domingo, 3 de mayo de 2009

Literatura y huchas

Podríamos decir que un libro es un reguero parcial de la obra de un escritor, cuyos tomos invisibles permanecerán así para siempre, como libros que fueron pensados pero no vertidos al papel. Hasta que no pongan una grabadora en el cerebro existirá una gran biblioteca de no libros que nunca fueron.
Hay mucho escritor alcohólico y rozando la enfermedad, escribiente no es una tarea natural de nuestra especie, quien más se fuerza peor acaba. Yo he sido escritor estos días porque no tenía otro remedio con el insomnio, tal cual. Me encanta el poeta que habla de poesía, el escritor que habla de escritura, al hacerlo uno piensa en Bécquer, y eso supone sentirse más cerca de su redondez. Lo bueno si breve dos veces bueno, lo poético si directo, si interpela, como que aborda más la energía de uno.
Que poco científica está la literatura. Hace falta una neuroliteratura o bioliteratura. Algún manual que bosqueje síndromes lingüísticos y figuras literarias. Las diferencias de estilo y estructura en los creadores nunca han sido relacionadas, pudiéndose hacer, y son una nebulosa global artística las ciencias humanas que no oyen a criterios taxonómicos y concienzudos. No hablo de diseccionarlas, pero sí una base para los criterios estéticos, una base mínima que ponga algún umbral y algún tope, para que no se destruya tanto árbol innecesariamente, es una medida ecológica.
Qué etimología tan fea y poco romántica tiene literatura, y en general, como destrempa la etimología latina al lado de una griega tan lúcida e inspiradora. Literas, freiduría de letras. Carne, carnicería, suena funcionarial, nada artística. Yo no hago literatura, ni escribo cuentos largos de 300 páginas. La poesía creo que la he abandonado, y sólo volverá si accede algún momento de inspiración tremebunda, una especie de dictado de Dios o una iluminación tal, que lo haga todo prístino y automático. Como cuesta hacer poesía, los poetas son los herreros del lenguaje, ser poeta es una soledad tremenda, tú, el lenguaje, y sólo dos o tres palabras que te valen y se esconden. Los poetas más que alcohólicos han acabado locos. Yo no quiero ser poeta.
Y todo comunicar tiene su lado egoísta, o llámale egoico. Hay quien se deleita escuchándose, hay quien sólo lo invierte en seducir, hay quien erige palabra a palabra un monumento o mausoleo de sí mismo. Pero en notable medida es un bálsamo para uno, el saber que hace una cosa bien, que los otros escuchan y le miran con encanto, aunque no se lo crea, sí produce una calidez y una paz consigo mismo, vamos, que no se suele sufrir de baja autoestima, y potencia el autoconcepto de uno. La escritura no deja de ser un: "mira esto tan bonito ven, mira aquello tan chocante escucha" que se dice por las calles y las plazas. Un comentar inocente sobre aquello que uno dispone a ser comunicado. Y a todos nos gusta producir y percibir una artesanía atractiva y sabrosa para los sentidos.
Después están los precios y los intercambios, el pillaje y los árboles talados. Siempre llamaré escritor de mierda a un mal escritor consolidado, bazofia, ladronzuelo, y gente con carencias psicológicas. Todos deberíamos ser Marsés. Que el señor Ruiz-Zafón sepa lo que tiene de jinetero literario, que sepa la gente que vende para la masa, y que hay productos menos cocacoleros que valen lo mismo y su efecto en las vidas pasa de una atracción pasajera, que hay libros que cambian vidas o hasta te producen ataques físicos (somáticos, Ecce homo en mí). Por lo tanto, dejemos de invertir nuestras perras en individuos de biografía y obra más que dudosa. Rajemos de Planeta y su proxenetismo artístico, alabemos un poco más a Anagrama y sus continuos aciertos editoriales, tiremos unos cientos de ejemplares del best-seller de turno en una plaza del centro de la ciudad, como se tiran los packs del zumo de la merienda.
Cualquier acto, por absurdo que parezca, puede mover algo, las carambolas del devenir son indescifrables. Es como que un famosete se ponga a distribuir huchas con un niño negrito que inconice África, que se pongan de moda como las pulseras de Amstrong, y que vayamos tirando los céntimos que molestan en cualquier mesa y bolsillo, después, que unos trepas tal como El Corte Inglés, quieran lavar imagen y se ofrezcan a recogerlos y llevarlos al punto x donde se redristibuye en ONG´s coordinadas. Y a base de huchitas fashion de altruismo y famosos pastosos con milímetros de consideración, se crearían carambolas de hectómetros de mejora, en ese no-planeta que es África. Eso, o que a los polítikos les de por hacer algo, quien sabe, quizás es que quieren darle emoción al tema.
Buenas tardes y saludos desde la Habana. Mañana nos movemos hacia Viñales y el oeste, puede que no haya internel hasta el martes, no me sean malos.

2 comentarios:

Mònica dijo...

VIVA tu insomnio!, si es el culpable de tanta escritura...

carmen dijo...

Sólo tres palabras
que te valen
y se esconden.
Que vuelan a Cuba
sin alas.
que abrazan sin brazos
tus dentros.
Que esperan en calma a tu vera
que llegue
a tus ojos
sueño...