jueves, 23 de febrero de 2012

Hosstiaputasagrada. Joderr. Joo derr. Co jo ness. Mieerrda.  Ya. Lo necesitaba. Necesitaba esputar, soltar el moco espeso supurado y poso de tanto ataque. Digamos que uno lleva aguantando sobre los hombros un trimestre de zarpazos, presión constante, tregua neblinosa con olor a pólvora, amagos de salida, y nuevos trompazos de morros como punto seguido.  Hoy aprobé el carné de conducir. Y se cierra un capítulo lamentoso y humillante. Una incursión en las actividades de la mafia ibérica, que medra en banca, construcción, telefonía y permisos de conducción. Una buena hostia, sonora, con líquido rojo y cascahuesos. Un ajuste de cuentas, como los traficantes, una medida proporcional y ecuánime a una camorra. Todo eso, me quedé con ganas, muchas, intensas, recurrentes, reiteradas, varios días. Haber sido pasto de la extorsión institucionalizada y pagando. En mi atraco, por un tío probado franquista, depravado, frustrado abusador de teens, corto, zopenco, maltratador sibilino en el trabajo, ladrón sin escrúpulos, pero eso sí, flamante educador de autoescuela. En la calle te pueden atracar y quitarte la pasta, y también romperte la cara de regalo. Para hacer eso has de tener huevos y estar muy desesperado. Igual de mal nacidos, son los que se apuntan a manguis de despacho. Aquí la mala baba se lleva igual pero se puede hacer carrera y medrar en las partes de la sociedad mal hechas. Es el reino de los ladrones impunes, donde acabas crujido en verdaderos cepos legales. El hijoputa de despacho palpa cada día la estafa y el daño gratuito, aquellas donaciones extirpadas de cuajo que se transmutan en sus emolumentos manchados. Pero no hace nada, sólo prosigue su obra, suma víctimas por el camino. Y llega el día que le rompen meridianamente la cara, sin más, plas zasca, el discurso resumido de los afectados. Suelen ser unas cinco ocasiones al año, apuesto un viaje o dos a que cada año se romperán más jetas de examinadores a mano abierta. Se permite poseer el carnet a un conductor experimentado duplique o triplique a diario las faltas meticulosas que le harían no apto para una licencia de conducción. Pero a un conductor novato se le exije que haga un pilotaje intachable y perfecto. El mundo al revés para beneficio de esos mataos. Firmado con chulería y soplándoles ser engañaniños porque el 80 % de aspirantes son chavales rondando los 18 años. Y a estos verdugos deplorables les encaminan las víctimas esbirros profesores de autoescuela, compinches y colegas de esta mafia sostenida y permitida. En fin, el inicio de las decapitaciones coincidió con el comienzo de una época en el trabajo árida, dura y larga. Con heridas, inestabilidades, hostiazos, blindamientos, paciencia, estancamiento, paciencia, ataduras, curvas, trompazorecuperaciones y más paciencia. Y ahora puedo decir que mi paciencia está musculada y fibrosa. Mi aliento no tanto. El conjuro para seguir en pie y luchando no falta. Las magulladuras de la batalla son el rastro de la fortaleza conseguida. No hay mal que dure cien años. Fuerza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te estas sacando el carnet de conducir?