viernes, 2 de noviembre de 2012

Escáifol


Skyfall. Buen nombre, para un rancho, para una película, un barco o para un bisonte. En el cine al final sólo quedan dos ratas supervivientes a las décadas, Jones y Bond. Yo soy de las primeras, aventura y selva. Pero las dos tienen unos primeros treinta minutos de envoltorio, un aperitivo, una historia previa que hace de paja encofradora, y a la media hora empieza la película. Sólo ellas dos se permiten ese paseo largo previo a la lidia como una ostentación y muestra de fuerza de la casa.

Daniel Craig es el bond hierático, románico, con un toque autista, y que corre con las rodillas tocando casi el abdomen, ése. Se valora aparte que Sam Mendes, el director, intente aportar una galería pictórica notable a la película. Hay plástica en los créditos iniciales, viscosidades muy atractivas; y en la cara malformada por el cianuro subsanada por una espectacular prótesis estética. Hay paisajística delicada en el páramo escocés al natural o inflamado en llamas. Bardem hace de loco y nos lo creemos, que no es nada fácil. La escena más deliciosa es para mí cuando en una isla chernobilesca, llena de edificios fantasma, el loco Bardem saca a la calle a Bond para jugar al guillermo tell con la amante de los dos, mientras suena una delirante canción italiana alegre, topolina, gondolera y superflua.

Después del visionado, confesémoslo todos, pervive la musiquita en nosotros. Conducimos con el maxilar tenso, como prolongando la misión en nuestra nada convencional, conversamos lacónicos y la épica aún palpita en nosotros como enfocándonos a la acción. La musiquita nos hincha el pecho, y acudimos prestos a, cambiar unos pañales.

La película está bien, sin más. Las de Bond dependen de una escala de trepidancia, ésta para mí inferior a la anterior, que también vi bastante por casualidad. Los 45 minutos de paja inicial se vuelven una rampa cuesta arriba innecesaria, pero la película, a pesar de encantar a mi sobrino de 9 años, es digerible y no reprochable. No sé si el cine ahora va a peso, la sesión costaba 10 €, como a 4 € la hora más 2 € el medio kilo de anuncios, si llegas a y media a la sala, no te pierdes nada, suena entonces Movierecords. En fin, escáifol, skyfall, tarde de festivo despachada, y el sobrino jugando a espías lo que queda de año.

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