Es asombroso como vence la nostalgia al pasado y noquea al presente. Ese K.O. que ocurre cuando nuestra mente empieza a recordar escenas de ése nuestro pasado, de sus escenas cotidianas, las de stand-by, las que pobablan otra época y que ahora ya no tocan, no se reproducen. En seguida se escapa un gas nostalgia al rememorar esos hábitos antiguos, y el recuerdo se vuelve cándido, blando... y el pasado nos parece mejor que el seco presente.
Puede que sea un modo falaz de funcionar el ser humano. Que rememorar sea siempre alterar y engrandecer un pasado que nunca lo fue. Echar la vista atrás es un acto partidista y parcial, los ojos se van a cuatro actos folclóricos, esbozan un cuadro cándido con personajes bonachones, casi ribeteado en un blanco y negro de principios de siglo, y se olvidan de todos los intersticios de tedio, dolor, y tajo que había por medio.
Si no somos capaces de evocar el dolor agudo físico, cómo vamos a rememorar lo farragoso y vacuo de nuestras vidas pasadas.
Nos giramos y recordamos lo bueno, lo folclórico y majete de aquellos helados, juegos, pandillas, primeras novias, y hasta lo gracioso de los amores y ex-amigos odiados.
Somos expertos en preservar nuestros traumas en una cámara estanca. La memoria sabe que están allí, pero nuestro sistema emocional blinda esa cámara para que sólo se abra lo justo y oportuno. O menos.
Todos sentimos que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque la película corrida de nuestra vida es selectiva, parcial y partidista. Y la firma un director amigo de nosotros.
Eso no afecta al sabor de la vida. Las penas y las alegrías sí que suman, y cada cual tiene un sabor de su vida en la escala de la felicidad.
Pero el sabor es algo holístico, intuitivamente confirmado, no es un proceso como el recordar, no nos pilla en movimiento, es una mirada rápida.
Recordar es pasar la mano por nuestro lomo, y allí, uno ya se puede dejar engañar con el tacto y el palparse esa espalda de pasado. Todos cuando nos tocamos el pasado nos acariciamos de alguna manera.
Cuando el pasado es el que chilla y se nos cuela sacudido en el presente, entonces sí que es un callejón sin salida, con muro en el ahora.
Pero es algo muy humano ese sentimiento de que... cualquier tiempo pasado fue mejor.
Allí brota las fuentes de la nostalgia. Esa melancolía flaca y llevable, lucero de un tiempo bueno que da fe.
Una morriña por todos los buenos tiempos que no volverán a existir.
Y una disfunción mental momentánea - ebria de emociones - que provoca amnesia de lo pudientemente malo del pasado, y una falta radical de motivación y fe para los momentos mágicos otros, que están llegando en el futuro.
El pasado amigos, está sobrevalorado
jueves, 2 de septiembre de 2010
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4 comentarios:
Creo que el pasado es la vida que hemos vivido, que nos acompaña con sabiduría y con vendajes en las heridas. Y menos mal...
Claro que tenemos el presente y el futuro para entusiasmarnos. El horizonte siempre está más lejos...
Ni excesivas nostalgias ni sobrevaloraciones del pasado, ni "pases de página" que se cargan el libro...
Es bonito el tema, Jordi
Al quite Carmen :)
Suscribo lo que dices. Los vendajes del pasado.
Pero el gran omnisciente en nosotros mismos, es muy listo, y sabe que el pasado no se puede tocar, que es un producto acabado. Lo miramos apoyados desde el cristal, en su gran vitrina.
El pasado es un escaparate. Al que nunca vamos a poder entrar.
Y entonces jugamos a hacerlo bonito y cándido, todos caemos.
Y bien que hacemos. Somos asín.
:) Gracias por generar trasposts en estos comentarios. Hace frío en Navarra?
No había caído Jordi: al no poderlo tocar, lo suavizamos o lo magnificamos.
Quizás por eso cuando nos hacemos viejitos-as lo miramos con cariño, para no enfadarnos demasiado con la vida, para que la paz se asiente en nuestro regazo. Porque la necesitamos.
"Asín semos"...
Está lloviendo y me duele una muela. Voy y vengo a ver si me entra el sueño
Jugais con ventaja porque estais toda la noche despiertos, no descansais? siempre llego en la prórroga o en los penalties.
Debo ser de las pocas personas que miro el pasado como fuente de experiencia pero para nada con añoranza ni como un tiempo mejor al presente., por eso cuando he visto el título casi lloro de emoción...
Voy a seguir con mi libro, gracias por la recomendación...
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