lunes, 15 de febrero de 2010

Río olfativa

España se recupera de la explosión de su pompa de jabón inmobiliario, y de la eliminación antes de hora de Karmele Marchante para Eurovisión, en nuestro Estado de Pandereta, a partes no muy desiguales. Aquí, en este simpático Estado comparsa, una marabunta de milhoes, danza y marcha sambando en bloque, como un gigante colmena feliz en su peregrinaje zumbón que dice que no hay camino, que se hace camino al sambar.

Primer día en este Río de Febreiro. Una capital en medio de la selva, igual en latitud al Congo, con un suelo que tiene ganas de jungla a la mínima, pero donde fue fundada una ciudad que ahora es una de las urbes más grandes del planeta. Las calles engañan, pero las bromelias y los epífitos de los árboles en cualquier calle, te recuerdan qué es lo que la invadiría todo en meses si la dejarán crecer.

En la selva todo el año es verano, sólo llueve una mitad y la otra lo hace menos. Río se convierte en una experiencia olfativa. Los fogones del aire están a 33ºC y todo olor gana en intensidad. Tierra de desigualdades, el Centro huele en general francamente mal. Un eco constante a agrio de fondo, salpicado por olor de comidas, y un recurrente olor a orín, podrido, sudor; una lacra en el paisaje acorde con la pobreza y lo destartalado de sus calles céntricas. Rio Centro es decadencia, es calor no apaciguado, y es odor desgaradable a tu pesar.

El insomnio me hizo ser el primero en subir al teleférico hacia el Pao d´Açúcar, y evitar la fanfarria de turistas que te hacen sentir en Disneylandia en cada lugar, especialmente los de EEUU y su actitud natural de comportarse como en un parque de atracciones, cuando están fuera de su país, desde la voz alucinada hasta las poses fotográficas con el Mickey Gaudi de turno. Parecen educados para el espéctaculo como si el planeta fuera Broadway. Eso en otras latitudes puede producir escalofríos muy adentro.

Desde arriba del Pan, uno domina toda la ciudad y la singular bahía de Guanabara. Entonces ve los Orgulls e Igueldos mágicos aquí y allá, como una Donostia agrandada con tumores de belleza, redobles inimaginables de la Bella Easo, metrópolis colocada dentro de un parque natural ahí, mirándote flagrantemente escondida.

Los olores en Ipanema y Copacabana saben a bonitos. En estas barriadas costeras vive y se pasea la gente bonita, y limpian los olores. Ayer sólo la pisé para recoger las entradas del sambódromo, y volver en un metro con riesgo de avalanchas, para remontar sueño en el hotel.

Unas horas más tarde conseguí in extremis medio metro cuadrado en mi arquibancada del Sambódromo. Este año fue menos intenso no sé si por los altavoces, las escuelas más flojas, la grada más pija, la no compañía, o el medio metro cuadrado. Porque en él, uno debe organizarse el mini set de periodista con cámara, objetivos, videocam, el libreto de las canciones del samba enredo, las bebidas para placar el calor, la mochila, y las pertenencias y pasos de samba del vecino.
Hay reportaje ya en flickr, y ahí os espero, para acabar de ilustrar el día ;)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Molt bo!!!
Nos vam estar ara fa un any a Rio, i sí, es podria comparar a Donosti, però sempre amb cautela, La Concha (no la Velasco) és infinitament més bonica...

Rio des de dalt és preciosa, des de baix... és degradant...

Yves

Jordi Santamaria dijo...

Hello, la veritat és que donen calfreds quan es veu lo subdesenvolupades que estan moltes coses, el desordres, la brutícia, en general de bona part d´América llatina, i més accentuat quan més cèntric estigui una població, barri, etc
La naturalesa dels tròpics és exhuberant i espectacular, fa semblar el mediterrani més desèrtic del que percebem des d´allà dins. ;)