Más alla de todo romanticismo gratuito, de pasear un día al perro de las cosas y toparte con tu alma gemela al eco de un premio de máquina tragaperras, más acá tengo la suerte de tener a los míos.
Los de uno son los que comparten las aventuras de una vida, que es lo único que vale la pena y nos trasplanta dicha, redimiendo lo procedimental, lo aburrido, y lo necesario.
Siguen en ese jeep contigo, y también te hacen de metros adicionales ante el precipicio. Sufren tus infortunios y tus horas lamentables, en que te sales de curva y se la pegan ellos contigo.
Te hacen de red de trapecista y eso, debería valer igual o más que la energía nuclear birlada al enamoramiento, donde sin hacer nada se nos regala un cheque casi en blanco. Luego la lotería se piensa que es un derecho y a continuación todos los baladistas cantando y forrándose con la montaña rusa galáctica del amor. El amor es un producto nenas, y se acaba pagando un precio. Qué suerte del que no se enamora nunca pero tampoco deja de rechazarlo, un budista consecuente.
Por eso, los que siempre están, para comer un huevo frito juntos, pero también para frenar las caídas y los fracasos personales, para acompañarte siempre y no dejarte a solas demasiado tiempo con el vasto universo en la cabeza, los que siempre están, Mónica y Alba, merecen estas líneas de agradecimiento, y decirles que las quiero. Por lo del huevo frito, y por todo todo lo demás.
lunes, 15 de marzo de 2010
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1 comentario:
Ehhh hay una falta de ortografía en el título jejeje.
Me guardo este post para cuando necesite releerlo.
El agradecimiento es mutuo, y el amor también.
Cenamos huevo frito el domingo?
Te queremos
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