Observo que la tele, como mundo de fondo mientras escribo, sigue rodando y en este caso, escupe un programa de telellamadas con premio a altas horas. La inspiración no se resiente, feliz de comprobarse inexpugnable a la desinspiración que ataca de fondo.
Prosigamos.
En la vida acumulamos con el pasar de los años multitud de asperezas y rozaduras con empresas de servicios, empleadores, desilusiones políticas, etc, que crean un poso imperceptible como el desgastarse de la piedra de la virgen del Pilar... mas nunca solemos recurrir a, la vía legal.
No es este un país en el que se recurra al abogado a picar pleitos por cosas del día a día. Como si estuvieran sólo esperando a que les llamáramos para la ocasión del divorcio, el testamento, y poco más. Amor y muerte, no metemos al abogado más allá. La secta de los vendedores de su dignidad, sí que se dedican en cuerpo y alma al picapleito con paparazzis y revistas rosa.
El otro día, el "constitucionalizador" de Miñón, histórico hombre y discurso, recordaba la frase de un amigo sobre nuestro Estado "España es como el musgo, nunca va a dar flores pero lo aguanta todo".
Y bien, parece que siempre nos queda y nos guardamos, quizás ignorándolo, la vía legal. Hablo de vía, y no de recurso, porque en muchos casos no está inagurada. Como una calle de la vida a la cual no le hemos puesto adoquines. En un conformismo que duele, nos hemos resignado decenas de veces a ser humillados por un servicio y atención al cliente delictivos. Los ricos y consejeros delegados de este país, saben que el españolito no pierde el tiempo y las ganas en picapleitar, que tanto da darle por culo, porque encaja los golpes como nadie. También sabe que es un Estado laxo en reglamentaciones, lento en justicia, y desamparado en rigor comercial. El servicio es lo de menos, si mi bonus crece más. La ética para los pobres.
Cuando uno emprende la vía legal, debería hacerlo en tarifa plana leída la letra pequeña, y montarse a la cruzada moderna katana en mano para derrocar a esos gigantes llamados Jazzteles, Telefónicas, Santanderes y tomapelos de gran escala planetaria. Tendría que empezar la era del picapleito, aquel abogado de oficio que hizo cola en la facultad de derecho para encontrar sitio en el saturado bar, y que tiene ganas de una revancha corporativa más allá del mileurismo licenciado. Usemos a las hordas que amedrentan en Derecho, cual cuco ejército de orcos justicieros, para lanzarlos contra los skyscrapers de la Castellana y la Diagonal. Que muerdan poco a poco esos despachos, que asusten a esos teleoperadores esclavos del timo que nos joden la vida y ya nos producen miedo a llamar a esos sitios. Que sacrifiquen sus vacaciones por salvar esta angustia azarosa y pluripresente que amenaza un bienestar razonable. Queremos un estado del bienestar sin crisis subprime chafaburbujas. Queremos borrar cualquier plafón que lea "Atención al cliente", quiero sinceridad, quiero que ponga "Te voy a joder la vida, y te voy a cobrar lo mismo". Eso es un buen comienzo de las cosas, sentémonos y hablemos.
Y ya.
Siento el tono y las formas, la medicación me mata : D
jueves, 11 de diciembre de 2008
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3 comentarios:
Amén. Estamos para eso, para mantener su engranaje. Iba a decir "no somos nada", pero no es cierto. A ellos les servimos.
Saludos.
Legalitas for you
Pero tampoco es cuestión de pasarse y hacer como los americanos...
http://www.thehobosoul.com/blog/?p=1087
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