Hay una forma de escribir que busca el contraste, y encuentra la uniformidad [o lo hace parecer]. La primera frase de este post es un ejemplo del escritor concatenado. Aquel que busca la rima semántica o conceptual. Es un recurso estilístico más, como pueden ser la hipérbole o el oxímoron. Pero si quieres vender humo, es una sutil manera de aumentar lo blanco del jamón en tu producto, sin que se enteren. Forma parte del catálogo de deshonestidades que puede tener un escritor, y no está penado por ningún tribunal de la Haya ni nada similar.
Se trata de jugar con los opuestos y los complementarios. Cosa que hecha, una vez, dos veces, puede especiar los escritos y potenciar el estilo, dar dinámica, no deja de ser un looping, que acelera la lectura. O le da fuerza, pues sirve para cerrar, a veces sentenciar o remachar una idea todavía abierta. Pero ser un escritor concatenado, con ese vicio, de impulsarse cada dos por tres oponiendo el significado de verbos, juntando substantivos opuestos en la misma frase, etcétera, tiene bastante de encefalograma plano monótono y crónico.
Risto Mejide por ejemplo, es un buen escritor concatenado. Yinyánico. No sabe hacer mucho más, es publicista amigos, y ese deje mercantilista parece no poder abandonar su ser ni persona, pero pese a tirar de concatenación constantemente, del baño frío-caliente conceptual, que bien va para la circulación de la imaginación, el tío hace concatenación escénica. Más que semántica o conceptual, es una oposición estética, de imágenes, y sus metáforas suelen estar bien logradas, pese a ser una eterna lucha de opuestos estirada y recurrida hasta la última página. Y prou de hablar de este mamarraccho.
Como he dicho, son unos grandes vendedores de humo. Oh, cómo odiamos a aquellos comerciales que mercantilean con las ideas y las palabras. Son muy difíciles de ver a veces, pero se acaban delatando, es la historia de la caída de una máscara currada. Sus párrafos son diferentes, hay una escritura sobrecargada, inflada, hiperbólica a veces. Porque concatenar y exagerar es el abc de la expresión con ritmo, son más monologuistas del club de la literatura falsa, que artistas atrofiados.
Y cuando alguien te está vendiendo humo, es porque quiere otra cosa, generalmente mucho más relacionada con horcates, los grandes seductores de la barra del bar de la mentira (frase sabinesca), o con ganar dineros sucios de esos que las madres se alarman cuando los tocábamos de niños (porque el dinero también se vuelve sucio).
Se trata de jugar con los opuestos y los complementarios. Cosa que hecha, una vez, dos veces, puede especiar los escritos y potenciar el estilo, dar dinámica, no deja de ser un looping, que acelera la lectura. O le da fuerza, pues sirve para cerrar, a veces sentenciar o remachar una idea todavía abierta. Pero ser un escritor concatenado, con ese vicio, de impulsarse cada dos por tres oponiendo el significado de verbos, juntando substantivos opuestos en la misma frase, etcétera, tiene bastante de encefalograma plano monótono y crónico.
Risto Mejide por ejemplo, es un buen escritor concatenado. Yinyánico. No sabe hacer mucho más, es publicista amigos, y ese deje mercantilista parece no poder abandonar su ser ni persona, pero pese a tirar de concatenación constantemente, del baño frío-caliente conceptual, que bien va para la circulación de la imaginación, el tío hace concatenación escénica. Más que semántica o conceptual, es una oposición estética, de imágenes, y sus metáforas suelen estar bien logradas, pese a ser una eterna lucha de opuestos estirada y recurrida hasta la última página. Y prou de hablar de este mamarraccho.
Como he dicho, son unos grandes vendedores de humo. Oh, cómo odiamos a aquellos comerciales que mercantilean con las ideas y las palabras. Son muy difíciles de ver a veces, pero se acaban delatando, es la historia de la caída de una máscara currada. Sus párrafos son diferentes, hay una escritura sobrecargada, inflada, hiperbólica a veces. Porque concatenar y exagerar es el abc de la expresión con ritmo, son más monologuistas del club de la literatura falsa, que artistas atrofiados.
Y cuando alguien te está vendiendo humo, es porque quiere otra cosa, generalmente mucho más relacionada con horcates, los grandes seductores de la barra del bar de la mentira (frase sabinesca), o con ganar dineros sucios de esos que las madres se alarman cuando los tocábamos de niños (porque el dinero también se vuelve sucio).
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