Todos nos quejamos de lo complicado que es el amor y lo clamamos repetidas veces a lo largo de la vida... y pongo sobre la mesa: ¿no será que estamos mal entrenados, mal instruidos, que nos han enseñado mal?
Porque, cuando se aprueba justeras, que yo sepa, siempre un mejor profesor de repaso ayuda.
Puede ser que antes, los que nos enseñaron, sólo se examinaban una vez en 50 años, y encima el 3´8 valía como nota. Que en ningún lugar se oyó, que la evaluación pasaría a ser continua, y quisquillosa.
Esos amores cerrados a cal y canto de antaño, de acero muy oxidable, ocultaban más que enseñaban a los cachorros que traían consigo. Antes no hacía falta amar para estar juntos, hacía falta casarse.
Pero los diques fueron estallando irremisiblemente. Hoy en día todos somos presidentes del amor, antes se era funcionario subalterno de él.
¿Pero en qué nos podían haber entrenado? ¿O qué deberíamos entrenar ahora a nuestro prole sobre el carajo de quererse?
Ay amigos, tal vez a no montar en globos, a ensayar alguna ostia con tirabuzón, a pensarse las cosas dos dosis antes de soltarlas, a contar por las noches de resaca que la red del trapecio son los amigos no-olvidados, y a querer en la justa, rebajada e inflamada, sintonía.
O tal vez fuimos unos enfermos románticos, que brotamos en las heridas de tanto amor negado y recio de nuestros padres...
domingo, 19 de septiembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario