podía hacerle ese favor a Nacho. Su tío-abuelo Leandro. Buscó el teléfono de esa angelical persona, y procedió a verificar de una vez por todas la realidad de lo contado.
Sí. No había lugar a dudas. Marta había sido invitada a su boda en menos de 12 horas.

El pasajero de la butaca contigua a la de Nacho no paraba de mirar la foto con insistencia.
- La hija de Félix Vallejo no?
- Perdón? Marta? La conoce? - He leído a su padre, le sigo.
Soy profesor de filología hispánica, Julio Moliner, hago leer a mis alumnos las obras de Félix Vallejo. Un viejo imperdonable verdad?
Nacho miró por primera vez con detenimiento la cara de ese anciano. Tenía un lacio y abundante pelo blanco azulado, unos ojos saltones, y una piel de la cara que parecía de plástico, un viejo saludable y enérgico que hablaba con una entonación de chef cuando alaba sus platos, una voz de gastrónomo,
- Nacho Burato, ex yerno de Félix Vallejo, Un suegro indeseado
- Caramba! Qué coincidencia! Oí lo de la boda relámpago en una revistilla de esas, qué situación no? Marta es preciosa, realmente preciosa.
- Disculpe. - Nacho retira la foto, se levanta de la butaca y se dirije al servicio del avión. Tiene que evacuar algún que otro lirismo.

5 comentarios:

Bárbara dijo...

¿Para el 2016? pues para hacerla en los ratos sueltos de aburrimiento no es tanto tiempo. Parece una locura lo que cuentas, pero es también una metáfora de cómo hacemos a veces las cosas, buscando el hecho abstracto, para luego tratar de rellenarlo de sentido.
Tiene la medida justa tanto de claridad como de misterio.

Anónimo dijo...

Todos escribimos una novela? Porque la mía se titula "El collar de jade" y voy a ver si me desatasco...(lo digo porque así me comprometo)
Me rechiflaría ser capaz. Animo a todos!!!

Jordi Santamaria dijo...

Carmen, pues sí, la ficción no me llamaa para nada.
Biografías en cambio suelo comer con apetito.
"El collar de jade" lo vas planeando, o la historia surge bastante espontánea?

Bárbara, lo que he escrito ficcionado hasta ahora sale de no planearlo para nada. Escribo una novela completamente abierta y de creación en directo. Un proceso caprichoso, pero responsable. De ahí lo estrambótico a veces.
Opino que una novela puede ser atractiva con miles de tramas posibles. El cómo y no el qué.
Saludosdos

Anónimo dijo...

Tan espontánea como que no me lo podía creer que era yo la que escribía... Pero después de 100 pçaginas surgió un asunto , (espontáneo) , con uno de los protagonistas que no sé resolver.
Y como he tenido que preparar otras cosas la he aparcado un poco.
El collar de jade me lo regaló una amiga este verano. Nos lo regaló a dos amigas idéntico al que se había cpmprado ella, que volvía de China .Y comencé a escribir como una posesa para hacer prácticas con el ordenata(.La chica que me ayudaba ya no podía y me decidí después de tantos años... )Y me encantó la trama que iba desarrollando, yo!! Y perpleja conmigo misma porque no me gusta la ficción. Pero es que creo que no es ficción...

Jordi Santamaria dijo...

Pues sigue disfrutando de ese borbotón creativo que te salió por sólo practicar con el ordenador, las pasiones hay que alimentarlas.

Normal que apareciese una roca en el torrente, siempre pasa, la emoción a veces llega a lo vertiginoso y le sobreviene un freno, pero tras un remanso, ese sentimiento hermoso vuelve y tu historia llega a las 200 páginas ; )
Danos más pistas de la historia!