Una de las cosas más chocantes que te topas en la India es la "mirada besando caracoles". A ver, de vez en cuando, al solicitar algo, la persona india en cuestión ejecuta la siguiente respuesta: pone ojos dulzones, se te queda mirando un segundo. Y seguido tambalea la cabeza bailándola hacia un lado y del otro, al final, se le ha puesto la boca como besando caracoles. Y ya.
En las guías dicen que es una forma de decir sí, y que el tambaleo es un dibujo del infinito. Ohhh. Yo sospecho que es una forma de decir si cuando se quiere decir no, o sea, una forma hipócrita y forzada de asentir. Al menos eso es lo que he notado. Una especie de reverencia facial anquilosada y cortesana.
Te quedas flipado, cuando de repente, pides la sal, y te hacen esa coreografía con la cabeza, y se van. Perdónn??
El tema de las especias es peliagudo en el país de las especias, donde crecen enredaderas de pimientas como nuestros olivos, cardamomo como nuestro trigo, y chilis como nuestros inocentes pimientos morrones. La comida pica, o pica de cojones, has de evitar la segunda opción. En un rebozado de verduras o pakkora, todas ellas opacas por la harina, me dio por comer una alargada y cilíndrica del tirón que me dejó con el culo torcido. Minutos después lloraba, bebía agua a lo cebú, y tenía la nariz más destapada que en un empastillamiento con Fisherman's Friends.
La comida, también entre claxones e igual de barata, no está nada mal. Los menús ofrecen decenas de posibilidades, que algún día entenderé, con mucho plato vegetariano, todo bien cocinado, y alguna delicia toppp (Mourinho's argot), como el pescado al ajillo o al gengibre, que superan por goleada las albondigas de chocos andaluzas.
El único inconveniente, las omnipresentes especias que dejan agujetas de picante en la boca, sea por picor, mentol o explosión. La boca pide regreso a la pródiga comida sin condimento barroco de vez en cuando.
martes, 22 de marzo de 2011
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