En los impuntuales hay una especie de pivote de las calles plantado en medio de ellos. Una pequeña mole, como un quiste egoísta simpático, que ya forma parte de ellos. Es un quiste benigno, un obstáculo que ellos no pueden quitarse, sólo rodear, haciéndote partícipe de una ventana de tiempo a su antojo hasta que lo rodean.
Quien habla de los impuntuales, menta también a los egoístas simpáticos en general. Aquellos que primero quitan, sin pasarse, y luego dan. Todos tenemos algún amigo desesperadamente impuntual, suficientemente preocupado de sí, o que es interpretado por otros amigos como bellacamente egoísta, pese a nuestra opinión dispar.
Y sí, están los que tienen que rodear siempre su pivote, su quiste egoísta, y no tienen retorno. Pero están los que cobran ese peaje yo-mi-me previo, pero gozan de él, saben sacar partido a ese modus vivendi ventajista, suelen tener trayectorias felices, y distribuyen luego su IRPF generoso que compensa.
Ello no les salva de la duda, porque otros modos de ser llevan colgado el cartel de "aquí no se fía". En esta dinámica, la confianza y el crédito funcionan, y el "amigo acreedor" también se acaba cobrando unos intereses, ya sea en forma de cachondeo o cabreo tolerado, artimañas y extorsiones leves a impuntuales del tipo, convocarlo sistemáticamente tres cuartos de hora antes a los sitios, aparte de la generosidad posterior del amigo con quiste yoico.
Todos tenemos disfunciones ególatras. Quién no tiene un ego hambriento una tarde u otra. A mí me tocan las pelotas los manipuladores de guante blanco o un intelectual impostor, a otros las inflamaciones les vienen por otros flancos.
Y en los polos, hay egos anoréxicos que se autodestruyen trágicamente, y egos obesos, no tienen por qué estarlo sus yoes, que son máquinas insaciables de autosatisfacción, por mera necesidad. Tienen un balance agujereado desde la infancia y una motivación compensatoria más que tenaz, o simplemente no entienden de contabilidad emocional, y aplican desde las entrañas que pisando a los otros se acomete el camino más corto a la felicidad propia. La violencia, es la disciplina de los violados.
Quien habla de los impuntuales, menta también a los egoístas simpáticos en general. Aquellos que primero quitan, sin pasarse, y luego dan. Todos tenemos algún amigo desesperadamente impuntual, suficientemente preocupado de sí, o que es interpretado por otros amigos como bellacamente egoísta, pese a nuestra opinión dispar.
Y sí, están los que tienen que rodear siempre su pivote, su quiste egoísta, y no tienen retorno. Pero están los que cobran ese peaje yo-mi-me previo, pero gozan de él, saben sacar partido a ese modus vivendi ventajista, suelen tener trayectorias felices, y distribuyen luego su IRPF generoso que compensa.
Ello no les salva de la duda, porque otros modos de ser llevan colgado el cartel de "aquí no se fía". En esta dinámica, la confianza y el crédito funcionan, y el "amigo acreedor" también se acaba cobrando unos intereses, ya sea en forma de cachondeo o cabreo tolerado, artimañas y extorsiones leves a impuntuales del tipo, convocarlo sistemáticamente tres cuartos de hora antes a los sitios, aparte de la generosidad posterior del amigo con quiste yoico.
Todos tenemos disfunciones ególatras. Quién no tiene un ego hambriento una tarde u otra. A mí me tocan las pelotas los manipuladores de guante blanco o un intelectual impostor, a otros las inflamaciones les vienen por otros flancos.
Y en los polos, hay egos anoréxicos que se autodestruyen trágicamente, y egos obesos, no tienen por qué estarlo sus yoes, que son máquinas insaciables de autosatisfacción, por mera necesidad. Tienen un balance agujereado desde la infancia y una motivación compensatoria más que tenaz, o simplemente no entienden de contabilidad emocional, y aplican desde las entrañas que pisando a los otros se acomete el camino más corto a la felicidad propia. La violencia, es la disciplina de los violados.
2 comentarios:
Mai he pogut entendre per què la gent arriba tard per sistema... Mai.
Jo he tingut dues persones properes, i des de fora sembla un esport de risc, aconsegueixen entretenir-se fins l'hora de la quedada, i és llavors quan comencen a activar-se de veritat, sense pressió, com si la línea de consciència vers els altres els hi comuniqués.
Solen ser persones ocioses, gran diferència amb els puntuals, que els deixem viure amb privilegis. Solen tornar-los, jo amb aquesta patxoca seria més feliç segur. De fet en tinc a la família, i n'he tingut com a parella i millor amic. Jo també flipo amb ells, quan després d'una hora esperant els truques i encara no han sortit :O
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