domingo, 14 de febrero de 2010

Un Boeing y un Airbus tienen un hijo

Nunca te pongas para viajar un pantalón con goma en la cintura. Has oído?

Y tú, dime por tu parte... que qué se ha de hacer existencialmente si coges una buseta para ir al aeropuerto, con ocho personas entre amigos y familia, y antes de arrancar se pregunta 5 veces en ráfaga: - has cogido el billete?? - has cerrado la puerta de la habitación? - oye, hará frío, has puesto más chaquetas? - los sandwich, te has olvidado los sandwich? - te pasa algo Luis, te veo raro, estás enfadado?

En fin, puede ser que en el futuro inventen unos lectores electrónicos de lenguaje, que midan el grado de inutilidad de los flujos conversacionales. O que exista una Reserva Federal de las palabras que vaya regulando el % de coherencia mínima exigida, para que el mundo y hasta la economía no se resientan y vayan mejor.
Los inquisidores de la nada, son seres hipercontroladores que revisan y sancionan los procesos más estúpidos y automáticos de nuestra gama, rebozándolos de burocracia hasta la extenuación. Es un rol, que a veces se abulta en el papel de padres, cuando una manía natural e inconfesable hacia los hijos, se traduce en secuestrarles la vida de esta manera.

Es un maltrato encubierto, porque, hasta qué punto hay un pacto tácito planetario, para no incluir casi nada incorrecto políticamente, acerca de tener un hijo.
Hay varias motivaciones para intentar no fallar unas cuantas veces a un hijo, que se les falla. Se oyen voces: - pero si yo nunca le fallo amorlovepuntocomm // porquelomásimportante delmundo es el amor (bis), y escribiría amorunmillóndeveces en una carpeta como en un aula eterna de la vida.
Bien, accionistas de Paulo Coelho, qué tal si utilizamos dos palabras o cien, para matizar, diversificar, más que nada.
- Amor y paz? - J: Más please? - Amor y paz... interior?
J: - Oh, qué espirituales que sois, cuando os encontréis un: hijodelagranputa, a ver con qué lo rimáis.

Sigamos, mientras me recoloco la camiseta interior que el pantalón no aguanta, ya.
Que más vale llamar a los cachorros por su nombre. Que mejor ver que un crío es una puta criatura que una de sus habituales ocupaciones es dar por culo; que fractura la economía e instaura un nuevo régimen; y que te hace ver lo inflamable que es el ego humano y lo ilimitadamente desagradecidos que podemos llegar a ser.
Y también, que es una puta maravilla de la naturaleza esa complejidad orgánica y esa manera de devorar aprendizaje, que se nos llena el orgullo cuando sus progresos faraónicos nos deslumbran, y que nuestro masoquismo natural de serie nos hace sentir realizados cuando recibimos algo de ese amorlovepuntocom por parte de ellos.

Es una ardua empresa lindando con la quiebra procesual, un bello porculerismo en vena consentido, una especie de batalla en bucle, equilibrio y malabarismo con dudas en el aire, que nos hace dar todo de nosotros, y cuando toca tierra, y todo ha salido bien, y hay una tregua que sabe a meta final, nos hace sentir más que vivos y con el sentido colmado. Hasta la siguiente batalla.

Los mejores amores son los de verano adolescente, porque parece que se va a acabar el mundo y esprintamos en sentir al máximo. Un cachorro nuestro nos exige lo mismo, y por eso la última ralla de la suma es el cero coma algo más refinado e intenso. Qué gran pérdida, qué manera de morir, qué bello. Así sí que dan ganas de dormir para siempre.

Y no olvidemos, que esta victoria final del guerrero, este altruismo cuasi-patológico que es la paternidad ejercida, es así porque alguien antes, también se sacrificó y vació por los mendas.

2 comentarios:

Mònica dijo...

Me encanta el post, voy a hacer un comentario consciente que puede llegar a ser muy malinterpretado, políticamente incorrecto y que ha muchos les daría razones suficientes para quedar como padres/madres ejemplares. Si éste comentario lo lanzo en según que blogs me destierran del mundo, pero aquí me siento en casa.
"A un hijo se le quiere toda la vida, pero no todos los días de tu vida", me explico, por un hijo matas, das tu vida etc etc, pero también es cierto que hay días que deciden putear, sabotear y dar por culete, y precisamente son los días que para menos tonterías está uno. Esos días desearías tener canguro 24 horas al día, darles 50 euros y que se lo/la lleve a pasear, o a cagar.
Pero se les adora, te sorprenden, te quieren y los días que deciden "avui m'ha portaré bé" estas deseando que no acaben y que no crezcan nunca.
Que difícil educar sin desesperar, la veo por el rabillo del ojo, llenando el sofá de paperets y viendo el patufet, y pienso... que inocencia menos inocente tienen a veces y además algún día deseo canguro 24 horas pero el día siguiente estoy deseando tenerla boicoteándome mi mundo, es así de genial esto de ser padres.

Mònica dijo...

Por cierto, ayer decidió cortarse el flequillo con las tijeras por que le molestaba el pelo...