sábado, 28 de noviembre de 2009

Mapa de dominios [me aburro en el avión...]

¿Cuánto de nuestra existencia es paja? Cuánto de ella es relleno? Cuánto son andamios necesarios e infraestructura? Cuántas vivencias quedan dignas de ser frisos de escenas talladas en la memoria? Y con ellas, quién o qué enciende el cortometraje que se proyecta antes de una experiencia lindante con la muerte?

Porque nuestro cuerpo es muy listo para proyectar ese resumen justo antes del final de todo. Como también es más sabio de lo que creemos cuando habla por señales y enfermedades, sin nada de paja y accesorio. Hay un hiato entre la consulta a un cercano y la consulta a un médico, que sigue siendo un fenómeno bipolar en nuestra civilización. El médico es ese sacerdote de la muerte, en altar y mal pagado, que sienta cátedra sobre nuestras amenazadas vidas. Hasta llegar a él todo son instancias menores refutables y miscibles, pero el médico es uno, trino e impepinable. Digo yo que la salud empezará mucho antes y que la mecánica del cuerpo dependerá tambien de cosas invisibles.

Pues bueno, hay que aceptar que de siete dias, cinco o seis son extras de la película, y que a la manidísima muletilla del Qué tal, respondemos con una también muletilla realidad. Todos vamos tirando, tirados, pero con el mazo dando.
Podríamos responder al qué tal: - Vah, jodido, con una vida mediocre, preocupándome por tonterías, hipotecado, mortal, pero mira, al menos me entretengo como un mono con las palabras, vamos, que sorteando esta vida con salero y diviertiéndome cuando puedo. Supongo que eso va con letra pequeña en el envés del "Bien" que todos soltamos. Y cuando estás muy bien, que también es un posible, te callas por respeto. Y quien se llena la boca a los cuatro vientos de lo feliz que es y lo bien que sabe vivir, todavía no ha empezado a vivir para su desgracia o la sinceridad ciega por su presencia.

Lo verdaderamente insolidario es hacer buena cara cuando se chirría por dentro, que hoy en día es una de las principales funciones de la dominante red social Facebook, ofrecer tu mejor cara como quien pide un crédito a un banco virtual de vidas mejores. O sea, que hay una burbuja de felicidad prestada corriendo por ahí.
No hace falta ir mentando a Calderon de la Mierda, pero la moderación desde el aristóteles de Atapuerca ha sido emblema de sabiduría y templanza.

¿O me equivoco y la moderación es mala estrategia? ¿Y si el torrente desmesurado, el endeudamiento, la distorsión consumidora, acaban ganando como un farol ante la moderación en una partida de poker? ¿Puede ese torrente, esa fuerza menos o más desbocada, llevarse por delante lo otro? ¿Al pacífico, alguien le aseguró que nunca habría una guerra en la faz de la Tierra?

Pues parece que lo de la otra mejilla, lo de la moderación, el pacifismo a ultranza, puede que sean valores encomiables pero demasiado humanos para la guisa que nos ha tocado. Que son recomendables pero te dejan a merced de un loco, un desesperado, un afectado de psicopatía leve o media.

La vida también es un mapa de dominios psicológicos y físicos, en cualquier interacción o dupla, padre-hijo, jefa-empleado, la que sea, se dan, equilibrados o en tiranía. Hay muchas maneras de hacerse respetar, y no estar dominado, y también, hay que aceptar ser dominado cuando es inevitable. Todos dominamos y estamos dominados según las circunstancias. Y a veces, la defensa, es un buen - subrayo, si bueno, óptimo, capaz- ataque.

Ea

Poesía. Hoy tengo ganas de ti. De hablarte, decirte, descubrirte. El imperio de lo breve, justo, sobrio. El arte de prohibirse las palabras no estrenadas, la testadurez de inventar, el desgaste por rastrear la palabra guante.

Buscar el trance del cabolo, afinar los morfemas hasta que sean musicalidad, encontrar dos palabras que formen una sociedad del espectáculo, y que todos los compuestos de sus significados combustionen y hagan una reacción química leída que tiña y sonrose el color de las ideas. Artefactos de ingenio que se confundan si son el lector, el que escribe, o lo leído, criaturas autónomas por poder de inaguración, trozos de nueva realidad recién nacidos, con una conexión estilo wifi con la ciencia, desnudando ambas la cáscara de todo lo accesario.

Porque el protolenguaje son muchas menos palabras, y no son poste, ni lata, ni mirar, ni añil, no son ni las palabras oficiales ni las más dichas, y mutan unidas al engranaje de las cosas y el tiempo. La poesía se crea a zarpazos, derrapando, eruptando la psique, todo el mundo lleva la poesía dentro, sólo se trata de volcanes activos. Porque la poesía es violencia, al menos se ha de violentar el lenguaje, doblarlo, malearlo, y rebelarse contra toda la convencionalidad léxica de la calle y los siglos. La tradición es rebaño, el poeta es no oveja.

La mayoría de creadores interesantes tienen una violencia interna, un índice de salvajismo mayor que la media, bien domesticado en lo silvestre e irreverente, enemigos del decoro, y con capacidad volcánica. El gafudo es pan pasado, muy cobarde, con poca suerte biográfica para destacar, demasiado correcto y orgulloso de bondades prestadas, de volcánico tiene lo que un hombre de traje gris con coderas, y el tiempo lo pondrá en mal sitio por soberbio. Ea

martes, 24 de noviembre de 2009

Catafisica del delantero

Un buen delantero sí que debe tener un romance con el gol, él no es más que otro trabajador, pero debe acreditar en su cv que tiene gol. Que su mente calcula y maquina en décimas de segundo las trayectorias de pases, bloqueos de portero, movimientos de la zaga y remate en función del gol. Que incluso ve el gol, él o sus piernas, en una centésima, que tiene mucho intuído de potencias y espacios, antes de disparar. Que es un procesador de oportunidades.
Él trabaja en su oficina campo arriba, de tamaño irregular y mutable, y sabe encontrar la línea precisa en el reino del despeje y la dispersión. Es un culminador, un protagonista, un ególatra, un ejecutador. Él lleva otro partido dentro, es una pieza que debe tener otro diseño, que aumenta revoluciones y se inactiva a su propia manera. Él lleva otro partido dentro, una historia que se conecta y reconecta con su tempo e intensidad, un jugador que aspira siempre al trance.
Y cuando llega el maná, llega el gol, la celebración lleva su marca, el éxtasis-desfogue, orgasmo mental en ese momento, conecta el tesón y esfuerzo a la intemperie con la consecución y el sentido de todo su estar allí- Y entonces baila, entonces se estremece, estira los brazos, mira a un punto, cierra los ojos.
Y cuanto más imposible era que la destreza se impusiese a lo posible, mayor es la emoción y la dicha.
¿Qué es la felicidad, la felicidad es esto, ese sentimiento pasajero donde el cuerpo explota y la alegría se adueña explosivamente de todo nuestro yo. Un chute vivido cuando detona el cuerpo y se entra en éxtasis, se chilla... se baila... se llora... se pierden los papeles.
El hombre, es esta maravillosa criatura inconstante : )

El nodo 2020

El siglo 21 empieza a tener formas. Ya se puede vislumbrar un trozo de columna vertebral que tiene como tope al cada vez más famoso 20-20. La economía española promete dejar de ser secularmente adolescente en el 2020, Brasil se conjura para llegar a ser el primer país que cruza el segundo mundo con esa fecha como meta, anticolonizando también de una vez al resto del sur de América. A esas alturas, la bestia nacional China se codeará con EEUU, y Europa del Este ocupará el sillón vacante de economías emergentes adolescentes. Podría ser que incluso entonces nos demos cuenta que el horizonte de África se relega al 2050, asignatura cateada de los terrícolas.

Sin silueta secular no se aprecia mejor el color de su relleno. Pinta a que estamos convencidos que tras una industrialización gris hormigón, apostamos por una tecnología verde, un moderno metálico acristalado que combine bien con el verde de toda la vida. El diseño, las planificaciones y los inventos, suelen estar en manos de gente capaz e inteligente. El desarrollo de nuestra psique seguirá estancado pues no nos hemos evaluado ni fijado ninguna meta en ello, y las alarmas aún suenan bajo y no amenazan incendios inminentes.

El sentido de todo el globo seguirá en la deriva, en un anonimato apartado del construir y sofisticar constante, vacilándose entre lo material y el ocasional y perenne deseo de trascendencia. Pero sin cara, incluso sin forma, vivo y menos identificado que nunca ("como una verdad dérmica sin ojos y trasera").

Tardará aun años la diseminación de una re-ligión estética, que en ejemplo burdo, sería entender y encarnar la vida como la juega el Barça, poniendo todo el empeño y talento al servicio del arte y espectáculo, profesionalidad y excelencia, gustándose a uno y a los otros... hasta que el sentido de todo es obvio y se hace evidente. Sin ostentacion y respetando a los demás competidores por la supervivencia.
Nada de acumulación acomplejada resultadista y pasajera; nada de esconderse y menguarse mediocremente. Que el vivir sea un arte y que su falta de talento se vaya eliminando como especie. Inshalla

Las luces en la neblina de lo terco

Imaginemos un cuadro en que, además de las personas, todos los objetos tienen ojos mirándose entre sí, las ramas, los brazos, las piedras y el propio viento. Podría ser una alegoría de la conciencia.
¿En qué momento la conducta humana va sola, sin posibilidad de retorno, y es un torrente ciego de fuerza e instinto? Me refiero al cruce de caminos entre la inercia del automatismo y el tutelaje retrovisor de la conciencia.
Todos tenemos un sistema motor de la conducta de base automatista, mecánica, programada. Y aparte, un volante para otorgar rumbo a nuestras rutas. Y más aún, una especie de gps en el que revisar y recalcular destinos.
Al homicida común, maltrador por ejemplo, en algún momento se le salta la conexión consigo mismo y es desenfreno conductual hacia una descarga de agresividad masiva. Pero en numerosos casos cotidianos, incluso en tipologías de carácter, hay un bloqueo entre los circuitos de la voluntad y los del análisis. Un obrar testarudo, de yunta, teutón, rápido pero de persianas bajadas, emulando a un automata dinámico que sólo evalua su trayectoria cuando topa contra un objeto y se produce colisión. Como un saltador frenético de dos mil metros vallas.
En el otro polo está el especulador de la conducta, aquel que no deja de mirarse en una sala de espejos, y se conoce demasiado, casi el objeto de su vida es conocerse, y entre sus yos las confianzas ya dan asco. La hipereflexión es una balanza desequilibrada que en el otro platillo se estanca la abulia,
La ecuación es clara: acción y voluntad son una vela tensada, pensar implica una calma de ese viento, y el quid es no acabar especulando con el timón.
¿Y tú de quién eres? Yo de los hipereflexivos claro, aunque creo que no por elección. Por eso me miro el otro polo y me sorprendo. Ese obrar siempre tenso, erguido, en cadena de acciones, con los ojos de la conciencia cerrados. Me imagino una barra fangosa que simboliza esa conducta, como salida de un alfarero, y veo el momento en que a ese acto se le cierran los ojos y desaparecen, y la barra sigue actuando sin esos rasgos más humanos. Sospecho que hay vidas enteras que siguen su programado, y que los músculos se mueven cada hora hacia cientos de acciones motivados por ese motor ciego, anónimo y posiblemente inexistente. A ese hueco generador de todo se le puede luego poner la marca de dios o el espíritu santo, o ponerle conservas Pérez.
Sí creo por eso, que esos ojos siempre al borde de la blanca ceguera sanguínea, entornan en décimas de segundo de vez en cuando, una borrosa noción del sentido, unas intuiciones súbitas y pasajeras de la verdad de sus vidas [la verdad suele resolverse en décimas de segundo y complicarse en años]. Y esas representaciones mentales vagas y geniales sedimentan como piedras preciosas en sus frontales panorámicos repletos de polvo, casi escondidas, pero notables. Las luces en la neblina de los tercos.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Aparecer socialmente

Hay gente que dice sí a todo, gente que se rebela varias veces al día como si llevase un sensor de injusticias domésticas, hay gente asertiva que se afirma y defiende en cualquier ocasión, y gente susceptible que se siente atacada si una palabra contiene alguna letra de su nombre.

Un investigador de la universidad de Felton ha intentado conocer y clasificar a 15.000 personas únicamente a través del visionado de su compra de pan en una panadería. Veinte segundos suficientes para requeteobservarlos con minucia, establecer tipologías de gestos, entonaciones, pausas y reacciones.
Su principal conclusión ha sido que los negros huelen mal. Tal cual.
Simplemente quería que le leyesen. Ser rompedor lleva consigo audiencia, porque siempre ha llamado ver en medio de la calle a alguien rompiendo mobiliario urbano. El estruendo llama como el sexo en Freud vende/vendió libros. Romper puede bien usarse para forjar un nombre. ¿Cuál es tu profesión? Romper cosas versión invisible: me cago en un cuadro y luego lo vendo, o insulto por doquier y luego sonrío. Masco chicles de libertad de expresión de forma compulsiva, lamo sus huesos y rebaño lo que haga falta. Ningún sistema es perfecto y la democracia tiene sus parásitos piojeando por ahí.
El método científico también permite esconder grandes bultos como todo sistema burocrático facilita. Investigaciones que son un pastel, pero que una arquitectura de formalismos permite avanzar como un pesado buque, como un caso judicial enmarañado.

Se podría crear un Ministerio de Malas Formas y verdadescomopuños. Un lugar a donde ir y proferir con lengua suelta todo lo que el decoro no permite. Así como la política necesita partidos de extrema derecha para que la mierda esté contenida en su container y no se expanda a lo socialmente "normal-centro", la sociedad quizás necesita también vertederos de verdades, lugares donde lo clamoroso y escondido toma forma, más bien se escupe, ese veneno noble pero condenado, las verdades que dan miedo escénico, y así no se diluyen y mutan en lo correcto y aceptado.
Lo que digo sería algo como un MinisterioRubianes, ejemplo que viene como anillo al dedo al tema. Ir a ver a Rubianes era ir a ver ese vertedero de evidencias que no se veían en ninguna calle, verdades como puños, claras, gráficas, viscerales, y con violencia como los puños sí, un tío que no se andaba con medias tintas ni verdades a medias. Destinado en el continente del humor, en ese lugar apartado donde en democracia uno se puede reír de casi todo, pero él con un humor incorrecto políticamente, y con un seguimiento mucho más popular que cualquier partido político de la zona. Se cagaba en lo que se tenía que cagar, lo hacía con gracia y genialidad, sin nada maquinado ni pensado, saliéndole de dentro y provocando la más hilarante carcajada.
Año tras año llenaba su teatro cada día en el centro de Barcelona, mucha gente repetía el mismo show eucarísticamente dos, tres, hasta cinco veces. Todos queríamos ser Rubianes, ser tan graciosos, procaces, atractivos, valientes e inteligentes. Y ante todo, libres.
Esto no es un homenaje, a lo que más se parece a un ídolo, se le rinden homenajes uno tras otro a lo largo de la vida.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Los temas de las redacciones

A menudo o siempre en el colegio te imponían los temas de las redacciones, de tu expresión, que en aquellos tiempos era vacía, limitada a redactar, como una cría periodista, sin cabida para la lírica, la deducción o el análisis.
Llega un momento en que por fin parece que hay algo que decir, que expresar, más bien que confesar, y los deberes de clase evolucionan a una necesidad de que se quede escrito y perdurable una "opinión tamizada y destilada" de un mundo recién inagurado, la intimidad del adolescente. El púber arrolla sin darse cuenta que se abren, nuevos estadios, un mundo nuevo que se pisa y adentra antes de verlo. Esa etapa en que empezamos a volvernos bobos, en que ya no llevamos las dos ruedecitas mentales supletorias de la infancia, y no para de salirse la cadena una y otra vez, manteniendo la cara de dignidad del ego infantil omnipotente que aún sueña en las venas. Nace entonces una necesidad de anotar ciertos descubrimientos, de vomitar algún mapa escrito, después que algo abriese de repente todas las cortinas del mundo.

Pero qué bien se estaba en ese mundo de dos por cuatro. En esa habitación tapiada a todo lo que no cabría en un guión de dibujos animados. En esa versión reducida, simplificada y con esquinas metafísicas de goma, del barullo del cosmos y la vida. En ese péndulo entre nuestra tiranía y la dictadura de padres y profesores, sin estepas para la blanda o tierna democracia. Un mundo más estúpido, bobo, pero con el mismo instinto y la misma astucia. Después la independencia y la autonomía pueden llegar a hartar. Y de niños, sometidos, atados, dependientes, obligados, con temas de redacciones exigidos y corregidos en bic rojo, todos escribíamos más.

La vida adulta luego es una cuerda floja entre la cálida dependencia anulante y la fría independencia exitosa, en calibrar al centímetro cuanto de una ponemos y cuanto de otra quitamos. Porque la autonomía conduce normalmente al éxito y la eficacia, un tallarse continuamente sobresaliendo de los demás, que corre paralelo a la autopista de la soledad; y la dependencia nunca te deja solo, y opta continuamente por la piña, el rebaño, la calidez, el eterno café y lidiar en compañía, pero siempre pagando el precio de no quedarse solo en el garaje de uno, donde acabamos perfeccionándonos a la fuerza y a voluntad.
Y luego todo eso pasa sin diseño, sucede, nos duele a posteriori, e intentamos adaptarnos mejor a nuestra dinámica lanzada.
Fin del capítulo B3tY del tomo 16 del manual de instrucciones de nuestra especie, apartado sub C.