viernes, 1 de noviembre de 2019

Cerca de 2020

La nevera insiste
como una cigarra compulsiva.
Yo intento congregar
a los orfebres del lenguaje.

Aborto los versos y me reagrupo en modo prosa, una vez visto el alcance de mis tropas artísticas hoy. En la limitación está la riqueza. Y también el éxito, la salida.

Escribir es equilibrismo entre el bombardeo de mis significados en los tuyos. La Gestalt tiene algo de anti-escritura. Fritz Perls escribía tan bien como hablaba mandinga. Para escribir se necesita tener instinto del nosotros y eso ya es transpersonal. La Gestalt cierra a las 20 h cuando los mecánicos y chapistas del yo se van a cenar.  Lo de desidentificarse con el yo, que tiene algo de antigestáltico y de camino de vuelta, es en otro pueblo.
No sabía que iba a tirar por aquí en estas líneas, llámalo emergente. La nevera ahora es un eco solemne de fondo, igual de ateo del silencio.
Cuando se den minutos de silencio en las ciudades será la oportunidad de las neveras para extender su mensaje. Porque lo tienen, suenan, son un instrumento musical de fondo del mundo. Una canción de la conservación, de la robotización.
Y aquí es cuando lo transpersonal no se descifra, se oye. Porque lo obvio también es lo transpersonal, con otras orejas, de otras antenas.
Y ahora, cuando uno ya se pone en plan revelador de secretos, y el ego lame su propio producto, es mejor parar. Que hay hoy muchas cosas pendientes de no hacer.
 Saludos.

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