miércoles, 12 de mayo de 2010

Originalidad

El nuevo colisionador de hadrones busca la originalidad. Hay una configuración en el cerebro, no se sabe bien cómo ni cual, en que sus liquiditos están en unas proporciones óptimas, y nuestra maquinaria cognoscitiva parece en trance, y conectada con una parte del cosmos más bien notable. Una configuración que se nos pone, más que ponerla nosotros.

Digamos que tal estado es una rampa selecta de las alturas cerebrales, algo remota e inaccesible a diario. Es una precipitación metereolírica no frecuente, pero existente, donde el acceso al conocimiento ya no va en bicicleta si no que se abre una autopista de 4 carriles a él. Es la inspiración prístina, el tiempo limitado del pseudo-dictado del orden del mundo. Entonces, esa lucidez es una criatura que acaba de nacer, y que perecerá antes de una hora, caliente y voluble.
Un tamiz increíble y mágico que se sabe finito, y que es difícilmente apresable. ¿Qué haces? Vas a atraparlo en la escritura, o no le cortas su divina fluidez y confías en que esas ecuaciones cósmicas apalabradas volverán a iluminarse en tu cabeza somewhere-somehow. Intentas enfocar ese chorro de sabiduría andante, de vasto caudal, hacia lo que actualmente quieres resolver en tu vida, o prefieres la contemplación del mundo, esa danza espéctaculo de matrices, moldes y goznes?

Cuando la ciencia es un vals, cuando la poesía tiene versos de cien sílabas, cuando las matemáticas besan la estética.
Las inundaciones de inspiración, que no siempre acaban mojando un lienzo o un papel, permiten viajar a la originalidad. Aquel país que nunca existirá, pero donde todavía permanecen todos los moldes del mundo, muchos de ellos manidos, y bastantes todavía no descubiertos. Digamos que la originalidad es un país que cambia a medida que el mundo cambia, es un (n + 1). Las expresiones estéticas y sensoriales, los opus del ser humano, suceden deliberadamente y por puro accidente. Eso genera un registro de ellas, para que una obra nueva sea nueva y original, siempre tendrá que lidiar con el vasto registro que la precede. Lo de hace un año, o hace 10, tuvieron diferentes cánones de originalidad, diferentes al de ahora mismo. Y una obra no es original por ser rompedora, no basta cagarse en la calle principal de la ciudad para ser original, tiene que contener algo de ese cofre selecto primordial, que ha estado allí todos los tiempos, donde se mezcla la excelencia, la radicalidad, la cotidianiedad, la belleza poética y matemática, el patetismo sereno, o la muerte resuelta, entre otras cualidades. Ha de tocar los orígenes de manera radical, de una forma nueva, con una versión todavía no ejecutada, y para no repetirse hay que haber leído mucho el mundo y ser capaz de almacenar un vasto registro de expresiones previas y nuevas variables.

2 comentarios:

Yves dijo...

no sabia què era un hadrón...
hadrón.
1. m. Fís. Tipo de partículas subatómicas compuestas por quarks y caracterizadas por una interacción fuerte; p. ej., el protón y el mesón.

Jo abans hi anava molt, als mesones... a StJust es menja molt bé al Mesón Andaluz.

Anónimo dijo...

Exemple d´originalitat sí senyor Yves, i de condensació lèxica que té el llenguatge, que té molts recursos, un és la coincidència.

Acudit millor que chiste ve d´ocórrer, i així neix l´humor, amb guspires d´enginy.

A vegades el nous, la intel-ligència va sola, és increible, com la ment humana pot arribar a CREAR.


Però que bo que està el vi sudafricà!