miércoles, 21 de octubre de 2009

Jemaa-el-Fna

Vuelta de Marrakesh. Regreso de lo sórdido, de la meca de lo pintoresco, de calles que aún contienen los siglos anteriores al XX, un reino bizarro de lo medieval-tecnologico. Calles de tierra y wifi en los zocos, carros de asnos y boeings sobrevolándolos.

La plaza Jemaa-el-Fna bien merece su viaje, te invade, te para, ese bullicio tan antioccidental en una estepa pavimentada enorme. Todo es diferente, y se te aparece en danza, sin avisar, por la espalda de las cosas. Y es hostil, la plaza, las calles, el país... Uno no puede acabar de sentirse en paz viajera, un elemento incómodo disperso en el ambiente: en los colores, olores, mirada de la gente, la fiereza que se ve en muchos detalles. Marruecos tiene las ojeras pintadas de negro, y la voz fuerte y seca. Te reflejas en sus ropas antiguas y sus pies descalzos ennegrecidos y te chirría tu contemporaneidad, eres un pasajero discordante.

Pero el viaje llega cerca del corazón de lo exóico, que rezuma en todas partes, a hora escasa de vuelo de la península. Es otro mundo sí, mucho más que Japón, que sí que es otra cultura, pero el mismo mundo. Y es un lugar seguro, cuando no tendría por qué serlo cuando aparecen personajes con bermudas con poderes adquisitivos 10 o 20 veces mayor. Y uno sospecha que es por los usos, las costumbres, la moral que aquí aún se vive y predica. La religión no cabe decir que está viva, a veces como en el medievo, como bien denotan los alaridos de los mulás cinco veces al día, campanas del pulso cotidiano. Las mujeres no enseñan pechera, ni siquiera la cara algunas, y robar, como que está mal visto claro. Los lugares más peligrosos y pervertidos del planeta suelen estar en el mundo occidental vecinos de grandes fortunas.

Jardines andalusíes, patios de baldosines de colores, plazas apocalípticas de circo, alaridos por las calles de los mulás, babuchas y chilabas, taginas y especies, zocos y murallas, todo eso con polvo, suciedad inevitable, vendedores tabarras, y una ciudad que te mira hostil detrás de la bienvenida.
Un trato justo, marroquí y más que repetible. A bientôt

3 comentarios:

carmen dijo...

"El mismo mundo con diferente cultura": Japón.
Marruecos es otro mundo...
Creo que el polvo marca.
Y si primero fue taparse y luego vino todo lo demás?
Quién sabe!
A bientôt.

Porerror dijo...

Muy buena descripción, me he sentido transportado de nuevo a ese pedazo de Marruecos. En mi caso, no repetible (soy pro exotismo, pero no comulgo con aquel país, será porque tiene las ojeras pintadas de negro, como tú dices): "Una y no más, Santo Tomás"!

Un abrazo, aunque no comente te sigo leyendo.

Mònica dijo...

Entre la descripción y las fotos parece que vine ayer de Marrakech.
Tras un año en tu maleta me da la sensación que he recorrido medio mundo leyendo tus post...

felicidades
petonet