domingo, 7 de octubre de 2012

Amistad alcoholizada


La noche calla, como todas las noches. Y nadie conspira, sólo el ruido es un dálmata diseminado en manchas de bullicio juvenil. Las noches son aburridas y planas, menos las tres contadas que mutaron todo lo demás.

Hoy me esforcé en emborracharme, y apenas llegué al tercer chato de verdejo. Ya soy un borracho fracasado. Las copas sirvieron de línea de fax para retomar contacto con antiguas amistades veneradas en alcohol, las que sólo dan línea con etanol de por medio. Son las amistades del bar ambulante de toda la vida, de nuestros días de farras con botellón previo. La amistad la dejamos en la última copa, y ahora la rescatamos como una empatía papa, refleja y arrojadiza. Él prosigue en lustros de farra y comprometido baile con la cirrosis. Nunca ha salido del internado fiestero de sábado ni ha conocido pueblo alguno. Sigue de gira eterna por los bares, y su hígado ya pronto se sienta solo en silla aparte de la barra, e intenta ligar con alguna pleura moldava.
Las vidas fugaces y rápidas que no conocen noches planas ni de cueva eterna. Sus noches brillan tanto que contienen todo el día en su ritmo y los vestidos, en un magno complot por tensar al párpado y engañarlo.

La juventud hemos ubicado la carpa de la noche en una esplanada de mal acceso no sé muy bien por qué, allí, cuatro horas después de la cena, en una cúspide rompehorarios, en lo más alto de la semana, frontispicio del sábado al domingo, como en una meseta marciana que no queda cerca de ningún hábito diario colindante.
Es una práctica litúrgica, ceremonial, corporativa, una política que parece promover los despistes. Pongamos a la noche que juegue en un patatal, en un feudo desplazado, cuesta arriba, ojerizo, oscuro. Promovamos también la comunión obligatoria de Red Bull, de alcohol vence madrugones. Disloquemos la rutina, despeinémosla y démosle la vuelta, hagamos el verdadero cambio de look al espaciotiempo personal.

Y yo aquí como en un camón de hospital, bien cuerdo y cebado, sin bailar con ninguna enfermedad, en estado preventivo. El blanco del dálmata sin sus manchas negras.

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