lunes, 12 de noviembre de 2012
La enfermedad de la derecha
Ganó Obama, ganaron los buenos. Las áreas rurales y profundas de Estados Unidos, donde la verdad parece que tarda en llegar más tiempo, o la meca del petróleo y lo Bush, votan republicano. A las ciudades no las camelan. Romney dice que reza a Dios para que el mandato de Obama sea próspero, y de aquí dos siglos esas declaraciones lo retratarán como un loco arribista que creía en los espectros y en los espíritus.
El Tea Party ha sido un morboso partido de imbéciles, un peligro para la sociedad amparado por los espectros, espiritista rayano en lo satánico. Son peligrosos esos pitbulls de la fe, estos fundamentalistas, cruzados de su causa espiritista. Una personalidad anulada desconecta la mayoría de amarres cuerdos que nos hacen vacilar, valorar y repensar. Una personalidad anulada por su Dios esfuma en sus vidas lo relativo, las tonalidades grises de cada situación personal, las personas no son respetables porque sólo hay los del lado bueno y los errantes. En nombre del absoluto cae como una cascada lógica que justifica todo, una ordenación vertical de la mente que hasta un niño puede aplicar. Ellos están íntimamente emparentados con dios, son sus abanderados, los soldados que fortifican el bien.
Ni son los más listos de la clase, ni tienen cualidades para liderar nada. Se trata de personalidades mediocres, tan justitas que son capaces de operar dogmáticamente. Tan burras de basar su vida en la literalidad de un texto hebreo de hace dos milenios y querer hacer pasar por el aro a toda la humanidad. Su rigidez mental, su escasa capacidad de testear experiencias, su dudosa educación que no gozó de la suficiente generosidad como para abrir la mente a otros estereotipos que no sean el suyo, les convierte en criaturas a veces monstruosas que montan clínicas para curar la homosexualidad por medio del rezo, por ejemplo. La fábrica de lo rancio y de la caspa.
Pero tienen el convencimiento y la determinación de un ido. Su personalidad anulada, su vocación estúpida de soldado de Dios, hacen que por algún extraño motivo se pongan a sacrificar todo lo que tienen, su vida, en una guerra por aplicar en los demás el dogma. Hacen más ruido que cualquier otro enfoque político, llenan autocares y van a las capitales con o sin bocadillo, se quedan a medias de la total alienación que acometen los suicidas islamistas cuando segan 20 vidas en un autobús al azar. Intereconomía es ese fundamentalismo caucásico, hermano del tea party, soldado de Dios y del Capital, porque Dios y el Capital siempre han bebido juntos, que quiere convertirnos a todos y falta a la verdad de forma muy consecuente, conforme la naturaleza anulada e ida de su caracteriología.
Romney no era el Tea Party, era del club mormón, y Ryan sí que era de los que les ponen los cilicios y los látigos. Solamente porque son ellos, los tontos, sus recomendaciones económicas ya sabemos que son las erróneas. La austeridad económica, ascética como doctrina mientras sus bolsillos no sean tocados, sabemos que es una buena manera de ahogar la economía y con ella a la clase media, hacer desaparecer clase baja, y mejorar un status quo de los ganadores del monopoly.
En el fondo Dios siempre ha sido la gran justificación y disculpa moral de los millonarios, unida a la gran esperanza de los pobres. Los del jersey en el cuello, con pocas luces, quieren ser parientes de Dios porque de quién si no va a ser pariente, lo quieren en su equipo porque si hay de todo en sus vidas, por qué no va a haber Dios también.
Siempre he dicho que la derecha como ideología se extinguirá. La izquierda es una especie post-medieval que todavía tiene recorrido. La derecha que existe desde tiempos inmemoriales, desde que hubo jefe y esclavos, tiene mucho de gran justificación y exculpación, es una teoría del poder. La izquierda simplemente no tenía voz, en el siglo XIX el trabajador empieza a ganar unos derechos para no ser explotado y en el XX se descubre la clase media como fenómeno extendido. Llegará un momento que el conservadurismo, que siempre va 25 años detrás de la sociedad, defendiendo acorazados del pasado, se muera como las religiones. Surgirán otras formulaciones más acordes con los tiempos, tal vez los líderes tecnológicos sean los que quieran mantener el status tecnológico de la sociedad, a costa de otros flancos ecológicos o culturales.
Hoy el conservadurismo está muy maqueado, evitando sospechas, y a uno se le hiela el alma cuando un obrero cazurro vota a la derecha, mientras dice me he comprao un esmarfoi y si me sale un hijo maricón lo mato. Criaturas de míting, para los que el invento de la imprenta y la evolución de la especie hace seis siglos es una cosa aparte de su periplo por este mundo.
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