martes, 24 de noviembre de 2009

El nodo 2020

El siglo 21 empieza a tener formas. Ya se puede vislumbrar un trozo de columna vertebral que tiene como tope al cada vez más famoso 20-20. La economía española promete dejar de ser secularmente adolescente en el 2020, Brasil se conjura para llegar a ser el primer país que cruza el segundo mundo con esa fecha como meta, anticolonizando también de una vez al resto del sur de América. A esas alturas, la bestia nacional China se codeará con EEUU, y Europa del Este ocupará el sillón vacante de economías emergentes adolescentes. Podría ser que incluso entonces nos demos cuenta que el horizonte de África se relega al 2050, asignatura cateada de los terrícolas.

Sin silueta secular no se aprecia mejor el color de su relleno. Pinta a que estamos convencidos que tras una industrialización gris hormigón, apostamos por una tecnología verde, un moderno metálico acristalado que combine bien con el verde de toda la vida. El diseño, las planificaciones y los inventos, suelen estar en manos de gente capaz e inteligente. El desarrollo de nuestra psique seguirá estancado pues no nos hemos evaluado ni fijado ninguna meta en ello, y las alarmas aún suenan bajo y no amenazan incendios inminentes.

El sentido de todo el globo seguirá en la deriva, en un anonimato apartado del construir y sofisticar constante, vacilándose entre lo material y el ocasional y perenne deseo de trascendencia. Pero sin cara, incluso sin forma, vivo y menos identificado que nunca ("como una verdad dérmica sin ojos y trasera").

Tardará aun años la diseminación de una re-ligión estética, que en ejemplo burdo, sería entender y encarnar la vida como la juega el Barça, poniendo todo el empeño y talento al servicio del arte y espectáculo, profesionalidad y excelencia, gustándose a uno y a los otros... hasta que el sentido de todo es obvio y se hace evidente. Sin ostentacion y respetando a los demás competidores por la supervivencia.
Nada de acumulación acomplejada resultadista y pasajera; nada de esconderse y menguarse mediocremente. Que el vivir sea un arte y que su falta de talento se vaya eliminando como especie. Inshalla

1 comentario:

carmen dijo...

Vivir debería ser un arte. Pero sospecho que, irremediablemente, habrá lobos que se coman a los artistas...